![](https://static.isu.pub/fe/default-story-images/news.jpg?width=720&quality=85%2C50)
15 minute read
Haya a inicios de los sesenta
La alianza del Apra con el MDP para las elecciones de 1962, que renovaba el pacto de 1956, y que dio lugar a la convivencia, se decidió sin mayores objeciones de conciencia. «A fines de 1961 [narra Luis Alberto sánchez], comenzó el trajín electoral. Quedó resuelto que Haya de la Torre sería el candidato de una alianza formada por el Apra y el Movimiento Democrático Peruano (MDP), el cual reclamaba un número de representaciones parlamentarias. Nadie las objetó» (LAs 1987: vol. 4, 120).
Haya a inicios de los sesenta
Advertisement
A medida que se acercaba 1962, el año de las elecciones, los apristas demandaban que Haya de la Torre asumiera la conducción del partido para guiarlo a la victoria. La oportunidad para lanzar la campaña fue su retorno al país para la celebración de su cumpleaños. En el discurso del Día de la Fraternidad, el 25 de febrero de 1961, Haya expuso lo que la revista Visión definió como el ideario de la izquierda no comunista en América Latina, que podía resumirse en la frase «reformas sin violencia», un discurso que era compartido por partidos afines como la Acción Democrática de Venezuela, el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Bolivia, Liberación Nacional de Costa Rica y otros grupos menores (VRHT 1961)5 .
La revista Visión constataba objetivamente los grandes cambios que había experimentado el partido de Haya:
La diferencia entre los petardos de ayer y las palabras reflexivas de hoy ilustra, mejor que todo, la profunda transformación que ha experimentado el Apra: el Apra de los años treinta —explosiva, ardiente, amiga de la “acción directa”, de la lucha a puño limpio en las calles y de la eliminación física de los adversarios— se distingue, si no tanto en la ideología, en los métodos, del Apra de los años sesenta que aplaza sus impaciencias para el instante decisivo de las elecciones generales de 1962 (VRHT 1961).
El viraje de Haya hacia la derecha era total. Frente al imperialismo, el Haya de 1961 se reafirmaba en su convicción de que este era un socio necesario porque traía los capitales que el Perú necesitaba para desarrollarse. Había que optar entre «que nos preste Rusia y nos preste Estados Unidos», y entre uno y
5 José Luis Rénique (2004) anota que el objetivo de Haya era proponer al PAP como modelo de partido democrático alternativo tanto a los PC cuanto a los populismos autoritarios, tipo el peronismo. o, dicho en las palabras de Andrés Townsend Escurra, una alternativa a los partidos socialistas, que terminaban siendo tributarios del comunismo. Haya pondría énfasis durante los años cincuenta en difundir esta imagen en los medios académicos norteamericanos donde, en efecto, «encontraría particular simpatía».
otro imperialismo era posible aprovechar los capitales de este último sin enfeudarse políticamente: «Con el imperialismo económico del totalitarismo viene, incuestionablemente, el totalitarismo. Con el imperialismo económico de la democracia se mantiene la democracia»6 . su discurso tenía el tono de una proclama de inicio de campaña electoral que, al mismo tiempo que tenía que halagar a sus electores, no debía asustar a sus socios de la derecha: «No queremos quitarle la riqueza al que la tiene, sino crearla para el que no la tiene» (VRHT 1961).
Haya condensaba su ideario en la fórmula «pan con libertad y democracia con justicia». «A ese puro ideal [sostenía], solamente se oponen los demagogos que se valen de todos los ardides para confundir el imperialismo con la negación de toda obra constructiva, para decir que defienden los intereses del país cuando buscan la disociación social y política que traiga una tiranía, que les permita, a su sombra, medrar y progresar». El «antimperialismo aprista» no lo llevaba a negar «bondades a los planes de colaboración económica». Veía en la «Alianza para el Progreso, —en su lenguaje reformador abogando por un entendimiento con los pueblos y no con las élites mandonas— una sana rectificación en la trayectoria de un siglo». Haya se manifestaba también complacido con el ímpetu del Presidente Kennedy, pero temía «que el devorador engranaje de intereses, pueda malograr sus propósitos» (VRHT 1961).
Las posiciones políticas que Haya explicaba a la prensa las había desarrollado en su libro Treinta años de aprismo (VRHT 1956: 35-58). Lo notable es que él pretendía que estos planteamientos eran la continuación de los contenidos en El antimperialismo y el Apra, de 1936. La naturaleza de su «antiimperialismo» quedaba en evidencia en su posición con relación al conflicto entre la Cuba de Fidel Castro y los Estados Unidos. su adhesión a la Alianza para el Progreso7 no estaba motivada solamente por el deseo de acceder a la ayuda económica norteamericana, sino era la contrapartida de su alineamiento total con los Estados Unidos. Haya defendía hasta el «derecho de los yanquis de intervenir militarmente en Cuba, proponiendo como cobertura legal el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro» (Castañeda 1961).
Haya trataba de proporcionar la justificación legal para una intervención norteamericana en Cuba. A raíz de la Reunión de Punta del Este, lamentó que
[...] no se haya sentado jurisprudencia internacional definiendo el concepto de “agresión” [...] en el caso cubano, la quinta columna es un gobierno que ha violado todos los principios definidos en el Tratado de Asistencia Recíproca
6 Haya sostiene las mismas ideas en una entrevista realizada dos semanas después. Véase Castañeda 1961. 7 De la cual Manuel seoane era uno de los mayores propagandistas en el continente.
de Río de Janeiro [...] que es un baluarte de propaganda, de acción y de penetración de una potencia extracontinental de reconocida tendencia totalitaria [...] Cuando la quinta columna en un país del Continente la constituye el mismo Gobierno, compete a los pueblos el solicitar la ayuda y la cooperación de los demás pueblos hermanos para exterminarla (VRHT 1961).
Estas declaraciones salieron al mercado el 16 de abril de 1961. El día anterior había comenzado la invasión de Bahía de Cochinos; el fracasado intento de una fuerza contrarrevolucionaria de cubanos entrenados en campos de Guatemala, armados y financiados por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana, la CIA, para derrocar a Fidel Castro.
En buena cuenta, Haya trataba de justificar jurídicamente la intervención militar que estaba en marcha: «cuando se creó la organización de Estados Americanos, y se ratificó más tarde en el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro, se reconoció el derecho de intervención colectiva». A la observación de que esta posición violaba el principio de la soberanía de los pueblos, contestó demandando una reforma jurídica que pusiera límites a esa soberanía:
[...] la o.E.A. está necesitada de una modificación fundamental, definiendo y calificando el concepto de soberanía y determinando que en América la soberanía es interdependiente como lo es en todos los países del mundo [...] La soberanía es absoluta mientras es la resultante del libre ejercicio y el respeto absoluto de la soberanía popular y, naturalmente, si hay violación de esta soberanía popular, procede la intervención y la acción política por medio de la policía internacional. si no, ¿para qué sirve un organismo internacional como la oEA? (VRHT 1961).
Es una gran paradoja que, mientras Haya de la Torre se esforzaba por legitimar la intervención norteamericana en Cuba, el canciller del Perú, Raúl Porras Barrenechea —al que el Apra había llevado al Parlamento como cabeza de su lista parlamentaria y había apoyado para que asumiera el cargo de Canciller—, se negó a votar respaldando la expulsión de Cuba de la oEA que los Estados Unidos promovía. Un informe confidencial de la estación de la CIA en el Perú advertía que Porras Barrenechea, así como el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Arcaya, posiblemente tendrían que renunciar a sus cargos para salvar la cara y preservar a sus respectivos gabinetes ministeriales por haber votado en contra de la posición de los Estados Unidos, desobedeciendo las instrucciones de sus gobiernos. El informe de la CIA decía que Porras era un «amigo» del Apra, «un partido izquierdista, pero no castrista». sin embargo, se señalaba la existencia de un ala izquierdista en el Apra fuertemente pro castrista (CIA 1960a). Porras Barrenechea fue siempre un declarado conservador, pero la exclusión de
Cuba del sistema interamericano repugnaba a sus convicciones democráticas y prefirió renunciar a su cargo antes que traicionar sus convicciones. Poco tiempo después de este incidente falleció, distanciado del régimen de la convivencia del cual formó parte.
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), invocado por Haya —también llamado Tratado de Río— fue promovido por los Estados Unidos como un «pacto de defensa mutua» de los gobiernos de América, dentro de la lógica de la Guerra Fría que comenzaba. se firmó el 2 de setiembre de 1947 en Río de Janeiro. su objetivo fundamental, a la letra, era alinear a los países del hemisferio ante una eventual agresión soviética: «un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque».
Posiblemente, el inconsciente traicionaba a Haya de la Torre cuando comparó el TIAR con la doctrina Monroe —la quintaesencia de la política imperialista norteamericana—, para mostrar la superioridad del primero: «Yo sostengo que el Tratado de Río de Janeiro de 1947 es el verdadero camino, ya que la doctrina de Monroe no señala ningún procedimiento. El Tratado de Río de Janeiro contiene una doctrina moderna, sobre todo en su parte considerativa» (La Tribuna 1962)8. Haya rescataba sobre todo el parágrafo que decía que se debía identificar como agresión «no solamente la agresión armada de un Estado contra otro, sino también la agresión de cualquier tipo, por ejemplo la agresión ideológica».
El TIAR fue formulado para normar las relaciones entre estados y era inaplicable para la intervención que Haya propiciaba. Propuso entonces convocar a una reunión «en la cual se analizarían las agresiones de un gobierno contra su propio pueblo». El objetivo era declarar a Fidel Castro agresor del pueblo cubano, debido a que en Cuba no habían elecciones: «Debemos procurar saber que los pueblos de todos los países latinoamericanos son soberanos sólo mediante elecciones libres». Aunque no se le reconoció a Haya la paternidad de la iniciativa, la diplomacia norteamericana invocó el TIAR varias veces durante la crisis del bloqueo contra Cuba al año siguiente.
En marzo de 1962, meses antes de que Haya de la Torre hiciera las declaraciones citadas, la CIA había puesto en circulación entre sus agentes un amplio informe que mostraba hasta qué punto la agencia de inteligencia norteamericana comprendía mejor que el jefe del Apra la necesidad de reformas radicales.
8 originalmente publicado en O Estado de sao Paulo (Brasil) el 23 de setiembre de 1962. Traducido y reproducido en La Tribuna (1962).
América Latina [diagnosticaba el documento] está madura para una revolución social, de una forma o de otra.
La amenaza castro-comunista en América Latina es el resultado de la habilidad de movimientos subversivos bien organizados, centrados en Cuba, para explotar la tendencia natural de oligarquías atrincheradas a resistirse a las crecientes demandas sociales de reformas radicales. Lo que los elementos radicales ven en Latinoamérica es que, mientras otros hablan de reformas sociales, Fidel Castro ha realizado una revolución social radical en Cuba, y ha desafiado a los yanquis con el apoyo de un patrón aparentemente más poderoso. Regímenes reformistas relativamente moderados están ahora ascendiendo en varios países de América Latina, pero si la Alianza para el Progreso fracasa en lograr los resultados que ha prometido a tiempo para responder a las crecientes demandas populares, crecerá la convicción de que el camino de Castro es el único medio para conseguir resultados en un plazo razonable. De esta manera, a pesar de la alienación de los reformistas moderados hacia Castro, permanece el peligro de que el ejemplo cubano quede como el modelo de la inminente revolución social en América Latina (CIA 1962a; en adelante, las traducciones son mías).
Durante los seis años siguientes Haya y el Apra prestarían su apoyo decidido a la oligarquía en sus intentos de bloquear la realización de las reformas que la propia CIA consideraba necesarias para evitar una inminente revolución social. El Apra terminaba situada a la derecha de la principal agencia contrarrevolucionaria norteamericana.
El informe de la CIA aludía a José Figueres, Alberto Lleras Camargo, Rómulo Betancourt y Víctor Raúl Haya de la Torre como líderes reformistas de partidos establecidos que se enfrentaban a Castro por su egotismo, el carácter dictatorial de su régimen, su intervención en la política interna de otros países y su asociación con los comunistas. Consideraba que Castro tenía poco apoyo entre los políticos de América Latina, a excepción del que le brindaban los comunistas y los «grupos disidentes» que habían roto con los «partidos revolucionarios establecidos», como Acción Democrática, de la que se desprendió el MIR, en Venezuela, y el Apra, de la que había salido el Apra Rebelde, en el Perú.
La posición de Haya frente a Cuba a inicios de los sesenta era el corolario de un conjunto de cambios bastante más amplio.
El «interamericanismo democrático sin imperio» que propugnaba Haya tenía como bases al mercado común latinoamericano, la Alianza para el Progreso, la oEA y el TIAR, estos dos últimos instrumentos fundamentales de la política norteamericana. Esta política desembarcó en la expulsión de Cuba del sistema interamericano y el bloqueo económico que se prolonga hasta hoy. «La “unidad
política de América Latina”, ya no será en Acción contra el “imperialismo yanqui” sino “con el Imperialismo yanqui”» (Valderrama 1980: 76).
Al final del día de las elecciones generales de junio de 1962, cuando se creía el ganador de la contienda, Haya llegó a anunciar a la revista Life que se proponía dar representación a los capitalistas extranjeros en un organismo del Estado peruano, el Consejo Económico Nacional, que debía planear y vigilar el desarrollo del Perú. En él estarían representados el trabajo, el capital, el gobierno y los inversionistas extranjeros: «Ninguna ley peruana prohíbe a los extranjeros formar parte de ese tipo de organismos oficiales. El inversionista extranjero arriesga su dinero y su trabajo y debe estar representado»9 .
Es extraordinario que con semejantes virajes ideológicos el Apra pudiera mantener la adhesión de miles de militantes, que seguían creyendo sinceramente que el partido mantenía el propósito de hacer la revolución.
Carlos Malpica, un militante juvenil que abandonó el partido aprista oponiéndose a la convivencia y luego fue fundador del Apra Rebelde y del MIR, analizando el proceso que llevó al Apra a convertirse en un celoso defensor de las inversiones extranjeras, rechazaba que esto fuera una simple respuesta a la influencia corruptora de los sobornos. Para él, el proceso había sido mucho más complejo y se cumplió por etapas.
Todo partido nace con vocación de llegar al poder. si se trata de un partido anti-imperialista o siquiera reformista debe luchar contra fuerzas muy poderosas: la oligarquía nativa y las grandes empresas extranjeras [...] [y] la alienación de nuestro pueblo [...] y si esto fuese poco, en corto tiempo, será atacado por la Iglesia y si gana las elecciones será impedido de tomar el gobierno por el ejército. Al tercer o cuarto intento frustrado, los dirigentes generalmente prefieren adecuarse al sistema, para lo cual deben contar con la aquiescencia norteamericana.
se inicia los contactos con la embajada yanqui con lo cual empieza el viraje: de vez en cuando alguna alabanza a los éxitos de los sabios norteamericanos y ataques velados aunque no frecuentes al sistema socialista (Malpica 1976: 67).
Los militantes del Apra lo ignoraban, pero, como ya se vio, en setiembre de 1931 Haya de la Torre había entablado contacto con el embajador Dearing para dar seguridades al gobierno norteamericano de que no tenía nada que temer de su retórica antiimperialista y radical. La relación con la embajada norteamericana
9 «Demasiado tiempo el inversionista extranjero ha sido tratado como el judío de la Edad Media» (Life 1962).
se mantuvo regularmente durante las décadas siguientes y Haya pudo jactarse de que durante la clandestinidad, bajo el primer gobierno de Prado, recorría Lima anónimamente en un automóvil de dicha embajada (Villanueva 1977).
Llegado a este punto, la evolución del partido —inicialmente enemigo del imperialismo— hacia las posiciones pro imperialistas contaba con un creciente respaldo económico e institucional, que estimulaba la toma de posiciones crecientemente hostiles hacia el socialismo:
Luego vienen los ataques a determinados aspectos del comunismo y del socialismo, destacando algunas manifestaciones positivas del capitalismo, tales como su organización sindical. Es el momento en que ya han tomado contacto con las centrales laborales yanquis y la organización Regional Interamericana del Trabajo (oRIT), en busca de apoyo económico para acentuar su control sobre las organizaciones de obreros y empleados del país. La tercera etapa consiste en marcar las diferencias entre el capitalismo en los países desarrollados que ha producido bonanza y nuestro capitalismo subdesarrollado, culpando de todos los males a nuestra oligarquía [...] En esta fase se “descubre” las deficiencias y anacronismos del socialismo y del comunismo como sistema: difícil resulta reconocerle algo positivo. La cuarta etapa es de contactos con una o dos empresas extranjeras que operan en el país. Intercambian favores: la empresa subvenciona, el partido calla o apoya en privado determinadas gestiones. Por supuesto, en los comunicados públicos sigue siendo antiimperialista y condena las medidas gubernamentales que en privado apoya. La quinta etapa se caracteriza por patrocinar la instalación de nuevas empresas extranjeras y destacar algunos rasgos positivos de los consorcios antes atacados. El ataque al socialismo de todo tipo se acentúa. La sexta etapa se inicia con la publicación de avisos comerciales de empresas extranjeras en sus diarios y revistas y los contactos desembozados con sus jefes de relaciones públicas. Los ataques a los grupos izquierdistas nacionales y al sistema socialista cada vez se hacen más frecuentes, incrementándose al mismo tiempo las loas a la política exterior entreguista (Malpica 1976: 67-69).
Hacia fines de la década del cincuenta el Apra se encontraba en esta etapa. La revista presente, dirigida por Andrés Townsend Escurra, un dirigente aprista muy destacado, contaba con un generoso avisaje de empresas imperialistas y de otras que tenían una fuerte presencia extranjera entre sus accionistas, como la International Petroleum Company (IPC), la Cerro de Pasco Corporation, Pilsen Callao, Faucett, Panagra, Bata, International standard Electric, la ITT, el Banco Internacional, APsA, Hidroandina, aparte de publicar publirreportajes no solo