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Piérola y Echenique

EN 1864 DIRIGIÓ PIéROLA EL DIARIO EL tIEMPO QUE, DE ACUERDO CON LAS tENDENCIAS DE LOS SECtORES CLERICALES Y CONSERvADORES DE LA OPINIÓN PÚbLICA, AtACÓ AL RéGIMEN DE PEzEt EN LA EtAPA DEL MINIStERIO COStAS Y LO APOYÓ CUANDO OPtÓ POR PACtAR CON ESPAñA Y EvItAR LA GUERRA.

También na rra que en esa época, Pié ro la se dedicó a hacer trabajos de imprenta en un taller alquilado y abrió una agencia comercial. Era esta una casa de comisiones donde vendía especialmente drogas fabricadas en Estados Unidos, entre ellas un tinte para las canas llamado "de Cristado ro" y los produc tos de Lanmann y Kemp (1). Puede ser ubicado así Pié ro la dentro de una moderna clase media mercantil, en contras te con la brillan te posición de Ma nuel Pardo, más o menos durante la misma época, como administrador de la hacienda Villa y personaje dirigente en el negocio de seguros, en las actividades bancarias y en la compañía consignataria del guano en Inglaterra.

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El seminarista convertido en comerciante no rompió con el ambiente clerical en el que había transcurrido su juventud. Fue colaborador de las revistas católicas El Cosmos y El Progreso Cató lico. Se verá enseguida que actuó en la docencia de la Uni versidad de San Marcos.

Entre otras producciones suyas de esta época puede citarse como un ejemplo la titulada "Estudios filosóficos" que apareció en El Progreso Católico en 1861. Allí plan tea la tesis de que to da la ciencia es el conocimien to de Dios y del hombre y, con un estilo de frases largas y re tó ri cas, reduce las escuelas de pensamiento únicamente a dos, o sea al empirismo y al racionalismo, considerando que ambos son sistemas verdaderos por lo que tienen de afirmativo y absurdos por lo que en ellos hay de mutua negación. Rinde homenaje a la escolástica por la función que cumplió en su época; pero reconoce que el método silogístico fue lastimosamente prodigado y olvidó el fecundo principio de la expe riencia. Estima, por otra par te, que buena falta le hace al siglo XIX un poco de ergo y distingo para que no se eche a co rrer sin nor te ni guía libre de andado res. Destaca las figuras de Sócrates, Bacon y Descartes por su aporte al pensamiento humano y considera que "el principio de la observación racional ha conmovido al mundo científico desde sus cimientos", maravillándose ante el poderío de la ciencia cuya chispa ha incendiado "antiguos errores y preocupaciones" y ha dado al hombre el ojo y la luz para hacerlo "señor del uni verso".

También en El Pro gre so Ca tó li co apareció su Me mo ria so bre la so be ra nía po lí ti ca "leída en una sociedad de amigos con moti vo del ani versa rio patrio de 1860". Refléjase en ella un eco de la inquietud sobre el tema simbolizada años atrás por Herrera y por Vivanco. Piérola, después de consideraciones abstractas y confusas, llega a la conclusión de que la soberanía de acción consis te en la obligación de mandar y tiene que ser ejercida por los que pueden mandar, mientras que, por otra par te, exis te en los miembros de una sociedad la obligación de obedecer. El futu ro jefe del Partido Demócrata disiente en este trabajo juvenil de la doctrina del pacto social, de la idea de representación y de la soberanía popular.

En 1864 dirigió Piérola el diario El Tiem po que, de acuerdo con las tendencias de los sec to res clericales y conservadores de la opinión pública, atacó al régimen de Pezet en la etapa del ministe rio Costas y lo apo yó cuando op tó por pactar con España y evitar la gue rra. El Tiem po llegó a recibir una subvención fiscal y Piérola, con su firma, defendió el Tratado Vivanco-Pareja. Al cesar de publicarse este periódico en junio de 1865, volvió el improvisado diarista a ejercer actividades mercantiles hasta que se pro dujo su designación minis te rial. El 11 de julio de 1868 se graduó de licenciado en la Facultad de Letras; poco an tes, el 15 de febre ro, había sido nombrado en ella profesor adjunto de historia y religión. Es posible que su situación económica a comienzos de 1869 no fuese próspera, pues acudió donde Echenique para solicitar un puesto.

pIé Ro la Y EcHENI QuE.- Uno de los biógrafos de Piérola ha concedido extraordinaria importancia a la participación del general José Rufino Echenique, presidente de la Cámara de Senadores, en el nombramien to del Ministro de Hacienda en ene ro de 1869. Habría sido una inspiración súbita del viejo general, en cuya administración había ocupado ese mismo portafolio el padre del joven

(1) A este tipo de comercio intermediario practicado durante corto tiempo se refieren algunos cuando llaman despectivamente a Piérola "boticario". Es un detalle minúsculo; pero revela una actitud.

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