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Antecedentes de la insurgencia civil. Los doctrinarios, los civiles impotentes, el antimilitarismo de Elías y el civilismo de Ureta

económicas que ya en tonces cre cie ron en el país y la mala fortuna de Prado cuando quiso apagar los focos subversivos de Arequipa y Chiclayo. Los laureles por Balta obtenidos con el respaldo del fervoroso entusiasmo popular en esta ciudad norteña, lo ungieron, por un momento, en 1868, con una au reola. Aunque pron to, y con gran sorpre sa para muchos, cor tó los tentáculos de los consignatarios que aprisionaban al Tesoro Público, nunca formó un partido que llevase en sus banderas la lucha contra ellos o la decisión de evitar que pudiesen vol ver a su privile giada situación en el futu ro. Esta pugna fue, en realidad, simbolizada por un solo hombre: Nicolás de Pié rola que no llegó a ser siquiera je fe de Gabinete. Nada tu vo él de semejanza con Diego Portales en Chile que manejó el país y creó una tradición nacional desde su bufete ministerial. Piérola asumió únicamen te y dentro del lími te preciso de los meses de ene ro a octubre de 1869 y de febre ro a setiembre de 1870 nada más y nada menos que la responsabilidad de los asun tos de su porta folio. Nunca hubo un binomio Balta-Piérola. En octubre de 1870, no era sino un vilipendiado ciudadano el hombre que se había atre vido a encabezar la lucha contra los consignata rios y que, mediante el apoyo a Bogardus, había ayudado a desarrollarse la agria lucha personal contra Manuel Pardo; como expre só en una carta a Juan Ma nuel Pardo incluida en su de fensa an te el Se nado, hallábase alejado del Presidente. Unido este a una ambiciosa política de obras públicas, tampoco se intentó crear, alrededor de ella, una organización cívica con el programa de asegurarla en el futuro. Lo que pudo haber habido en el régimen baltista de vinculación amistosa con sectores clericales o conservadores, tampoco intenta adoptar una forma orgánica o permanente. Y cuando, desde la oposición, sur gió y creció la demanda para que los civiles asumieran la jefatura del Estado, no se intentó una movilización para evitar este fraccionamiento de la ciudadanía en hombres con o sin uni forme y no hubo una re sis tencia compacta y unita ria al nue vo movimiento que aglutinó vastos intereses económicos, hondos anhelos de cambios sustanciales en la política y en la administración pública y rezagos de liberalismo.

[ II ]

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aN tE cE DEN tES DE la IN SuR GEN cIa cI VIl. loS Doc tRI Na RIoS, loS cI VI lES Im po tEN tES, El aN tImI lI ta RIS mo DE ElíaS Y El cI VI lIS mo DE uRE ta.- El an he lo

de que los ci vi les go ber na ran puede ser en con tra do ya en el hom bre que ma ne jó las pri me ras Cons ti tu yentes pe rua nas: Luna Pi za rro. En el mismo mo men to en que el Perú adop ta ba la for ma re pu bli ca na (1822), Luna apoyó la de sig na ción de una Junta Gu ber na ti va com pues ta de tres miem bros, dos de ellos ci vi les. Cinco años más tar de, ter mi na da la gue rra de la In de pen den cia y eli mi na do el poder de Bo lí var, Luna volvió a dirigir la po lí ti ca, y entonces buscó a un mi li tar con si co lo gía ci vil: La Mar. Y en 1833 in ten tó ha cer uso del mis mo pro ce di mien to, cuan do contri bu yó a la elección de un per so na je muy se me jan te a La Mar: Or be go so.

Manuel Salazar y Baquíjano, es el civil o, como en tonces se decía, "el hombre de traje ne gro" que prime ro se sienta en la silla pre sidencial: miembro de la Junta Gubernativa de 1822, el Congreso lo nombra vicepre siden te de la República en 1827 y reemplaza a La Mar cuando este viaja al nor te. En la época de Gama rra reciben el poder con carác ter in te ri no y por bre ve tiempo Agustín Reyes y Manuel Tellería, presidentes del Senado; y José Braulio del Campo Redondo, vicepresidente del mismo cuerpo legislativo, en ausencia del Presidente y por destierro del vicepresidente de la República. Todos ellos hombres políticamente débiles, sin poder propio, colocados allí por lo mismo que no implicaban un peli gro para el caudillo en viaje. Las Constituciones de 1834 y 1839, al hacer desaparecer al Vicepresidente y al poner en su lugar al Presidente del Consejo de Estado, aumentaron el número de este tipo de mandatarios civiles: fueron Salazar y Baquíjano, nuevamente en 1834 y 1835, Manuel Me néndez en 1841, 1842 y 1844, Jus to Figue ro la en 1843 y 1844.

A una generación siguien te y a una especie distinta de los milita res con un espí ri tu civil o de los civiles que no hacen sombra a los militares, pertenece Domingo Elías al apoderarse de los departavvvvvvvvv LOS DIStINtOS GABINEtES DE JOSé BALtA PARECEN HABER tENIDO, EN CONJUNtO, CARáCtER ADMINIStRAtIvO MáS QUE POLítICO. LOS MáS NOtABLES ACONtECIMIENtOS LIGADOS A SU RENOvACIÓN fUERON LOS DE CARáCtER ECONÓMICO, EN RELACIÓN CON EL CONtRAtO DREYfUS O LAS OBRAS PúBLICAS.

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