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La obra administrativa de Piérola

Si Piérola hubiese sido un hombre afanoso de enriquecerse rápidamente, no hubiera renunciado a su portafolio. Pudo haber tenido muchos defectos y haber cometido graves errores; pero ni en su vida, ni en la he rencia ma gra que dejó a sus hijos apa re cen la huella de la pasión por tener una fortuna, la mácula del peculado. Hay una respuesta a sus acusadores de aquella época que pa re ce di ri gi da también a los de ahora y a los del futu ro, en la carta publicada en La Pa tria y fechada en Limache el 24 de setiembre de 1873, cuando escri bió lo siguien te: "Por fortuna pelean mal la batalla contra mí; han ele gi do mal las armas y el te rreno. No es vicio mío el oro y la codicia; y a trueque de pisarlo no he cargado jamás con él, ni lo ambiciono. Pesado fardo es el dine ro. La expe riencia me ha enseñado que nadie puede menos que los ri cos; que nadie hay más débil y pobre que ellos. Como amigo y como aliado prefiero siempre al artesano y al labriego, al modes to ciudadano que vi ve para más altas cosas que el dine ro; al soldado que no tiene sino su cora zón y su san gre, sobre el rico que los ha cambiado por el metal de sus arcas. Mi mano acaba de sublevar en contra mía poderosos intereses; odios que estallarán sin que nada pueda moderarlos. Me he acostumbrado ya a ver pasar delante de mí en irritada actitud figuras muy temibles para otros. Van azuzadas por el odio; pe ro arrastradas por la codicia y cargadas con su odio; su peso las agobia; bastante tienen que hacer para guardar lo adquirido y para satisfacer el deseo de aumentarlo. Alleguen tesoros, en buena hora; no iremos a disputárselos; pero el honor y la glo ria no estarán jamás con ellos".

En el juicio sobre la probidad de Piérola estas palabras deben resonar como si fueran parte imperecedera de un discurso de defensa. Sin perjuicio de que puedan ser exhibidas en el porvenir pruebas abrumadoras, la historia independiente, antes de pronunciar su sentencia pone la causa a prueba por cuarenta y tres años. Escucha luego el veredicto expedido con criterio de conciencia por el pueblo peruano como si hubiese sido un inmenso jurado. Fue él, y no individuos procaces, quien firmó la absolución, sin costas en cuanto a este cargo, reclinándose, para fecharla el día del fallecimien to del caudillo, 23 de junio de 1913, como sobre un pupitre, sobre cualquiera de los modestos muebles pertenecientes a la destartalada casa de la calle Milagro.

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la oBRa aD mI NIS tRa tI Va DE pIÉ Ro la.- Algunos aspectos de la obra administrativa de Piérola en el Ministerio de Hacienda son interesantes. Tres grandes direcciones creáronse en ese Ministerio: Administración General, Rentas y Contabilidad General y Crédito. Fueron diferenciadas las cajas y las receptorías fiscales, las primeras para el depósito de ingresos públicos y las segundas para la recaudación de los impuestos y demás recursos fiscales. Se dictaron los siguientes reglamentos: interior del Ministerio, de las cajas y receptorías fiscales, plan y organización de la Cuenta. Quedó formado el cuerpo de conductores de contingentes. Se desarrolló la Sección de Bienes Nacionales que ordenó la formación del margesí de ellos, por lo cual recuperó el Fisco algunas fincas rústicas y urbanas. La supre ma re solución de 2 de abril de 1870 dispuso la enajenación de las propiedades que no fuesen utilizables para el servicio público o que no produjesen rentas, con la condición de que su pro duc to fuese aplicado a la adquisición de nuevas pro piedades o a la ejecución de otras ya iniciadas. Los apoderados fiscales recibieron una nueva organización.

En cuanto a las contribuciones, Piérola reconoció que necesitaban sustanciales cambios. Se manifestó, sin embargo, opuesto a "impacientes y radicales transformaciones, siempre peligrosas, dañosas o imposibles". Con el carácter de "por ahora" sugirió rebajas, simplificación y buena recaudación; y propuso que la contribución de timbres se limitara a las transacciones sobre el capital y los valo res muebles, que para los inmuebles se estableciera un re gistro con vistas a una contribución territorial más exacta y que la industrial o de patentes fuese reorganizada. Para la disminución de los gastos abogó por: la lucha contra el desorbitado aumento de las listas pasivas mediante las primas a los servidores de la nación colocadas de manera reproductiva que les dieran un capital más que una renta; la supre sión del pago del cle ro; la eliminación de los gas tos VVVVVVVVV SI PIÉROLA HUBIESE SIDO UN HOMBRE AfANOSO DE ENRIqUECERSE RáPIDAMENtE, NO HUBIERA RENUNCIADO A SU PORtAfOLIO. PUDO HABER tENIDO MUCHOS DEfECtOS Y HABER COMEtIDO GRAVES ERRORES; PERO NI EN SU VIDA, NI EN LA HERENCIA MAGRA qUE DEJÓ A SUS HIJOS APARECEN LA HUELLA DE LA PASIÓN POR tENER UNA fORtUNA, LA MáCULA DEL PECULADO.

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