El Portarró 28 (en castellano)

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11 entrevista

boletín del parc nacional d’aigüestortes i estany de sant maurici

rosendo de simona,

el cartógrafo del valle de boí Tras un invierno de nevadas y temperaturas suaves, excepto una semana de intensas heladas y viento, el Valle de Boí ha empezado a vivir la primavera. Es tiempo de continuar caminando, ahora sin nieve, por los caminos que unen nuestros pueblos, por las faldas aún nevadas de las montañas. Pero lo que posiblemente no sabéis es que en casa Simona de Boí se han dibujado, por primera vez, muchos de estos caminos que hoy todos conocemos gracias a las explicaciones de nuestros abuelos pero también a los mapas, guías, folletos informativos, señalizaciones existentes. Rosendo Vila Blanch es uno de los responsables. En un tiempo donde los mapas se hacían y se continúan haciendo en las ciudades, he aquí que el maestro de las ceremonias cartográficas vivía en los Pirineos o muy cerca de ellos. ¿Tengo entendido Rosendo que no naciste en Boí? Nací en Toulouse el 21 de Noviembre de 1927 ya que mis padres trabajaban en Francia. Mi madre era de Boí y mi padre de Savallà del Comtat, un pueblo de Tarragona. Nos fuimos hacia Francia a hacer lo que hacen los inmigrantes: buscar tiempos mejores. Él era paleta y trabajaba mucho más en Francia que aquí. En invierno también estaban los abuelos de casa -los padres de mi madre- que volvían al Valle de Boí cuando llegaba la primavera. ¿Quién se quedaba aquí en Boí? En invierno casa Simona quedaba cerrada. No quedaba nadie. ¡Cerrada! ¿Cuándo vuelves? Cada año volvía a Boí. De pequeño me dejaron con una anemia y para vencerla me enviaban hacia aquí todos los veranos hasta que la curé. El clima atlántico de Toulouse no me beneficiaba, ¡demasiada humedad!. En Boí, en cambio, el oxígeno era muy bueno. ¿La ruta de Toulouse a Boí por dónde iba? Recuerdo que pasábamos desde la frontera hacia el puerto de la Bonaigua, que era la única vía que había. Un año vine con tosferina y llegando al puerto se me curó. Se ve que el

cambio de altura de Toulouse a la Bonaigua, a dos mil y pico, fue la causa. Del puerto bajábamos hacia la Pobla, por Perves al Pont de Suert y hacia Boí. ¿Cuándo dejáis Francia? En el 41 los alemanes ocuparon Francia. No había trabajo para los extranjeros y entonces mi padre decidió que volviéramos todos para aquí. Estuvimos una temporada en Boí pero tampoco había vida y mis padres se fueron entonces a Barcelona y yo me quedé con mi abuela que era muy mayor. Del 1936 al 1941 vivo y estudio en Francia, y obtengo el certificado de primeros estudios, estudiando francés… ¡¡Encore sent rapelle!! ¿Había más gente de Boí en Toulouse? ¡Sí, sí, había gente! Que yo conociera había una hermana de Enriquet de casa Rossa. ¿Qué hace un niño como tú en los años cuarenta del siglo pasado en Boí? Con catorce años, estuve un par de meses en el Colegio de Boí con el sacerdote Josep Camarasa, donde antes estaba la Casa del Parque, que nos enseñaba las primeras letras, ¡poca cosa! Era un hombre muy espabilado y recogió mucha información acerca del valle. Hizo muchas fotografías de paisajes y había editado incluso una colección. Tengo una de 1890 del pueblo de Boí, y de Caldes, hechas por excursionistas de aquella época. ¿Casa Simona era una buena casa? No, ¡pobre! Yo trabajé las fincas justas para vivir. Recoger cuatro o cinco sacos de trigo y centeno, patatas para el gasto de todo el año, unas cuantas verduras, lechugas, todo lo que hay de hortalizas. ¡Y nada más que esto! Animales no teníamos ninguno. Un cochinillo para todo el año, unos cuantos conejos y gallinas para los huevos. La vida rudimentaria de entonces. ¿Cuándo empieza a cambiar tu vida, con la llegada de las hidroeléctricas? Primero empezamos a medir los bosques de Aigüestortes,


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