I ntrodu cc ión
Los conocimientos con los cuales se forma a las estudiantes en enfermería se basan en saberes biomédicos, patocéntricos (centrados en la enfermedad) e instrumentales, lejanos de la producción de pensamiento y el conocimiento crítico, como resultado una amputación que evidencié en mi paso por las ciencias sociales y humanas. Por esta razón, al venir de la enfermería y de sus saberes prácticos e instrumentales, la presente obra usa fuentes inexploradas por la ciencia biomédica y acude al feminismo, en particular al feminismo posestructuralista de Liliana Vargas-Monroy, Margot Pujal, Patricia Amigot y Silvia Federici, entre otras autoras que abordan la subjetividad y su vínculo con procesos de gubernamentalidad específicos. Además de estas autoras, el libro se enriqueció con los trabajos de Michel Foucault, Judith Butler y Santiago Castro-Gómez, en la comprensión y análisis de la discusión modernidad-colonialidad, complementados con los de Arturo Escobar, Immanuel Wallerstein, Edgardo Lander, Walter Mignolo y Aníbal Quijano. Este recorrido lo realizo en diálogo con las diferentes fuentes y autores, a partir de mi experiencia como mujer y como enfermera colombiana y latinoamericana, entendiendo que todo “lo personal es político”,1 más aún en el estudio y ejercicio de la enfermería. En este transitar entendí que el estudio de la enfermería requiere que los discursos y las prácticas sean historizados y desnaturalizados, y para ello es central la propuesta de Foucault de visibilizar “los dispositivos históricamente localizados y siempre heterogéneos, que buscan unificar y normalizar a la población” (Castro-Gómez y Restrepo, 2008, p. 11). En el caso de la enfermería en Colombia, es su población la que ha sido sometida a un régimen de normalización. Como lo plantea Irigibel, 1
Andrea Franulic sostiene que la genealogía de mujeres se construye en un tiempo no lineal (es pasado y es aquí y ahora, a la vez) y en un espacio más allá de las fronteras convencionales (citada en Hanisch, 2016).
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