IDENTIDAD es REVISTA DE CULTURA Y ANÁLISIS
AÑO 1 VOLUMEN 17 | COATZACOALCOS, VER. | PRECIO: $ 50.00
Mihkailwitl, Muertos y Cosecha Olmecas en París
Patrimonio Biocultural
La escritura en Teotihuacán
Chamaco, Chipayate y Escuincle
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Directorio Director Lic. Javier Pulido Biosca Asesores Lic. Isis Guillén Rasgado Diseño Editorial Biosca Editores Fotografía Sergio Balandrano Casas Suscripciones 921 144 0205 Correo identidad0419@gmail.com
Fascismo en México “Fascismo de izquierda” es una expresión que usó Jünger Habermas para referir a los totalitarismos de izquierda. Y es que, si bien es cierto que todo gobierno es totalitario, pues debe ejercer todo el poder, es también cierto que el rango de tolerancia para los disidentes puede ser mayor o menor. Los gobiernos que combaten todo tipo de disidencia pueden llamarse con justicia Fascistas, aunque los hay de varios tipos de conservadurismo, o incluso, los que se autonombran como izquierda. Todos los días por la mañana, los mexicanos confirmamos la señal: no caben las diferencias, que son llamadas con burla y sobre las que se descarga todo el peso de una “moralidad” de cuarta categoría. Y, al paso de los días, cada vez más, las instituciones, base de la gobernanza de un Estado, van desapareciendo, o poniéndose al servicio de un centralismo omnipresente y controlado, sin transparencia, por una única figura mesiánica. Ejército y Armada pasan a ser cada vez más instituciones fuera de su razón institucional, lo que las denigra y erosiona. Incluso la Suprema Corte va perdiendo su identidad como cabeza del Poder Judicial y se transforma en parte del poder mesiánico. Más grave cuanto que en este mes vence el plazo para tener amparos, una vez aprobada la ley anticonstitucional que asigna a las fuerzas armadas la facultad para decidir sobre la detención de civiles, contraviniendo la restricción del fuero militar para intervenir en asuntos civiles que determina el Artículo 13 Constitucional.
Contenido
Y grave, porque ni medios ni ciudadanos están poniendo atención a esta flagrante violación a la Constitución.
Olmecas en París Mihkailwitl, Muertos y Cosecha
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Patrimonio Biocultural Chamaco, Chilpayate y Escuincle
8 10 Altar náhuatl en la sierra de Puebla, Mex.
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Olmecas en París •
Javier Pulido Biosca
Por más que el montaje de la exposición es mag-
La colección es magnífica, pero se centra en el diletantismo estético, sin comprender que las piezas no fueron hechas con la intención estética, sino que su uso era ritual. ¿Qué rituales tenían los antiguos olmecas? Eso es lo que se desconoce. Eso es lo que sí conocen algunos mexicanos del sur de Veracruz.
Y es que una colección de piezas escultóricas sacadas de su contexto geográfico y cultural sirve de
Bueno, hay un desvío que centra la vista en lo estético de las piezas, pero nadie puede negar la calidad escultórica que justifica la apreciación estética, de esto no hay duda, pero las piezas son de uso ritual y, al desconocer sus posibles usos lleva a desvirtuar lo que se diga de ellos.
nífico, algo digno de París, la Ciudad Luz, el mensaje es muy vistoso pero insustancial, tanto para los europeos como –mucho más– para los mexicanos del sur de Veracruz.
Colonialismo Por otro lado, los museos y las colecciones presentadas al gran público son herederos de las épocas en que las joyas escultóricas y artísticas eran presentadas y guardadas como parte del botín de guerra. Así llegaron innumerables piezas de Egipto a los museos de Europa, como efecto de la conquista de Napoleón sobre esas tierras o de los diversos exploradores –ingleses en su mayoría– que llevaron sarcófagos, momias, esculturas y pinturas a los museos de sus países. Faltó que llevaran las grandes pirámides y templos, aunque ganas no les hayan faltado.
poco para comprender cualquier cultura –menos, una tan distante en tiempo y espacio como lo es la civilización olmeca.
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De esa manera fue llegaron al Vaticano los códices prehispánicos, como el Códice Borgia, el Códice Vaticano, el Matritense, etc. Así llegó también el llamado “Penacho de Moctezuma”. Así es presentada también la bella muestra de los Olmecas en París.
¿Y la región olmeca? No pasa de ser presentado en un mapa, para que los visitantes de París ubiquen geográficamente el origen de estas piezas. Pero hay un completo abandono de los lugares desde donde fueron saqueadas –oficialmente– estas piezas. Antonio Plaza, de donde sale el famoso Luchador, es un pueblo abandonado. Las Limas, en Jesús Carranza, cerca de Acayucan, es otro, del que fue sustraído el Señor de Las Limas, que tiene una historia de robos y recuperaciones muy florida.
Eso sí sería importante para dar vida a un estado tan deprimido económicamente como es Veracruz. Pero lejos de ello, el gobierno de México dedicó significativos recursos para el lustre banal en Europa mientras que carece de una estrategia para estimular el turismo cultural en la entidad jarocha, lo que sí beneficiaría a los mexicanos y justificaría el dispendio que hace de recursos públicos, que pasarían de la mera vanidad colonialista a ser una inversión en la promoción de una región que –supuestamente– es muy valorada por quien tiene esa responsabilidad pública.
El Azuzul perdió los Gemelos de la Loma del Zapote; Tamuín, Tamtoc, en la huasteca, así como El Manatí, han dejado salir las piezas para quedar abandonadas como comunidades. No existe una estrategia para que esas comunidades sean visitadas por los posibles turistas que, entusiasmados por la muestra museográfica, decidan visitar la región de donde emanan esas piezas.
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Mihkailwitl Muertos y Cosecha
Agencias
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oy día, en nuestro país la celebración del día de muertos parece ser más un espectáculo que una conmemoración, por eso conviene “recordar cuál es la naturaleza del Día de muertos”, afirma el investigador Iván Pérez Téllez: “En muchas regiones indígenas de México esta festividad coincide con el fin del ciclo agrario, es decir, es el tiempo de la cosecha del maíz, es, con todo, una época de abundancia. Los nahuas de la sierra norte de Puebla, por ejemplo, lo viven así y disponen los mejores alimentos para recibir y convidar a sus difuntos de todos los frutos producto de su trabajo. Se trata, claramente, de la festividad más importante del ciclo ceremonial nahua, no tiene paragón, ni Navidad ni Año Nuevo poseen esa relevancia en esta parte final del año, como sí ocurre para la sociedad nacional no indígena.
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El Mihkailwitl, o la fiesta de los muertos, cierra notoriamente el ciclo agrícola masewal, que inició meses atrás con la bendición de semilla de maíz, el día 2 de febrero, durante la celebración de la Virgen de la Candelaria. El país posee claramente muchos rostros, sin embargo la sobreexposición, y la idea de uniformidad que se promueve a través de los grandes desfiles, las catrinas o altares descomunales, resulta pernicioso pues promueve una idea deslavada —y edulcorada— de esta festividad de raigambre indígena. El Mihkailwitl nahua nos revela, por su parte, una cosmología donde los muertos tienen una existencia real —en su propio dominio: el mundo de las almas—, y donde esta festividad es sólo una parte del gran engranaje ritual masewal, asimismo revela una concepción singular de la noción persona nahua según la cual nuestros difuntos tienen una existencia real posterior a la muerte, de ahí que se les espere año con año.
Lo tradicional (arriba) y lo edulcorado (abajo)
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Patrimonio Biocultural Desde fines del siglo XX, se destaca la asociación entre Naturaleza y Cultura
ENRIQUE HARO BELCHEZ
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principios de los años noventa del siglo pasado, la categoría de paisaje cultural fue presentada como un tipo de patrimonio cultural, esto dio paso al reconocimiento de la función del paisaje, destacando la asociación entre naturaleza y cultura. Al final de la década, con un nuevo enfoque, al conjuntar la diversidad lingüística con la diversidad biológica y pueblos indígenas, nace lo biocultural; y con la necesidad de reconocer y valorar la relación hombre–naturaleza surge el concepto de patrimonio biocultural, que se refiere a la conexión entre la diversidad biológica y la diversidad cultural de los pueblos indígenas. Este patrimonio abarca desde el conocimiento y el uso tradicional de la biodiversi8
dad hasta los valores espirituales, aspectos que son transmitidos de generación en generación mediante la tradición oral. Todo lo que realmente forma el patrimonio de los mexicanos, lo hemos heredado; no sólo los recursos naturales sino también las diversas formas de entenderlos y aprovecharlos, a través de conocimientos y tecnologías que son la herencia histórica de los diversos pueblos que componen nuestra nación. La existencia de una pluralidad de culturas deriva en una pluralidad de sistemas de saberes, todos diferentes y, al mismo tiempo, legítimos, para constituir un legado de inmenso valor, a la suma de todos
estos recursos, conocimientos y productos se le conoce como patrimonio biocultural. México alberga una riqueza enorme, es considerado megadiverso porque contiene el 10% de toda la diversidad biológica del planeta; es mega cultural porque los pueblos ancestrales que aquí habitan hablan un total de 364 lenguas; y la interacción entre la riqueza natural y la cultural dio origen a una tercera, la de las plantas y animales domesticados, en un proceso que comenzó hace nueve mil años y que continúa hasta el día de hoy. Además, la mayoría de los ecosistemas conservados del país coinciden con los territorios indígenas, facilitando así la inclusión de la naturaleza en los modos de vida y la cosmovisión indígena. En México, cada especie de planta o de animal, cada tipo de suelo y de paisaje, cada manantial, río o montaña, casi siempre tienen una expresión lingüística correspondiente, una categoría de conocimiento, un uso práctico, un sentido sagrado, un papel en el ritual, una vitalidad o un recuerdo individual o colectivo. Salvaguardar el patrimonio natural de un país sin la salvaguarda de las culturas que le han dado forma y sentido significa reducir la naturaleza a un ente estático, distante, casi muerto. Del mismo modo, no es posible salvaguardar las culturas, mientras no se detenga la destrucción del entorno natural que les sirve de base y que dan sentido a su existencia tanto material como espiritual. En medio de la extrema tensión producida por un mundo excluyente, plantear la vigencia de los saberes colectivos y la urgente necesidad del diálogo, debe de ser fundamental. Los conocimientos son tradicionales por su forma de transmisión y apropiación, y no porque sean estáticos o reacios al cambio, en el marco del conocimiento tradicional también se experimenta y se innova. En un país cuya historia se encuentra marcada por una enorme riqueza biológica y cultural es difícil, si no es que imposible, adoptar una política congruente y una visión de futuro sin tener presente la profunda relación que existe entre naturaleza y cultura. Olvidarlo es suprimir la memoria de los pueblos que aún logran conectar al presente con el pasado. #CambiaUnaAcciónCambiaTodo.
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Chamaco, chilpayate y escuincle
PILAR MÁYNEZ ENEP Acatlán
Se
ha querido ofrecer aquí una sucinta reflexión en torno a tres vocablos procedentes del náhuatl — chamaco, chilpayate y escuincle— los cuales como hipótesis se consideran de uso frecuente en el habla familiar del español en México. Para confirmar esta suposición inicial se efectuó una investigación bibliográfica y una serie de encuestas, a fin de constatar los resultados obtenidos en la indagación de las obras lexicográficas. Se consultaron diccionarios históricos y etimológicos del castellano, del español en México, del náhuatl, de americanismos y mexicanismos, y también, los llamados de uso. Por otra parte, se aplicó un breve cuestionario a 60 personas con el objeto de comprobar la vigencia de estas voces entre hombres y mujeres de diversas edades y niveles socioculturales en la capital mexicana. A veces la explicación atribuida a su origen etimológico resulta curiosa. Por ejemplo, Jorge Mejía señala que chamaco procede del mexicano chamahuac, grueso “ya que los niños suelen ser gorditos”, en lugar de privilegiar el otro adjetivo “crecido”, “que crece”, que también se le adjudica, y que quizá tiene que ver más con la acepción del vocablo. Otras veces se atribuye su uso a una zona específica. Por ejemplo, María Moliner indica que chamaco es “algo usado en España en el lenguaje informal”. Pero pasemos ahora ya a las definiciones de las tres
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palabras que venimos estudiando. Para ello reproduciremos aquí las acepciones más extensas y claras de cada una de ellas, localizadas en la revisión bibliográfica. Dice Francisco J. Santamaría con relación a chamaco: (Del azt. chamahua, engrosar o de chamahuac, grueso). Voz genérica usada comúnmente y por extensión en Centro América y otras partes de América, por muchacho, niños pequeños o hasta antes de la pubertad. En sentido afectivo y cariñoso, persona joven o con apariencia de joven o de muy joven. El término chilpayate aparece definido con mayor detalle en el Diccionario de Santamaría (Del azt. chílpayatl) Mejicanismo común y familiar muy usado para designar al niño de corta edad; con más frecuencia en plural, refiriéndose colectivamente a los muchachos o niños pequeños (D. Garibi dice que es “término despectivo, que se aplica a niños de corta edad. A veces también es puramente afectivo o cariñoso). Por lo que toca a escuincle tenemos que, por lo general, los diccionarios incluyen como primera acepción la de “perro callejero, ordinario, pelón, flaco, de aspecto desagradable”, y con un segundo sentido el de “muchacho molesto, travieso o impertinente”. Miguel Velasco dice que “en lenguaje popular significa rapazuelo, chiquitín y chamaco”. Mientras que Darío Rubio agrega que también se aplica a personas mayores cuando se quiere tratar a éstas con desprecio o como a muchachos.
Chamaco, chilpayate y escuincle pueden aparecer en contextos como los siguientes: 1. Mi padre no nos deja jugar con otros chamacos, 2. Cogí al chamaco —un niño rechoncho y moreno—, lo puse de pie en la mesa y lo estuve mirando, 3. Las chamacas del equipo mexicano ganaron el campeonato, 4. ¿Qué cuenta tu chamaca? 5. Ahí viene tu chilpayatita, 6. Cuando nació su primer chilpayate, que por cierto no vivió arriba de un año, nos hicimos compadres, 7. ¿Qué demonios estás haciendo maldito escuincle’? 8. Ya callen a esas escuinclas chillonas, 9. No ande comprometiendo a estos infelices escuintles, que por un pedazo de pan se exponen a que les azoten. Por lo que toca a la pequeña muestra que se logró reunir en la investigación de campo para comprobar la vigencia de estas tres voces en el español mexicano de hombres y mujeres de distintas generaciones y oficios, tenemos lo siguiente: El cuestionario que se les aplicó estuvo dividido en dos apartados: el primero incluía preguntas indirectas del tipo 1. ¿Cómo le llaman también al niño, joven o al novio (a)?, 2. ¿Y a los niños pequeños cariñosamente?, 3. ¿Y a los latosos o traviesos? En caso de no haber contestado a las preguntas anteriores, en el segundo apartado de manera indirecta se les interrogaba si conocían el término en cuestión, si lo usaban y si sabían su significado. Los resultados de la encuesta aplicada a 60 hombres y mujeres de diversa preparación y de distinto nivel generacional fueron los siguientes: Chamaco convive en nuestra variante con chavo, chavito, muchacho, muchachón, joven, niño, adolescente, púber, amigo, y chico. Por su parte, escuincle alterna con pillo, latoso, guerroso, acelerado, escandaloso, méndigo, travieso, consentido. Algunos de estos adjetivos, sin embargo, suelen utilizarse también para chamaco. Por lo que toca a chilpayate, los informantes identificaron como sus posibles sinónimos: peque, chiquitín, chato, enano, bebé, algunos de los cuales pueden ser igualmente atribuibles a las otras dos voces. Las diferencias que establecieron los informantes respecto a estos tres términos estuvieron relacionadas con el rasgo + edad: algunos dijeron que chilpayate se emplea para referirse a los bebés, en tanto que escuincle y chamaco son vocablos que aluden a niños mayores. Otros advirtieron que la diferen-
cia radica en el rasgo afectivo: mientras chilpayate tiene generalmente una connotación cariñosa, escuincle y chamaco se suelen usar con sentido peyorativo o despectivo, sobre todo el primero, porque también se puede hablar de chamaquito, o chamaco simplemente como niño o joven. Tanto chamaco como chilpayate presentan. Con lo expuesto anteriormente, no creemos agotado el tema de estos tres nahualismos que, sin duda, se usan y conocen en el habla familiar del español de la ciudad de México. La diversidad de sus formas y entonación y los distintos contextos en que convergen son objeto de pormenorizadas consideraciones en las que deben dejarse al descubierto sus numerosos matices y la estrecha relación que existe entre ellos. Aquí sólo se ha querido presentar una cala sobre sólo tres de las numerosas voces de origen náhuatl que forman parte de nuestro muy particular dialecto.
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BURJ KHALIFA. La Fuente de Dubai
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