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Tantito sentido común y un chingo de respeto Jasmina HARTIANA*
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aben, ¡estoy harta del coronavirus!, ¡de escuchar por todas partes, todo el tiempo, las mil y una forma en que te puedes contagiar, lo resistente que es! (que puede sobrevivir por horas en una superficie con ciertas características). Quizás mis cuatro lectores me llamen frívola por este texto y posiblemente desistan un par de esta lectura. La otra vez escuché a una amiga, que a su vez escuchaba a un pastor en youtube que recriminaba acerca de lo mal que lo hemos hecho y lo frívolos que nos habíamos vuelto acerca de la violencia; déjenme les cuento. La cifra “rara” que cada día nos presentan en la tele acerca de los contagios y todo lo demás, se ha convertido en mi cabeza en solo eso: una cifra más que ahora es tan grande que ya no logra digerirla el resto de mis neuronas. No estoy exculpando a nadie de la culpa acerca de los acontecimientos, en mi opinión todos somos responsables como humanidad, sí, todos, me incluyo a mí misma por el hecho que consumo cosas plásticas e ignoro el destino que tendrán dichos desechos, porque aunque deposito el objeto en el bote de basura y lo cargo hasta el camión cada viernes por la mañana, eso no me asegura que serán debidamente procesados para su reciclaje. Sí señores, nuestra ignorancia y peor aún,
*Soy fotográfa y cuentista Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail. com
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nuestra indolencia un tanto hipócrita, nos ha llevado hasta aquí: muchos a estar confinados y los que salimos lo hacemos con el terror de enfermarnos y acercarnos unos a otros (esto último a mi me tiene sin cuidado porque adoro mi espacio personal). Aunque volviendo al tema, no creo que este pánico nos cambie de forma existencial como auguran ciertos gurús, y no es que no le tengamos miedo a la ira de Dios como señala el pastor del video de mi amiga, más bien somos la clase de especie que goza de una memoria corta y un ego predominante y superficial. Es obvio que las cosas tienen que cambiar tanto a nivel macro como a nivel micro, es decir, ser más conscientes de lo que no necesitamos; sí, tú, que sé que me lees, ¿en realidad necesitas esas vacaciones cada año para irte a la playa dejando tu rastros plásticos y que tú niño se orine en el mar?. Vamos, no se trata de un despertar espiritual, sino de tantito sentido común y un chingo de respeto; ¿a ti te agradaría que un desconocido entrara y marcará su territorio cual mujeres
cachorro en el tapete de tu sala?. Pues peor pasa con la tierra porque está viva y ya basta de abusar de ella con o sin Covid-19, y no debemos salvarla solo porque es nuestro único hogar, sino porque es un ser vivo y debe ser respetado igual que todos con los que convivimos en este grandioso lugar. ¡Demonios!, ¡qué falta de respeto al comerse un murciélago! en serio, ¿no estábamos desquiciados antes de la pandemia?. A nivel macro creo que hay mucho que hacer, desde mi micro lugar sugiero, a parte del respeto a todo ser vivo, que sería bueno estar dispuesto a pagar el precio del reciclado en los productos que uno consume. Vamos, tú, mi otra lectora, no necesitas otras zapatillas nuevas, igual solo le caes bien a tu compañera de oficina y a todo el resto del departamento le importa un comino qué tan nuevos lucen esos tacones. Y ya en serio, qué objetivo hay en el probar a qué sabe cada animalito vivo de este planeta, ¡ah!, ¡ya sé!, es para la foto de la red social. Por cierto, ¿sabes a donde irán todos esos cubre bocas desechables que has usado?.