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- CONCHA TISFAIER -
Concha Tisfaier PANTALONES ROTOS
Se me han vuelto a romper unos pantalones. Adivinad por dónde. Sí, por la entrepierna. Justo ahí, donde la palabra ENTREPIERNA tiene sentido de verdad, porque no se han roto donde el chocho, ni donde los huevos, tampoco en el monte de venus. Se han roto justo entre las piernas, más en concreto, donde los muslos. Arriba del todo. Un roto pegadico a la costura, porque la costura nunca se rompe. Yo creo que la costura es en parte la culpable. La típica que estira mucho la situación para quedar ella por encima, en plan “yo no me rompo pase lo que pase, pringá”. Sé que habéis adivinado por dónde se me han roto porque a las tías siempre se nos rompen ahí. Bueno, una vez a mí se me rompieron unos por donde la trabilla, porque aún no había aprendido a ponerme pantalones sólo de mi talla y pensaba que, si tiraba lo suficiente de mis favoritos seis años después, yo volvería a ser la favorita de mis favoritos. No. La trabilla se rompió, la cosí y ahí siguen mis vaqueros favoritos, esperando en el armario a que vuelva a mis veintitantos. Estos que se han roto son (¿eran?) mis nuevos favoritos. Claro, por eso se han roto, son los que más han durado sin problemas en la entrepierna. Yo lo iba notando, ¿eh?, no creáis que mi capacidad de autoengaño llega tan lejos. Yo ya notaba que no era lo mismo, la tela se estaba volviendo más ligera. Yo les preguntaba si pasaba algo, si les presionaba demasiado con mis amorosos muslos, pero ellos decían siempre que eran cosas suyas, que estaban un poco más estresados, pero que todo guay conmigo. Yo no les creía mucho, ya me conozco estas cosas, no son los primeros pantalones que dicen que todo guay y un día de golpe se abren justo cuando llevo las bragas de la regla. Así que les fui dejando espacio, empecé a ponerme otros de vez en cuando, los lavaba menos a menudo, ¡hasta me los ponía con diferentes cinturones para no caer en la rutina! Pensaba que casi los había salvado. Está bien, ya no iba a ser lo mismo, nuestra unión no sería tan intensa, pero podíamos mantener una relación de encuentros esporádicos. Recuperaríamos la ilusión y las risas de los primeros días. Volvería a mirarme al espejo en diferentes posturas cuando me los pusiera. Descubrí que no dependía de ellos para poder salir a la calle. Más al fondo, estaban mis
anteriores favoritos, remendados por todos lados, también por la entrepierna. No me guardaban rencor, sabían que lo había intentado todo. Les puse incómodas rodilleras por dentro, creo que fue la última vez que usé una plancha. Despegué dichas rodilleras tras acabar con la parte interna de mis dulces y amorosos muslos en carne viva. Llevé con orgullo y cierta osadía los agujeros al aire. Pero las cistitis, amigas, las cistitis son hienas al acecho de cualquier brisa que las provoque. Hice lo que hago con mis calcetines, cosí, zurcí, remendé, hice un estropicio con los hilos que encontré, vamos. Me los volví a poner un par de veces y por miedo a que no aguantara esa amalgama de puntadas, cambié de pantalones favoritos. Y ahora, volvía a ellos, antes de acabar fatal con los nuevos. Como el polvo ese con tu último ex antes de empezar en serio esa historia de tonteo que empalmaste tras la ruptura. Una despedida más antes de asumir que siempre pasa lo mismo: LOS PANTALONES DE CHICA SE ROMPEN SIEMPRE POR LA ENTREPIERNA. Da igual que sean anchos, campanolos, leggins, pitillos, capri, piratas, chinos, de pata de elefante... No importa si eres gorda, flaca, fibrada, esbelta, curvilínea, atlética, exuberante... Los pantalones de tía SE ROMPEN SIEMPRE POR LA ENTREPIERNA, ni siquiera por el culo, que tendría una vis cómica que podríamos explotar. No, se rompen por un sitio que tardamos en percibir, que molesta los arregles como los arregles y que no acepta parches molones de tu banda (de música) favorita. Y digo yo, si siempre se nos rompen por LA ENTREPIERNA, ¿no podría fabricarlos ya reforzados ahí? En vez de continuar con la moda de vender los pantalones ya rotos (¡sí, ya he llegado a la edad en que lo considero absurdo!), ¿no podemos poner de moda los pantalones reforzados en los sitios donde se rompen? Como esas americanas de pana con rodilleras en los codos que pusieron de moda los barones socialistas. Y esos tenían dinero de sobra para comprarse americanas cada semana. A mí solo me da para unos pantalones al año, por favor, marcas sostenibles, marcas éticas, marcas explotadoras (besis, Amancio), marcas locales, marcas globales, marcas todas: PANTALONES REFORZADOS EN LA ENTREPIERNA. Y no, no me valen los Coronel Tapioca esos. Aunque la idea de que también tengan bolsillos donde quepa algo más que una moneda de dos euros también me tienta. Mientras tanto, y viendo que ya no tengo que mantener la línea porque no tengo más pantalones que el chándal, pueden ustedes SEND DULCES.