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Opinión: Las palabras importan

GEORGINA GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ Mujer Ganadera lavidalactea1@gmail.com

La Secretaría de Educación quiere eliminar de los libros de texto gratuitos algunas palabras que ellos consideran “neoliberales,” empezando por “calidad educativa”. De por sí, todos sabemos lo mal que está todo el sistema de educación pública y lo mal que han estado esos libros desde su creación, porque a falta de cierto profesionalismo y precisamente, calidad educativa, siempre han presentado fallas, como imágenes equivocadas, faltas de ortografía y una muy mala redacción. Ahora les harán falta conceptos que son muy necesarios en la educación de los niños, porque obviamente, a todos nos gustaría tener niños que crecen en un entorno donde es normal querer ser “eficientes” y “productivos”, donde es deseable que haya “competencia”, para que todos vivamos en una “sociedad del conocimiento”.

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De acuerdo con la SEP, esos conceptos se incluyeron en las últimas reformas educativas para beneficiar al sector empresarial, que yo creo que no es así, de ninguna manera, pero si ese era el propósito, ¿qué tiene eso de malo? Es el sector empresarial el que hace inversiones en nuestro país que generan empleos formales en todas las cadenas de producción, incluyendo a nuestro sector agropecuario. ¿Acaso no queremos tener productividad y eficiencia en la producción de alimentos? ¿No es deseable tener adultos que desde niños tuvieron oportunidades de crecimiento, porque se fomentó su creatividad para ser innovadores, que tenían deseos de crecer y mejorar, de sacar buenas calificaciones y competir por los primeros lugares de su clase? ¿No serían esos los adultos que queremos, aquellos que no se conforman, que quieren sobresalir y participar en proyectos que les ayuden en su crecimiento personal y profesional?

Si desde niños recibimos mensajes con los que aprendemos que la competencia es mala, dónde quedará el esfuerzo por ser mejores, por producir más, mejorar nuestros procesos y prácticas, buscar eficiencias, ser innovadores, emprender más negocios. No fomentar la competencia es una pésima idea, que sólo perpetuaría el asistencialismo y la condena de miles de personas a la pobreza, porque sólo estarían esperando las ayudas que recibirían a través de programas gubernamentales mal diseñados, en lugar de buscar oportunidades y salir adelante a base de mucho trabajo. Si algunos promotores del régimen me leyeran, seguramente se me echarían encima defendiendo que los buenos resultados de la cultura del “echale-ganismo” es sólo un privilegio de algunos cuantos, pero siempre defenderé lo contrario. Es necesario fomentarlo.

Bien sabemos que la productividad y la eficiencia nos hacen mucha falta en el campo mexicano porque, aunque se tenga la intención de ser autosuficientes, ello no será posible si no se impulsa la productividad. ¿Verá el gobierno la enorme contradicción? Claro que no puedo generalizar, porque hay productores que son competitivos tanto en México, como en el extranjero; y lo he dicho siempre, los productores mexicanos podemos competir con productores de cualquier país, pero nunca podremos competir con las tesorerías de esos países, donde sí apoyan a los productores, y entre más eficientes, competitivos y productivos sean, más los apoyan. Caso perdido aquí.

Recientemente me uní al equipo de trabajo de Global Farmer Network, organización a la que pertenezco desde 2016, y ahora me ha contratado como su “Community Outreach Agvocate”, y entro junto con una chica cuyo currículum es impresionante por grado de preparación especializada que tiene. Gracias a esta organización es que me he dado cuenta de lo atrasados que estamos en la educación y preparación de nuestro sector, porque el nivel de especialización que tienen en otros países es envidiable. Piensen en cualquier carrera, casi todas contarán con una especialización enfocada a nuestro sector, pero en nuestro país no lo vemos porque, además, nuestro sector no es considerado como prioritario, ni por nuestras autoridades, ni por la gente. Estamos tan alejados de la población que no se dan cuenta de lo necesarios que somos. Deberíamos tener más programas, carreras, maestrías, intercambios; pero también planes de estudios para que desde niños tengamos interés en el campo, pero claro, que estén bien diseñados, para que los niños no aprendan nada más cosas como “sin maíz, no hay país”, o que los transgénicos y el glifosato son malos, que hay que volver al arado, machete y guadaña… ¿Saben qué? Mejor olvídenlo, porque con este gobierno, eso es lo que les enseñarían a los niños y entonces sí, no habrá importaciones que nos alcancen.

Cuando la ideología entra en el juego, la inversión, la innovación, las ideas, salen de inmediato. Deberíamos estar preocupados en tener un mejor sistema educativo, para que los niños salgan mejor preparados, con conocimientos que les ayuden a descubrir sus vocaciones, talentos y gustos, para que puedan decidir cómo seguir preparándose y enfrentar el mundo laboral, que, aunque no se los enseñen en las escuelas, la realidad es que vivimos en un mundo de “devorar o ser devorado”. La Secretaría de Educación debería estar concentrada en evitar la deserción escolar, que tanto creció durante la pandemia, especialmente en niñas; deberían ocuparse en atraer a más estudiantes a las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y no en la eliminación de conceptos que “no les gustan” porque son contrarios a sus ideologías retrógradas. En el campo y en todas las actividades, necesitamos gente con ganas de trabajar, con conocimiento. Si no le enseñamos a los niños a ser competitivos desde niños, a buscar calidad en su preparación y en todo lo que hagan, estaremos condenados a la mediocridad.

Respeto que no les gusten las palabras porque chocan con su ideología, lo respeto porque es su opinión, pero no puedo entender su lógica. Eliminar esos conceptos no significa que vayan a desaparecer en la práctica, pero significan un golpe tremendo a las actitudes y a la forma de pensar de los niños. Nos toca seguir fomentando esos conceptos y pelear porque nuestro sector sea tomado en cuenta para que podamos seguir en el negocio; al gobierno le conviene, pero no lo quiere ver. Busquemos que, aunque sea en nuestros círculos cercanos, esos conceptos estén presentes, sobre todo en nuestras ganaderías, en nuestro campo. Hoy más que nunca estamos luchando por ser más eficientes y productivos, porque ya nos quedó claro que ni habrá apoyos, ni mucho menos apoyos que sirvan verdaderamente.

Lo único que me da esperanza es que, de verdad, esos conceptos son básicos; primordiales en los seres humanos, porque, aunque se trate de un juego de pelota, canicas o escondidas, todo niño quiere ganarle al otro, y ese niño va a querer producir más toneladas de forrajes y hacer que su ganado crezca más rápido y tenga una conversión más eficiente.

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