Revista Kuadro No. 34

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/ Issue No. 34 ‘YOAKE: EL ETERNO AMANECER MUSICAL’/

hasta la experimentación femenina en Ooioo, sin olvidar claro a dos de sus más grandes exponentes: Yellow Magic Orchestra, pioneros de la música electrónica, casi a la altura de Kraftwerk, y los Yoshida Brothers máximos exponentes de la música japonesa contemporánea. De regreso a India, su caso es paradigmático. Aunque fue la joya de la corona inglesa, ha logrado, como pocas culturas, resistir la influencia extranjera, al grado que a la fecha no ha conocido una liberalización de sus costumbres. Pese a la colonización, el rock n roll es solo una especie más en la vastísima gama de sonidos tradicionales. Irónico, porque el rock amó a la India desde el principio. Y si no, ahí está el caso de Ravi Shankar, que amplió los límites de la tradición musical y que acercó, junto con The Beatles, los dos mundos musicales. El también padre de Norah Jones es una institución que, además de enseñarle a tocar el sitar a George Harrison, tocó con Philip Glass además de múltiples colaboraciones más y llevó a John Coltrane a bautizar a su hijo Ravi.

-LA MÚSICA DE ORIENTE: O ABANDONA SUS RAÍCES O CONTINÚA EN LAS SOMBRAS DE LA INDUSTRIA MUSICALSin embargo, pese a la gran estela de Shankar, pocos son los músicos que han logrado destacar fuera de la India. Y esto se debe a que su población permanece aferrada a instituciones milenarias; el alcohol es tabú y muchas mujeres casan por matrimonios arreglados. Y si no hay sexo y no hay drogas…pues menos rock. Eso no impide mencionar algunos ejemplos de bandas que han sabido mezclar las dos tradiciones como Indus Creed, Motherjane, Pentagram, Parikrama, Dhruvaa, o Indian Ocean. La pregunta queda en el aire y es una difícil de contestar: ¿Es el capitalismo un factor positivo para la creación musical o este pone en riesgo los sonidos locales, llevándolo todo a variaciones de jpop, cpop, etcétera.? En tiempos donde no parece haber más opciones, lo regional aparece como una alternativa a la integración musical.

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Oriente y Occidente, espíritu y materia, luz y oscuridad; el sol sale por un extremo y se esconde por el otro. Una geografía imaginaria que los divide y que cada día se vuelve más difusa sin perder por ello su capacidad de atracción sobre los otros. Y es que Oriente tiene algo que atrae, que seduce, relacionado con una puerta a otra realidad que ni el LSD ni Flying Lotus producen; lo mismo que cautivó a Van Gogh, Marco Polo, Allen Ginsberg, Herman Hesse, y que hoy atrae los tentáculos del capitalismo. Primero fue India, colonizada por el Reino Unido desde mediados del siglo XIX; le siguió Japón, que aún paga su derrota en la 2a Guerra Mundial con el capitalismo. Hoy, Corea del Sur y especialmente China son los grandes mercados que busca “integrar” el sistema neoliberal. Lo que reveló en el “Gangman style” del surcoreano PSY —el video más visto del 2012— era que los ojos de Occidente estaban ya puestos en su siguiente interés. La victoria de Parásitos en los Óscar, el crecimiento exponencial de Tik Tok, y la expansión mundial del Covid-19 demuestran que vivimos en una época de síntesis y de acercamiento entre este y oeste. En la música, el k-pop arrasa no solamente en Asia, también en Latinoamérica y Europa. Grupos como BTS, Black Pink o Monsta X son parte de la “ola coreana” que ha sabido adoptar los modelos exitosos del j-pop de finales de siglo XX e inicios del XXI. La fórmula, lejos de agotarse, sigue expandiéndose y su siguiente variación es el c-pop con bandas chinas como NEX7, TFBoys y ACrush. El problema de este género es que está elaborado principalmente para el consumo de masas y no representa lo que un país puede aportar al mundo en términos musicales. Alejados de esta escena, hay bandas que, sin tantos reflectores, apuestan por otros caminos. Tal es el caso de Beenzino, talentoso rapero y productor, Hyukoh, incluido en el lineup de Coachella en 2019, o Jay Park en la línea del R&B y el hip-hop para Corea del Sur; o Elephant Gym de Taiwán o Higher Brothers, un grupo del sureste de China, por mencionar algunos. Aunque la penetración del capitalismo en Japón ha sido muy intensa, la variedad de artistas es mucho más rica. Antes del siglo XX, la influencia china en la cultura japonesa era prácticamente total. Pero, después de Hiroshima y Nagasaki, todo cambió. Todos los géneros de occidente conviven allá y encuentran sus respectivas variaciones: el ska en Tokyo Ska Paradise Orchestra, el rock de estadio en XJapan (según Gene Simmons, “la banda de Rock’n’roll más grande del mundo”), el post-rock en Mono, la psicodelia sesentera de Kikagaku Moyo, la electrónica de Daisuke Tanabe, y


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