Bohemia en Prosa: Hannis Vanessa Vaca Parra
—Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca. Gabriel García Márquez. —He tenido ese silbido en la cabeza toda la mañana. ¿Tú también escuchas eso? —No, cariño. Ya te he dicho que no oigo nada, te me estás poniendo muy chocho con la edad —dijo la anciana sonriendo. —Quizá tú te me estás volviendo sorda, querida —repuso atento el interrogador. Ambos sonrieron y continuaron con su rutina matutina, el café caliente sudaba su taza sobre la mesa, mientras unos cansados dedos tajaban el pan. —Hoy es miércoles —sostuvo el anciano. —Y, ¿qué deseas hacer, mi alma jubilada? —respondió ella mirándolo con curiosidad. —No sé, podemos salir a dar una vuelta al pueblo, señora. Solía decirle señora o tratarla de usted, para provocar enojos momentáneos que acababan en gestos del más dulce cariño. —Sé a dónde quiere llegar Don Bernardo, pero déjeme decirle que treinta años a su lado me han preparado para las más imaginativas corridas del amor. —Temo que me conoce muy bien, señora, aun así, lo seguiré intentando durante todo el desa-yuno. Si no le molesta, claro. La anciana soltó una carcajada y se acercó para propiciar los esperados mimos, mas cuando la cansada mano tocó el rostro divertido del esposo, una olla de tímida leche hirvió esparciéndose por la estufa y apagando la que fuese una viva llama de gas. —¡Ay! —exclamó Beatriz—. Es un desastre. —No te preocupes, amor. —Pobres vacas —dijo Beatriz precipitándose a limpiar con un paño la leche derramada sobre la estufa. —¿Qué? ¿Por qué dices eso? —preguntó Bernardo al reír de la ocurrente preocupación de su esposa. 18