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Emmanuel Illescas Aparicio. ¡Oh, hijos de Hipnos y la cárite Pasitea! Hoy acudo ante ustedes para aclarar, en búsqueda de la respuesta veraz a la intriga en la que me sumergen. Cabalgué a su cueva en la oscuridad no por el pueblo de los mil hijos, sino por los maldadosos conmigo: Fantaso, Morfeo, Ikelos y Epiales. Sé que no soy rey ni gobernante para ser digno de su intervención, solo quiero saber el origen onírico del amor y desprecio plasmado. No acudo a Eros, sino a Fantaso por los sueños donde ella actúa como un títere distante en la vida, si lo confiesas, dormiría en paz. Ahora te pregunto a ti, Epiales, ¿Eres tú quién disfruta mi sufrir? Porque he imaginado su rechazo por las pesadillas donde la pierdo. ¿Acaso solo juegas conmigo, Ikeros? He vaticinado veranos con ella y sus besos otoñales en las sombras, con duda sobre si se harán realidad. Morfeo, al último acudo ante ti por tu importancia en mi vida, antes de dormir solicito tu favor para sentir su amor onírico y real.
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