Osvaldo Arturo Mijangos Ricárdez Un ángel amaneció en el patio. Creo que era idiota porque no controlaba su saliva y continuamente se empapaba. En lugar de hablar, emitía sonidos guturales, agitaba los brazos descoordinadamente, defecaba ahí mismo, revolviendo después su excremento que hedía terriblemente. Parecía no poder volar, quizá por aquella falta de control sobre su cuerpo. Pude haberlo llevado a otra parte, a la iglesia, supongo, pero Cici quedó encantada con él y no paraba de abrazarlo, de limpiar su inmundicia y regalarle dulces de leche y frutas a pesar de mi desconfianza. El ángel la veía sonriendo con esa mueca grotesca que le permitía su boca torcida, dejándola acercarse cuanto quisiera, y comía vorazmente las golosinas crujiéndolas entre sus dientes equinos, desalineados y sucios. Durante semanas lo tuvimos sentado en el patio. Ni pensar en darle un lugar dentro de la casa. Aunque Cici reclamara, el ángel permanecería afuera y lo cubriríamos en las noches con los retazos de sábanas en que ella se había destrozado los dedos al coserlos. Si su madre la hubiera visto, qué orgullosa y enternecida estaría de nuestra pequeña. Compramos también un tazón para perros para darle agua y otro más para poner su comida —que siempre regaba por todos lados—, incluso planeaba levantar una pequeña techumbre con lámina y resguardarlo del sol y de la lluvia. Quisimos mantenerlo en secreto pero a cada rato batía sus alas haciendo gran escándalo, los vecinos iban saliendo alarmados, recogiendo la ropa o las macetas que habían salido volando. Pronto todo el mundo lo venía a visitar, y aunque al principio le regalaban coronas de espliego y rezos, cuando vieron su naturaleza enferma empezaron a traer agua bendita y pequeñas esculturas de animales con cuatro cabezas, entre otras cosas. El ángel aceptaba todo y se adornaba con sus regalos con una infantil expresión de felicidad. Fue tomando fama, el ángel imbécil de la calle tres. Venían varias personas para entrevistarnos, periodistas de traje y corbata, troupes de fenómenos, los mesías de las nuevas sectas. 6