LAS MUJERES & LOS DERECHOS Por Yildalina Tatem Brache Colaboración para la Revista Papel Krepe
Con los derechos y su ejercicio no deberíamos tener que luchar: Debería ser súper simple, caer por inercia, ser lo natural, la dinámica de funcionamiento del mundo. Sin embargo, resulta muy complicado, cuesta muchos sacrificios, es una lucha tenaz y sin tregua. La discriminación, la explotación y el abuso no son un mito, ni una idea abstracta, son hechos cotidianos que nos afectan y crea divisiones injustas de personas privilegiadas y personas subordinadas. Yo creo en la necesidad de lograr la plena igualdad entre hombres y mujeres. Igualdad que, como sabemos, no está referida a formas de ser, sino a asuntos de derecho y de democracia. Principios en los que se basa la lucha de las mujeres. Hay que identificar la discriminación y desde la responsabilidad de saberla, combatirla. La libertad, la dignidad y la igualdad están consagradas en nuestra Constitución y nuestras leyes; el problema es su cumplimiento. La historia recoge esfuerzos titánicos, y avances logrados, cabe mirar lo que ha pasado a partir de 1975, que fue declarado año internacional de la mujer. Esto obligó a los Estados a reconocer la discriminación de las mujeres y a asumirlo como un problema social. En ese sentido, hay que reconocer la labor del movimiento feminista mundial como movimiento social de lucha a favor de la liberación de las mujeres. Este se encargó de evidenciar que en el mundo existe desigualdad entre hombres y mujeres, y que esta desigualdad es de origen social, no natural, con manifestaciones diversas dependiendo del sistema sociopolítico, el grado de desarrollo económico, las tradiciones culturales, etc. El que se reconozca ya es un gran avance pues, como dice Judith Astelarra, “solo las personas más retrógradas siguen creyendo que la desigualdad tiene sustento natural, y que deban existir diferencias sociales basadas en el sexo”.
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Revista Papel Krepé • Edición #10 AÑO 4 / MARZO 2020
Un buen avance, ha sido desenmascarar al derecho y su supuesta neutralidad ya que esa creencia ha operado de forma perversa, y ha permitido sustentar desigualdades, que fueron evidenciadas en las leyes, en los códigos, en la jurisprudencia, y en el ejercicio cotidiano de la administración de justicia. De ahí la importancia de generar nuevas leyes y políticas de acción afirmativa que se encarguen de manera transitoria (que no significa breve), de erradicar las grandes discriminaciones existentes. Se esgrimen argumentos que hablan de que las acciones afirmativas son discriminatorias, porque supuestamente “regalan” posiciones. Esos argumentos entran en la misma trampa de la supuesta neutralidad. Las acciones afirmativas son un acto intencionado que colabora en la superación de una situación problema: Si hay un grupo que nos lleva una “gabela”, tan amplia, tan larga, tan arraigada, tan bien definida, tan bien construida y tan justificada, como es la supremacía de lo masculino en el ejercicio del poder, con todo lo que ello representa; para colocarnos en igualdad de condiciones hay que subir tantos escalones, que definitivamente ameritan intervención intencionada a ese propósito. Así que estas acciones constituyen una estrategia válida para minar el sistema patriarcal, desde la transformación de su estructura social. En los avances, cabe mencionar también, que en el ámbito nacional contamos con una Estrategia Nacional de Desarrollo que establece claramente los asuntos relativos a la igualdad, y los Planes de Igualdad y Equidad de Género, que en lo formal representan un salto cualitativo. Ahora bien, es necesario dar seguimiento a las ejecutorias del Estado para su aplicación, que debe ser muy amplia y de gran alcance y eso no ha funcionado así. El Plan Nacional de Igualdad y Equidad de Género (PLANEG) está supuesto a intervenir en todos los aspectos que toca la subordinación: Promoción de una cultura de igualdad y equidad de género. Garantizar todos los derechos de las mujeres. Fortalecer el empoderamiento económico e impulsar la superación de la pobreza de las mujeres. Promover el liderazgo, la participación y representación política y social de las mujeres. Favorecer el acceso y control de las mujeres a bienes y servicios de calidad, erradicar cualquier forma de violencia contra las mujeres en todo su ciclo de vida. Promover la plena participación de las mujeres en la sociedad de la información y del conocimiento. Y por supuesto aplicar el sistema de indicadores para el seguimiento y el monitoreo.