LA SUEGRA QUE, DE PESAR, SE TRANSFORMÓ EN CARACHUPA1 Tradición oral cashinahua
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ener una suegra es una cosa. Ahora, tener una suegra desdentada es otra... puede provocar situaciones bien mortificantes como lo va a demostrar este cuento. Un hombre, pues, tenía una suegra bien viejecita, a la que no le quedaba un solo diente. Esto era bien cargante porque toda vez que su yerno sembraba una chacra de maíz, la viejecilla vivía pendiente del momento en que las mazorcas se llenasen con granos de leche, deliciosamente tiernos y casi líquidos, ideales para su boca donde no quedaba ya un solo diente. Entonces, voraz en su apetito nunca satisfecho, arrasaba con el sembrío. De esta suerte, el yerno se encontraba siempre sin maíz maduro y —lo que era peor todavía— en el penoso trance de mendigar continuamente nuevos granos donde sus familiares para poder resembrar maíz. Sin embargo, un día la paciencia se le agotó. Poniéndose de acuerdo con su mujer, decidieron sembrar esta vez, un campo de maíz solo para ellos dos. Por fin podrían comer maíz en su punto debido y guardar semillas. Pero ¡qué poco conocían la sagacidad de la suegra! No en vano había vivido tanto tiempo; no se la podía burlar tan fácilmente. En efecto, inmediatamente supo que había pedido semillas a un pariente y eso significaba, ¡una nueva chacra de maíz! Él no pudo negar el hecho. Desesperado, resolvió entonces engañarla, falseándole cuando le preguntara por el estado de crecimiento de la planta. El maíz ya estaba de buena altura y comenzaba a florecer. Su suegra, con su hambre impaciente, le preguntó: —Yerno, ¿ya brotó el maíz? —No. Apenas acaba de germinar —le hizo decir a su esposa. Cuando las mazorcas tiernas se hubieron cargado de granos lechosos, que apasionaban a la vieja, él le hizo creer: —Está por brotar.
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Tomado de Marcel D´Ans (1975).
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