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1. DAR

DAR

“Dar” es una palabra muy pequeña la misma, pero dentro del llamamiento al que hemos respondido, tiene un gran significado.

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Mateo 7 1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. 6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. 7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. 13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;

14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. 15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis. 21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. 24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. 28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

La lectura bíblica de Mateo 7, hace referencia a siete formas de dar: la primera referida a la justicia cuando se nos dice que primero quitemos la viga de nuestro ojo para ayudar al hermano a quitar la paja del suyo, la segunda referida a la oración insistente y constante para obtener lo que sea conforme a la voluntad de Dios, la tercera referida al trato donde debemos tratar a los demás como quisiéramos nos trataran, la cuarta referida a la doctrina que profesamos donde debemos tratar de entrar por la puerta estrecha de nuestra fe antes que perdernos por la puerta ancha del mundo, la quinta referida a los frutos que damos después de todo esos son los que el mundo ve, la sexta referida al testimonio que damos ya que si este no es congruente con la voluntad de Dios por más que digamos Señor, Señor en su momento podremos ser rechazados, y la séptima referida al cimiento sobre el cual construimos la casa, nuestra propia vida, siendo que éste debe ser la Roca de nuestra salvación.

Sobre esto el texto áureo de Hechos 20:35 nos da mayor luz cuando señala que más bienaventurado es dar que recibir: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”. Ahora bien, ¿por qué habrá mayor bienaventuranza, felicidad, gozo en dar que en recibir?, ¿no debería ser más bien al revés? Visto como el mundo tal vez, pero desde la perspectiva divina el dar es motivo de mayor bienaventuranza, felicidad y gozo pues nos pone en la perspectiva de que aquel que da es porque tiene mientras que el que recibe es porque carece, ¿cuál de esos dos es más bienaventurado? Obvio que el primero pues ha sido bendecido, más sin embargo esa bendición inicial se incrementa, se multiplica cuando dando la compartimos.

De igual forma, podemos ver en Mateo 7, las siete formas de dar que la misma enumera se refiere lo mismo a cosas materiales que espirituales, ya que el dar puede referirse tanto a ofrendas, cosas materiales, como a tiempo, ayuda y servicio, cosas intangibles pero en ocasiones incluso hasta más valiosas.

Esto mismo, es decir, el aspecto material y el aspecto espiritual contenido en la noción de dar, podemos verlo en las citas de la Lección de este sábado referidas a la resurrección que del hijo de la viuda hizo Elías, narrada en 1 Reyes 17:17-24, y en la multiplicación del aceite con la que Eliseo ayudó a la mujer endeudada, como se narra en 2 Reyes 4:1-7.

1 Reyes 17 17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. 18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? 19 Él le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. 20 Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? 21 Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. 22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió. 23 Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive. 24 Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.

2 Reyes 4 1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.

3 Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

El primer relato claramente tiene una connotación material al ser a la vida física a la que el hijo de la viuda fue devuelto, el segundo relato tiene una connotación espiritual pues el aceite es símbolo del Espíritu.

El entendimiento que nos proporciona la Lección de este sábado permite entender un relato escritural intrigante el cual está registrado en Mateo 25:35-46 y se refiere a cuando, al regreso de Cristo, recibirá en su Reino a aquellos que le ayudaron cuando, en la figura de los necesitados, estuvo Él con hambre, sed, siendo forastero, estando desnudo, enfermo o en prisión, de igual forma rechazará a aquellos que, en la figura de estos necesitados no le ayudaron.

Mateo 25 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Lo intrigante de este relato es que ni unos ni otros tienen la menor noción de a qué se estará refiriendo Cristo, ¿por qué es intrigante?, porque Él mismo explica que lo que hicieron con los necesitados lo hicieron con Él por lo que los que han respondido al llamamiento del Padre, conociendo este relato escritural, no deberían al final de los tiempos estar intrigados de lo que Cristo les dirá, pero así es. Pongámoslo de esta forma: si tú haces obras de caridad y al final de los tiempos Cristo te reconoce esto diciendo lo que consigna Mateo 25:35-46 no te extrañarías pues conoces la Escritura, entonces ¿por qué sí habrá gente intrigada? La respuesta la tenemos cuando entendemos, como ya se ha comentado, que el dar se refiere a cosas materiales pero también, y más importante a espirituales, y es en estas últimas donde no tenemos noción de lo que nuestra proclamación, nuestro testimonio, pueden tener en los demás, hasta que al final nos sea revelado. Es por ello que Eclesiastés 11:6 exhorta diciendo “Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno”.

Para este dar, material y espiritualmente hablando, la iglesia de Dios ha sido dotada de dones por parte del Espíritu, como lo señala Mateo 10:1-8.

Mateo 10 1Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,

4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó. 5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, 6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

Como señala Mateo 10:1-8, la iglesia de Dios ha tenido, y sigue teniendo, donde de sanidad de enfermos, limpieza de leprosos, resurrección de muertos, expulsión de demonios, en algunos casos materialmente hablando, en otros espiritualmente hablando, por lo que el llamamiento a la Gran Comisión de ir a todas las naciones y proclamar el Evangelio, de ser sal de la tierra y luz del mundo, y de obrar en el presente siglo como los profetas de Dios, impactará en la vida de aquellos para quienes el Padre muestre misericordia sanándolos, limpiándolos, resucitándolos, restaurándolos, pero en muchos casos ni enterados estaremos hasta que al regreso de Cristo se nos sea revelado, de ahí la importancia de proclamar nuestra fe y testimoniar con hechos en lo que creemos de manera perfecta y santa ante las naciones.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir dando a los demás, física pero sobre todo espiritualmente hablando, usando en ello los dones que se nos han conferido y pidiendo cada día al Padre que aunque imperfectos nosotros nos use Él de manera perfecta y santa para lo que pensó para la humanidad, Su familia, desde la eternidad, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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