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44.CÓMO SE REFIERE JESÚS A SÍ MISMO

CÓMO SE REFIERE JESÚS A SÍ MISMO

“Cómo se refiere Jesús a sí mismo” hace referencia a lo que la Palabra declara referido precisamente a aquellas formas en que nuestro Señor y Salvador se refirió en su momento a sí mismo.

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La Lectura Bíblica de Juan 14:1-15 contiene una disertación de Jesús sobre sí mismo que permite entender Su naturaleza y Su misión, de dicha relatoría resalta que Él mismo se refiere a Él como el Camino, la Verdad y la Vida.

Juan 14 1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? 6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. 12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. 15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.

De igual forma, el Texto Áureo de Salmo 86:11 arroja luz sobre el tema al señalar, en palabra de David, la petición a Dios de que sea Él quien muestre su camino y su verdad: “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre” .

Contrariamente al pensamiento ecuménico y sincretista de la actualidad, movido por un espíritu ajeno al Espíritu de verdad, que señala que hay muchas maneras de llegar a Dios, Jesús, en la Lectura Bíblica, se presenta como el Camino, la Verdad y la Vida, no como un camino, una verdad o una vida, sino de nuevo: como el Camino, la Verdad y la Vida.

Mucho es lo que sobre estas tres imágenes puede decirse, baste el considerar el referente que las mismas de manera clara presentan: un camino es para andarse, luego bien señala al hacer, a las obras; una verdad es para entenderse, luego entonces apunta al entendimiento de las verdades reveladas, a la fe; y una vida apunta a la plenitud de lo que uno está llamado a ser, luego entonces señala las promesas que se nos han sido entregadas. Es así como considerando estas tres imágenes, el hecho de que Jesús se presente como el Camino, la Verdad y la Vida implican, obrar de conformidad a la voluntad del Padre, tener una fe correcta conforme a las verdades reveladas, y alcanzar la plenitud de las promesas que se nos han entregado, tomando como referente, como único referente, a Cristo mismo.

Para lograr lo anterior se tiene tanto la Palabra escrita, la Biblia, como la Palabra hecha carne, Jesús, la primera revelada de principio a fin por nuestro Señor y Salvador, la segunda vivida en integridad conforme a la voluntad del Padre por nuestro Redentor.

Ahora bien, ambas son requeridas, son necesarias, de hecho son indispensables, para andar por ese Camino, para conocer esa Verdad y para vivir esa Vida que representa nuestro Señor Jesucristo, pero más aún: ambas son complementarias.

Jesús se presenta a sí mismo como la Luz del mundo, “otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12), de igual forma la Escritura se refiere a sí misma como esa lámpara para nuestros pies, como esa lumbrera para nuestro camino, “lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos 119:105). Ambas indicaciones se refieren a lo mismo, la primera a la Palabra hecha carne y la segunda a la Palabra escrita. Lo interesante es que ambas son complementarias: se requiere de la Palabra escrita para identificar al Mesías, y se requiere al Mesías para entender a plenitud las verdades reveladas en la Palabra escrita. Cuando uno rechaza alguna de las dos, como los judíos que rechazaron a Jesús como el Mesías o algunos grupos que se autodenominan cristianos pero enseñan que el Antiguo Testamento ya no tiene prevalencia, rechaza aquello que le permitirá andar por ese Camino, conocer esa Verdad y vivir esa Vida que le permita alcanzar las promesas que han sido entregadas.

En muchas partes de la Escritura Jesús se refiere a sí mismo de muchas maneras que permiten entender Su naturaleza y Su misión. En Juan 10:8-15 se presenta como el Buen Pastor:

Juan 10 8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.

9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

Buen Pastor no nomás del pueblo histórico de Israel sino también de aquellas otras ovejas, los gentiles, llamados también a salvación, “también tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16).

En Juan 6:24-35, 48-51 Jesús se presenta como el Pan de Vida señalando que todo aquel que coma de Él no morirá sino que alcanzará vida eterna:

Juan 6 24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús. 25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, más mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

En Juan 4:25-26 y Lucas 9:18-21 Jesús se refiere a Él como el Cristo, como el Mesías esperado:

Juan 4 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

Lucas 9 18 Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? 19 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. 20 Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios. 21 Pero él les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo rigurosamente

Todo esto, como se señaló, apunta a la naturaleza y misión de Jesús y permite, a través del estudio, la meditación y la oración, llegar a comprender de las mismas verdades cada vez más amplias y profundas. Con todo y todo las mismas deben considerarse en el contexto correcto, ¿por qué?, porque descontextualizadas pueden hacer, como ha sucedido a lo largo de estos dos mil años de historia de la iglesia de Dios, que algunos queriendo encontrar a Cristo lo pierdan.

En Juan 15:1-5 Jesús se describe a sí mismo como la Vida Verdadera y a sus seguidores como los pámpanos instando a estos últimos a estar unidos a Él:

Juan 15 1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Ahora bien ¿cómo puede estar uno unido a Cristo?, claro que la oración es una forma, de igual forma el cumplir su voluntad, pero la imagen de los pámpanos unidos a la vid es muy material, mientras que aquellas son más bien espirituales, de esta forma ¿cómo puede uno, materialmente hablando, estar unido a Cristo?, dado que Cristo es la cabeza de Su iglesia, “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:22-23), la única forma de materialmente estar unido a Él es a través de Su Cuerpo, a través de la iglesia de Dios, obvio que esta unión material tiene efectos espirituales pues permite un entendimiento correcto de las verdades reveladas después de todo la iglesia es presentada por la misma Escritura como columna y fundamento de la verdad.

Es por eso que se mencionó que, respecto a las maneras en que Jesús se presenta a sí mismo, que las mismas debían considerarse en el contexto correcto ya que descontextualizadas pueden hacer, como ha sucedido a lo largo de estos dos mil años de historia de la iglesia de Dios, que algunos queriendo encontrar a Cristo lo pierdan. ¿Cómo puede ser posible esto?, sencillo: muchos al leer que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, al verlo como el Buen Pastor, como el Pan de Vida, como El Mesías esperado, concluyen que no necesitan nada más en su vida que a Cristo comenzando a estudiar la Palabra, a meditar la Palabra, a orar la Palabra fuera del contexto de la iglesia, de sus doctrinas, de sus autoridades, llegando a conclusiones ajenas a la verdad que han hecho, como puede verse en estos dos mil años de historia de la iglesia de Dios, que muchos tratando de encontrar a Cristo lo hayan perdido. Siguiendo el símil que Pablo hace

en 1 Corintios 12:1-31 presentando a los miembros de la iglesia de Dios como las partes del cuerpo humano:

1 Corintios 12 1 No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 2 Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo. 4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. 12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 14 Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.

15 Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? 16 Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? 17 Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? 18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. 19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20 Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. 21 Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. 22 Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; 23 y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. 24 Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, 25 para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. 26 De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. 27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29 ¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿todos maestros?, ¿hacen todos milagros?

30 ¿Tienen todos dones de sanidad?, ¿hablan todos lenguas?, ¿interpretan todos? 31 Procurad, pues, los dones mejores. Más yo os muestro un camino aún más excelente.

En ese orden de ideas, sería absurdo que un ojo, una mano o un pie dijera que por estar unido a la cabeza no necesita más ser parte del resto del cuerpo, igual aquellos que a lo largo de la historia de la iglesia de Dios, pretendiendo estar unidos a Cristo, se han escindido de Su congregación.

De esta forma para andar por el Camino que Cristo representa, para entender la Verdad que Cristo representa, y para vivir la Vida que Cristo representa, uno necesaria, forzosa, indispensablemente debe estar unido a Él, no sólo espiritualmente sino también materialmente, como los pámpanos a la vid, siendo esto sólo posible, dado que Él es cabeza de Su iglesia, estando unidos a Su Cuerpo que la misma representa.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que viviendo unidos al Cuerpo de Cristo, Su iglesia, estar unidos a la cabeza que es Él, cuales pámpanos unidos a la vid, y de esta forma poder crecer en el conocimiento de Dios y Su hijo, y así andar por el Camino que Cristo representa a través de las obras que siguiendo Su ejemplo hagamos, entendiendo esa revelación que Cristo, la Verdad, nos transmite a través de la fe, pudiendo así llegar a esa Vida que es Él y que representa el alcanzar las promesas que se nos han sido entregadas, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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