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49.EL MISTERIO DE LA PIEDAD

EL MISTERIO DE LA PIEDAD

“El misterio de la piedad” hace referencia a lo que sobre éste término declara la Palabra de Dios.

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La Lectura Bíblica de Juan 1:1-14, en una clara referencia a Cristo, lo menciona como esa Luz por quien todo fue hecho, que es la vida misma y que al mundo, a los suyos, vino.

Juan 1 1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. 6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

De igual forma, el Texto Áureo de Mateo 13:11 habla del gran privilegio, así como la gran responsabilidad, de estar allegados a Cristo a través de Su Cuerpo ya que de esta forma los elegidos pueden acceder a la revelación de esas verdades divinas que para el mundo permanecen siendo misterios: “El [Jesús] respondiendo [a sus discípulos], les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; más a ellos no les es dado”.

Sobre la Lectura Bíblica de Juan 1:1-14, es interesante que el evangelista, por inspiración divina, haya descrito esa Luz, que es Cristo, en el contexto de la creación cuando en el versículo 3 señala que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Sabemos que Cristo no es eterno como el Padre sino que tuvo un principio, como se refiere a Él Revelación 3:14, “[Jesús dice:] y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:”, con todo y todo si se nos pregunta en que parte de la Escritura se habla de ese principio de Jesús, de ese momento en que comenzó su existencia, no podremos menos que señalar que no hay tal cita, ¿o si la hay? Veamos.

Si queremos encontrar el momento en que Jesús inició su existencia deberíamos buscarlo en aquel relato que presenta la creación de todo, relato que se encuentra en el primer capítulo de Génesis.

Después de la introducción general que a la creación hace Génesis 1:1-2, el cual de igual forma es un resumen de la Escritura, de la historia del mundo y de nuestra historia personal, inmediatamente comienza el relato creativo correspondiente a los siete días de la creación.

Si bien desde una perspectiva natural los diete días de la creación pueden ser en mayor o menor medida entendidos, el primer día de ello plantea un enigma en sí mismo que ha significado un quebradero de cabeza para todo aquel que aborda el

estudio de esto, ¿por qué?, porque no es sino hasta el cuarto día de la creación que Dios crea las lumbreras del cielo, el sol y la luna (Génesis 1:14-19), en ese entendido, ¿de dónde proviene esta luz que es creada en el primer día (Génesis 1:3-5)?

Tratando de resolver esto algunos señalan que la fuente de la luz que se menciona aquí es Dios mismo, pero esto es un poco difícil de sostener ya que Dios es luz, es decir, siempre lo ha sido y siempre lo será, pero aquí el versículo indica que es hasta ese momento en que Dios la crea, luego entonces antes no existía, lo cual contradice lo dicho inicialmente.

Otros más señalan que esa luz era una luz sobrenatural, es decir, dado que menciona que atardeció y amaneció dicha luz era como la del sol pero sin que éste todavía existiese, lo cual en vez de responder la interrogante inicial solo termina por complicar su entendimiento.

Algunos más señalan que, al igual que en el caso de las plantas, los peces, las aves y los animales, primero tenía Dios que crear la sustancia de la creación para después generar de ésta su esencia, pero de igual forma el razonamiento enfrenta retos insalvables, ¿por qué?, porque en el caso de plantas, peces, aves y animales, éstos son creados como la causa que originará el efecto –plantas generarán semillas que luego serán otras plantas, peces y aves pondrán huevos de los cuales surgirán otros peces y otras aves, y en cuanto al resto de los animales ellos mismos posteriormente generarán otros –, pero en el caso de esta luz se rompe ese esquema ya que la luz no es la que origina al sol sino el sol a la luz así que aquí se tendría primero el efecto y hasta el cuarto día la causa. Estos ejemplos, así como otros que pudieran mencionarse, surgen cuando, en vez de tomar a la Escritura como guía, uno busca que sea su propia mente, sus propios pensamientos, los que vengan a resolver los problemas de entendimiento que la misma presenta, pero ¿y si uno se deja guiar por la Palabra?

Independientemente de esto, la parte común que aquellas tres explicaciones dejan fuera es ¿dónde está Jesús?, como menciona la Escritura “todo fue hecho por medio de Él” (Colosenses 1:16) y si es por medio –atención a esta expresión–entonces eso implica que hay dos entidades: Dios creando por medio de Jesús. Esto es muy palpable cuando Génesis 1:26 señala que en el sexto día Dios dijo “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…”, pero hasta ese punto no hay esa pluralidad sino una singularidad en el hablar que implica a Dios haciendo, pero entonces ¿dónde está Cristo?, Jesús debería estar desde el Principio, no aparecer al sexto día, siendo así ¿dónde está Él?

Sin duda alguna que dejarse guiar por la Escritura para que sea ella misma la que se interprete es el mejor camino por el que uno pudiera optar, pero de igual forma, y esto debe quedar muy claro, en ocasiones lo que uno encuentre puede no coincidir con lo que el mundo, el cual yace bajo el engaño del Enemigo (Revelación 12:9), pero entonces ¿qué es esa luz creada antes que nada, al principio de todas las cosas?

Isaías 46:9-10 señala en voz de Dios “acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”, de esta forma desde el principio Dios señala lo que será, luego entonces podemos usar un razonamiento inverso ya que si no entendemos algo que desde el principio se hizo podemos buscar su realización posterior para entender lo primero. Algo así como las profecías que sobre el Mesías se hicieron en su momento y que hoy, a la luz del Cristo, podemos entender. Siendo así, es decir, yendo al final, ¿qué Luz podemos encontrar que permita entender aquella Luz creada al principio de todo? Si nos vamos al último libro de la Escritura, y si es ese libro nos vamos a unos de sus últimos capítulo, podemos encontrar de nuevo una referencia a la Luz y en el mismo contexto de Génesis: alumbrando todo. Revelación 21:22-23, hablando sobre la Nueva Jerusalén, señala “y no vi en ella templo; porque el Señor Dios

Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. Así que por razonamiento inverso, si Dios señala dese el principio lo que será, y si al principio de la creación lo primero creado es una Luz que no podemos explicar, podemos encontrar su significado al final, proponiendo que esa Luz es Cristo mismo.

De nueva cuenta, si uno lee la Lectura Bíblica de Juan 1:1-14, puede entender perfectamente que éste se está refiriendo a Cristo y, con lo dicho anteriormente, entender que es la misma Luz que en Génesis 1:3-5 se menciona como el principio de la creación de Dios. Pero pongamos atención, en la Lectura Bíblica, a los versículos 9 y 10, “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”, de nuevo: Juan clarifica que esa Luz a la que se está refiriendo es Jesús, por quien todo fue hecho, de igual forma, al establecer esa Luz como referencia al proceso creativo cuando señala que el mudo por él fue hecho la correlaciona con aquella Luz creada al principio de la creación.

Así es, si uno se deja guiar por la propia Escritura no puede menos que reconocer que esa luz que fue creada primero que nada es Cristo mismo: …el principio era la Palabra... este era en el principio… todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho… era la luz... la luz en las tinieblas resplandece... De hecho la exposición con la que Juan inicia su Evangelio señalando que Jesús es esa luz y estableciendo la relación entre Jesús y la creación que por medio de Él fue hecha no da espacio para otras interpretaciones. Pablo confirma lo anterior cuando en 2 Corintios 4:6 señala “porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. Esta cita, mirada con detenimiento, corrobora lo dicho anteriormente, primeramente véase la referencia al primer día de la creación,

“Dios [ ] mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz”, luego hace una analogía de esa luz resplandeciendo en nuestros corazones, para concluir a qué luz se está refiriendo o ésta a quién simboliza, “para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

De esta forma esa luz mencionada en Génesis 1:3-5 creada al principio de todas las cosas es Jesús mismo, con lo que se entiende que no es hasta Génesis 1:26 cuando aparece sino que desde el inicio de la creación, de hecho desde antes, Él estaba presente siendo la causa y el motivo por lo que todo fue hecho.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para seguir creciendo en el conocimiento de Dios y Su Hijo, reflejando al mundo ese conocimiento, esa fe, a través de nuestras obras ya que así como Jesús es esa Luz, principio de la creación de Dios, de igual forma los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo estamos llamados a ser de igual forma luz de mundo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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