13 minute read

42.JESÚS VINO A SALVAR A TODA LA HUMANIDAD

JESÚS VINO A SALVAR A TODA LA HUMANIDAD

“Jesús vino a salvar a toda la humanidad” hace referencia a lo que la Palabra declara referido a la salvación que por medio del sacrificio redentor de Jesús fue otorgada a toda la humanidad de gracia para aquel que la acepte.

Advertisement

La Lectura Bíblica de Mateo 1:1, 17-25 habla refiere a las circunstancias especiales en cuanto al nacimiento de Jesús, específicamente el versículo 21 señala que a nuestro salvador se le habría de poner por nombre Jesús ya que Él salvaría a su pueblo de sus pecados. Si tomásemos literalmente lo aquí expresado podría pensarse que Jesús vino sólo a salvar al pueblo histórico de Israel, pero dado que por la misma Escritura entendemos que Él vino a salvar a todo aquel que en la humanidad lo acepte como su redentor, luego entonces eso de su pueblo debe referirse, en una connotación espiritual, a esa familia, formada por el pueblo histórico de Israel y por el Israel de Dios, los gentiles.

Mateo 1 1 Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.

… 17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce. 18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,[a] porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, m que traducido es: Dios con nosotros. 24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

De igual forma, el Texto Áureo de Juan 3:17 arroja luz sobre el tema al señalar, en palabra de nuestro Señor, el indicativo revelador de que Dios no había enviado a Su Hijo para condenar al mundo sino para salvarlo: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.

Como bien entendemos por la Escritura, en un inicio, durante el ministerio de Jesús aquí en la tierra, instruyó a Sus discípulos para proclamar las Buenas Nuevas primeramente a las ovejas perdidas de la casa de Israel, como lo señala Mateo 10:5-6, “a estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel”; sin que eso fuera excluyente, en ese momento, para aquellos que sin ser parte de Israel aceptaran el Evangelio como sucedió, como señala Juan 4:1-42, cuando tras su encuentro con la mujer samaritana, estuvo en su ciudad dos días en los cuales muchos samaritanos creyeron en Él, según lo indica de esa cita los versículos 39 al 42: “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos

solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo” .

Sobre esta salvación, Cristo, en Juan 15:1-17, señala en palabras de nuestro Señor, el indicativo de que Él es la vida verdadera y todos los que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo somos los sarmientos los cuales debemos estar unidos a Él para dar fruto, pero ¿alguna vez te has preguntado cómo podemos estar unidos a Cristo?

Espiritualmente hablando eso de estar unido a Cristo no implica mayor problema de entendimiento pero no somos solamente espíritu sino también carne, ¿cómo podemos materialmente hablando, estar unidos a Cristo?

La única forma de poder estar unidos a Cristo, tanto espiritual como materialmente, es siendo parte de Su Cuerpo, ¿y cuál es ese Cuerpo de Cristo?, como señala Colosenses 1:18, el Cuerpo de Cristo es Su iglesia, “y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” .

Pablo, en 1 Corintios 12:12-27, diserta sobre el Cuerpo de Cristo utilizando la analogía del cuerpo humano señalando la diferencia entre los miembros que unidos y en armonía lo conforman, de esta forma es una aberración no sólo doctrinal sino incluso lógica el señalar que se puede estar unido a Cristo sin formar parte de Su cuerpo, con todo y todo, a lo largo de estos dos mil años de historia de la iglesia, hay quienes así han pensado.

Como bien sabemos por nuestra historia, grupos que creyendo haber recibido una revelación novedosa o diferente a la de la iglesia de Dios que formaban parte –restauradora de la verdad, lo llaman ellos– han salido de nosotros para formar nuevas congregaciones, ejemplo de ello los Bautistas en el siglo XVII, los Adventistas en el siglo XIX o la iglesia de Dios universal en el siglo XX, ¿cuál ha

sido el resultado?, tal como lo señaló nuestro Señor, una vez separados estos grupos del Cuerpo de Cristo poco a poco han ido alejándose cada vez más de la verdad perdiendo primero verdades de comprensión y luego verdades de salvación: los Bautistas se han vuelto dominicales, los Adventistas trinitarios y los de la iglesia de Dios universal observantes de las fiestas dadas al pueblo de Israel.

Sobre esto último que tiene visos de judaizar, un nuevo movimiento surgido en el siglo XIX, aunque no ha salido propiamente de nuestra iglesia, sí ha ido creciendo agregando mayor confusión a la humanidad: los mesiánicos.

Los mesiánicos son un grupo de judíos que si bien aceptan a Jesús como el Mesías esperado siguen cumpliendo, en la letra –y en el espíritu, dicen ellos– todo lo indicado en la Ley lo cual incluye no solo los Diez Mandamientos sino también las disposiciones mosaicas. Estos mesiánicos, que como se dijo son judíos que aceptan a Jesús como el Mesías esperado, permiten de igual forma que los gentiles pasen a formar parte de su movimiento con la condición de aceptar y cumplir, aparte de la fe de Jesús, las disposiciones establecidas en los primeros cinco libros de la Biblia que contienen la Ley de Dios y las leyes mosaicas.

Lo anterior es atrayente pues el cúmulo de costumbres, ideas y prácticas judaicas dan un sentido de pertenencia comunitaria, de concreción en cuanto a la expresión de la fe, de practicidad en cuanto al creer y el hacer, pero de igual forma referido a todos aquellos que no forman parte del Cuerpo de Cristo, de desviación de las verdades reveladas y no sólo de las verdades de comprensión, sino más peligrosamente aún, de las verdades de salvación.

El principal argumento de este movimiento, sino que el argumento base del mismo, es lo señalado en Romanos 11 por Pablo cuando habla de aquel olivo donde ciertas ramas naturales, el pueblo histórico de Israel, fueron desgajadas para dar lugar a la inserción de ramas silvestres, los gentiles.

Romanos 11 1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: 3 Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? 4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. 5 Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. 6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. 7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; 8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy. 9 Y David dice:

Sea vuelto su convite en trampa y en red,

En tropezadero y en retribución; 10 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y agóbiales la espalda para siempre. 11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. 12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, 14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. 15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? 16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. 22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. 23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. 24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? 25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito:

Vendrá de Sion el Libertador,

Que apartará de Jacob la impiedad. 27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. 28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. 29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. 30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. 33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? 35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

Con esa cita este movimiento argumenta que así como aquellas ramas silvestres fueron injertadas en el olivo, los gentiles que vienen a salvación deben ser injertados en el pueblo de Israel aceptando, aparte de la fe en Jesús, las ideas, creencias y prácticas de los judíos.

Pareciera que ese argumento es tan sólido que no admite réplica, pero si se mira con detenimiento el mismo termina por desmoronarse. Romanos 11:17 señala “pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo”, ¿te fijas?, en esta cita no hay sólo ramas naturales, el pueblo

histórico de Israel, y ramas silvestres, los gentiles, sino que hay un tercer elemento que aquel grupo pasa por alto y, peor aún, que confunde: la raíz. Así es. En lo expresado por Pablo en Romanos 11 hay una raíz que sustenta unas ramas naturales, algunas de las cuales fueron desgajadas, así como una ramas silvestre que fueron injertadas en lugar de las ramas desgajadas, pero –y esto es muy importante tenerlo en mente– la raíz no es las ramas, esto incluso naturalmente es visiblemente observable, luego entonces ¿qué es esa raíz?, la raíz representa la familia de Dios, formada por dos pueblos que han llegado a ser uno como lo señala Efesios 2:14: “porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación” .

Ahora bien, quienes como parte del Cuerpo de Cristo tenemos el correcto entendimiento de las verdades reveladas, sabemos que hemos sido injertados de gracia, por el sacrificio redentor de nuestro Señor, en ese olivo que es la familia de Dios, pero –y con esto hay que poner sumo cuidado–, la iglesia de Dios no es un club social cuya membrecía nos gane acceso al Reino de Dios, es una condicionante para ello pero se requiere de nuestra parte no solo el creer las verdades reveladas sino en poner por obra esa fe que se dice profesar, de otra forma, retomando el símil de la vid dado por Jesús, corremos el riesgo de estar unidos a la vid pero como una rama seca, sin vida, sin fruto, y ¿cuál es el fin de una rama así?, como dice nuestro Señor en Juan 15:6, “será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento del enorme privilegio y la enorme responsabilidad que deviene de haber respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, sabiendo que estamos llamados a crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo y a poner por obra esa fe que decimos profesar dando fruto en abundancia de perfección y santidad, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

This article is from: