9 minute read

4. BUENA CONDUCTA

BUENA CONDUCTA

“Buena conducta” hace referencia a ese comportamiento que se espera de todo aquel que respondiendo al llamado del Padre viene a la salvación que se nos otorga por medio de Jesucristo.

Advertisement

La Lectura Bíblica de Efesios 5 señala precisamente aquellos aspectos de ese comportamiento que tanto en la Congregación como en la célula básica de la misma, la familia, cada cristiano debe mostrar.

Efesios 5 1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. 5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6 Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7 No seáis, pues, partícipes con ellos. 8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, más ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9 (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10 comprobando lo que es agradable al Señor. 11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; 12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.

13 Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. 14 Por lo cual dice:

Despiértate, tú que duermes,

Y levántate de los muertos,

Y te alumbrará Cristo. 15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos los unos a los otros 21 Someteos unos a otros en el temor de Dios. 22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32 Grande es este misterio; más yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

Si bien buena conducta es una frase que incluso el mundo usa, escrituralmente hablando no se refiere a ese comportamiento que siendo ético o cívico para el mundo recibe reconocimiento de él, sino que el término, en el caso de la vida cristiana, apunta a un comportamiento diferente por su misma naturaleza al del mundo y al cual sólo puede accederse a través del Espíritu de Dios.

En la frase inicial de la Lectura Bíblica, Pablo insta a ser imitadores de Dios, pero ¿cómo imitar a alguien que no vemos, y no sólo que no vemos sino que es omnipotente, infinito y eterno?, la respuesta la da Pablo mismo a continuación cuando menciona que el ejemplo práctico de esa imitación a Dios la tenemos en Cristo, con lo que Él es el ejemplo que sí podemos seguir.

Todos los consejos que la Escritura da sobre la conducta de uno son, como se señala en el Texto Áureo de 1 Timoteo 3:15, para saber cómo debe uno comportarse en la iglesia de Dios, la cual es columna y fundamento de la verdad. Estas recomendaciones sobre el comportamiento no son sólo para aquello que los demás pueden ver sino incluso para esos momentos en que estamos solos pues Dios nos ve en todo momento.

En su segunda carta a Timoteo, capítulo 2, versículo 15, Pablo le insta a ser alguien que traza bien la palabra de verdad, ¿qué querrá decir Pablo con esto?, ¿se referirá literalmente a escribir la Palabra o simbólicamente, como algunas versiones dan a entender, a la manera en que la misma es explicada? El trazar la Palabra implica escribirla, ¿cómo podemos escribirla?, ¡con nuestra propia vida!

El oír la Palabra es el primero paso en la vida cristiana, pero no el último, la misma Escritura exhorta a ponerla por práctica, es cuando uno la pone por práctica cuando comienza a escribirla en la propia vida, ¿y quién podrá leer eso?, pues los demás, las personas que nos conocen, por eso Pablo en 2 Corintios 3:2 les dice, y a nosotros, vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestra corazones, conocida y leída por todos los hombres.

Extendiéndose sobre este tema, es decir, la buena conducta que todo cristiano debe mostrar, Pablo en 1 Corintios 13:1-3, 11-13, establece varias conductas que si bien pueden ser loables no son nada si se carece de amor.

1 Corintios 1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

… 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Esto puede confundir pues las cuestiones que menciona Pablo pueden ser consideradas en sí mismas como una muestra precisamente de ese amor que uno dice tener por los demás, por ejemplo ayudándolos, alimentándolos o vistiéndolos, pero con todo y todo Pablo claramente señala que se puede estar haciendo esto, e incluso más, sin tener amor, ¿cómo puede entenderse esto?

El problema radica en que generalmente cuando se escucha la palabra amor viene a la mente la definición que el mundo ha dado, una definición sentimental, emocional, humanista en el mejor de los casos pero desafortunadamente carnal, y como dice Romanos 8:7, la carne es enemistad para con Dios y no puede sujetarse a Su Ley. Es así que más que la idea que el mundo tiene de la palabra amor, habrá que ver como la Escritura lo define, siendo que Juan 5:2 señala claramente que sabemos que amamos a los hijos de Dios cuando amamos a Dios y guardamos Sus mandamientos. ¡He aquí el meollo del asunto!, podemos estar haciendo mucho bien a los demás, desde el punto de vista del mundo, pero si no se hace esto desde la perspectiva que da el cumplir los mandamientos no estamos amando ni a Dios ni a sus hijos. Es por ello que en Gálatas 5:14 Pablo dice que el cumplimiento de la Ley se da cuando se ama al prójimo.

Sí que la cuestión de amar no se circunscribe a los sentimientos o las emociones, si así fuera sería imposible, como nos exhorta la Escritura, a amar a nuestros enemigos, ¿por qué?, porque puede haber un sentimiento encontrado en nosotros, pero si los tratamos desde la perspectiva del cumplimiento de la Ley de Dios los estaremos amando, aunque emocional, sentimentalmente, tengamos algún conflicto. Ahora bien, tratar a los demás desde la perspectiva de la Ley de Dios aunque no nos nazca, aunque signifique un esfuerzo, ¿no será convertirnos en unos hipócritas?, nada más lejos de la realidad, una cosa es fingir algo que ni pensamos ni sentimos y otra muy distinta esforzarnos por alcanzar el estándar que

nos pide la Ley de Dios aunque eso nos genere un conflicto interno pues la carne tiende a rebelarse. Y es precisamente ese esfuerzo el evidencia ante el Padre nuestro deseo de llegar a ser lo que Él pensó para nosotros desde la eternidad siendo que en su momento se alcanzará de manera perfecta y santa, después de todo si bien esto es imposible para nosotros es posible para Dios, como señala Mateo 19:26

La instrucción que sobre buena conducta entrega la Escritura debe servir para mirarnos en el espejo que nos presenta la Palabra para ver, como señala Mateo 7:1-5.

Mateo 7 1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Esas vigas que tenemos, y no sólo en el ojo sino en las manos, la espalda, los pies, y que nos impiden avanzar en el Camino, de otra forma, es decir, si creemos que ya es poco lo que queda por trabajar en nosotros, puede pasarnos como las cinco vírgenes fatuas de Mateo 25:1-13 que se durmieron consumiendo su aceite.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir poniendo por práctica y mejorando día con día la buena conducta tal como se nos presenta por la Palabra escrita y la Palabra hecha carne, cumpliendo así ese amor, desde el punto de vista escritural referido al

cumplimiento perfecto y santo de la Ley de Dios que nos debemos los unos con los otros, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

This article is from: