10 minute read

5. LA EXPIACIÓN (POR JESUCRISTO

LA EXPIACIÓN (POR JESUCRISTO)

“La Expiación (por Jesucristo)” hace referencia precisamente a ese misterio que es fundamental para la vida cristiana referido a la salvación que por el sacrificio redentor de Cristo hemos obtenido.

Advertisement

La Lectura Bíblica de Hebreos 7 permite entender a cabalidad lo referido a la expiación que viene del sacrificio redentor de Jesús.

Hebreos 7 1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el patriarca dio diezmos del botín. 5 Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. 9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;

10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro. 11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; 13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. 14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 15 Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 17 Pues se da testimonio de él:

Tú eres sacerdote para siempre,

Según el orden de Melquisedec. 18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia 19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. 20 Y esto no fue hecho sin juramento; 21 porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo:

Juró el Señor, y no se arrepentirá:

Tú eres sacerdote para siempre,

Según el orden de Melquisedec. 22 Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.

23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; 24 más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. 26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.

De igual forma el Texto Áureo de Colosenses 1:14 condensa lo anterior cuando señala que “en [Cristo] tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.

Con todo y todo debemos estar prestos para dar razón de nuestra fe ya que dicho misterio plantea interrogantes importantes para quien en su comprensión se adentra: ¿por qué se dice que era necesario el sacrificio de Cristo para el perdón de los pecados cuando en el Antiguo Testamento se tienen sacrificios que conseguían esto como queda claro en el capítulo 4 de Levítico?, ¿cómo puede la muerte de Cristo aplicársenos para expiación de nuestros pecados cuando Ezequiel 18:20 claramente dice que nadie pagará por el pecado del otro sino que aquel que pecare ese habría de morir?, ¿a qué ley se refiere la Escritura, en Efesios 2:14-15, Colosenses 2:14-15 y Gálatas 3:10, 13 y 4:4-5, cuando dice que ésta fue clavada en la cruz?

Sobre la primera pregunta referida a la necesidad del sacrificio de Cristo para perdón de nuestros pecados cuando ya había sacrificios en el Antiguo Testamento

que hacían eso es menester aclarar el alcance limitado de estos últimos. En efecto, como señala Levítico 4, había sacrificios que permitían el perdón de los pecados pero éstos eran para aquellos pecados de ignorancia o sin intención, pero para los pecados hechos con plena conciencia, con rebeldía pues, no había remisión posible, en Levítico 20 se tiene alguna listas estos pecados como el ofrecer a los hijos a Moloc, el consultar adivinos, el cometer adulterio y otras transgresiones sexuales, estos pecados no pueden hacerse sin conocimiento, sin conciencia de ellos, necesariamente tienen que hacerse descarada y rebeldemente como los caracteriza Números 15:30-31, y para estos no había remisión posible pues como señala ese mismo capítulo la paga de ellos era la muerte; también había pecados que permitían una compensación y por ende ser perdonados, como en el caso del robo, como señala Éxodo 22:1-16, pero incluso para estos pecados susceptibles de ser perdonados, los sacrificios debían ofrecerse una y otra vez mientras se cometiesen. En este sentido, como dice Hebreos 9:27-28 y Romanos 6:9-10, el sacrificio de Cristo es completo y perfecto, hecho una vez y para siempre, mediante el cual se obtiene redención plena y total incluso de aquellos pecados para los cuales la ley no había dispuesto manera algún de obtener perdón, como los realizados con plena conciencia, con rebeldía, como menciona la profecía de Isaías 53, conocida como la del siervo sufriente, aplicable a Jesucristo, que en el versículo 5 menciona que Él, Cristo, fue herido por nuestras rebeldías.

Respecto de la segunda pregunta relativa a cómo pudo Cristo pagar la pena que por nuestros pecados nos habíamos granjeado cuando según Ezequiel 18:20 nadie cargaría con el pecado del otro es necesario entender que Ezequiel 18:20 se refiere a la imposición que un tercero haría sobre alguien sobre los pecados de otro, lo cual no es válido, pero no impide que libremente otro pudiera ofrecerse para pagar la deuda que alguien tenía, Levítico 25:25 permite que alguien libremente pudiera pagar el rescate debido por alguno, así, a Cristo no le fueron impuestos nuestros pecados para que Él pagara nuestra deuda sino que Él se ofreció para ello, ¿y cuál era la deuda que teníamos? Romanos 6:23 señala que la

paga del pecado es la muerte, y Deuteronomio 12:23 señala que la vida está en la sangre, es así como para pagar la deuda de muerte que sobre nosotros pendía, Cristo hubo de derramar su sangre, de entregar su vida, como señala Hebreos 9:22, y ganarnos así acceso a la vida eterna. Curiosamente la cita señalada de Levítico 25:25 que permite el rescate de la deuda de alguien por otro, menciona al rescatador con la palabra hebrea ֹֽא ֲלו ֹ֙, ḡō·’ă·lōw, misma que deviene de la palabra אלֹֽל, gō·w·’êl, goel que está en la profecía de Isaías 59:20 aplicable a Cristo que señala que vendría un rescatador, אלֹֽל, gō·w·’êl, goel, que quitaría la impiedad de Israel.

Por último, sobre la tercera pregunta relativa a que si cuál es la ley que fue clavada en la cruz es menester entender que en la Escritura hay dos cuerpos legislativos: una ley eterna y otra temporal.

Si yo digo que Juan Pérez mide 1.70 mts., y luego digo que Juan Pérez mide 1.90 mts., es más que obvio que no puede tratarse del mismo Juan Pérez sino de dos personas con el mismo nombre. En otras palabras, cuando adjudicó a un sujeto u objeto dos características que son mutuamente excluyentes, es más que lógico, obvio y evidente que no puede tratarse del mismo sujeto u objeto sino que deberán ser dos sujetos u objetos diferentes.

Pues bien, tenemos citas escriturales que mencionan, respecto de la ley, que fue dada por Dios (Éxodo 20:1) y fue dada por Moisés (Deuteronomio 1:1), fue escrita en tablas de piedra (Éxodo 24:12) y fue escrita en un libro (Deuteronomio 31:24); fue escrita por el mismo Dios (Éxodo 31:18) y fue escrita por Moisés (Deuteronomio 31:9); fue puesta dentro del Arca de la Alianza (Éxodo 31:18) y fue puesta enseguida del Arca de la Alianza (Deuteronomio 31:26); trae bienaventuranza (Salmos 119:1) y trae maldición (Gálatas 3:10); permanece (Salmos 119:44) y tendría un término final (Efesios 2:15; Colosenses 2:14); es perfecta y perfecciona (Salmos 19:7) y es imperfecta y no perfecciona (Hebreos 7:19); es espiritual (Romanos 7:14) y es carnal (Hebreos 9:10); es santa, justa y

buena (Romanos 7:12) y apenas y si es una sombra de lo que habría de venir (Hebreos 10:1); es para siempre (Salmos 119:44) y es temporal (Gálatas 3:19).

Nomás con la lógica elemental que hemos comentado, dada las características mutuamente excluyentes con las que se identifica a la ley, hemos de concluir que se trata de dos leyes o conjuntos de leyes diferentes. Esto es lo primero que debemos tener en cuenta.

Después de lo anterior, lo siguiente es tratar de entender, cuál de estas dos leyes o conjuntos de leyes es la que fue abolida en la cruz. Si en la cruz se abolieron las ordenanzas que eran contra nosotros (Colosenses 2:14-13), los mandamientos que eran motivo de enemistad (Efesios 2:14-15), y, más contundentemente, que la ley devino en maldición hacia nosotros (Gálatas 3:13), ¿a cuál de estas dos leyes o conjuntos de leyes se referirá?, ¿a la ley dada por Dios, escrita en tablas de piedra, escrita por el mismo Dios y puesta dentro del Arca de la Alianza que trae bienaventuranza, permanece, es perfecta y perfecciona, es espiritual, es santa, justa y buena, y es para siempre, o a la ley dada por Moisés, escrita en un libro, escrita por Moisés y puesta enseguida del Arca de la Alianza que trae maldición, tendría un término final, es imperfecta y no perfecciona , es carnal , apenas y si es una sombra de lo que habría de venir y es temporal? Creo la respuesta es más que lógica, obvia y evidente: la ley que fue clavada en la cruz son las que se conocen como leyes mosaicas y que fueron adicionadas a los Diez Mandamientos, la Ley de Dios.

De esta forma queda clara la existencia de dos cuerpos legislativos: la Ley de Dios, sus Diez Mandamientos, perfectos, eternos, vigentes, y las leyes mosaicas imperfectas, temporales y ya no vigentes al menos en su forma material aunque sí espiritualizadas, siendo estas últimas las que, entendiendo lo que la Escritura presenta, fueron clavadas en la cruz, de hecho, como señala la cita anterior de Gálatas 3:19 ese conjunto legislativo adicional fue añadido -y esto es muy

importante –“hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa”, es decir, la misma tendría vigencia hasta el advenimiento de Cristo.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir alabando, glorificando y adorando al Padre por la expiación que se nos ha otorgado mediante el sacrificio redentor de Jesús, entendiendo a cabalidad el significado de éste, y viviendo en consecuencia por la fe que decimos profesar, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

This article is from: