8 minute read

3. INSTRUCCIONES DESDE EL MONTE

INSTRUCCIONES DESDE EL MONTE

“Instrucciones desde el monte” hace referencia a ese momento tan conocido y tan especial donde Dios entrega Sus Diez Mandamientos como parte del pacto que hace con Israel.

Advertisement

La lectura bíblica de Éxodo 20 presenta ese momento, pero como en la Escritura, contiene instrucción adicional y valiosa para nosotros.

Éxodo 20 1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. 7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. 8 Acuérdate del sábado para santificarlo. 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 más el séptimo día es sábado para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó.

12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. 13 No matarás. 14 No cometerás adulterio. 15 No hurtarás. 16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. 17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. 18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. 20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. 21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. 22 Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. 23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis. 24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. 25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás. 26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

Los versículos del 1 al 21 contienen la entrega de la Ley, los Diez Mandamientos de Dios, dichos mandamientos contienen lo mismo instrucciones relativa a hacer

que otras relativas a no hacer. Las primeras procuran nuestra santificación mientras que las segundas nos protegen de contaminarnos. Es interesante que antes que Dios le entregara Su Ley a Su pueblo, como menciona Éxodo 19:10-13, 22 les ordenara por medio de Moisés que se santificarán y al mismo tiempo que les indicara los límites del monte que no debían ser traspasados.

Éxodo 19 10 Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, 11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. 12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. 13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte.

… 22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago.

Interesante pues simboliza lo que anteriormente se comentó de los Diez Mandamientos: algunos de hacer a efectos de santificarse, otros de no hacer, de límites de los cuales no pasar, para no contaminarse.

En la actualidad, como bien sabemos, los Diez Mandamientos siguen vigentes, más sin embargo, como menciona Isaías 42:21, los mismos han sido engrandecidos, dados lustre por Cristo quien los espiritualizó para darle la perfección y santidad requerida por Dios. Mateo 5:31-48 contiene esto cuando Jesús, haciendo referencia a lo señalado en los Mandamientos al decir “habéis oído que se dijo a los antiguos…” pasa a establecer un nivel superior de

cumplimiento de la Ley espiritualizándola y señalando que eso es necesario para ser perfectos como Dios lo es.

Con todo y todo hay en Éxodo 20 unos versículos que deben ser considerados, estos están después de que la Ley ha sido dada y que dan instrucción que debe ser considerada. Los versículos 22 al 26 señalan el no hacerse dioses, el no construirse altares, el usar piedras sin labrar en los mismos y el no hacer escalinatas para subir al altar de Dios, ¿a qué viene estas indicaciones? A algo muy importante: no considerar que es el esfuerzo personal, el trabajo de uno, el que logra que la gracia de Dios se nos dé, el que consigue la santidad o la justificación. Todo lo que mencionan esos versículos son esfuerzos que el pueblo de Israel no debía confundir como parte del culto pues podía pensar que ellos conseguían lo que de Dios obtenían. Igual nosotros, debemos tener muy claro que no es nuestro esfuerzo lo que nos gana la gracia, la justificación o la santidad, sino que son dádivas de Dios, como dice la Escritura en Romanos 9:16, no es del que quiere o del que corre sin del que Dios tiene misericordia. Esto no implica, y esto hay que dejarlo muy claro, que debe embargarnos entonces un espíritu de desidia, toda la Escritura nos exhorta a esforzarnos y ser valientes, como señala Josué 1:7, pero si tener la correcta perspectiva de que tenemos que hacer lo que Dios espera de nosotros, pero que es Él quien cumplirá en nosotros lo que desde la eternidad pensó para cada uno.

Como bien sabemos, no sólo fueron los Diez Mandamientos los que como instrucción fueron dados por Dios desde el monte, hay dos momentos en que Moisés sube, Éxodo 20, cuando recibe los Diez Mandamientos, y luego de quebrar las tablas de la Ley de nuevo en Éxodo 34, en esta segunda ocasión, además de los Diez Mandamientos Dios instruyó por medio de Moisés de otro conjunto de leyes, estas temporales, las conocidas como leyes mosaicas, las cuales, como señala Gálatas 3:19, fueron añadidas por las transgresiones del pueblo, “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por

medio de ángeles en mano de un mediador”, transgresiones que hicieron que Moisés rompiera aquellas primeras tablas que contenían la Ley de Dios.

Éxodo 19:3-7 contiene una condicionante interesante que Dios puso al pueblo de Israel como parte del pacto que habría de celebrarse, esta condicionante incluía oír su voz y guardar su pacto. Se comenta que es interesante pues esto viene ser la definición que de la palabra santo hace la Escritura. Pero antes de llegar a ello, ¿qué significa oír la voz de Dios? Si se refiriera a leer Su palara así lo hubiera dicho, pero señala oír Su voz, ¿qué o más bien quién es esa Voz? Juan 1:1 señala a la Palabra de Dios estando con Dios y de la explicación que hace el Apóstol en los versículos 1 al 18 de ese primer capítulo se entiende se está refiriendo a Jesús, es así como ese oír la voz de Dios es atender al testimonio de Jesucristo. La otra parte de la condicionante, guardar el pato, implica cumplir con la Ley de Dios. De esta forma, como se comentó, tenemos la definición escritural de la palabra santo cuando Revelación 12:17 y 14:2 los señala a estos como aquellos que guardan el testimonio de Jesús y los mandamientos de Dios. Toda la Escritura es inspirada y nada en ella se contradice, por lo que es interesante que desde el inicio de la misma, aquí en Éxodo, se tenga la definición escritural de santo, aquel que guarda el testimonio de Jesús y los mandamientos de Dios, en la indicación de escuchar la voz de Dios, atender Su Palabra hecha carne, y guardar el pacto, cumplir sus mandamientos, es por eso que el texto áureo de Eclesiastés 12:13 indica que “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir prestando oído a la voz de Dios es decir atendiendo al testimonio de Jesús quien engrandeció y dio lustre a la Ley y guardando el pacto, esforzándonos por cumplir con Sus mandamientos, sabiendo, como dice Filipenses 1:6, que Aquel que inicio en nosotros la buena obra la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

This article is from: