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20.FE

FE

“Fe” hace referencia a un aspecto básico, indispensable de la vida cristiana, que aunque común en el lenguaje de los elegidos debe entenderse a la luz de la Palabra de Dios

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La Lectura Bíblica de Salmos 19 presenta de una manera muy clara, muy práctica, la cuestión del entendimiento de lo que la palabra fe significa y que permite, de lo que uno ya conoce, pasar a lo que uno aún está por conocer.

Salmos 19 1 Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. 2 Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. 3 No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. 4 Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; 5 Y éste, como esposo que sale de su tálamo, se alegra cual gigante para correr el camino. 6 De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor. 7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. 8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. 9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

11 Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón. 12 ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. 13 Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. 14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

Primeramente, los vv. 1-7 se refieren a la creación, lo conocido, lo cual nos permite inferir, tener fe pues, en lo que se está por conocer, existencia de un creador; esto es lo que yo llamo la fe que va de abajo hacia arriba, o la fe efectocausa. De abajo hacia arriba pues de la creación partimos para llegar al creador, de efecto-causa pues viendo lo existente podemos inferir en Aquel que le dio existencia.

Posteriormente, los vv. 8-12 se refieren a la ley, los dictámenes, los preceptos, los mandamientos de Dios, en otras palabras, lo que no podemos conocer por iniciativa propia sino que de Dios debemos recibir para entonces, aplicándolos, conocer de manera vivencial la verdad que en Su Palabra está, es decir, ir de lo desconocido a lo que podemos llegar a conocer; a esto le llamo la fe que va de arriba abajo, o la fe de causa-efecto. De arriba hacia abajo pues de revelación de la voluntad de Dios partimos para llegar a la aplicación de la misma en nuestra vida, de causa-efecto pues creyendo en la voluntad de Dios revelada la comenzamos a aplicar y entonces de manera vivencial vemos las bendiciones que ello trae a nuestra vida.

La última parte de la Lectura Bíblica, los vv. 13-15, juntan ambas nociones de la fe: de abajo a arriba, o de efecto-causa y de arriba a abajo, o de causa-efecto, al

ponernos en las manos de Dios para que se Él quien nos instruya, corrija, edifique perfeccione y santifique.

De igual forma el Texto Áureo de Santiago 2:5 arroja luz sobre el tema al señalar como es que Dios ha escogido a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino venidero, lo cual sólo puede ser conocido, comprendido y aplicado por medio de la fe: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?”

En consonancia con lo dicho anteriormente, fe es definida escrituralmente, en Hebreos 11:1, como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. De igual forma la fe es el inicio de nuestro andar por el Camino ya que, como señala 2 Pedro 1:5, a la fe hay que agregar virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal, y al afecto fraternal amor. Es así como la fe es un cimiento sobre el cual uno debe ir construyendo, con la ayuda de Dios, ese templo vivo donde more el Espíritu.

Pero el estudio de la fe tiene muchas aristas que son eminentemente prácticas para la vida cristiana, y una de esas aristas –muy importante por cierto–, es la cuestión relativa a los tropiezos, caídas, pecados que seguimos experimentando y de los cuales nos preguntamos ¿por qué se dan en nuestra vida?, y –de igual forma muy importante– ¿qué podemos hacer para fortalecernos en esta lucha y salir de ella victoriosos?

La respuesta a la primer pregunta, a saber: ¿por qué seguimos experimentando tropiezos, caídas y pecados?, es clara, es sencilla, es contundente: por falta de fe. Hebreos 11:6 nos dice que sin fe es imposible agradar a Dios, los tropiezos, las caídas, los pecados que cometemos no agradan a Dios, luego entonces si hacemos aquello que desagrada a Dios, siguiendo la definición de fe, es que ésta

no es suficiente en nuestra vida para llevarnos por el Camino conforme a la voluntad del Padre.

“¿Pero cómo que me falta fe?”, –alguien pudiera decir– “¡claro que tengo fe!”. Una cosa es tener fe, lo cual todos los que hemos respondido al llamado tenemos, y otra que esa fe sea lo suficiente como para permitirnos ante el Padre ser perfectos y santos, lo cual hemos de reconocer aún nos falta. Esto es más que claro cuando en Mateo 17:20 y Lucas 17:6, nuestro Señor claramente dice que si nuestra fe fuese como un grano de mostaza nada, literalmente: nada nos sería imposible.

Pero esta insuficiencia que aún mostramos en nuestra fe no es para deprimirnos, desanimarnos, pues la misma Palabra, como se comentó relativo al Texto Áureo, Dios ha elegido a los pobres de este mundo –a ti, a mí y a todos los hermanos y hermanas de la iglesia de Dios– para ser ricos en fe y herederos del reino, y si hemos sido elegidos para ser ricos en fe es lógico que ahorita somos pobres en ella, con todo y todo no hemos sido llamados para mantenernos en esa pobreza sino para ir creciendo en las riquezas inescrutables que devienen de una fe perfecta y santa.

Una vez entendido esto surge la segunda pregunta ¿qué podemos hacer para fortalecernos en esta lucha y salir de ella victoriosos? Para responder a esto habría que buscar en la Escritura la manera en que la fe viene al creyente. Sobre esto Romanos 10:17 señala que la fe viene por oír la Palabra de Dios. Cuando aquí se menciona la Palabra de Dios no sólo se refiere a la Palabra escrita, la Biblia, sino también a la Palabra hecha carne, Jesús, nuestro Señor y Salvador, después de todo la misma Escritura define a los santos, en Revelación 12:17 y 14:12, como aquellos que guardan los mandamientos de Dios, la Palabra escrita, y el testimonio de Jesús, la Palabra hecha carne.

Así que tanto para tener fe como para crecer en la fe, uno necesita escuchar la Palabra de Dios: estudiar, meditar, orar con y por la Palabra escrita; y por medio

de Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, pedir al Padre Su Espíritu para de manera vivencial ser edificados conforme a la imagen de Su Hijo, la Palabra hecha carne, quien es a la vez imagen del Dios invisible.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir teniendo conciencia de la fe que nos falta desarrollar aún para ser ante el Padre perfectos y santos, y trabajando en ello mientras aún hay tiempo escuchando la Palabra de Dios, tanto la escrita, contenida en la Biblia, como la hecha carne, Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, para llegar cumplir la definición que sobre los santos da la escritura como la de aquellos que guardan, que cumplen, que testimonian, los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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