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23.PASCUA

PASCUA

“Pascua” hace referencia a la ordenanza que cumplió el pueblo de Israel previo a su salida de Egipto, ordenanza que prefiguraba el papel redentor de nuestro Señor Jesucristo.

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La Lectura Bíblica de Éxodo 12:1-14 establece las instrucciones que Dios dio a Su pueblo para aquella primera celebración de lo que se conocería como la Pascua.

Éxodo 12 1 Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: 2 Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. 3 Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. 4 Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5 El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. 6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7 Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. 8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas.

10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. 12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. 14 Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis.

De igual forma el Texto Áureo de Juan 1:29 arroja luz sobre el tema al señalar, en referencia al cumplimiento de lo que prefiguraba la Pascua, que en Jesús se cumplía la figura del Cordero de Dios que había venido para quitar el pecado del mundo: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Las indicaciones para la Pascua estaban contenidas en Éxodo 12:1-14 y 43-49, en Levítico 23:4-5, en Números 28:26, y en Deuteronomio 16:1-2 y 4-7.

De manera trascendental la Pascua es una sombra del sacrificio redentor que en su momento haría Jesús por toda la humanidad. Pascua (לחספ, Pesaj), significa Pasar en referencia a cuando el ángel de la muerte pasó por alto las casas de los hebreos que habían marcado sus muertas con la sangre del cordero evitando la muerte de sus primogénitos cuando cayó la décima plaga sobre Egipto, esto es

sombra del sacrificio de Cristo cuando derramando Su sangre nos libró de la esclavitud del pecado y nos salvó de la muerte.

Al igual que el cordero pascual que según Éxodo 12:3 debía ser escogido el 10 de Nisán para sacrificar posteriormente el 14, Cristo es seleccionado el día 10 de Nisán. Esto puede saberse al considerar que el 9 de Nisán, como señala Juan 12:1, Jesús estaba en Betania, al día siguiente, 10 de Nisán, como señala Juan 12:12-13, Jesús va a Jerusalén y la gente lo aclama como el que viene en el nombre del Señor, como el rey de Israel.

La idea de tener el cordero pascual desde el 10 y hasta el 14 de Nisán era para inspeccionarlo y estar seguro que cumplía los requisitos dados de ser sin defecto, esto inicia cuando el 10 de Nisán Jesús echa a los mercaderes del Templo y es cuestionado por los sacerdotes por hacer eso, es decir, lo estaban examinando, dando Jesús en sus respuestas prueba de ser sin defecto alguno, como señala Mateo 21:23-27; 22:35-40. Esta examinación no terminaría sino hasta su sacrificio el día 14 de Nisán. Y todavía previo a este sería revisado por Anás, sumo sacerdote del Sanedrín, como señala Juan 18:12-14, por Caifás, sumo sacerdote del Sanedrín, como indica Mateo 26:57-68, por Herodes, rey de Judea, como presenta Lucas 23:6-12, y por Pilato, prefecto de la provincia de Judea, como establece Mateo 27: 1-2, 11-14, en este sentido claramente este último, Pilato, llega a decir “no encuentro delito en este hombre”, como dice Lucas 23:4.

Ahora veamos algo impresionante que tiene que ver con el momento en que debía celebrarse la Pascua, hacerse el sacrificio pascual. ¿Alguna vez te has preguntado de que si existiera un momento específico y exacto para la Pascua tendríamos un problema ya que o Jesús la celebró en el momento correcto mientras que Su sacrificio fue en el momento incorrecto o bien Jesús la celebró en el momento incorrecto y Su sacrificio fue en el momento correcto? ¿Cómo conciliar estos dos momentos?

La pascua debía ser celebrada la noche del 14 de Nisán según Éxodo 12:6,8, entre las dos tardes como dice Levítico 23:5, el 14 de Nisán según Números 28:6, a la puesta del sol como establece Deuteronomio 16:6. Éxodo, Números y Deuteronomio no dejan lugar a dudas que la celebración de la Pascua sería al inicio del 14 de Nisán (recordar que para Dios los días se calculan de tarde en tarde, es decir el día comienza caída del sol y termina hasta la siguiente caída del sol, según Génesis 1:5 que señalan en ese orden a la tarde y la mañana como un día), por lo que su celebración sería a la caída del sol, cuando comienza la noche propiamente dicho. Sobre la cuestión del término las dos tardes de Levítico 23:5 para el sacrificio de la Pascua, es asombroso como es que Jesús cumplió con las dos interpretaciones existentes.

Para los Saduceos “entre las dos tarde” significa al anochecer, ya que de esta manera definen el período de tiempo que va desde la puesta del sol a la oscuridad total. Por esta razón ellos sacrificaban al cordero inmediatamente después a la puesta del sol del 14 de Nisán y es decir que cenaba al comienzo del 14 de Nisán, como lo hizo Jesús, como señala Mateo 26:20. Mientras que los fariseos consideraban que “la primera tarde” como el tiempo posterior a la primera caída del sol, es decir, después del mediodía hasta la hora novena, las 15.00 hrs., y la segunda tarde desde la hora novena hasta la puesta del sol. Por eso sacrificaban al cordero “entre las dos tardes” es decir entre la novena y la décima hora (entre las 15:00 y 16:00 hrs.) y lo comían a la noche, es decir al comienzo del 15 de Nisán, por eso después de la Santa Cena, al día siguiente cuando Jesús es llevado al Pretorio, algunos de los sacerdotes no entraron para poder luego celebrar la Pascua, como dice Juan 18:28.

Jesús cumplió ambas interpretaciones, que al parecer y solo por esto pueden ser válidas ya que celebró la Santa Cena al inicio del 14 de Nisán, a la puesta del sol, iniciando la noche (dejándonos ese memorial para siempre) y a la vez fue muerto “entre las dos tardes”, es decir, a la hora novena, como señala Mateo 27:45-56), es decir las 15:00 horas. Así que tenemos un momento para la celebración (al

inicio del 14 de Nisán) y otro para la realización (14 de Nisán, entre “dos tardes”), siendo que ambos los cumplió Jesús.

Jesús celebró la Santa Cena al inicio del 14 de Nisán, como dice Mateo 26:20, fue muerto en la cruz el 14 de Nisán entre dos tardes, como señala Mateo 27:50 y 5760, fue muerto en Jerusalén, dónde Dios había establecido se celebrara la Pascua, como establecen Juan 12:12 y 19:4 y Marcos 15:25, aunque fuera de sus puertas como ofrenda por el pecado, como indica Levítico 4:12, y no se le quebró hueso alguno, como establece Juan 19:36. La sombra de comer la carne del cordero pascual –lo cual sólo podía hacerlo todo siervo comprado, como señalan 1 Timoteo 2:6, Romanos 3:25 y Hebreos 10:12– se clarifica cuando “Jesús [ ] dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”, como dice Juan 6:53.

Sobre esto, el profeta Isaías predijo el sacrificio supremo de Jesucristo: al señalar que “más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”, como señala Isaías 53:5. Isaías profetizó además que “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (v. 6). El Mesías iba a ser “angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (v. 7). “Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido” (v. 8).

El rey David, cuyos escritos se remontan unos 1,000 años antes de la muerte de Cristo, también profetizó sobre la humillación y el dolor insoportable que sufriría Jesús durante su crucifixión: “más yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me ven me escarnecen”, como dice Salmos 22:6-7. “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me

has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan”, como señala Salmos 22: 14-17.

Los alcances de este sacrificio, si bien estaban contenidos en sombra en la celebración de la pascua judía, serían claramente expuestos en los primeros años de la iglesia de Dios. Pedro hablando al respecto señalo sobre Jesús en 1 Pedro 2:24 que “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. Pablo escribiendo a los Hebreos señaló en cuanto a Jesús que “en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”, como señala Hebreos 9:26; escribiendo a los Romanos señaló que “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos”, como señala Romanos 5:6, y escribiendo a los Corintios les dijo que “nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”, como establece 1 Corintios 5:7.

Si bien la reconciliación que el sacrificio redentor de Jesús con su muerte nos ganó ante el Padre, el efecto pleno de esto excede incluso lo que pudiéramos decir o pensar: ser parte de Su familia divina, como dice Efesios 2:19, como reyes y sacerdotes según establece Revelación 5:10 y coheredar con Jesús todas las cosas, como señala Romanos 8:32.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento de lo que prefiguraba la Pascua que a Su pueblo Dios ordenó celebrar: el sacrificio redentor de nuestro Señor por el cual fuimos reconciliados con Dios posibilitándonos el llegar a ser hijos de Dios, reyes y sacerdotes en el reino venidero, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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