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25.EL REINO

EL REINO

“El Reino” hace referencia a esa promesa, el reino venidero, que engloba el resto de promesas recibidas.

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La Lectura Bíblica de Mateo 3 presenta la predicación de Juan el Bautista, referida a la necesidad de arrepentirse y dar frutos de arrepentimiento como parte de ese requisito para ser parte de ese reino venidero, de igual forma presenta el bautismo de Jesús donde el mismo indica que se efectuó para así cumplir con toda justicia, siendo que aquel arrepentimiento proclamado por Juan así como los frutos derivados de ello deben tener como referente, no nuestra propia justicia, sino la justicia conforme a la voluntad de Dios.

Mateo 3

1

En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, 2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. 3 Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo:

Voz del que clama en el desierto:

Preparad el camino del Señor,

Enderezad sus sendas. 4 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. 5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, 6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados. 7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 10 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. 11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. 13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. 14 Más Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. 16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

De igual forma el Texto Áureo de Mateo 10:7 arroja luz sobre el tema al señalar que, referido al reino venidero, y aun cuando éste no ha venido a total cumplimiento, este se ha acercado, siendo que al regreso de Cristo comenzará su plena realización: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado”.

El término Reino de Dios hace referencia a un sistema que necesaria y forzosamente requiere de cuatro elementos para ser considerado como tal: gobierno —encabezado por Cristo en sujeción al Padre—, territorio —con sede en

la tierra, cuya capital será Jerusalén, pero con alcance universal—, ciudadanos — los llamados y elegidos que sean hallado fieles, los santos quienes con Cristo reinarán como reyes y sacerdotes—, y leyes —la Ley de Dios, Sus Diez Mandamientos— .

De igual forma, las siete parábolas por Cristo entregadas referidas al Reino de Dios —la del sembrador, la del trigo y la cizaña, la de la levadura, la de la semilla de mostaza, la del tesoro escondido, la de la perla de gran precio, y la de la red— permiten una comprensión del proceso mediante el cual el mismo vendrá a plena realización.

La parábola del sembrador habla de la Palabra esparcida en el mundo la cual, dependiendo de la persona que la reciba, fructifica o bien queda estéril; la parábola del trigo y la cizaña habla de los dos tipos de personas existentes y relacionantes en el presente siglo: aquellas que responden al llamado del Padre y aquellas que más bien responden al llamado del Enemigo, del Mundo y de la carne; la parábola de la levadura habla de la situación, imperceptible al inicio pero visible al final, de la contaminación de la iglesia de Dios; la parábola de la semilla de mostaza permite entender que el proceso mediante el cual los santos alcanzan la estatura perfecta de Cristo es un proceso natural —no en el sentido material, sino en el sentido espiritual—; las parábolas del tesoro escondido y de la de la perla de gran precio se refieren a la Palabra, sólo que la primera a la Palabra escrita mientras que la segunda se refiere a la Palabra hecha carne, y hacen énfasis en que aquellos que califiquen para el reino venidero en las dos deben cimentar su formación, su corrección, su edificación, su perfeccionamiento y su santificación; por último, la parábola de la red habla de aquellos que finalmente califiquen para el reino venidero presentando para ello las características de alimentarse de la Palabra, escrita y hecha carne, y de tener lo mismo una fe firme que obras que testifiquen precisamente de esa fe.

Para mayor énfasis que las siete parábolas del Reino de Dios se refieren a lo mismo y que esto es al proceso mediante el cual ese reino vendrá a plena realización, es interesante notar que las mismas inician con una siembra (parábola del sembrador) mientras que terminan con un recogimiento (parábola de la red), es decir, marcan el inicio y el fin del proceso: cuando éste comienza en el presente siglo con la Palabra sembrada y cuando al final del mismo aquellos que hayan alcanzado la estatura perfecta son recogidos para reinar con Cristo como reyes y sacerdotes.

Visto de esta manera las siete parábolas pueden ordenarse de una forma u otra, respetando el inicio y la conclusión comentadas anteriormente mediante el cual el Reino de Dios vendrá a planea realización, para darnos una visión de un solo proceso, un proceso que ha llevado miles de años y que permite entender para nuestra edificación qué es lo que está sucediendo en el presente siglo:

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3. Parábola del sembrador (Mateo 13 (Marcos 4:1-9; Lucas 8:4-8) y Mateo 13 (Marcos 4:13-20; Lucas 8:11-15)(: La Palabra es sembrada en el mundo por el Sembrador. Cuatro diferentes tipos de personas la reciben pero sólo en una echa raíces y comienza a crecer. Parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30 y Mateo 13:38-43): Las personas identificadas anteriormente como aquellas que a semejanza de tierra fértil reciben la Palabra comenzando a ser edificados por ella, deberán convivir, desde el inicio del proceso y hasta la conclusión del mismo, con otro grupo de personas identificadas como hijos del maligno que siempre estarán en contraposición. Parábola de la levadura (Mateo 13 (Lc. 13.20-21)): Enfocándonos al grupo de los llamados y elegidos, esta parábola previene de un fenómeno que el mismo experimentaría pues desde el principio, por algunos elementos, estaría contaminado, siendo que esta contaminación sería inicialmente imperceptible aunque al final de los tiempos llegaría a contaminar toda la iglesia.

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6. Parábola de la semilla de mostaza (Mateo 13 (Mr. 4.30-32; Lc. 13.18-19)): De igual forma, y siguiendo con la línea de pensamiento anterior, aquellos miembros del grupo de elegidos que no sean contaminados, deben entender que si bien son llamados a esforzarse al máximo por alcanzar las promesas, el proceso que permite que los mismos alcancen la estatura perfecta de Cristo es un proceso natural, no en el sentido material sino en el sentido espiritual, proceso guiado por el Santo Espíritu de Dios. Parábola del tesoro escondido (Mateo 13:44) y parábola de la perla de gran precio (Mateo 13:45-46): El esfuerzo mencionado anteriormente mediante el cual los elegidos buscan alcanzar las promesas que del Padre se han recibido debe fundamentarse en la Palabra escrita, las Escrituras, y en la Palabra hecha carne, Cristo Jesús, a través de la instrucción, formación, edificación, corrección, perfeccionamiento santificación que se reciba. Parábola de la red (Mateo 13:47-50): Por último, quienes al final del proceso anterior hallan alcanzado la estatura perfecta de Cristo, alimentándose de la Palabra escrita y de la Palabra hecha carne y de tener lo mismo una fe firme que obras que testifiquen precisamente de esa fe, serán recogidos pues habrán calificado para ser con Jesús reyes y sacerdotes en el reino venidero.

Por último, y como parte de esa esperanza que debe mover a andar en el Camino, es menester entender que una vez que el Reino de Dios venga a plena realización las condiciones imperantes serán de amor, gozo, paz y abundancia.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos permita ser tierra fértil donde la Palabra echa raíces y crezca hasta dar frutos en abundancia de perfección y santidad, sabiendo que los hijos del Enemigo están al acecho, cuidándonos de ser contaminados con la levadura que la iglesia está, sabiendo que si bien nos esforzamos en el Camino el proceso que nos lleva a la estatura perfecta de Cristo es un proceso natural, espiritualmente hablando, guiado por el Espíritu Santo de Dios, fundamentando el esfuerzo anterior en la

Palabra escrita y en la Palabra hecha carne, y buscando tener una fe sólida y obras que testifiquen de dicha fe para ser hallados dignos de ser con Cristo en el reino venidero reyes y sacerdotes, reino donde imperará el amor, el gozo, la paz y la abundancia, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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