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29.EFESIOS

EFESIOS

“Efesios” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a esa comunidad cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

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La Lectura Bíblica de Revelación 2:1-7 y Hechos 20:17-21, nos presentan a esa comunidad cristiana tanto al inicio de la misma como varios años más delante.

Revelación 2 1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: 2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

Hechos 20 Discurso de despedida de Pablo en Mileto 17 Enviando, pues, desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia.

18 Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, 19 sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; 20 y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, 21 testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

De igual forma el Texto Áureo de Revelación 2:2 arroja luz sobre el tema al señalar, refiriéndose a la iglesia en Éfeso, en boca de nuestro Señor Jesús: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos”

En la Lectura Bíblica, la cita de Hechos muestra a Pablo despidiéndose de esa comunidad después de varios años de trabajo con ella, esto podría considerarse las semillas de la Palabra sembradas en la misma a través de la persona de Pablo, y ¿cómo ha sido esa siembra?, él mismo lo señala cuando dice como ha cumplido su comisión entre o que resalta (1) servir al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, (2) soportar las pruebas que le vinieron por las asechanzas de los judíos, y (3) anunciar y enseñar, públicamente y privadamente, acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Como se comentó, estas pueden considerarse las semillas de la Palabra que Pablo como parte de su comisión sembró en Éfeso.

Ahora bien, ¿qué fue lo que germinó de esas semillas?, ¿cuáles fueron sus frutos? La cita de Revelación, de la Lectura Bíblica, responde cuando, en palabras de nuestro Señor, reconoce el trabajo que ha hecho cuando le dice (1) que conoce sus obras, su arduo trabajo y su paciencia, (2) que sabe que no puede soportar a

los malos, probando a los que se dicen ser apóstoles, no siéndolo, y hallándolos por lo tanto mentirosos, y (3) que sabe cómo es que ha sufrido, ha tenido paciencia, y ha trabajado arduamente sin desmayar. Hasta ahí todo bien, pero en la cita en cuestión también va una recriminación: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”.

Sabemos, por la misma Palabra, que el andar por el Camino se hace en función, por así decirlo, de dos piernas: la fe y las obras. En este sentido es interesante que el reconocimiento que nuestro Señor hace de la iglesia de Éfeso incluye ambas cosas: la fe cuando le señala que sabe que dicha iglesia no puede soportar a los malos, probando a los que se dicen ser apóstoles, no siéndolo, y hallándolos por lo tanto mentirosos; las obras cuando le dice que las conoce, así como su arduo trabajo y su paciencia. Pero el reclamo no va hacia su fe o sus obras sino a la forma en que sutilmente se ha ido deslizando hasta perder aquello que se señala como su primer amor: el celo, el fervor, el deseo vehemente de cumplir con la voluntad de Dios.

Pero bueno, eso era para la comunidad de Éfeso, ¿verdad? Haz una prueba. Vuelve a leer ambas citas pero sustituye la expresión relativa a la iglesia de Éfeso por más ben la iglesia de Dios y mírala en el contexto actual, ¿realmente crees que eso sólo se escribió para la iglesia de Éfeso?

En la iglesia de Dios nos jactamos de tener la verdadera doctrina, de igual forma señalamos que nuestras obras van en función de nuestra fe, pero ¿y qué tal nuestro primer amor?, ¿sigue en nosotros existiendo, motivándonos, de manera individual o colectiva, ese celo, ese fervor inicial o nos hemos estado deslizando sutilmente hasta ser merecedores del reclamo de nuestro Señor?

Ve los programas de televisión y las películas del mundo que ahora vemos como congregación para nuestro entretenimiento, plagados de historias y personajes llenos de faltas y violaciones a los mandamientos de Dios que decimos obedecer

en la forma de mentiras, violencias, robos, fornicaciones, adulterios y demás, ¿no nos hemos deslizado?

Escucha las canciones del mundo que como parte del Cuerpo de Cristo escuchamos para recrearnos, es más: canciones seudo-cristianas que según esto nos van a edificar pero que tiene su origen en iglesias, congregaciones y denominaciones ajenas a nosotros, las primeras haciendo una apología del pecado, las segundas pervirtiendo la verdad contenida en la Palabra de Dios y las creencias fundamentales que como iglesia profesamos, ¿no nos hemos deslizado?

Mira la manera de vestirnos, de adornarnos, las modas del mundo que al respecto se han introducido a la grey, vestidos, adornos y modas que más que diferenciarnos del mundo tal pareciera que lo que buscan es que hacernos lo más parecido a él, ¿no nos hemos deslizado?

Pon atención en todas los aniversarios, onomásticos y festejos del mundo –repito: del mundo, no de la doctrina de la historia de la iglesia de Dios o con fundamento en la Escritura– que gustosamente hemos incorporado a nuestra vida como parte del Cuerpo de Cristo, prácticamente lo que nos pongan enfrente celebramos excepto, eso sí, el nacimiento de nuestro Señor, lo cual es correcto no hacerlo, pero absurdamente los argumentos para no hacerlo se aplican a todo lo otro que conforme al mundo sí celebramos, ¿no nos hemos deslizado?

Fíjate en esas explicaciones de las verdades escriturales que hemos tomado de otras corrientes religiosas o filosóficas a través de revistas, libros, audios o la misma red de la información, escudriñar todo y retener lo bueno es correcto pero si esbozamos esas explicaciones aún y cuando contradicen de manera clara, abierta y flagrante nuestros principios doctrinales, ¿no nos hemos deslizado?

Lo peor de todo lo anterior: que en muchas ocasiones, en vez de aceptar la corrección para nuestra edificación, nos esgrimimos como defensores de todas las posturas, ideas, creencias y actitudes comentadas anteriormente. De nuevo: ¿no nos hemos deslizado?

Las lecciones que nos propone nuestra iglesia no son meramente producto de la casualidad o de la coincidencia, son movidas por el Espíritu de Dios para entregar a Su pueblo la instrucción, corrección, edificación necesaria para hacerlo avanzar en el camino de la perfección y la santidad, en este caso, ante la situación atípica experimentada en la actualidad en todo el mundo debido a esta pandemia, ¿qué quiere nuestro Padre decirnos?

Quiero decirte una cosa: no es posible que el mundo nos tome la delantera como iglesia en las reflexiones a que esta pandemia motiva a todos. En programas de televisión, en periódicos, en las redes sociales, todas las voces del mundo se alzan para señalar que no se puede salir de esta pandemia igual que como se entró, ahora yo te pregunto ¿y la iglesia de Dios si debe salir de esta pandemia igual, sino es que peor, que como entró?

Programas de televisión, películas y canciones, manera de vestirnos y de adornarnos, celebraciones, aniversarios, onomásticos y festejos, explicaciones de las verdades escriturales y demás, ¿vamos a salir como iglesia de Dios de esta pandemia igual, repito: si no es que peor, que como entramos? Nomás te recuerdo la frase final de la cita inicial de Revelación: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para entender los tiempos que estamos viviendo sabiendo que, como dice Amos 3:7, Dios no hace nada sin revelar sus designios a los profetas, pero que necesitamos prestar atención a la instrucción, a la formación, a la corrección y

a la edificación, no durmiendo sino velando, aparejándonos para salir a recibir a nuestro Señor que ya viene, escuchando y aplicando Su llamado a recordar de dónde hemos caído, arrepintiéndonos y haciendo nuestras primeras obras para que el candelero no nos sea quitado, en otras palabras, reavivar ese primer amor, ese celo y ese fervor, que como hijos de Dios se espera de nosotros, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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