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30.ESMIRNA Y PÉRGAMO

ESMIRNA Y PÉRGAMO

“Esmirna y Pérgamo” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a ambas comunidades cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.

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El Texto Áureo de Mateo 10:22 permite entender lo que estas comunidades padecían pues el mismo señala que quienes se decidiesen en seguir a Cristo serían aborrecidos por todos pero de igual forma señala que quien perseverase hasta el fin ése sería salvo: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, éste será salvo”.

Sobre Esmirna, la Lectura Bíblica de Revelación 2:8-11, nos presenta a esa comunidad cristiana tanto para ser reconocida por nuestro Señor como para de Él recibir aliento.

Revelación 2 8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: 9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

Sobre el reconocimiento que la comunidad de Esmirna recibe por parte de nuestro Señor, la Lectura Bíblica consigna que éste se refería a las obra y la tribulación padecida señalando que aunque pobres físicamente eran ricos en tesoros celestiales.

Sobre lo que esta comunidad padecía, la Lectura Bíblica señala que la fuente de ésta eran las blasfemias de aquellos que se decían judíos sin serlo sino que más bien pertenecían a la Sinagoga de Satanás, con todo y todo, ¿a qué podría referirse esto?

Para entender esto hay que identificar que en el señalamiento de estos enemigos de la iglesia hay tres elementos: (1) blasfeman, (2) dicen ser judíos sin serlo, y (3) pertenecen a la Sinagoga de Satanás.

Sobre la blasfemia, esta se define como la adjudicación de las acciones de Dios a al Príncipe de las Tinieblas y sus espíritus inmundos. Esto podemos verlo cuando los líderes religiosos de Jesús decían que los milagros que éste hacía eran más bien por obra de los demonios, como señala Juan 10:20: “Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?”

Sobre el decirse judío sin serlo, si bien puede referirse a la situación meramente carnal el alcance de dicha expresión llega hasta cuestiones espirituales. Cuando los judíos de tiempo de Jesús le encararon diciendo que ellos descendían de Abraham, Él los enfrentó señalando que si así fuese las obras de Abraham harían aclarando que dado que lo rechazaban a Él más bien las obras de su padre el Diablo hacían, como señala Juan 8:39-41, “respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios”. De igual forma Pablo escribiendo a

los Romanos señalaba que no era judío aquel que lo fuera en la carne, sino más bien aquel que lo era en el corazón, como dice Romanos 2:28-29, “pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”. De esta forma, aquellos que se dicen judíos sin serlo, si bien puede referirse a su condición física, más bien se refiere a su condición espiritual: ajenos a la verdad, y no sólo ajenos sino incluso enemigos de ésta.

Por último, respecto a que estos que se oponían a la iglesia pertenecían más bien a la Sinagoga de Satanás, además de considerar lo anterior, podemos ver cómo es que el mismo Jesús, cuando Pedro quiso poner en Él la idea de no cumplir lo que sobre Su sacrificio redentor estaba escrito, lo rechaza identificándolo en ese momento como movido por el espíritu de Satanás, como dice Mateo 16:23, “pero él [Jesús], volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. Siendo así que quienes pertenecen a esta Sinagoga son aquellos que pueden identificarse como opuestos a la obra encomendada a la iglesia.

Juntando estos tres elementos podemos ver que aquellos que eran tribulación para los de Esmirna son los que, como falsos judíos, no muestran para nada ser descendientes de Abraham sino que por el contrario, como miembros de la Sinagoga de Satanás son ajenos a la verdad, propugnadores de doctrinas falsas y perseguidores de la iglesia, que en su tiempo le endilgaban a ésta que lo que estaba haciendo era movida, no por el Espíritu de Dios, sino por el espíritu del Diablo, con lo que incurrían en blasfemia.

Antes de pasar a la iglesia de Pérgamo permítase hacer un paréntesis para abordar un punto conflictivo señalado respecto de Esmirna en el versículo 10 de la Lectura Bíblica relativa esta iglesia: que la misma padecería tribulación diez días. ¿Por qué menciono que esto es conflictivo?, porque parecería contradecir la

Escritura que señala, como en Mateo 24:9-10, la tribulación que todos los integrantes del Cuerpo de Cristo padecerían durante toda la vida, no solo diez días, a lo largo de toda la historia de la iglesia de Dios, “entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán”, ¿cómo entender entonces esta sentencia? Para ello debemos verla desde el punto de vista histórico, simbólico y edificativo.

En profecía, los días mencionados siempre se refieren a años (Daniel 7:25; Revelación 12:6; Números 14:33-34; Ezequiel 4:6), es así que desde el punto de vista histórico esto se refería a una persecución que duraría 10 años. Alrededor del 303 el Emperador Diocleciano inicio lo que se conocería como al última gran persecución de la iglesia –entiéndase en este término a lo que devendría posteriormente en la iglesia romana-, dicha persecución en Occidente duró más o menos tres años con el ascenso de Maximiano como Augusto, pero en Oriente –lugar de donde eran todas las iglesias mencionadas al inicio de Revelación, donde seguía rigiendo Diocleciano, la persecución no terminaría sino hasta el 313, diez años después de iniciada, con el Edicto de Milán emitido por quien en ese entonces llegó a ser Emperador tato de Occidente como de Oriente: Constantino, curiosamente quien también reconoció a la religión cristiana –de la iglesia romana, se aclara– como la oficial del imperio.

Desde el punto de vista simbólico, la mención de que los días de la persecución son diez, apuntan a una totalidad, a algo que es completo en sí mismo, como en el caso de los Mandamientos de Dios que son diez. De esta forma, los diez días de la persecución simbólicamente apuntan a la totalidad de la historia de la iglesia de Dios, lo cual ha sido así desde su inicio y hasta nuestros días.

Por último, desde el punto de vista edificativo, considerando lo anteriormente dicho, los diez días de la tribulación apuntan a la vida personal de cada uno de los elegidos donde no sólo en toda su vida experimentarían persecución sino incluso

en cada momento de cada día, esto como resultado de las acechanzas del Enemigo, del Mundo y de la propia Carne.

Ahora bien, sobre Pérgamo, la Lectura Bíblica de Revelación 2:12-17, nos presenta a esa comunidad cristiana, al igual que la de Esmirna, tanto para ser reconocida por nuestro Señor como para de Él recibir corrección.

Revelación 2:12-17 12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. 17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

Sobre el reconocimiento que la comunidad de Pérgamo recibe por parte de nuestro Señor, la Lectura Bíblica consigna que éste se refería seguían fieles a Su nombre sin haber renegado de la fe, esto a pesar de estar en el mismo lugar donde se asentaba el Trono de Satanás. Sobre esto último, si Satanás es el padre de la mentira, el homicida desde el principio, como señala Juan 8:44, “vosotros

sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”, lógico será que lo que nuestro Señor recrimine a esta iglesia tendrá que ver con algunas actitudes de sus miembros que giran en torno a esto, es decir, adherirse a doctrinas falsas y ocasionar con ello la muerte espiritual de quienes así hacen.

Sobre esto último, la primera corrección a la que esta iglesia se hace merecedora gira en torno a que toleraba a algunos que sostenían la doctrina de Balaam referida principalmente a comer lo sacrificado a los ídolos y a incurrir en fornicación. Estos señalamientos puede referirse netamente a una cuestión material, pero dado que Pablo de manera inspirada en 1 Corintios 8 dice que no se incurre en falta si se consume en lo sacrificado a los ídolos –siempre y cuando esto no sea motivo de escándalo a los más débiles en la fe–, puede entonces considerarse que más bien se refiere a cuestiones espirituales, a saber: alimentarse de doctrinas ajenas a la iglesia de Dios e instruir con ellas a los miembros del Cuerpo de Cristo alejándolos de la verdad revelada.

La segunda corrección se refiere a que de igual forma toleraba entre los miembros de la comunidad a aquellos que sostenían la doctrina de los Nicolaítas. Nicolaíta (en griego νικολαιτων) quiere decir “triunfo sobre el pueblo” (de νικο, Nico, que significa dominio o conquista sobre otros y λαός, Laos, que significa pueblo, gente común, seglar o laico) y se refiere a aquella organización jerarquizada, ajena a la Escritura y a la iglesia de Dios, que en algunas comunidades que se alejaban cada vez más de la verdad comenzaba a tener vigencia y que devendría en poco tiempo en la organización jerarquizada característica de la iglesia de Roma.

En este punto quiero que prestes atención de algo. Todo el libro de Revelación gira en torno a la historia de la iglesia de Dios, estas iglesias representan, con sus fortalezas y debilidades, a todos los fieles que en todas las edades conformarían

al Cuerpo de Cristo, pero en estos primeros capítulos, sobre todo en las cartas dirigidas a las siete iglesias, puede verse su contraparte: la simiente de aquellas doctrinas perniciosas que en poco tiempo devendrían en la que más delante, en el capítulo 17 de Revelación, se conoce como la Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra: la iglesia romana y sus derivados

Ambas cartas, la dirigida a la iglesia de Esmirna y la dirigida a la iglesia de Pérgamo, tienen validez y vigencia en la actualidad: por un lado están aquellos en la iglesia de Dios que se esfuerzan por hacer la voluntad del Padre a los cuales la Palabra les reconoce ese esfuerzo, las obras que el mismo genera y las tribulaciones que por lo mismo aquellos se atraen; de igual forma están aquellos a los que la Palabra recrimina por oponerse a la Gran Comisión, por abrazar doctrinas ajenas al Cuerpo de Cristo y por extraviar a los hermanos en la fe. Cuidemos por ser del primer grupo y estemos muy atentos para no tolerar en ninguna forma y bajo ninguna circunstancia a los del segundo grupo cuidando no ser nosotros los que estemos en este último apartado.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para entender los tiempos que estamos viviendo sabiendo que, así como nuestros primeros hermanos en la fe, estamos llamados a padecer tribulación, pero sabiendo que las promesas dadas exceden con mucho lo que en este tiempo padezcamos, de igual forma cuidando el Cuerpo de Cristo de doctrinas y prácticas ajenas a la iglesia, no tolerando en ella lo que es contrario al llamamiento, entendiendo que el tiempo es corto y que la venida de nuestro Señor para pagar a todos según sus obras ya está a la vuelta, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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