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34.LAODICEA
from Comparto anexo mi más reciente libro en la línea del pensamiento cristiano “Cosas nuevas y cosas vie
LAODICEA
“Laodicea” hace referencia a lo que la Escritura consigna con relación a esa comunidad cristiana que pueden servir, como toda la Palabra, para nuestra instrucción, corrección, edificación, perfeccionamiento y santificación.
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La Lectura Bíblica de Revelación 3:14-22 presenta, en palabras de nuestro Señor Jesucristo, aquellas cosas que Él tenía que decir de esta congregación, tristemente, y a diferencia del mensaje a las demás iglesias, en este caso no hay nada que nuestro Señor le reconozca a esta comunidad, solamente cosas que merecen su severo juicio aunque, como en todos los casos, con un exhorto a la corrección.
Revelación 3:14-22 14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: 15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! 16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
De igual forma, el Texto Áureo de Revelación 3:19 arroja luz sobre el tema al señalar una realidad que a veces los elegidos no queremos ver: que nuestro Señor reprende y castiga a quien ama: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” .
Respecto de la Lectura Bíblica y sobre las características de esta comunidad merecedoras de reprensión por parte de nuestro Señor, según el versículo 17 son cinco aquellas cosas que de su parte son reclamadas: el ser desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos. Veamos cada una.
Respecto de ser desventurados, en Mateo 5:1-12, Jesús entrega aquella instrucción conocida como las bienaventuranzas, cada una de ellas plantea una situación, en ocasiones adveras para los creyentes, pero que es acompañada por una promesa, promesas que mueven a esperanza, de esta forma, al señalar que la comunidad de Laodicea era desventurada queda patente que la misma, tanto en la individual como en conjunto, no se identifica con ninguna de aquellas bienaventuranzas quedando por lo tanto sin la esperanza de aquellas promesas dadas al respecto.
Con relación a ser miserables, Pablo, en 1 Corintios 15:19, señala “si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres”, algunas versiones en vez de miserables dicen los más dignos de conmiseración o de lástima que para el caso es lo mismo. De esta forma la comunidad de Laodicea, al ser miserable, no tenía la promesa de la venida de nuestro Señor, de la resurrección para gloria de los muertos, y de la participación en el reino futro como reyes y sacerdotes, algo por demás digno de conmiseración, de lástima, haciéndolos los más miserables de los hombres.
En cuanto a ser pobre, nuestro Señor en Mateo 6:19-34, dijo a los de su tiempo, y en su figura a los cristianos de todos los tiempos: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. De esta forma, al ser la comunidad de Laodicea señalada como pobre, a pesar de las riquezas materiales de las que disfrutaba, implica que la misma no se había hecho de riquezas permanentes, tesoros en el cielo pues, por lo que no había nada al respecto que reconocerle.
Respecto de ser ciegos, el Salmo 119:105 señala “lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”, de esta forma, la condición de ceguera adjudicable a la comunidad de Laodicea implica que no tenían el entendimiento correcto de la Palabra, por lo que su andar en el Camino era errático, sin rumbo, peor aún: contrario a la voluntad de Dios.
Por último, con relación a estar desnudos, Mateo 22:1-13 presenta aquella parábola donde una persona que entra sin el vestido apropiado a unas bodas es reprendido por ello y echado fuera. Mediante el bautismo somos vestidos de Cristo, como señala Gálatas 3:27, y a través de poner por obra nuestra fe nos vamos vistiendo de lino fino, que son las acciones de los santos, como señala Revelación 19:8, de esta forma, al señalar respecto de la comunidad de Laodicea que ésta se encuentra desnuda, es que no tiene nada de esto que la Palabra señala como aquellas ropas de las cuales los santos debe estar vestidos.
Con todo y todo la reprensión deja un espacio para la corrección, como señala el versículo 18 de la Lectura Bíblica, en tanto se atienda a la instrucción entregada: comprar oro refinado y vestiduras blancas, así como limpiar los ojos para poder ver. El limpiar los ojos, dado su referente a poder ver, implica un entendimiento correcto de la Escritura, luego entonces apunta a la doctrina, a la fe; las vestiduras blancas son las acciones de los santos, como ya se comentó, por lo que este
referente apunta a las obras, a vivir conforme a la fe que se dice profesar; y en cuanto al oro refinado, esto apunta a aquellas pruebas que todo creyente debe pasar, algunas para edificación, otras para corrección, pero que finalmente el resultado es glorioso, como señala 1 Pedro1:7: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”.
Antes de concluir hay un punto de la Lectura Bíblica a considerar por lo enigmático de su presentación, esto es aquellos señalado en Revelación 3:15-16 que dice en palabras de nuestro Señor respecto de la comunidad de Laodicea: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”, ¿por qué es enigmático?, porque generalmente se entiende eso de frío o caliente como algo bueno o lago malo, los dos extremos caracterizados, pero si uno se fija puede darse cuenta que nuestro Señor aboga por que dicha comunidad fuera o bien fría o bien caliente, luego entonces ambas cosas son aceptables para nuestro Señor, de hecho requeridas, por el comentario, para salvación, siendo así ¿a qué puede referirse?
En Mateo 11:16-17, nuestro Señor recrimina a los de su tiempo diciendo: “Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis”. Si vemos los mensajes a las iglesias estos tienen lo mismo palabras de aliento, de reconocimiento, que palabras de condenación para corrección. Estas son las dos maneras en las que Dios trata con Su pueblo al poner delante de él, tanto en lo individual como en lo particular, bendiciones y maldiciones exhortando siempre a escoger la bendición, como señala Deuteronomio 30:19: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”. Hay personas, hay comunidades, que a través del aliento, del reconocimiento, son
impulsadas a mayor edificación, a ir avanzando en el Camino en pos de la perfección y la santidad; otras personas, otras comunidades requieren para eso el señalamiento de sus errores, juicios severos para venir a corrección; pero ¿qué pasa cuando, tanto en la particular como en lo colectivo no se responde ni al reconocimiento ni a la corrección, es decir, cuando no se es frío ni caliente?, pues que de parte de Dios ya no hay nada más que hacer siendo que quienes están en esa situación sólo pueden esperar, como señala Revelación 3:16, ser vomitados, es decir, ser echados fuera, condenados sin posibilidad alguna de remisión.
Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para que, mostrando nuestro celo, tanto en la profesión de nuestras creencias como en el actuar correspondiente, seamos, a diferencia de la comunidad de Laodicea, bienaventurados, gozosos, ricos, pudiendo ver y estando correctamente vestidos, tal como corresponde a todo hijo de Dios, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.