13 minute read

41.VENCIENDO

VENCIENDO

“Venciendo” hace referencia a lo que la Palabra declara referido a aquellos que venciendo pasan a formar parte de la familia de Dios.

Advertisement

La Lectura Bíblica de Gálatas 6 habla precisamente de aquella edificación mutua que entre hermanos nos debemos para ayudarnos unos a otros a alcanzar esa promesa de que venciendo seamos parte de la familia de Dios señalando que si alguno fuese encontrado en falta es necesario, de hecho: es una obligación, que aquellos que conforman el Cuerpo de Cristo, con humildad, mansedumbre y caridad, le corrijan.

Gálatas 6 1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 3 Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4 Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; 5 porque cada uno llevará su propia carga. 6 El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. 7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

11 Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano. 12 Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. 13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. 14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 15 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. 16 Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. 17 De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. 18 Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

De igual forma, el Texto Áureo de Proverbios 18:19 arroja luz sobre el tema al señalar la necesidad de hacer aquella corrección mencionada con humildad, mansedumbre y caridad para evitar ofender al hermano generando contiendas que para nada edifican y que por el contario generan obstáculos insalvables entre unos y otros: “El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar”.

El llamado a vencer es más que claro, esto por el hecho de que sólo aquellos que vencen pasan a formar parte de la familia de Dios, de hecho la familia de Dios conceptual y literalmente está conformada por los que vencen. Expliquemos esto.

Los estudiosos de la Escritura siempre se han quebrado la cabeza tratando de comprender qué representa la mujer de Revelación 12:1 vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada de estrellas: “apareció en el cielo una gran señal: una mujer

vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Unos dicen que es el Israel histórico pues Revelación 12:5 señala que dio a luz un varón que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro, “y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono”, lo cual es una imagen clara de Jesús, siendo que es el pueblo histórico de Israel de donde el Cristo proviene, pero esto no puede sostenerse ya que más delante se señala que persigue a sus otros hijos describiendo a éstos como aquellos que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús, “entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Revelación 12:17) siendo que el pueblo histórico de Israel sí cumple con lo primero pero no cumple con lo segundo. Hay otros que señalan que esa mujer es la iglesia de Dios ya que ésta sí guarda los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús, pero esto no puede sostenerse ya que el Mesías no nació de la iglesia de Dios, en todo caso fue la iglesia la que nació del Mesías, ¿entonces?, como se verá esta mujer representa a la familia de Dios, familia de Dios que en las Escrituras también se menciona como Israel, tanto carnal como espiritualmente hablando, pero que cuyo término debe entenderse a cabalidad.

Cuando uno lee la Escritura, encuentra en la misma admoniciones y promesas dadas a Israel, estas admoniciones y promesas pueden ser históricas (ya acontecidas), exhortativas (acontecidas o no pero que sirven de instrucción, de corrección, de edificación), o proféticas (que aún no han sucedido), pero en todos los casos el lector generalmente las ubica referidas única y exclusivamente al Israel carnal, físico y terrenal, sin darse cuenta que también aplican a la iglesia de Dios, pero más aún: apunta a la familia de Dios formada por los que vencen, para ello hay que entender el significado de Israel más allá del claro y evidente referido al pueblo judío. De esta forma, y como se comentará, hay que entender que en la Escritura, la palabra Israel puede referirse, sí, al pueblo carnal, físico y terrenal de

Israel, pero también hace referencia a todo aquel quien es llamado por Dios y llega a formar parte de Su familia.

Para ello es necesario referirse al primer momento en que aparece el nombre de Israel y lo que el mismo significa. Cuando el nombre de Jacob es cambiado a Israel, “y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel;[b] porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido “(Génesis 32:28), la misma Escritura explica su significado pleno. Israel viene de אלראל, Yisra'el, que significa El que Lucha con Dios, pero la Escritura completa el significado pleno al señalar en la cita dada que ese cambio se da no sólo por haber luchado con Dios y los hombres, en el caso de Jacob él había vencido, es así como Israel se refiere a El Que Vence, lo cual abarca tanto el Antiguo como el Nuevo testamento, es decir tanto al pueblo carnal, físico y terrenal de Israel como a los llamados a formar parte de la iglesia de Dios, es decir, en Israel nos estamos refiriendo a la familia de Dios conformada por todo aquel que vence.

Sobre esto, es interesante notar en el capítulo 6 de Gálatas, como es que Pablo hace mención al Israel de Dios (Gálatas 6:16). La carta va dirigida no al Israel carnal, físico y terrenal sino a la iglesia de Dios, de hecho es una admonición contra aquellos que querían llevar a los nuevos creyentes de nuevo a judaizar sometiéndose a las prescripciones que habían sido superadas por el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesús. “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la circuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios” (Gálatas 6:14-16). Así, Pablo, al referirse al Israel de Dios en un contexto ajeno al Israel carnal, físico y terrenal, se dirige a la iglesia de Dios, de hecho podemos decir, en la misma línea de lo ya comentado, que se dirige a todo aquel que siendo llamado llega a vencer pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28; cfr. Romanos 11:11-24).

De esto último es interesante que las cartas que Jesús por medio de Juan envía a las iglesias en Revelación siempre se refiere las promesas que esperan al que venza (Revelación 2:7, 11, 17, 26: 3, 5, 12, 21), siguiendo la tónica de lo expresado: al que llegue a ser Israel.

Con esta comprensión puede entenderse una profecía dada por Jesús que sigue desconcertando a los estudiosos de la Escritura.

Mateo 10:23 Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre.

Interpretaciones van e interpretaciones vienen respecto de la cita anterior, algunos más prudentes la obvian para no entrar en conflicto ya que la lectura de la misma es contradictoria a primera vista. Jesús, refiriéndose a la encomienda de proclamar el Evangelio, dice a Sus seguidores que si los persiguen en una ciudad vayan a otra, pero luego viene la profecía a la que se hace referencia: “porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre”. Es más que evidente que hace mucho, de hecho incluso en el tiempo de la iglesia primitiva, los discípulos de Jesús recorrieron todas las ciudades de Israel, incluso considerando que el exhorto a sus discípulos va dirigido a Sus seguidores de todos los tiempos es difícil argumentar que en la actualidad no se han recorrido todas las ciudades de Israel. Pero hay más, ya que esta cita estaría en contraposición con otra misma de Jesús cuando al enviar a Sus discípulos a predicar el Evangelio les dice “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8), así que aquí Jesús dice que Sus discípulos le serían testigos en toda –no parte- Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra, ¿entonces?, ¿los discípulos no acabarían de predicar

en todo Israel para cuando Jesús regresara (Mateo 10:23) o más bien si terminarían y no sólo con Judea y Samaria (Israel) sino incluso hasta las confines más recónditos de la tierra (Hechos 1:8)?, ¿cómo conciliar estas dos citas aparentemente contradictorias?

Vista de la manera tradicional donde Israel se refiera al estado judío el conflicto anterior subiste y de hecho no hay manera de resolverlo, pero con la comprensión referida a que Israel se refiere a El Que Vence puede entenderse la anterior profecía bajo una nueva luz donde la referencia a las ciudades de Israel es un indicativo de todos aquellos lugares alrededor el mundo donde vivieren en todos los tiempos aquellos que habrían de ser llamados a salvación en el presente siglo, así que parafraseando la cita ben pudiera decirse “porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de [Los Que Vencen], antes que venga el Hijo del Hombre”.

Cuando se lea en la Escritura admoniciones y promesas para Israel, hay que llevarlas a la luz de su significado como una exhortación personal a El Que Vence y tomarlas para la propia edificación, pues son dichas también para cada miembro de la iglesia de Dios, por el llamamiento del que se ha sido objeto, para ser acreditado entre los llamados y elegidos que son hallados fieles, “pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (Revelación 17:14) y contado entre los vencedores (Romanos 8:29-39; 1 Juan 5:4-5).

De esta forma, la mujer de Revelación 12:1 representa a la familia de Dios, formada tanto por el Israel histórico como por el Israel de Dios –por eso las características de ambos reflejadas en Revelación 12, pero ¿Por qué la mujer esta vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada de estrellas?, para ello hay que remitirse al primer momento en que el sol, la luna y las estrellas aparecen en la Escritura y esto es al momento de su creación.

Génesis 1:14-19 contiene el momento de la creación del sol, la luna y las estrellas al cuarto día cuando señala que Dios dijo “haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años”, esto apunta a la finalidad de las lumbreras que fueron hechas, es decir, para servir de señales para las estaciones, para días y años. Lo interesante de esto es que la palabra estaciones se ha traducido del hebreo וּל֣עֹֽנאוּ, ū·lə·mō·w·‘ă·ḏîm, que significa más bien convocaciones. El calendario bíblico fue diseñado para que con el sol y la luna pudiera señalarse cuando iniciaban los años y los meses, de igual forma cuando iniciaba y terminaba cada día, pero de igual forma para saber cuándo debían observarse las festividades que Dios había decretado como parte de Su pacto para con Su pueblo. De esta forma hay una relación muy estrecha entre las lumbreras –el sol y la luna–, las fiestas de Dios –las cuales simbolizan el plan de Dios para con la humanidad– y Su pueblo –conformado por los que vencen–, relación que tiene su culminación en la descripción de la mujer de Revelación ya mencionada, pero ¿cuál es esa relación?, que los que vencen son aquellos que han pasado por el proceso conformado por las sombras que representaban las fiestas de Dios, reguladas por el sol y la luna, y que en la mujer de Revelación 12:1 de manera simbólica dicho proceso culminado se presenta como el sol y la luna que acompañan a la mujer. ¿Y las estrellas?, el doce es un número que apunta a gobierno, autoridad –doce fueron las tribus de Israel cada una con un príncipe a la cabeza y doce fueron los Apóstoles dejados por nuestro Señor para cuidar su rebaño–, mientras que en Revelación 4:4 aparecen veinticuatro ancianos que representan a los dos Israel, el histórico del Antiguo Testamento y el de Dios del Nuevo Testamento, en la mujer de Revelación 12:1 solo apareen doce estrellas simbolizando esa unión de los dos pueblos que por el sacrificio redentor de nuestro Señor fueron hechos uno. Con esto puede entenderse por qué al establecerse el Reino de Dios en la tierra, conforme lo presenta Revelación 21, no se menciona a Israel ni a la iglesia de Dios sino a la Nueva Jerusalén –la cual por cierto incluye características de

ambos– ya que la misma representa, no al Israel histórico ni al Israel de Dios, sino a la familia de Dios.

De esta forma la mujer de Revelación vestida de sol, con la luna a sus pies y coronada de estrellas se refiere a la familia de Dios conformada por el Israel histórico y el Israel espiritual, cuyos miembros han alcanzado la madurez espiritual al haberse cumplido en ellos el proceso pensado por Dios y simbolizado por las siete fiestas de Dios decretadas por Dios para con Su pueblo como parte de Su pacto, fiestas regidas por el sol y la luna, llegando ambos pueblos a ser uno en la forma de la familia de Dios, conforme al plan que Dios idea desde la eternidad para con la humanidad.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en el entendimiento de que estamos llamados a formar parte de la familia de Dios como los que vencen, siendo esto requisito para aquello, siendo para ello menester crecer en el conocimiento de Dios y Su Hijo y poner por obra esa fe que decimos profesar, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

This article is from: