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38.PERSONAS Y COSAS SANTAS

PERSONAS Y COSAS SANTAS

“Personas y cosas santas” hace referencia a lo que la Palabra declara de aquellos sujetos o bien aquellos objetos que han sido apartados para el servicio exclusivo a nuestro Dios.

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La Lectura Bíblica de Éxodo 3:1-14, referida con el llamamiento de Moisés, ejemplifica la cuestión de las personas y cosas santas ya que en dicha relatoría podemos ver en la figura de Moisés lo primero mientras que en la figura de la tierra que Moisés pisaba lo segundo.

Éxodo 3 1 Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a

los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. 11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. 13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

De igual forma, el Texto Áureo de Levítico 11:45 arroja luz sobre el tema al señalar de manera clara, objetiva y concreta, el objetivo de nuestro llamamiento: ser santos como nuestro Padre lo es: “Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo”.

Éxodo 26:31-34 nos presenta las dos secciones en que estaba dividido el Tabernáculo: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo: “También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo”. Así como el Atrio del Tabernáculo representaba la era de la Ley, el Lugar Santo representaba la era de

la iglesia mientras que el Lugar Santísimo representa la era del Reino de Dios. Esos tres espacios son de manera general las tres etapas del plan de Dios para con Su familia, ¿y qué tiene que ver con nosotros?, veamos.

Éxodo 28:1-2 señala las prendas que en su momento se confeccionaron para que Aharon ejerciese su ministerio como sacerdote, “harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón. Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura”, de igual forma nosotros, como señala Gálatas 3:27, por el bautismo hemos sido revestidos de Cristo, “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Por su parte Éxodo 28:36-38, “harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. Y la pondrás con un cordón de azul, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra estará. Y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su frente estará continuamente, para que obtengan gracia delante de Jehová” y Éxodo 29:6, “y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa”, señalan como es que en la cabeza Aharón llevaba, como parte de su indumentaria como sacerdote, una mitra con una diadema, en este sentido a nosotros, inmediatamente después de bautizarnos, se nos han impuesto las manos en la cabeza para recibir de esta forma el Espíritu Santo de nuestro Dios. Visto de esta manera nosotros también hemos sido llamados a ser santos e investidos para desempeñar con la dignidad debida dicho ministerio.

Es precisamente el Espíritu Santo de nuestro Pare el que, como señala Mateo 1:18 y 20 y 3:11, el que nos da la vida y el que, como señala Lucas 1:57 y 67-69, el que nos da el entendimiento para comprender los designios de Dios y la fuerza para avanzar en el Camino.

Esa comprensión y ese avanzar tiene su referente en la Ley de Dios, siendo que de todos los mandamientos el cuarto, la observancia del Sábado, funge como mandamiento señal, ¿por qué?, porque para guardarlo se requiere entender y aplicar los tres primeros –no tener otros dioses aparte de Dios, no hacerse imágenes de Él y no tomar Su nombre en vano–, de igual forma le da sentido a los últimos seis que establecen nuestra relación con el prójimo ya que de igual forma es imposible observarlo si no honramos a los padres, si mentimos, robamos, matamos, cometemos adulterio o codiciamos.

Por cierto, respecto del cuarto mandamiento, es interesante que Génesis 2:3 señale que Dios lo bendijo y lo santificó, “y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”, pero a nosotros sólo se nos pida santificarlo –de nueva cuenta: hay que recordar que santificar es apartar algo o alguien en este caso para uso exclusivo en el servicio de Dios–, ¿por qué se menciona que esto es interesante?, porque Dios ya ha bendecido el Shabat, pero uno se apropia de esa bendición cuando lo santifica, es decir, cuando lo guarda, lo aparta, conforme Dios lo ha establecido según Éxodo 20:9-11 y no sólo en cuanto a la Palabra sino también en cuanto al Espíritu.

Éxodo 20 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 más el séptimo día es Shabat para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el Shabat y lo santificó

De esta forma la manera en que al bautizarnos y recibir el Espíritu de Dios hemos sido investidos para ministrar según el llamamiento que hemos respondido, la manera en que observamos la Ley de Dios, con el mandamiento insignia de

guardar el Shabat, nos va edificando para alcanzar las promesas representadas por el Lugar Santísimo comentado al inicio. Lo curioso de esto es que los siete días de la creación están íntimamente relacionados con las siete fiestas que Dios decretó para Su pueblo como parte de Su pacto, fiestas que representaban el plan de Dios para con su familia, estando la Pascua, Cristo, relacionada con el primer día creativo cuando la Luz es creada, mientras que Tabernáculos, la última fiesta que simbolizaba a Dios viviendo en medio de Su pueblo, está relacionada con el séptimo día creativo cuando Dios establece el Shabat, un día de gozo, paz y edificación.

Zacarías 8:3 contiene una profecía para Jerusalén y el Monte de Dios, “así dice Jehová: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad”, relativa precisamente a ese Shabat que iniciará en el Milenio, con el establecimiento por Cristo del Reino de Dios en la tierra pero que llegará a su plena realización después de éste cuando el Hijo entregue todo al Padre siendo así Dios todo en todo, como señala 1 Corintios 15:24, “luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”. Ese será el momento en que se habrá llegado al Lugar Santísimo, cuando Cristo haya sido formado en nosotros, como señala Gálatas 4:19, “hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” y hayamos llegado a Su estatura perfecta, como dice Efesios 4:13, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, reflejándole a Él quien es imagen del Dios invisible, como indica Colosenses 1:15, “El [Cristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”.

Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para vivir en la santificación requerida por el llamamiento al que hemos respondido, entendiendo que hemos sido vestidos de Cristo y recibidos el Espíritu

de Dios para vivir conforme a la voluntad de Dios expresada en Su Ley, Ley a la que el Shabat da Luz, sabiendo que en la medida que avancemos en el Camino permitiendo que Cristo sea edificado en nosotros, estaremos siendo habilitados para alcanzar las promesas de ese Shabat que iniciará con el establecimiento del Reino de Dios en la tierra cuando hallamos pasado del Lugar Santo, la era de la iglesia, al Lugar Santísimo, la era de la familia de Dios cuando Él habite entre nosotros, con Su Pueblo, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.

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