desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”. Ahora bien, Pablo no decía esto para que los demás lo acataran sino que lo exponía con autoridad pues él mismo así había vivido: “Pues vosotros mismos sabéis cómo debéis seguir nuestro ejemplo, porque no obramos de manera indisciplinada entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que con trabajo y fatiga trabajamos día y noche a fin de no ser carga a ninguno de vosotros; no porque no tengamos derecho a ello , sino para ofrecernos como modelo a vosotros a fin de que sigáis nuestro ejemplo”.
La diferencia entre trabajar en el mundo y trabajar por el mundo es grande, la primera usa lo que se nos ha dado para responder al llamamiento del que se ha sido objeto, es decir a través del tener llegar al ser, el segundo busca en las cosas del mundo ese logro, esa satisfacción que sólo puede provenir de la vivir en la verdad revelada, es decir, a través del ser llegar a tener. Lo primero trae vida, lo segundo muerte “pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?”, ya que “hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final es camino de muerte”. Estamos llamados a ser triunfadores, pero no haciéndonos de “tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan; [sino de] tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuviere [nuestro] tesoro, allí estará [nuestro] corazón”, después de todo triunfar pero perder la esencia de uno es pagar un precio muy alto por el éxito.
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