Los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo tenemos muy claras las promesas que hemos recibido: llegar a formar parte de la familia de Dios como sus hijos. Con todo y todo ¿alguna vez te has puesto a pensar cómo es que las promesas del Padre exceden con mucho la expectativa de alguien que acepta a Jesús como su Señor y Salvador comparada con la expectativa de alguien que lo rechaza?
¿Cuál es la promesa para los redimidos?, ¿y para los pecadores?, hay quienes creen que ambos tendrán vida eterna, los primeros gozando y los segundos sufriendo, pero ¿qué dice la Escritura? “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, si uno se fija, ambos resultados se presentan de manera excluyentemente contraria con la expresión “más la”, es decir, una cosa no solo es diferente sino contraria a la otra. Por lógica básica, mínima, elemental, si la dádiva de Dios es vida eterna, luego entonces la paga del pecado, la muerte, no puede ser lo mismo aunque se le aderece con penas, de esta forma, si uno cree a lo que la Escritura señala, simple y sencillamente “la paga del pecado es muerte”.
De esta forma quien rechaza el sacrificio redentor de Jesús tiene una expectativa que presenta un límite pues la misma termina cuando cesa toda su existencia; por 38