Cuando referido al llamamiento al que hemos respondido hablamos de sueños, no nos referimos a ilusiones o fantasías sino a las promesas concretas que hemos recibido y las cuales nos animan a avanzar en el Camino para alcanzarlas.
Si bien la salvación nos es dada por gracia, no por nuestros méritos o esfuerzos, de igual forma se nos insta, una vez siendo salvos, a esforzarnos por alcanzar las promesas que se nos han dado.
Esto es importante considerarlo pues si uno confunde una cosa con la otra puede creer que la salvación la obtenemos por nuestras obras, lo cual no es así, o que una vez salvos ya no tenemos que esforzarnos para nada lo cual tampoco es cierto. El “esfuérzate y sé valiente” es un exhorto escritural que se nos es dado a todos los que hemos venido a salvación y forma parte del carácter que el Padre desea desarrollar en cada uno por su Santo Espíritu que en nosotros mora.
En su segunda carta a los de Corinto, Pablo escribiendo sobre esto les exhorta diciendo “como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios 80