Hay un dicho muy común que señala que a la oportunidad la pintan calva, esto como una analogía de alguien que pasa y al cual se le dificulta agarrarlo de los cabellos al carecer de él. Creo que hay mucho de verdad en ello y es por eso que uno debe estar preparado, de otra forma, aunque la oportunidad esté calva, al menos no estaremos nosotros mancos para poder intentar aprovecharla.
En el caso de los elegidos es exactamente igual pues en el ahora tenemos la oportunidad que se nos ha brindado por el llamamiento al que hemos respondido, oportunidad que conlleva las promesas que se nos han hecho pero que a la vez implican que nos esforcemos por alcanzarlas, como escribe Pablo a los hebreos “mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos”
¿Y cómo podríamos estar preparados para aprovechar la oportunidad que se nos ha dado? Pablo, escribiendo a los de Éfeso, les describe lo que se conoce como la armadura de Dios: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo […] Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con 86