Laberinto No.1036 (22/04/2023)

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Anne Carson: restituir la voz de las mujeres

Suplemento cultural de MILENIO LABERINTO
Luis Arturo
EFE SÁBADO 22 DE ABRIL DE 2023 AÑO 19 - NÚMERO 1036 HOMBRE DE CELULOIDE FERNANDO ZAMORA James Gray y el Armagedón Foto: Focus Features EL ATLAS DE PANDORA IRENE VALLEJO No amarás Ilustración: Román
Guichard/ FOTOGRAFÍA:

EN EL BANQUILLO

MILLS

Estantes R

elativizar las dimensiones de la tragedia no me resultará sencillo mientras no logre resignarme a los términos del trueque: “lo tuyo no es tan malo pues lo otro es peor”. Supongo que un remedio para mitigar el desequilibrio sería releer —como suele decirse— a los clásicos. En el departamento donde vivo hay diversas colecciones desperdigadas en los libreros: los Harvard Classics de Charles W. Eliot, los libros verdes de José Vasconcelos, la Biblioteca Ideal de Alfonso Reyes y Germán Arciniegas o los volúmenes de The Great Books Foundation, un ambicioso proyecto de lecturas que se debe prolongar a lo largo de varios cursos; a cada uno le corresponden 16 tomos de 16 autores distintos y un color específico, salvo en el caso del programa de inicio, compuesto por un manual que explica con minucia las bases de “nuestra civilización” y una serie de cuadernillos introductorios. Mortimer J. Adler y Robert Hutchins crearon este instituto de clásicos en Chicago en 1947. Su propósito era que adultos de cualquier carrera o ninguna aprendieran a estudiar y debatir, de preferencia en grupos y sin intermediarios especializados. Adler fijó reglas: “lean con esmero; preparen sus preguntas; exprésense con libertad; sean concisos; no permitan que la discusión se desvíe; manifiesten su desacuerdo siempre de modo cortés; no pierdan tiempo con los datos: son indiscutibles; hablen acerca del libro, no de lo que otros han dicho de él, y analicen las ideas del escritor, no su vida ni su época”. La colección —ediciones de la década de 1950— le perteneció a mi mamá. El primer volumen del curso del cuarto año (fragmentos de Las analectas de Confucio) tiene una nota suya a lápiz: Confuciustaughtnothingwhatever aboutanygod. Quizás ella intentó organizar reuniones de lectura con amistades en su casa de Coyoacán y al cabo se dio por vencida, como sucede a menudo con los clásicos, que sin duda se leen con “previo fervor”, como dijo Borges, pero también, al menos yo, con previa angustia, miedo a sucumbir bajo una pesada, nerviosa distracción. Concuerdo con el argumento irrebatible de Italo Calvino de que es mejor leer a los clásicos que no leerlos. Pero eso no simplifica la tarea. Según el libro del Renacimiento el problema acuciante del siglo XV fue armonizar la fe cristiana con la cultura grecolatina. “Puesto que solamente los clásicos facilitaban un sólido saber, conocerlos no podía menos que formar parte de la enseñanza; sin embargo… eran paganos que no habían recibido las aguas del bautismo y estaban condenados al fuego eterno, por su impiedad e inmoralidad”. Se podría establecer un tosco paralelo: son aún paganos esos autores con respecto a la intensa fe secular de la corrección política: no nos reflejan ni nos incluyen. Por lo demás, la fila es enorme: los clásicos antiguos, los recientes y mi perpetuo retraso. “¡No terminaste el Ulises de Joyce!” —exclama un amigo—. “Yo lo he leído dos o tres veces”. No me atrevo a interrumpir su risa _

HOMBRE DE CELULOIDE

Entre Reagan y Trump

Un director estadunidense nominado cinco veces a la Palma de Oro y ganador del León de Plata en Venecia que, sin embargo, no ha sido nominado al Oscar tiene que ser un artista independiente. Neoyorquino, para más señas, pero educado en California, lo cual significa que usa presupuestos grandes, pero busca la intimidad y no el fuego artificial. El director es James Gray, conocido por Ad Astra (de la cual hablamos aquí), La inmigrantey LittleOdessa. Todas ellas, joyas del cine independiente en las que, en tanto artista visual, toca los temas que le son propios: la condición de expatriado, la injusticia social y el enfrentamiento entre el padre y el hijo.

En forma muy personal todo vuelve a estar dispuesto en esta extraordinaria película: El tiempo del Armagedón (disponible en Apple y en Izzi TV). El tiempo del Armagedón sigue la tradición del cine de amor y nostalgia (la felliniana Amarcord) y, además, hace suya la narrativa clásica de su país. Con algo de Tom Sawyer, heredera de Charles Dickens y con temas de El guardián entre el centeno, Gray cuenta, en El tiempo delArmagedón, la historia de un niño de familia que se hace amigo de un muchachito negro que está repitiendo el sexto de primaria. Hay

un detalle sutil que vale la pena notar: Paul, el niño de familia, admira a Muhammad Ali. Lo sabemos por un afiche, lo cual indica que para admirar EltiempodelArmagedón hay que abrir los ojos y disfrutar de una pequeña y sutil historia de amistad que, además, sirve al director para recuperar su infancia. Y es que parece haber en el aire la sensación de que hay algo que históricamente se está acabando. Por eso, quizá, los cineastas vuelven a su infancia para meditar la historia del mundo. La niñez de Gray sucede en torno al triunfo de Reagan y el miedo a la guerra nuclear. Se trata, en efecto, del tiempo del Armagedón, de la batalla final que cíclicamente destruye nuestra civilización para recrearla de nuevo. En ello estriba la importancia y la actualidad de esta magnífica película; más allá de que resulta entrañable, nos confronta con este, nuestro tiempo y nos recuerda que no puede haber buen cine si está mal actuado. Aquí se lucen Anthony Hopkins, haciendo

todo lo posible por no ser el mismo de cada película, y el niño Banks Repeta. El duelo actoral recuerda, por su fuerza, el que tuvieron De Niro y Di Caprio en This Boy’s Life de 1993: un actor consagrado consigue asombrarse ante un pequeño actor que demuestra que nació para hacer eso, cine. Pero cine de verdad, cine tan personal como lo mejor del gran arte que entretiene y asombra. Gray, cuyo origen étnico es ucraniano y ruso, nos presenta en el clímax de la película a la familia de Donald Trump. Así, el final de Eltiempodel Armagedón llega ante nosotros con la contundencia de un bildungsroman, una película de crecimiento espiritual que sugiere que tal vez eso que sentimos que está acabando comenzó justamente en la década de 1980, con Reagan, pero que va a volver a llegar, pronto, con Donald Trump. La infancia de Gray, narrada así, nos concierne a todos porque trata del futuro del mundo y también de nosotros mismos; siempre que nos atrevamos a pensar en el niño que hemos sido y en el adulto que queremos ser. Paul decide dar la espalda al statu quo y se atreve a ser como Muhammad Alí. Hoy, ya adulto, en esta película parece estarse mirando una cicatriz y él, artista, nos cuenta la historia de cómo esa herida llegó ahí. _

-02- 22 DE ABRIL 2023 ANTESALA
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA FOCUS FEATURES
La infancia de Gray nos concierne a todos porque trata del futuro del mundo
El tiempo del Armagedón. James Gray. Estados Unidos, 2022.
Concuerdo con el argumento de que es mejor leer a los clásicos que no leerlos

POESÍA

Mecanismos del viento

MERCEDES LUNA FUENTES

A José Luis Martínez S. el paraíso es un ser amante de la huida mas una mañana llega

es un barco que se instala

en la arteria del ojo

días después

adivinaremos un olor a acero y mar

en la lágrima del bostezo el paraíso es un arrecife que nace bajo el pie desnudo en el sueño           mientras las hojas blancas y la tinta           mueven sus cuerpos dentro           del latido ajeno al mundo el paraíso desprendió todas sus partes secretas y desconocidas las diseminó en el tiempo para nuestra fortuna es entonces que al cruzar la calle al abrir puerta o libro un vendaval nos trae su textura áspera su levitar sobre las aguas su olor su fortuna sus manos

Este poema forma parte de un libro en preparación.

EX LIBRIS

ESCOLIOS

¿Censura mala y buena?

ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @Sobreperdonar

El estremecedor episodio es muy conocido: en 1933 Osip Mandelstam recitó a sus amigos un breve poema contra Stalin. El poeta fue delatado, encarcelado y luego desterrado a una tierra de nadie en donde, acosado por el miedo y la enfermedad, quizá ya chiflado, escribió una oda a su verdugo para contentarlo. Ni siquiera este acto de rendición, que pasaba del repudio al culto, libró al poeta de su trágico final. En Contralacensura, J. M. Coetzee utiliza el martirio de Mandelstam para ilustrar las formas más crueles de castigo al escritor incómodo. Se supone que la censura es un conjunto de normas jurídicas que buscan inhibir la concepción o evitar la circulación de textos “indeseables”; sin embargo, en muchas ocasiones la censura “evoluciona” hasta un clima de terror, fractura social, paranoia y asedio, que lleva al escritor a literalmente tragarse sus palabras, dando la razón y halagando a sus censores. De esa capacidad de reventar a sus críticos (piénsese en los numerosos y delirantes casos de delación, fratricidio, autocensura y autoinculpación en el siglo XX) se ha alimentado el ego de muchos déspotas. Puede hablarse de testimonios de censura desde los albores de la escritura; sin embargo, a decir de Coetzee, la censura moderna aparece en el momento en que muchos artistas e intelectuales, apoyados por el poder de la imprenta, por un naciente mercado de lectores y por una mitología gremial se empeñan en desafiar los poderes. A partir de entonces, en distintas latitudes y tipos de regímenes, se han dado recurrentes episodios de censura (algunos cándidos y ridículos, otros pavorosos) y batallas recurrentes por la libertad de expresión artística.

Si bien las principales manifestaciones de censura artística provienen de los poderosos, siempre hipersensibles y vulnerables ante la crítica, en las décadas recientes también ha surgido otro tipo de censura, que busca reputarse buena, y que está ligada a lo políticamente correcto. Esta censura progresista actúa en nombre de comunidades históricamente humilladas y ofendidas a las que (a veces sin consultarlas) dice representar y defender. Esta censura es especialista en detectar expresiones o manifestaciones del gusto en la literatura y la vida cotidiana asociadas a supuestos episodios traumáticos de dominación y abuso histórico. De ahí los recientes actos de justicia retrospectiva que expurgan y aliñan textos literarios incorrectos (los de Roald Dahl y Agatha Christie, por ejemplo) a fin de quitarles el aguijón de su poder ofensivo contra determinados sectores. Desde luego, es fundamental reconocer, señalar y contextualizar los prejuicios enquistados y evitar la perpetuación de cualquier tipo de agresión histórica; sin embargo, es importante también esgrimir equilibrio analítico y sentido común para evitar que la censura retrospectiva anule la posibilidad del encuentro entre opuestos que implica la lectura y entronice las actitudes mecánicas de suspicacia, rencor y revancha. _

-03- 22 DE ABRIL 2023
EKO ANTESALA
Sisifolias/
De la capacidad de reventar a sus críticos se ha alimentado el ego de muchos déspotas

El estudioso de la obra de Anne Carson revela ensayo los mecanismos con los cuales la poeta explora las posibilidades y las trampas del La voz de la Casandra posmoderna

LUIS ARTURO GUICHARD* FOTOGRAFÍA LANNAN FOUNDATION

n el siglo III a.

C., un poeta del que no se sabe nada más, Licofrón de Cálcide, escribió un poema absolutamente posmoderno en que Casandra, la hija adivina de Príamo, hablaba como uno esperaría que hable un ser humano poseído por un dios: con el cerebro y los sentidos a punto de explotar, inventando la mitad de las palabras y masticando las demás hasta la deformación, con una sintaxis delirante y todo, absolutamente todo, transformado en oscuros enigmas. Vale la pena aprender griego solo para leer ese poema, cuyas ediciones tienen un cuarto de notas explicativas por página, y que Manuel Fernández Galiano, quizá el mejor traductor de poesía griega del siglo XX, logró verter en perfectos alejandrinos. Para los antiguos, ser poseído por un dios no era una cuestión metafórica como puede serlo para nosotros, sino algo brutalmente físico. Lo más cercano que podríamos experimentar hoy en día sería que nos conectaran a una computadora y de golpe nos vaciaran toda la información existente. Ya antes de Licofrón, el propio Esquilo, en el magistral monólogo de Casandra en el Agamenón, intentó reflejar este estado: al principio de su discurso, Casandra habla en una lengua inexistente, que no es ni el griego de sus captores ni la lengua anatolia de su natal Troya. Casandra lo sabe, literalmente, todo. La paradoja es que lo sabe en los momentos de posesión en que el dios habla a través de ella, en los momentos en que está conectada a la supercomputadora y su cerebro está a punto de explotar; su len-

Eguaje, en esos momentos, no es accesible para el no iniciado: lo sabe todo, pero nadie la entiende. El coro, que dialoga con ella, se queja de que no comprende sus “palabras enfermas”. Y de pronto, en medio del discurso, el dios que habla a través de ella, Apolo, le concede algo inédito para un profeta, hablar claro: “Con certeza mi oráculo ya no a través de los velos/ habrá de mirar, como una novia recién casada,/ mas parece que brillante hacia el sol naciente/ se lanzará espirando, de modo que, como ola,/ arrastrará hasta sus rayos este penar que es mucho/ mayor. Te lo explicaré ya sin enigmas” (Agamenón, versión de David García, 2021).

La profecía oscila entre la verdad intraducible a lenguaje humano y el don de la claridad. Anne Carson ha hecho de este pasaje de Esquilo una especie de emblema de su quehacer poético: probablemente no hay nadie en la poesía reciente que haya explorado las posibilidades y trampas del lenguaje como Carson. En Flota (2016; versión española de J. Doce y A. Catalán, 2019), en un capítulo titulado “Casandra flotar puede”, hace una sugerente comparación entre Casandra y Gordon Matta Clark, el artista que intervenía edificios “rebanándolos” para luego destruirlos, y se detiene en una de sus obras más oscuras y apasionantes: como homenaje a su hermano muerto, Matta cava un pozo en un sótano de París, al que pone una escalera tallada para descender. Cuando llega al fondo, comienza a cubrirlo de nuevo hasta que la “obra” desaparece: lo único que queda es lo que el “público” pudo ver a través del ventanuco que da a la calle y unas fotografías que alguien tomó. El “público” estaba tan en ascuas y tan confundido como el coro que escuchaba a Casandra.

En ese mismo libro, Carson hace un genial experimento sobre las fronteras de la traducción: al fin y al cabo, lo que la pobre Casandra intenta (y finalmente logra por gracia del dios) es poner en lenguaje humano algo que no lo es, es decir, una forma de la traducción).

Carson intenta varias traducciones imposibles de un bello fragmento del poeta mélico Íbico, que pongo aquí en mi propia traducción: En la primavera florecen los membrillos de Cidonia, regados por las corrientes de los ríos, ahí, en el jardín inmaculado de las doncellas, y retoñan los brotes de la vid. Pero el amor no está quieto para mí en ninguna estación: igual que bajo el relámpago y el fuego el Bóreas de Tracia se agita dejando atrás Chipre con indomable fuerza enloquecida, así, sin piedad, oscuro, invencible, devora mi corazón desde el fondo.

Las “traducciones” de Carson son las siguientes: una usando solo las palabras que aparecen en el poema “Constancia de mujer” de John Donne; una con palabras del archivo del FBI dedicado a Bertolt Brecht; una usando las palabras de la página 47 de Finaldepartidade Samuel Beckett; una con palabras de Conversaciones con Kafka de Gustav Janouch; una usando solo nombres de estaciones y señales del metro de Londres, y una usando palabras del folleto de instrucciones de su horno de microondas (modelo Emerson 1000W). Copio aquí la última de ellas en la versión de Doce y Catalán:

En los bocados y aperitivos     calientes, por un lado, las salsas     de soja, Barbacoa, Worcestershire o de carne, al estar condimentadas con pimentón donde una apariencia dorada es deseable y bajo el tubo magnetrón galletitas pastosas, envueltas en tocino, se endurecen.

Por otro lado, una tortita     congelada no quedará crujiente. Al contrario, más bien, como ondas de radio, burbujeando, salpicando, acompañada por tu    frotarte las manos,

-04- 22 DE ABRIL 2023
DE PORTADA
A la memoria de la poeta Marta Agudo

revela en este poeta canadiense lenguaje posmoderna

sin agujerear la envoltura     de plástico, sin reorganizar las piezas     a la mitad, sin usar el recipiente de palomitas     del microondas, te abrasará de inmediato la nariz.

En la poesía de Carson el lenguaje gira hacia resultados inesperados, tal como pasa en esta “traducción”: hay casi siempre lo que podríamos llamar una interferencia, o más bien, un conjunto de interferencias que al mismo tiempo celebran las posibilidades del discurso y muestran sus limitaciones. Es exactamente lo que le sucede a Casandra. La obra de Carson en español ha sido traducida casi toda ella por la también poeta Jeannette Clariond, que ha venido publicándola desde hace años en la editorial Vaso Roto. Una de las obras centrales traducidas por Clariond es Nox, publicada originalmente en 2010. Como es sabido, nox significa “noche” en latín. El libro es en sí mismo un objeto: una caja rectangular dentro de la cual hay un cuaderno que intercala recortes de periódico y de libros, fotos, postales, memorabilia de todo tipo acerca del hermano desaparecido de Carson. La edición de Vaso Roto (2018) reproduce al milímetro la original de New Directions: vista desde fuera tiene la forma de una estela funeraria griega, con la figura del difunto al frente, en el lugar que en el monumento ocuparía el bajorrelieve. Carson lo define como un “epitafio en forma de libro”. Para la mentalidad antigua es una estela funeraria, pero es obvio que para la contemporánea da la impresión de un ataúd o un cofre. Carson suele usar estos dobletes conceptuales, que le permiten su formación como profesora de Filología Griega. En la antigüedad griega y romana, el cuerpo del fallecido era cremado y se colocaba en una urna que se enterraba al pie de la estela funeraria, en la que solía haber un bajorrelieve alusivo (casi siempre una escena de despedida) y un epigrama de unos cuantos versos acerca del difunto. Si la persona en cuestión había muerto lejos de su casa, como ocurría a menudo con comerciantes o marineros, el cuerpo solía cremarse y enterrarse ahí donde sucedía, y en su lugar natal se elevaba un cenotafio, que era igual a cualquier otra tumba, pero estaba vacío. Esto es exactamente

lo que le ocurrió al hermano de Carson: el libro es su cenotafio, una tumba vacía hecha de recortes y de recuerdos salvados por el azar, con los cuales se intenta elaborar un retrato.

Al enfrentarse a la muerte de su hermano muy lejos de su país de origen, Carson cae en la cuenta de que a Cayo Valerio Catulo, poeta romano del siglo I a. C., le había pasado exactamente lo mismo que a ella. Catulo había escrito entonces uno de los poemas más bellos y justamente célebres de la literatura latina, que pongo aquí en la versión del poeta Juan Antonio González Iglesias: Muchos países he atravesado y muchos mares. Y aquí llego,     hermano, ante esta infortunada tumba tuya, para darte los últimos honores, los propios de la muerte, y dirigirme inútilmente a tu ceniza muda, ya que el destino te apartó de mí, mi pobre hermano, ay, injustamente perdido. Pero ahora estas ofrendas han llegado hasta aquí, según     la antigua costumbre que heredaron     nuestros padres, con toda mi tristeza ante tu tumba. Acéptalas, que vienen empapadas por el llanto fraterno. Y para     siempre, hermano mío, te despido. Adiós. Carson tiene, pues, ante sí un hecho personal terrible pero que se repite desde que el mundo existe, y que como tal ya ha sido cantado. ¿Cuál es su respuesta? Pegar en un cuaderno el poema de Catulo en latín y escribir un libro que tiene la forma de una enorme glosa, comentario o, incluso, diccionario: toma cada una de las 61 palabras que tiene el poema y a partir de ellas va haciendo su propio libro-monumento. Cada página de Nox es al mismo tiempo la interpretación de un texto dado por otro poeta hace más de dos mil años y la construcción de un texto nuevo, un reciclaje y, para usar un término favorito de Carson, una decreación. Decreación (2005) es precisamente el título de otro libro central de Carson, traducido también por Clariond (2014). El término, acuñado por Simone Weil para referirse a la disolución del yo, en Carson se extiende a la disolución de la forma y a la hibridación de los géneros: en la obra de Carson hay desde libretos de ópera (la propia Decreación) hasta tangos (La belleza del marido, 2000, traducción de Ana María Becciu, 2019), desde obras de teatro (Norma Jeane Baker de Troya, 2020, traducción de Jeannette Clariond, 2021) hasta cómics (Las mujeres troyanas, 2021, traducción de Jeannette Clariond, 2022), pasando por traducciones (Si no el invierno: poemas de Safo, 2002, edición trilingüe de Aurora Luque, 2019), ensayos (Eros el dulceamargo, 1986, traducción de

Mirta Rosenberg, 2015) y diarios (Tiposdeagua, 2000, traducción de Sara Cantú, 2018). A menudo todos los géneros confluyen en un solo libro, conformando esa lectura al mismo tiempo sobresaltada y fluida que es ya la firma personal de la autora. Y más allá de la mezcla de géneros y el reciclaje creativo de la literatura ya existente, Carson es una ávida exploradora de soportes: su libro más reciente, un cómic basado en las Troyanas de Eurípides, escrito junto a la dibujante Rosanna Bruno, logra ser tan devastador como la propia tragedia, uno de los más descarnados retratos de la guerra (visto desde el lado perdedor) que se hayan creado nunca.

En varias de estas obras Casandra aparece arrastrando su sino de profeta a la que nadie cree hasta que es demasiado tarde. Profeta en su cultura de origen, pero traductora y poeta en un mundo desacralizado y, lo más importante, mujer en las dos. Una mujer, prisionera de guerra aunque sea hija de un rey, que vale lo mismo que una vaca o una oveja, pero mucho menos que un buen corcel de guerra. Mujer que pierde a sus hermanos y a su patria por la guerra, como les ocurre a todas las prisioneras troyanas, y que pierde, sobre todo, la sacralidad de su don. Carson le restituye una y otra vez su voz, a ella y a otras mujeres que la han perdido o cuando menos la han visto disminuida (Safo, Margarita Porete, Simone Weil o Virginia Woolf). Weil es precisamente quien canta el Aria de la decreación (en traducción de Clariond), que podría ser la suma de todas esas mujeres:

Soy exceso.

Carne.

Cerebro.

Aliento.

Criatura que rompe el silencio del cielo,

obstruye la vista de Dios

de su amada creación

y como un tercero no

bienvenido entre dos amantes

se atraviesa en el medio.

Es la creación lo que Dios ama

y mar y los años

horizonte azul

de todo cuidado.                   El mundo como es cuando                          no estoy ahí.

¡Deshagan esta criatura!

Exceso.

Cerebro.

Aliento.

Criatura.

Deshagan esta criatura.

*Luis Arturo Guichard es filólogo, traductor y ensayista. Licenciado en Letras Clásicas por la UNAM y doctor en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, donde es profesor desde 2003. En 2018 obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer por El jardín de la señora D

-05- 22 DE ABRIL 2023 DE PORTADA La autora de Nox dará una lectura el 26 de abril en la Universidad de Monterrey y recibirá el Premio Manuel Acuña 2019, en Saltillo, el 28 de abril.
-montañas
venideros-,
simple
_

l planeta Venus se parece a nuestra idea del deseo. Es un cuerpo abrasador y volcánico, el más caliente del Sistema Solar. Allí cada día dura ocho meses: entre el atardecer y el amanecer transcurre una ardiente noche interminable. A causa de una tempestuosa colisión, es un planeta volteado patas arriba, que rota al revés sobre su eje. Llevando la contraria al resto, el sol sale por Occidente. Aunque no conocían sus excentricidades astronómicas, algo intuyeron los antiguos al darle el nombre de su diosa de las pasiones. Desde que Venus es Venus, el deseo se contempla como la fuerza que trastorna el orden. Por eso, ya las sociedades paganas fijaron con normas estrictas quién y cómo podía gozar del sexo. La esfera del placer no era el hogar, pues el matrimonio atendía al patrimonio, no a la atracción. Concertado por las familias, tenía su razón de ser en la herencia y las alianzas. Se prohibía casarse a los esclavos: era un asunto de ricos. En ese esquema, marido y mujer podían convertirse con suerte en amigos, pero no estaba bien visto acariciarse demasiado. Séneca desaconsejaba tratar a la esposa como a una vulgar amante. Bajo esas coordenadas históricas represivas nace el imaginario erótico. La intensidad y la emoción solo se dan en las relaciones imposibles. Se anhela siempre lo inalcanzable. La poesía clásica y provenzal gira sobre esa paradoja: deja de ser amor lo que se convierte en realidad. “Todo era una carencia sin fin”, escribe Annie Ernaux en Pura pasión. Nuestra sed no se puede saciar, los amantes felices y duraderos son cosa de otro planeta.

“Señores, ¿les gustaría oír un bello cuento de amor y muerte?” Así comienza la historia medieval del

No amarás

caballero Tristán y la rubia Iseo. Como afirma Denis de Rougemont en El amor y Occidente, esta leyenda expresa la simbiosis entre pasión y peligro. Los protagonistas se enamoran con gran riesgo, pues ella es la prometida del rey Marco, tío de Tristán. Imprudentes, se confiesan su deseo y traicionan al rey. Incluso tras la boda siguen siendo amantes. Una noche los descubren, y él es condenado a morir, ella a un cruel castigo. Escapan milagrosamente a una cabaña escondida en el bosque, pero, cuando por fin pueden dormir juntos, se acuestan de espaldas y Tristán clava una espada desnuda entre sus cuerpos, separándolos. Durante tres ásperos años, solos en su retiro, se arrepienten y añoran

la corte. A su regreso, obtienen el perdón del rey Marco y ella recupera el trono, pero, claro está, sigue acostándose clandestinamente con su amado. Tristán e Iseo son audaces y contradictorios. Si no hay obstáculos, los inventan. Su amor no es un anhelo que quieran vivir sino una obsesión por la que están dispuestos a morir. Una y otra vez, los grandes mitos —Romeo y Julieta, Werther, Cumbres borrascosas, Bodas de sangre— culminan con la muerte en juventud.

Además del aura trágica, estos relatos nos dejan una herencia de subversión, capaz de impulsar cambios históricos. La película Loving, de Jeff Nichols, rememora las peripecias reales de una pareja, mujer negra y hombre blanco, que en los años sesenta afrontaron la pena de prisión por casarse. La lucha de los Loving —apellido verídico y simbólico— contra todos los obstáculos permitió abolir las leyes segregacionistas que

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-06- 22 DE ABRIL 2023 LITERATURA
En el origen del erotismo occidental está la certeza de que el amor solo se consuma en la muerte
Nadie parece
el deseo sin
relaciones
EIRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁN Y, además, en nuestra edición digital: Fernando Solana Olivares: La canción de las hojas • Adriana Cortés Koloffon: Entrevista con Leila Guerriero • José Juan de Ávila: La Medea de Pascal Quignard • Silvia Eugenia Castillero: El tiempo encontrado • Alma Gelover: La mirada de Pina Pellicer • Armando Alanís Pulido: Pedro Garfias, una vida de novela
EL ATLAS DE PANDORA
valorar
drama, como si las
serenas no tuvieran historia
• Carlos Martín Briceño: La fragilidad humana • Alonso Marín Ramírez: Nadie en casa • Silvia Herrera: Músicos, payasos y magos • Sara Poot Herrera: Sor Juana siempre
prohibían los matrimonios interraciales en Estados Unidos. Un antiguo legado literario —junto a películas, series y canciones— celebra el ni contigo ni sin ti, el arráncame la vida y el culto al malquerer atormentado. Glorifica el arrebato hasta extremos que parecen legitimar los celos o la violencia. En el fondo, es un aparato de exaltación de la pasión contrariada poco aplicable allí donde hoy gozamos de libertad. En cambio, nadie parece valorar el deseo sin drama, como si las relaciones serenas no tuvieran historia, solo hastío: el tópico de que las familias felices son todas iguales. Gracias al poeta romano Marcial conocemos a la polémica Sulpicia, una mujer que se atrevió a escribir versos eróticos sobre ella misma y su marido, una insólita transgresión. Aunque hemos perdido toda su obra, resuena aún la osadía de Sulpicia al cuestionar ese cliché ancestral: amores verdaderos solo son los que no pueden ser. _

Solo somos sombras

NARRATIVA, ENSAYO

La conjura de los suicidas

Quelobee, un pueblo zapoteca, es no solo el centro geográfico de esta novela sino la imagen del despojo, de la violencia institucionalizada, del ocaso de una visión de mundo a manos de la rapiña y de la devastación de los recursos naturales. Pero es también el lugar donde Lisnit y Néstor pugnan por celebrar su amor ante cualquier amenaza.

Noé en imágenes

Antonio Di Benedetto

Adriana Hidalgo Editora España, 2022 282 páginas

Tan celebrada como renuente a caer en una categoría, esta novela, publicada en 1956, recrea el pasado colonial en una provincia del Paraguay gobernada a palo y fuego. Su protagonista es un extraño por partida doble: porque no entiende a los naturales y porque añora el regreso, siempre pospuesto, a Buenos Aires.

Guía para la vida según Edgar Allan Poe

Petros Márkaris

Tusquets México, 2023 288 páginas

Uno de los grandes exponentes de la novela negra ofrece ahora una historia ambientada en los momentos más cruentos de la pandemia. El inspector Jaritos duda del suicidio de un anciano de 90 años aunque los pobladores de Atenas se encuentren al límite de sus fuerzas. ¿Se trata de un hecho aislado o es el anuncio de un sacrificio colectivo?

Mira lo que te pierdes

Un perfecto culebrón

Algo desentona en la novísima narrativa mexicana, y no me refiero a los pasquines que se llenan la boca de pronombres no binarios sino a esas historias de universitarias sin brújula ni oficio, madres distantes o ausentes y mujeres que cargan el peso de un embarazo indeseable. La tarea de redefinir la condición femenina amenazada por la violencia patriarcal termina convertida en un culebrón para la barra vespertina. Eso es, sin dobleces, Lasvigilantes (Lumen), de Elvira Liceaga: un culebrón.

Ahí tenemos a Julia de regreso al departamento que habita su madre luego de cinco años académicos en Nueva York, y, sobre todo, ahí tenemos a Silvia, una joven violada por su tío que ha encontrado refugio en una casa de asistencia mientras llega el momento de parir y ceder a su criatura en adopción. Su relación tiene mucho de contrato laboral: Julia alfabetiza a Silvia y en el camino, porque se trata de una métome-en-todo, se encariña como lo haría una mujer que cree representar a todas las mujeres. Así que, al cabo de unas semanas, la alumna y la maestra comparten intimidades, rebanadas de pastel, gustos musicales, bajo la mirada inquisitiva de las monjas que sirven de intermediarias entre las embarazadas —una decena, quizá, adolescentes y adultas huyendo de la miseria y la exclusión familiar— y los futuros padres adoptivos.

Catherine Baab-Muguira Planeta México, 2023 288 páginas

La imagen de Noé está indisolublemente asociada al Arca y el diluvio. ¿De modo que fue un constructor de navíos, un navegante? Nada de eso. Como expone este ensayo, acompañado de láminas y grabados, se trató en realidad de un arquitecto, un artífice contra la catástrofe, pues el Arca tenía la forma de un gran y soberbio edificio.

Como Van Gogh, durante buena parte de su existencia Edgar Allan Poe vivió en la miseria; y, al igual que el pintor, el reconocimiento y las ganancias por su obra llegaron una vez que murió. Pero con todo y lo mal que la pasó, BaabMuguira encuentra que aspectos de su obra pueden servir para evadir problemas de trabajo y personales.

Will Gompertz

Taurus México, 2023 280 páginas

Este libro, subtitulado Elmundovisto atravésdelarte, tiene como propósito que el lector aprenda a mirar lo que le rodea más con la mirada de asombro que con un sentido estético. Gompertz parte de que en tanto vemos todos los días las calles y los objetos de nuestra casa, se vuelven invisibles; en cambio, el artista los ve con “ojos inocentes”.

El lector no tarda en sentirse como un convidado incómodo a los montajes aleccionadores de Loquecallanlasmujeres. También se siente propenso a ser acusado de insensibilidad y, aún peor, de toxicidad masculina, cuando declara su rechazo por la manera en que Lasvigilantes adquiere los usos y la estructura de una guía del perfecto embarazo. Es cierto: el destino de esa mujer violentada, y sola e inmune a los sentimentalismos, acongoja y solivianta y revuelve, ¿pero acaso la realidad literaria, el mundo entrevisto y juzgado a través del velo de la ficción, debe ser una corre-ve-y-dile sumisa de la realidad testimonial?

Algo desentona en la novísima narrativa mexicana. Como género, el realismo social goza de un merecido prestigio. Y Las vigilantes no pertenece a este género, aunque proclame su filiación, porque no hay página o momento o frase que aspire al arrebato literario. Solo quiere una audición para integrar el coro de moda. _

-07- 22 DE ABRIL 2023
A FUEGO LENTO
Las vigilantes México, 2023 Zama Pergentino José Almadía México, 2023 116 páginas
www.librotea.com El placer de leer
José Joaquín Parra Bañón Atalanta España 2022 388 páginas

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TOSCANADAS

Sabios no tan sabios

En algún lugar leí que se hablaba de “sabiduría antigua” y “conocimientos modernos”. Ciertamente, para ciertas cosas recurro a los conocimientos más recientes. “El ácido bempedoico reduce los niveles de colesterol de lipoproteínas de baja densidad”, diré a alguien porque tal dato apareció esta semana en una revista médica.

Pero si tengo una infección de angina, deseo que mi médico me recete un antibiótico de última generación y no el tratamiento de Hipócrates: “Aplícale una ventosa a la primera vértebra cervical; después, tras rasurarle, aplícala en la cabeza a lo largo de la oreja…, aplícale inhalaciones a base de vinagre, de nitro, de orégano y de simiente de berro”.

En su lecho de muerte, Lorenzo de Medici bebió una costosa poción hecha de perlas y piedras preciosas trituradas, con la idea de que eran ingredientes del elíxir de la vida. Menos conocimientos y más sabiduría

recibió Lorenzo il Magnifico de los miembros de su academia platónica. Cuando nos queremos ver sabios, podemos citar a pensadores de dos o más milenios atrás. En el Antiguo Testamento se dice que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová; entre los griegos se propone el famoso “Conócete a ti mismo”.

Con respecto a la muerte, hay muchos autores citables de dos milenios atrás. Con religión podemos pensar en Juan. “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Sin religión, en Séneca: “Realmente nos engañamos en esto: que consideramos lejana la muerte, siendo así que gran parte de ella ya ha pasado. Todo cuanto de nuestra vida queda atrás, la muerte lo posee”.

Pero hay que distinguir entre lo meditado y las ocurrencias astutas. Diógenes Laercio nos cuenta que Tales dijo que “entre la muerte y la vida no hay diferencia”, y cuando alguien le preguntó “¿entonces por qué no te mueres?”, respondió: “Porque no hay diferencia”.

BICHOS Y PARIENTES

Ni dulce ni honroso

El antibelicismo comenzó como sátira, cuando Arquíloco ridiculiza la máxima espartana acerca del escudo: “perdí mi escudo y algún sayo andará presumiéndolo. ¡Que le aproveche! Pero yo me salvé. Y ya conseguiré otro escudo”.

De aquellos espartanos que las leyendas hicieron admirables queda solamente lo recogido por los atenienses y, luego, los romanos. Plutarco —que escribe en griego— recoge la educación espartana en unos Apotegmaslacónicos, que suelen traducirse como Máximasdelasmujeres espartanas. Cosa notable, la ferocidad, la valentía que se esperan de un guerrero espartano no venían solamente de la contigüidad soldadesca sino por herencia y educación maternas. Es la madre del guerrero quien le entrega su famoso escudo, al tiempo que, lacónicamente, le indica: “Con éste, o sobre éste”. De Plutarco obtuvo Shakespeare su Coriolano. En el primer acto, dialogan Volumnia, la madre de Coriolano, y su esposa Virgilia. Recibieron la noticia de que Coriolano vuelve victorioso de la batalla. Virgilia hace votos para verlo sin heridas, pero Volumnia la regaña: “¡los pechos de Hécuba amamantando a Héctor no fueron nunca tan hermosos como la frente de Héctor escupiéndole sangre a la espada griega!”

Muchos feminismos actuales tienden a creer que la guerra y la violencia homicida pertenecen exclusivamente al otro sexo opuesto, el que llega desde el étimo vir (viril, virtud, triunvirato) con todas las discrepancias etimológicas entre Roque Barcia y Joan Corominas, que

María Moliner zanjó juntándolos: “varón” viene de “barón”, pero con la influencia del latín vir

Pero la historia no solo está poblada por mujeres combatientes (amazonas, valquirias, Boudica, las sorprendentes guerrilleras kurdas) sino por madres, educadoras y esposas de guerreros. La Primera Guerra vio surgir el gran cambio cultural de un pacifismo no reductible, ni comparable a la cobardía. Un pacifismo que ya no era la huida de quien abandona la batalla y, al tiempo, la valentía, la solidaridad, la responsabilidad con uno mismo y

con los demás: la traición. “Unbelmorir tutta una vita onora”, en el verso de Petrarca, repetido por muchos, y satirizado por Lope de Vega: “un bel fuggirtuttaunavitascampa” —la actitud risible de preferir la cobardía, vivo, que la valentía, muerto.

El pacifismo que surge de los combatientes ingleses de la Primera Guerra no es una renuncia ni al honor, ni a la valentía, sino una afirmación de la razón y la vida ante el infierno de la estupidez y el sinsentido. Desde ellos, y como señaló Émile Benveniste, la paz se concibe como el tiempo estable, ya no como un mero periodo de entreguerras. Ni más ni menos.

Y podemos hallar la fuente del fuego en una oda de Horacio (3, 2, 13), cuya repetición y glosas resultaron decisivos, tanto para los británicos como para los alemanes: dulce et decorum est pro patria mori

Muy de acuerdo están muchos sabios en que el ser humano ha de buscar la felicidad, pero difieren en el modo de alcanzarla o la propia definición de felicidad. Algunos rechazan los placeres del cuerpo, otros les dan la bienvenida, siempre con moderación. Para Platón, la felicidad se divide en cinco partes: el buen consejo, la integridad de sentidos y la salud del cuerpo, el éxito en los asuntos propios, la estimación y gloria entre los hombres, la abundancia de riquezas y de las cosas útiles para la vida. No veo la palabra “placer” en esta lista. Más sabio parece Epicuro, que escribió: “Yo no sé cómo imaginar el bien si suprimo los placeres de los sabores, si suprimo los del sexo, los de los sonidos y los de la forma bella”. Sófocles, ya anciano, cuando le preguntaron sobre el sexo, dijo que se había “liberado tan agradablemente de eso como si me hubiesen liberado de un amo loco y salvaje”. Tema para un libro. No para una columna. _

De 1914 a 1916, la poeta más famosa de la lengua inglesa era Jessie Pope. Se publicaron cuatro libros suyos en esos dos años, y sus poemas aparecían en diarios y revistas: El llamado, Poemas de guerra, Más poemas de guerra y Rimas sencillas para tiemposagitados. El verso de Horacio en todos ellos. Pope participó y animó, junto con las sufragistas, la costumbre de entregar una “pluma blanca” como señalamiento de cobardía, a todos los varones que no se alistaran para combatir. (Hay una película: The Four Feathers, de 2002). Muchas jóvenes británicas juraron no casarse con alguien que no hubiera combatido: solo era digno de amor el sobreviviente. Wilfred Owen dio fin a esa pendencia con uno de los grandes poemas del siglo XX: llamó “esa vieja mentira” al verso de Horacio. Del otro lado de la guerra también contaban con sus propios clásicos. En 1916, el joven que aún respondía al nombre de Eugen Brecht escribe, para la clase de latín, una composición sobre el verso horaciano. Dijo cosas inauditas: que ese verso no era más que propaganda y que los soldados antes debieran huir con sus escudos que perder la vida. Eugen fue expulsado del colegio, después readmitido. Regresó llamándose Bertolt (Stephen Parker, BertoltBrecht,ALiteraryLife). Quedaron, pues, dos hijos renegados de Horacio: los de lengua inglesa, que inventaron el pacifismo racional y valiente, y esa otra veta, la de Bertolt Brecht. Quizá la derrota misma clausuró para él y sus pares el camino británico y dejó a ese vástago baldado en manos de una izquierda (gloso a Calasso) “fastidiosamente convencida de defender lo justo” _

22 DE ABRIL 2023
LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G. JULIO HUBARD FOTOGRAFÍA ANÓNIMO El poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht.
La historia está poblada por mujeres combatientes y por educadoras y esposas de guerreros
DAVID TOSCANA

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