CARLOS ISAAC RAMOS 08.05.01 – 11.12.14 Un ángel que caminó por la tierra Por: Liliana Ekaterina Ramos
C
on una mirada reflexiva al pasado, cerré los ojos tratando de hacer memoria. Lo vi y casi todas las imágenes que se me vienen a la mente son de alguna fotografía. Siempre busco un recuerdo bonito, como casi todos los de su vida. Tuve que hacer un esfuerzo por encontrarme con él, hice una línea de tiempo desde que nació hasta que voló al cielo y viceversa. La última vez que lo vi, fue unos segundos antes de cerrar su ataúd, se veía como el ángel que es, a pesar que tenía su cabecita rapada solo de un lado. Su piel se veía suave y parecía dormido, vivo. Guardé ese recuerdo en mi corazón. Un día previo, en patología me dieron un momento con él “para despedirme”, me dijeron con mucho respeto. Estaba envuelto en una sábana y tenía la cabecita vendada, como momia. Lo sostuve en mis brazos con todo el amor que se puede sentir. Esa fue la última vez que lo abracé. Trece años
22
Zona 17 Federal de Educación Especial
lo abracé y me quedé con ganas. Antes, en el hospital, estaba ya con respiración asistida por un aparato, el cual hacía el efecto de subir y bajar su abdomen como si estuviera respirando por sí mismo. Lo acaricié centímetro por centímetro, tenía la esperanza de que, de alguna forma, me sintiera y me escuchara, me acerqué a su oído y le dije despacito “si Dios permite que te quedes, así, como estás, aún inconsciente, yo te acepto y te amo más que nunca, más que siempre. Pero si te tienes que ir, yo voy a estar bien, abre tus alitas, puedes irte, te entrego a Dios”. Anteriormente lo acompañé en el elevador, lo subían a quirófano, para operarlo ¿De qué? ¿Para qué? En ese breve traslado vi sus ojitos, no tenían mirada, ni brillo, mi pequeñito no estaba. Ese mismo día, iba a trabajar, a la altura de los cubos, recibí la llamada, no sé si fue mi mamá o mi papá, pero sin explicaciones solo me dijeron que en el hospi-
tal necesitaban las tomografías anteriores. Yo había hablado con Carlitos por la noche, me tomó por sorpresa, pero creí que sería como tantas otras hospitalizaciones, se quedaría unos días, sanaría y volvería a casa. Pero la verdadera última vez, había sido el domingo, Tammy y Heber estaban con nosotros, subí a Titi a su cama, hacia frio, lo deje bien limpiecito, lo perfumé, le puse ropa calientita, lo arropé, me acosté con él y giré su cabecita para estar frente a frente. Le calenté sus manos y sus pies. Le canté y lo dejé dormidito, tranquilo. Si empiezo del otro lado de la vida de mi hijo, les cuento que yo iba solo a revisión al IMSS y me hicieron tacto, me rompieron la fuente y sin menor sensibilidad dijeron que “tenía que nacer”. No me hizo efecto la anestesia local y aguanté como pude porque me dijeron que no me moviera que Carlitos tenía sufrimiento fetal, hasta que ya no pude y me pusieron