HISTORIAS DE ÉXITO
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estacamos en este espacio, la importancia de reconocernos en condiciones de vulnerabilidad por circunstancias tan variadas como la vida misma, por tanto es importante, mantener ideologías y actitudes en función de las prioridades y objetivos de vida individual, de nuestros intere-
ses y no de las expectativas de los otros por lo que perciben o suponen de nuestras capacidades. Sin duda la actitud hace grandes diferencias entre los deseos y las conductas mostradas para decidir en la vida de una persona, es por ello que en esta edición conviene conmemorar el día de la
discapacidad con las historias de quienes han destacado sus capacidades artísticas, profesionales, personales y sobre todo a quienes han perseguido sus pasiones y talentos muy por encima de las actitudes y opiniones sociales en función de la diversidad que enfrentan al vivir con discapacidad.
MARCELA PÁRAMO ORTEGA
Regidora del H. Ayuntamiento de Zapopan, Jalisco
Soy Marcela Páramo Ortega, nací en la ciudad de México el 5 de enero de 1962, soy la tercera hija de una familia de 5 hijos. Siempre fui una niña alegre, inquieta, definida y de espíritu incansable. Vivo con una enfermedad que se llama Raquitismo, me causa circunstancias diversas, continuas visitas a médicos y hospitales, tan seguido que acabas viéndolo como parte normal en tu vida, ni los yesos ni las ciru24
Zona 17 Federal de Educación Especial
gías me impedían salir adelante y participar en actividades, ya que desde niña yo misma organizaba las carreras y juegos desde la silla de ruedas pues nunca me sentí diferente, en mi familia y en la escuela fui incluida en todo. Construí relaciones entrañables con amigos desde la primaria siempre me incluyeron en sus juegos y me ayudaban cuando lo necesitaba, a la fecha conservo a mis amigos y amigas. Tengo la suerte de que me conozcan, me valoren y me aprecien tal como soy. Mi vocación empezó desde temprana edad, desde pequeña soñé con tener una escuela y todos mis juegos se enfocaban a esto, guardaba en un baúl antiguo todos los juguetes y cuentos que mis hermanas ya no querían y decía: “son para mi escuela”. Hace 35 años inició mi labor dando terapias a niños con necesidades educativas especiales, sin importar nunca la condición socioeconómica de quienes solicitaban el servicio, doné mi trabajo y tiempo a todo el que lo requería. Mis primeros alumnos tenían autismo, fui pionera en el estado trabajando con alumnos con espectro autista, cuando esta condición era muy desconocida. Posteriormente, dando respues-
ta a la necesidad que me planteaban un grupo de padres de familia sobre la ausencia de lugares donde los niños con discapacidad pudieran cursar su escolaridad, abrí el Centro Psicoeducativo Freire, donde han pasado más de 2000 niños y sus familias. Viendo crecer la lista de espera de niños con discapacidad que sus familias no pueden costear el colegio y no poder personalmente otorgar más becas, decidí entregar el Centro para ser una institución de beneficio social favoreciendo a un mayor número de familias a través de la búsqueda de donativos que generaran más becas. Al cumplir 30 años de trabajo, el Consejo Directivo de la institución decidió cambiar el nombre del colegio por el de Instituto Marce Páramo, como un reconocimiento a mi trabajo y compromiso. Yo me rehusaba a aceptar el cambio de nombre pero entre ellos y los padres de familia me convencieron haciendo notar mi cariño ante los niños, el ejemplo de tenacidad y la actitud positiva con que he enfrentado muchas adversidades sin darme por vencida. He emprendido muchos proyectos para crear una cultura de respeto y trato digno hacia las