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El rebozo: una forma de resistencia ante el olvido.
Por Andrea Montaño.
Narradora Originaria del Barrio de San Bernardino.
© Foto: Elizabeth Ángel © Modelo: Andrea Montaño
Recuerdo muchas cosas bonitas de las señoras y los señores de los años cincuenta. En aquella época, la vestimenta de las personas del barrio era muy especial, tanto que se notaba una diferencia con las personas del centro. En los barrios, las mujeres acostumbraban usar una falda que llamaban “nahua” y una blusa que nombraban “saco”. Las dos prendas eran elaboradas de diferente color y se armonizaban con un delantal que ahora se conoce como “medio mandil”. Todas las mujeres de esa época siempre vestían así y andaban descalzas. Así, los días de fiesta iban a misa con su traje “más dominguero” y sin zapatos. Los señores, por su parte, usaban calzón y camisa de manta o charnés (charmés, tela brillante), con su sombrero y huaraches de campo. Esa era la vestimenta original de los barrios. Recuerdo a las señoras vestidas con su rebozo, porque déjame decirte que el rebozo era imprescindible. Yo creo que no salían a la calle sin él. Los domingos usaban “el rebozo de domingo”, que era uno especial. Ese es el recuerdo que tengo de aquella época donde todos se vestían igual. Se veía la diferencia entre mujeres porque las del centro vestían ropa más moderna, usaban vestidos y no la ropa de nosotras, la de las mujeres de barrio.
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