INFANCIA
Un jardín para florecer La alianza entre una organización social local y otra suiza permite sostener este espacio para acompañar y contener a hijas e hijos de madres y padres adolescentes.
TEXTO CANDELA GOMES DIEZ
A
compañar la primera infancia y la adolescencia. Ése es el doble desafío que, entre otros, encara desde 2003 el programa Jakairá, nacido como un proyecto de colaboración entre la Fundación Kaleidos, surgida en julio de 2000, y la Fundación Children Action. Con el objetivo de restituir y promover los derechos de niños, niñas y adolescentes, la iniciativa despliega su trabajo territorial en Córdoba (Valle de Traslasierra) y también en la Ciudad de Buenos Aires (Chacarita) donde abre sus puertas el jardín maternal Jakairá. Creado con la idea de generar un espacio para los hijos
de mamás y papás adolescentes, el jardín cuenta con una propuesta pedagógica de jornada completa para chicos y chicas de 0 a 2 años. Y el trabajo de contención para toda la familia es integral, tal como cuenta a Tercer Sector Alejandra Scialabba, Directora Ejecutiva de la Fundación Kaleidos. “Nuestro trabajo es cotidiano y de largo plazo y con distintas estrategias. Contamos con un equipo interdisciplinario donde tenemos trabajadores sociales, psicólogos, psicólogos infantiles, psicomotricistas y docentes. Con cada una de las familias se hace una tarea grupal e individual. Y, en lo individual, hacemos el seguimiento de cada familia, a veces con entrevistas domiciliarias o en el centro Jakairá” detalla Scialabba acerca de la dinámica de la
“En Jakairá te acompañan en tu vida y no solamente en la de tu hijo.” Camila Ayala, mamá de Malena.
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Alegría a la salida del jardín maternal Jakairá, de Chacarita.
institución privada pero de gestión social y acceso gratuito, que se sostiene gracias al financiamiento de Kaleidos y Children Action. En la actualidad, el jardín recibe a 25 niños y niñas que se dividen en tres salas (de bebés, de 1 y 2 años). El promedio de edad de sus padres y madres es de 17 años, aunque las edades rondan entre los 15 y los 20. Y las vacantes, aunque limitadas, están abiertas todo el año, y destinadas para el primer hijo de cada familia. “Siempre es difícil ser mamá o papá, pero también es difícil ser adolescente”, señala por su lado Cristina Prieto, directora del jardín desde 2015 y al frente de la compleja tarea que implica trabajar con una población de nivel socioeconómico bajo y con derechos vulnerados. “Lo mejor que puede pasarle a alguien que se convierte en padre o madre es poder armar una red que contenga y acompañe todas las sensaciones que se generan al atravesar la maternidad y la paternidad. Y, desde nuestro lugar, creemos que hay que contener a estos jóvenes para que sepan que pueden seguir teniendo sus propios proyectos. Por eso, nuestro trabajo es justamente ayudarlos a descubrir que no está mal formar una red de crianza en la que los niños estén mirados y estimulados”, sostiene y agrega: