CABEZA DE KARRERA
EL FINAL DEL TOR UNAI UGARTEMENDIA
Con los sucesos que estaban pasando, ¿llegaste a disfrutar algo en los últimos kilómetros? Para entonces yo también iba cansado. Me daba cuenta de que en los descensos ya no llevaba muy buen ritmo, que iba lento. Cuando me detuve en la siguiente zona de avituallamiento, miré hacia atrás y vi que Óscar Pérez se me acercaba a una distancia prudente. ¡Pero cómo era posible! ¿Llevo 300 kilómetros encima y al final tengo que acabar esprintando? No le sacaba mucho más que veinte minutos de ventaja, y todavía me quedaba la última subida al Coll de Malatra (kilómetro 315). En la pista que había antes de empezar el ascenso tenía que apretar más el ritmo. Era mi última oportunidad. Después de tantas horas corriendo, no podía perder la carrera. ¡Y eché a correr! Empecé a correr muy rápido. Yo también me quedé sorprendido con la respuesta de mi cuerpo. Llevaba casi tres días en la montaña y si apretaba, el cuerpo todavía era capaz de responder. ¡Cómo disfruté aquel momento! Pero me quedaba el último puerto por delante. Mientras subíamos, empezó a nevar y no veía bien las señales que marcaban el recorrido. Perdí un poco de tiempo hasta encontrar el trayecto, pero lo encontré. Al pasar por Malatra, todos los corredores dicen la misma frase: «¡Se acabó, ya lo has conseguido!». Sin embargo, todavía quedaban quince kilómetros de allí a la meta. Todo era cuesta abajo, un descenso muy largo, y la primera parte era muy téc-
nica. A su vez, el frontal se estaba que dando casi sin pilas y llegué como pude. Recuerdo que el siguiente tramo, a partir del refugio Bonnati, siendo el mismo recorrido que el del UTMB, me pareció una autopista. Comparado con los estrechos senderos hasta entonces, el recorrido del Tour del Mont Blanc era mucho más cómodo para correr. En meta, el reloj marcó 70 horas y 4 minutos. Desde entonces he pensado muchas veces que, si hubiera apretado un poco en los últimos kilómetros, podría haber bajado de las 70 horas. Óscar Pérez entró 25 minutos después de mi llegada, y el tercero fue Franco Colle, a más de dos horas. Pérez tuvo conmigo un gesto muy bonito. Cuando entró en meta, subí a felicitarle, y él me regaló como testigo el número 1 que llevaba encima como ganador del año anterior. Se lo agradecí enormemente. Debo confesar que cuando pensé en hacer la Tor des Géants, antes que con nadie, estuve hablando con él sobre la carrera. Fui a su casa y me lo explicó todo muy bien. Fue muy amable conmigo. Cuando acabó todo, comenté a la organización que habían pasado cosas raras durante la carrera, que si querían también teníamos fotos. No vimos ninguna reacción por parte de la organización. Les comenté que tenían una carrera impresionante, pero que si no tomaban las medidas necesarias, algún año iba a reventar la carrera. Eso sí, allí terminaron mis protestas. Empezamos a disfrutar de lo que habíamos conseguido.
Fragmento extraído del libro Cabeza de Karrera. Madrid, Ediciones Desnivel, 2021
6