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Apéndice: La negación de la realidad: el ejemplo del precio de la energía

Apendice I

LA NEGACIÓN DE LA REALIDAD: el precio relativo de la energía, un ejemplo de la última década

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El problema siempre está presente desde que tengo memoria, hace más de medio siglo: la estructura de precios relativos en Argentina está distorsionada ya que no responde a la escasez relativa, y además resulta altamente volátil. Así, gran parte de la recuperación y crecimiento de los años 2003/2004 en adelante, se sustentó sobre una peligrosa estructura de precios relativos, que castigó las áreas de servicios, especialmente la energía. Esto nos recuerda que el crecimiento de los años noventa en gran parte se sustentó en otro potencial problema de precios relativos, al ir reduciéndose el tipo de cambio real..., y así nos fue sobre el final de la experiencia. Y puede volver suceder lo mismo pues es difícil cambiar toda una estructura de precios.

En primer lugar, los precios de la energía estuvieron muy lejos de las señales que conducirían a un uso racional de la energía, y que incentivaran, a su vez, su oferta. En definitiva, los precios relativos no reflejaron la escasez en los mercados. Los problemas con la electricidad que vivimos en 1988/1989 reaparecen hoy de nuevo en el horizonte, con periódicos cortes de energía eléctrica. Se necesitarían inversiones de muchos millones de dólares para cubrir las demandas de los próximos años..., pero con precios relativos atrasados ¿quién se arriesgaría a esas inversiones? La escasez gasoil en 2022 es otro ejemplo dramático.

El desajuste de los precios relativos internos con respecto a los costos de oportunidad internacionales queda patentizado en el siguiente par de cifras, de mediados del 2007: • En el Golfo de México, el gasoil se pagaba USS 15.83 el millón de BTU y en Argentina USS 9.36 (un 40% menos) • El gas natural en el mercado internacional se pagaba U$S 6.35 el millón de BTU, en Argentina para consumo residencial tan sólo U$S 0.60 (el 10% de su costo de oportunidad) y para uso industrial U$S 2.10 (el 33% del valor mundial). • Sin olvidar el petróleo, con un precio mundial que rondaba los 80 dólares el barril (los 160 litros) en 2007, en Argentina se pagaba USS 52 (el 65%)18.

Se ha criticado a las Administraciones Kirchner por múltiples medidas económicas. Sin duda, que tuvo aciertos y también equivocaciones…, como todos los gobiernos. Sin embargo, existe una medida, que en lo personal nos arriesgamos a decir, fue errada: mantener a largo plazo una estructura de precios relativos alejada de los costos de oportunidad internacionales, particularmente a partir del precio de la energía. Esto como consecuencia de los subsidios extendidos que tuvo dos efectos negativos: (a) definir una función de producción intensiva en energía (gas y/o electricidad) en las empresas; (b) definir un esquema de consumo con una altísima participación de la energía (la inmensa mayoría de clase media cuenta con más de un aire acondicionado, etc.). El precio de la energía se transformó en una señal incorrecta. En un mundo con problemas de energía, los precios bajos de gas y electricidad, la señal no fue (no es) ahorre sino que el mensaje resultó ser, consuma(14). En buena medida, la Restricción Externa (que se presenta en un capítulo posterior) se agravó en los últimos años por la situación de balanza de pagos que surgía de las importaciones netas de energía (hasta 2011,

14 Ese consumo estimulado es lo que explica los cortes de electricidad y la necesidad que en los meses de frío haya cortes programados de gas en las empresas (para que pueda consumirse en los hogares). Con los precios del cuadro para agua y gas, el agotamiento de ambos recursos está a la vista. En 1994, Argentina producía 23000 mill. de m3 de gas; en 2004, 52000 mill. y en 2015, sólo unos 45000 millones. También explica el aumento, por ejemplo, del consumo eléctrico p.c. :en 2015 fue el triple que en 1995.

el balance comercial energético era positivo…, pero en 2014 era negativo en unos 7000 millones de dólares; y en 2015, por la baja del petróleo, en 4000 millones). Como en los ´50, puede hablarse de una Restricción Externa de componente energético.

Revertir estos dos efectos es muy difícil. Más por razones sociológicas que económicas. En los medios masivos se habla de que habría que establecer una estrategia de paulatina recomposición (??). Es como cuando el médico, luego de una crisis cardiaca, nos dice que se debe abandonar el cigarrillo…, pero decidimos hacerlo de a poco. El resultado es el colapso físico. A nivel país, seguir con una estructura de precios relativos alejada de los costos económicos llevará al colapso económico(15) .

IDAS Y VUELTAS

En febrero/marzo 2016, siguiendo las idas y vueltas de los argentinos, y contrariamente a la mayoría de los años pasados, se remuneraba más el barril de producción interna (67 US$) que el originado en el mercado mundial (unos 33 US$). La razón estaría, según Miguel Galuccio, entonces presidente ejecutivo de YPF, en un objetivo estratégico: ayudar a los productores y trabajadores a mantener la actividad y empleo; y desarrollar los vastos depósitos de petróleo y gas de esquisto (es decir, no convencional). Es una apuesta “si cree que el precio va a quedar en U$S 20 durante los próximos 50 años, entonces lo que estamos haciendo está mal pero si los precios repuntan, seremos grandes ganadores”, manifestó Galuccio (Cfr. artículo con firma de Taos Turner, La Nación, 10/03/2016).

Lo dicho, no será fácil salir sin traumas de esta trampa, en especial considerando que Argentina transita de una etapa en que contó con energía abundante (y exportada) a otro período signado por la escasez y las importaciones. Este paso impactará el nivel de precios internos y por supuesto los precios relativos de toda la economía.

Ya en marzo de 2014, los Ministros Kiciloff y De Vido remarcaron que los precios de agua y gas en Argentina estaban muy por debajo de los valores internacionales. Es decir, que la gente estaba anoticiada (y en 2016, con otro gobierno, siguieron en el mismo orden de magnitud). Estos eran los valores que mostraron los Ministros:

A su vez, en agosto de 2016, los precios en electricidad por KWH para consumo de 275 kwh/mes en Bs. As. era de U$S 6.1, mientras en Chile era de 14.8 (el doble); en Brasil de 18,4 (el triple) y en Uruguay era de 24.4 (cuatro veces más).

Puede decirse que, después del TCR, quizás el principal precio relativo sea el de la energía versus el índice general de precios (por que como el primero alcanza a toda la estructura productiva del país). La crisis del 2001 tuvo como desencadenante precisamente un precio relativo “equivocado” (el TCR); y el intentar sostenerlo y luego corregirlo desembocó en el colapso. Debería ser una enseñanza. Pero parece que la sociedad argentina es resistente al aprendizaje.

15 El cinismo se extiende. He escuchado decir a un ex diputado y ex candidato a presidente que no puede ser que las tarifas las pague la gente (!!). Lo que no comprende el legislador, autor del argumento, es que siempre las paga la gente..,. ¿y si no, quién? De manera directa, vía precios (siendo quienes consumen los que pagan); o de manera indirecta, vía inflación o vía tributos (siendo quienes no consumen quienes los pagan). No hay otra vía. Y recordando que la estructura tributaria argentina se basa centralmente en impuestos indirectos (que son regresivos) significa que optar por que se pague de manera indirecta, en los hechos, es regresivo en grado extremo. Para colmo, el pago “indirecto” tiene la desventaja que estimula el consumo. Si hablamos del gas, por ejemplo en abril 2016, un usuario residencial de CABA abonaba U$S 0.29 p/m3, frente a 1.14 en Chile,; 1,24 en Brasil y 1.49 en Uruguay. Tres países no gasíferos.

LAS TARIFAS : UN ERROR REPETIDO

No considerar los precios relativos es despreciar la eficiencia, promocionar el consumo e incurrir en depredación de recursos. Así, en Bariloche, se consume por metro cuadrado de vivienda cuatro veces más gas que en Suecia (con clima similar). La sociedad argentina se resiste a considerar la escasez como una realidad. El ejemplo prototípico es el gas: en 2003, se exportaba; y en 2014, se importaba el 25% del consumo: 10% de Bolivia (por gasoducto) y 25% por barco (que “duplica” el precio por ducto, pues se precisa licuarlo y luego “regasificarlo” para ingresarlo al sistema). La comparación internacional se impone. En México, el gas cuesta entre 10 y 20 veces más que en Argentina; y en Holanda, un país rico en gas, 30 veces más (y en Santiago de Chile, 7 veces más que en Buenos Aires).(Cfr. Casas confortables con mínimo uso de energía, A. González, 2014). La Administración Macri continuó los errores pasados: p.ej. en 2016, fijó límites al aumento en “facturación” (en 5 veces la factura previa), lo cual ignora las señales de precios, no respeta la escasez del recurso y sencillamente estimula el consumo. La llamada al voluntarismo siempre fracasa: Llamar, como algunos pretenden, a la “conciencia ciudadana” para que el público baje el consumo voluntariamente (es decir, sin recurrir a precios), es caer en la ingenuidad. Los agentes deciden por el bolsillo. Si el precio es “cero”, valga el ejemplo, la demanda resulta infinita (como se sabe ya en un curso muy básico de economía). Esta pretensión ingenua nos recuerda lo que le sucedió al Dr. Juan Carlos Pugliese, siendo Ministro de Economía de Raúl Alfonsín en 1989, cuando pidió encarecidamente a la población que no corriera a comprar dólares para evitar el derrumbe del gobierno…, al otro día salieron en estampida a adquirirlos. Entonces comentó con dolor: “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Es lamentable, pero así obran todos…, agentes productores y agentes consumidores. Pretender que se ahorre energía sin recurrir a precios es una utopía mayúscula.

Por último, la volatilidad de precios relativos es una constante en la economía argentina desde décadas. Un reflejo de esa variabilidad de precios es la volatilidad del mercado accionario (medido por un indicador estadístico de dispersión), que aunque es un mercado muy pequeño siempre es indicador de los humores de los agentes económicos (los animal spirits, como diría Keynes). Argentina resulta ser el mercado accionario más volátil del mundo…, por lejos. Según Andrés Artusso (El Economista 26/10/2015), mostraba una volatilidad anualizada del 39.5%, Venezuela del 28%; Japón del 22%; Brasil del 21.5%; Alemania del 16%; China del 15%; Estados Unidos del 14.5%. Argentina fue dos veces más volátil que Brasil y casi tres veces que el mercado norteamericano. Esto refleja la incertidumbre presente. Con incertidumbre no hay inversión; y sin inversión, no existe “futuro con crecimiento”.

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