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Apéndice: La enfermedad “española”
Apendice I
LA ENFERMEDAD “ESPAÑOLA”(10)
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Se ha dicho muchas veces, no sabemos con cuanto fundamento científico, que el principal motor de la decadencia española, acontecida en el período que va desde mediados del Siglo XVI hasta el Siglo XVIII, fue su “mentalidad” de presuntos hidalgos, poco dados al trabajo manual. También se suelen apuntar como elementos en juego, los sucesos políticos y dinásticos (y de hecho éstos marcan con elocuencia el proceso de declinación española). Sin duda, que pueden darse muchas explicaciones al particular fenómeno que constituyó esa decadencia. Por ejemplo, la gran epidemia de 1599, que redujo en un 15% la población y dio paso a una crisis demográfica, jugó asimismo su rol. Además la expulsión de los moriscos, en 1609, tuvo el suyo(11). Pero nosotros aquí resaltaremos otro argumento, poco mencionado: su dependencia productiva de otros países a causa de un fenómeno que, en vocabulario moderno, denominaríamos caída del “tipo de cambio real” por “ingreso de capitales”.
Lo extraño es que observadores contemporáneos de aquel proceso, como Alfonso Nuñez de Castro, miraban esta circunstancia como positiva, así escribe: “Dejemos a Londres producir esos paños (…) a Holanda producir sus telas, a Florencia sus sedas, a las Indias sus pieles, Milán sus brocados, Flandes sus telas (…), nosotros somos capaces de comprar esos productos, lo cual prueba que todas las naciones trabajan para Madrid, mientras Madrid no sirve a nadie”. Es decir, que las importaciones eran motivo de orgullo en vez de verse como una amenaza. (Cfr. Félix Luna, 2000, Historia Integral de la Argentina, Tomo 2, Planeta•Agostini, Bs.As.)
Se conoce hoy como “enfermedad holandesa” al fenómeno que, como bien apuntaba J. Llach muchos años atrás, debería llamarse “enfermedad española” (de allí el título de este apéndice), por haber sido no Holanda sino el antiguo Imperio Español el primer país en padecerla, muy tempranamente, en los siglos XVI y XVII. Esta enfermedad económica consiste en una apreciación sistemática del tipo de cambio por motivos tales como el ingreso masivo de capitales o voluminosas exportaciones de productos primarios (o con muy bajo nivel de elaboración, caso de los hidrocarburos o la soja), etc., y que conduce
a un proceso que podríamos denominar de “desindustrialización” por pérdida de competitividad “cambiaria”.
La Corona Española acometió la conquista y colonización de América, en el siglo XVI, no con una situación de atraso relativo, como a menudo se suele creer, sino todo lo contrario. Según los estudiosos, hacia 1500, en España, la plata era preferida al oro como patrón monetario, ya que debido a su baja producción daba mayor estabilidad a la moneda de curso habitual (el llamado real de plata). Pero los grandes yacimientos de México y Perú provocaron una avalancha argentífera a la Península; y esto hizo caer su valor (en términos de la economía de hoy fue como si ingresaran grandes volúmenes de capitales financieros, haciendo caer el tipo de cambio de equilibrio).
De tal modo, se generó el conocido proceso inflacionario español (de 107% entre 1500 y 1550; y del 98% entre 1550 y 1600, en definitiva del 212% en 100 años). Aquellos valores
10 Hablamos de enfermedad española en vez de “enfermedad holandesa”, como el grueso de la bibliografía, para destacar que este proceso se dio en España mucho antes de que Holanda, en el último tercio del siglo XX, ante el descubrimiento de grandes yacimientos de gas en el Mar del Norte sufriera una apreciación cambiaria, que “enfermó de estancamiento” su economía. 11 Ya que significó (en especial en Valencia y Aragón) la pérdida de gran número de pobladores (unos 300.000, de ellos 180.000 en Aragón), particularmente en edad activa y mano de obra especializada.
inflacionarios nos pueden parecer bajos hoy (Argentina, desde el año 2002, ha acumulado hasta principios del 2011 no menos de un 250% de inflación), pero eran exorbitantes para la época. Aquel flujo de metales fue el detonante de la monetización de la economía europea y de la codicia mercantil que se desencadenó, desembocando lentamente en el capitalismo de los siglos venideros. Veamos analítica y gráficamente el proceso.
Supóngase una situación de equilibrio inicial en la España predescubrimiento (y que todos los bienes y servicios son comercializables internacionalmente). El arribo de los metales nobles a lo largo del siglo XVI, aumentó su oferta en el “mercado de cambios”. En términos de la Balanza de Pagos, es un ingreso de capitales. Esto conduce a una apreciación de la moneda doméstica (grafica A). Por tanto, en el mercado de bienes se genera un exceso de demanda (qo•q1) (Grafica B). Es decir, un déficit de balance comercial(12) .
Este exceso de demanda surge por una caída del “tipo de cambio”, consecuencia de que el Imperio Español (como unidad) resultó ser una economía de renta, con la fuente rentística en las vetas americanas. La caída del tipo de cambio condujo a una pérdida de competitividad de los productos españoles. Esto llevó a adoptar, erróneamente, desde 1555 y en especial desde 1595, medidas proteccionistas para el sector manufacturero castellano.
Tal situación se ve agravada por el incremento de la demanda agregada (D’) consecuencia de la necesidad de abastecer a las colonias; implicando un aumento en el número de demandantes, al incorporarse decenas de miles de amerindios, para cuyas necesidades mínimas la oferta de la península no estaba en condiciones inmediatas de responder. Lo cual no significa un subdesarrollo de las fuerzas productivas para las condiciones de la época: solo que la oferta no tenía capacidad de respuesta suficiente frente a este brusco aumento de la demanda.
Pero aún resta un factor que profundizó todavía más la enfermedad “española”: el déficit fiscal. El exceso de gastos de la corona (“Sector Público”) por las conquistas en América, las guerras europeas y su dimensión burocrática (sin olvidar los desembolsos suntuarios) fue cubierto por deudas externas contraídas con la banca Fugger (entre otras deudas). Esto agravó la balanza de Pagos, por las erogaciones de intereses y amortizaciones de esta deuda externa(13) .
La confluencia de todos los factores anteriores (exceso de gasto público, brusco aumento de la demanda de bienes, caída del tipo de cambio por el ingreso de capitales de la fuente rentística americana) condujo a déficit comercial y, por tanto, a una pérdida continua de oro y plata, que pasó directamente a manos de sus proveedores (Inglaterra, Países Bajos) y acreedores (banqueros germanos)(14) .
Los resultados de este proceso en la parte real de la economía española (la producción de bienes), particularmente en su sector más fuerte, la industria lanera, fueron devastadores. La industria no recibió la inversión que hubiera modernizado su proceso productivo y quedó relegada ante la floreciente competencia europea. En España, “no había bienes de transformación industrial que exportar” y “lejos de invertir las riquezas de América en el desarrollo de la industria local, se procedió a gastarlas en los productos que llegaban del resto de Europa”, dice en descripción acertada De la Fuente del Moral (2010). Pero la ca-
12 En realidad también se da un incremento de precios, pero por simplificación no lo registramos, ya que el propósito es reflejar los efectos de una caída en el tipo de cambio real. 13 La insolvencia de la Corona española lleva a la quiebra de la Casa Fugger. Hacia 1560 España tenía un pasivo con estos acreedores de 4.000.000 de florines. 14 El fabuloso Perú, en tres siglos, acumuló 128 toneladas de oro; o sea la décima parte de lo que hoy el mundo produce en un solo año. Sin embargo, su gran escasez relativa en aquella época, y por tanto su elevado precio, permitió la presencia de un excedente elevado y la aparición de verdaderas cortes, como la de Lima.
tedrática española no conecta este proceso con el juego de la “enfermedad holandesa”, y la pérdida de competitividad “cambiaria” por el ingreso de la plata americana sino que lo atribuye en su artículo, pari passum, más bien a una cuestión cultural, propia del hidalgo español (poca afición al trabajo) y de falta de visión de la Corona (el Gobierno), No se percata (o al menos no lo señala) que ese factor sociocultural que esgrime no es sino un síntoma más de la “economía de renta” y de la “enfermedad holandesa”.
Gráfica A Gráfica B
Las grandes riquezas de las Indias paradojalmente provocaron no el crecimiento sino el descalabro de la economía peninsular (tanto de España como de Portugal, dos países líderes cien años antes), al perder competitividad sus manufacturas, dando paso a un lento proceso que podemos catalogar como de “desindustrialización”. ¡Para qué producir internamente lo que se podía comprar a bajo precio en el exterior!
¿Qué podía hacer la Administración Gubernamental?¿Cerrar la producción minera? ¿Prohibir la salida de metales? ¿Prohibir la importación de manufacturas? La verdad es que muy poco estaba a su alcance…, fue una verdadera maldición. La primera alternativa hubiera originado una resistencia feroz (¿guerra civil?). Se optó por las dos últimas (la conocida política mercantilista). Pero pocos efectos tuvieron e incluso resultaron contraproducentes (por un mecanismo demasiado complejo para relatar aquí). A la larga, el resultado fue el deterioro de la economía española toda.
Este fenómeno de la enfermedad española lo conocemos muy bien los argentinos.
Allí está una de las principales causas de nuestro bajo nivel manufacturero. Los grandes ingresos de divisas, presentes hasta la década de 1930, por el competitivo agro, mantuvo apreciada nuestra moneda. El tipo de cambio permitía ser competitivo sólo al agro (por su gran ventaja comparativa). Un proceso similar se dio, pero por ingreso de capitales financieros, durante el Ministerio de A. Martínez de Hoz (en 1976/1981), y luego de Domingo Cavallo (1991/1996). Hoy se repite esta peligrosa enfermedad, de muy difícil tratamiento, por el ingreso de “agrodólares” (soja particularmente)(15). La gran competitividad del campo, como en los tiempos de la Generación del Ochenta y de la Belle Époque, al mantener apreciada la moneda nacional, conspira contra el futuro de la industria manufacturera argentina.
ENFERMEDAD “ESPAÑOLA” EN ARGENTINA O LA MALDICIÓN DEL AGRO(16) Este hecho, desde ya, que no constituye una situación buscada sino un hecho que emerge por razones estructurales, dado el importante ingreso de divisas proveniente del agro(17). Así como la gastronomía argentina es muy pobre(18), pese a todas las corrientes migratorias, debido a la condicionante presencia del agro (bajo precio relativo de la carne), ¿quedará toda la futura estructura productiva condicionada (o condenada) a una pobre evolución por la situación de precios relativos favorables al agro?
Si bien el hecho de que la enfermedad se produzca a causa de la afluencia de divisas por la explotación de un recurso primario (sea renovable o no renovable) resulta menos dañina que en el caso de afluencia de capitales financieros, no por ello deja de tener a largo plazo muy similares efectos finales…, bien lo supo Holanda en la década de 1960. Y como la Corona Española en el siglo XVI, las salidas de política no son fáciles pues generan enorme resistencia…, imagine el lector que si se prohibiera la exportación de soja se generaría un caos económico y un conflicto civil de grandes proporciones.
LA ENFERMEDAD HOLANDESA “FISCAL”
Nuestro equipo de investigación ha postulado la presencia de esta circunstancia, la “enfermedad holandesa” a nivel subnacional; y no precisamente por el ingreso de divisas, dada una ventaja sectorial extrema, sino por transferencias interjurisdiccionales redistributivas, propias de nuestro sistema de coparticipación, y que pueden tornar en “perversa” esa política fiscal si la miramos con vista a un crecimiento autogenerado. Dicho en dos palabras, el argumento es que este ingreso de fondos coparticipados generaría una caída del tipo de cambio real regional, perjudicando particularmente a la producción de manufacturas. En realidad esta enfermedad holandesa a nivel nacional (esto es, entre provincias) replica el llamado “problema de la dádiva” a nivel internacional (Cfr. Figueras, Arrufat y Capello, El Desafío del Territorio, 2009, Cap. IV; y trabajo presentado a la AAEP en Mendoza 2009).
16 La maldición de los recursos es un tema que se viene planteando hace más de dos décadas. Por ejemplo en Auty, R.M. (1993). Sustaining development in mineral economies: the Resource Curse Thesis. Routledge, London se lee: “una afortunada dotación de recursos naturales, puede disparar una sucesión de decisiones de política que (…) pueden transformar la bonanza de los recursos en una maldición”. 17 Muchos países han soportado, y soportan, situaciones similares por causa del alto nivel de competitividad que tiene uno de sus sectores, productor y exportador de un recurso natural (que puede ser agro o minería, o incluso petróleo). Por eso se ha hablado de la Maldición de los Recursos, pues esa riqueza es vez de ayudarles, les posterga en su crecimiento por presencia de “enfermedad holandesa”. 18 Con escasa variedad y muy poco evolucionada como se puede percibir con la mera lectura de la carta de un restaurante estándar