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1. Economías Regionales y Política Económica

ECONOMÍAS REGIONALES Y POLÍTICA ECONÓMICA

I. Conformación del espacio geográfico

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Dentro de un esquema, en el cual los precios relativos, tal como señala la teoría convencional, juegan un rol preponderante, podemos pasar una revisión a la historia económica argentina.

La Argentina se inserta en la economía mundial a fines del siglo XIX como un país de economía de Renta (Di Tella & Zymelman, 1973) (Ikonicoff, 1989). Es decir, basada en la explotación y exportación de un recurso natural a precios superiores a sus costos de oportunidad. En esta situación histórica los precios relativos definen la estructura. La presencia de esta renta natural (pura o ricardiana) permitió un desarrollo económico intensivo, encuadrado en un definido “modelo de acumulación” (Di Tella, “Rentas Naturales, cuasirentas...”, I. Di Tella, 1986).

Sin embargo, factores exógenos y políticas económicas implementadas provocaron variaciones adversas de precios relativos (no coincidentes con los valores mundiales), lo cual concluyó en una reducción de la renta agraria y emigración de capitales desde el sector. Lo cual se verifica con el estancamiento de la producción durante 50 años (Colomé, Rev. Ec. Bco. de Cba. N° 50) y la caída de participación en la producción mundial. Por ejemplo en 1930/34, nuestro país poseía el 6% de la producción mundial de trigo y el 20 % de las exportaciones mundiales de ese cereal; mientras que en 1979/80 la participación en el tonelaje mundial era sólo del 2 % y del 5,5 % en las exportaciones. Sin que estas reducciones en las exportaciones respondieran a una mayor absorción interna, pues así en 1930 como en 1980 se exportó alrededor del 56 % de la producción (Kesman, Estudios 22, Cuadro 7).

La eliminación de esta fuente de renta natural (por caída de precios internacionales y políticas equivocadas) estancó la economía y generó, con presencia estructural, la restricción externa. Esta renta natural no fue sustituida por una renta shchumpeteriana (o cuasirenta tecnológica), propia de los países industrializados. Por el contrario, se generó, para salvar el estancamiento y la crisis social consiguiente, una renta “política” (J. Llach, 1987).

Con la caída de los precios relativos externos o Términos de Intercambio Externo, TEI, al 60% de 1915, en el período 1930/35, se intentó relanzar el crecimiento interviniendo en los mercados y “generando” una nueva renta: la renta “política”. La estrategia consistió en el cierre de la economía, definiéndose un mercado cautivo para la producción manufacturera. Se crea, así, una renta económica “artificial”, entregando la posibilidad de explotar mercados oligopólicos (con sustanciales beneficios económicos) en el sector de bienes sustitutivos.

Esto apareja dos efectos: (a) redistribución de los recursos, que abandonan el sector de bienes exportables y se dirigen hacia el sector de sustitutivos; (b) redistribución espacial del ingreso, consecuencia del alza de los precios de bienes manufacturados. En la medida en que la población rural compra productos industriales empeora su situación relativa de ingreso real (Hesse & Sauter, 1981, pág. 135).

Se va sustituyendo así una ECONOMÍA DE RENTA pura (del agro) por una “CULTURA DE RENTA”. En ella, en el nivel macroeconómico, el agregado de los sujetos económicos demuestra un comportamiento como si el flujo rentístico desde el exterior prosiguiera (Ikonicoff, 1989). Ahora el Estado genera renta “falsa” y la distribuye. Esta “generación” se produce por emisión monetaria, por transferencia intersectorial de excedentes (v.gr. desde el sector agropecuario a sectores industriales y terciarios; o desde el grupo ahorrista al grupo inversor por tasas negativas de interés) o por tributos (v.gr. previsionales) (ver Presentación Histórica, Cap.II, Acap.XII)

II. Correspondencia entre estructura “espacial” y sectorial

Simplificando los hechos podemos establecer un enfoque sectorial, con tres sectores, y sus bienes correspondientes; exportables, importables y domésticos. Veamos en un sencillo diagrama (Gráfica I) los efectos de asignación “entre sectores” de dos políticas, la cambiaría y la comercial.

Podemos esquematizar la situación en un rectángulo que simboliza el Producto Bruto (PB) (Gráfica I). La línea horizontal representa el nivel del tipo de cambio real. Por supuesto, que esta línea horizontal separa los bienes transables de los bienes domésticos. Si el tipo de cambio real crece, el sector transable aumenta su participación en el PB; y desciende, como contrapartida, la cuota del sector doméstico. Aquí tenemos esquematizados los ecos de la política cambiaría sobre la asignación de recursos.

A su vez, la política comercial puede mostrarse por la línea vertical que separa los dos sectores transables. Un aumento de aranceles o de retenciones desplaza la línea hacia la izquierda. Disminuyendo, por lo tanto, el porcentaje de bienes exportables en el total del PB; al mismo tiempo que aumenta la cuota de bienes importables (es decir, para mayor claridad, bienes que sustituyen las importaciones).

A causa de razones de especialización (por ventajas comparativas naturales o bien adquiridas) podemos representar idénticamente el comportamiento de la asignación ESPACIAL de recursos.

Es posible asimilar la situación descripta, a fin de simplificar, a una especialización “completa” de índole espacial, en la cual la región metropolitana dedica sus recursos a bienes sustitutivos y bienes domésticos, mientras las regiones del interior afectan sus factores a la producción de bienes transables.

A la Megalópolis, que abarca el corredor Rosario-Gran Buenos Aires-La Plata (con una profundidad de 100 Km tierra adentro), la denominaremos Frente Industrial del Litoral (FIL). Mientras que las regiones del interior incluyen todo el restante territorio nacional (abarcando la misma pampa húmeda), y las designaremos por Economías Regionales del Interior (ERI).

Como se observa en el diagrama, una variación en el tipo de cambio real (TCR) altera sectorialmente y, a la vez (como su derivada, por especialización regional en la producción), el patrón espacial de distribución del ingreso al beneficiar el retorno para los recursos de un área determinada. Pongamos, por ejemplo, una caída del TCR: esto provocará un aumento de la participación de los bienes domésticos en el PBI, y una consiguiente caída de los bienes transables. Esto implicará, a causa de la especialización, un aumento del peso o participación del FIL en el PBI nacional, y por consiguiente una disminución de la importancia de las ERI.

RESUMIENDO LOS EFECTOS REGIONALES

Contrariamente a lo habitualmente pensado, cuando menor sea el TCR y más cerrada la economía, más reducida será la cuota porcentual de las ERI y mayor el peso del FIL. Lo cual concluye en una esperable CONCENTRACION GEOGRÁFICA. Por otra parte, la estructura productiva descripta desemboca en problemas de balance comercial (para las regiones) y la conocida restricción externa (regional)(1) . Es decir, que a las Regiones del Interior, en general, les conviene una economía no proteccionista y un tipo de cambio real alto.

III. Mercado laboral y efectos “espaciales”

Para nuestro análisis introducimos la distinción de mercados “lewisianos” y “baumolianos”. Los primeros, que toman el nombre del economista premio nobel A. Lewis, se caracterizan por una oferta infinitamente elástica de mano de obra, de allí que la mayor demanda no ejerza presión sobre los salarios, permitiendo la presencia de “cuasi-rentas de trabajo abundante”, con el consiguiente crecimiento a largo plazo (Lewis, 1954). En el otro extremo, ubicamos los mercados “baumolianos” (por el economista W. Baumol)(2), con elasticidad nula de oferta de trabajo. Esto lleva a que la reactivación (o la mayor demanda de mano de obra) conduzca a aumentos de salarios (al menos nominales) (según Baumol, 1967). El problema más serio se presenta cuando mercados “lewisianos” por sus

1 Puede darse también otra lectura sectorial/espacial. La ventaja relativa del agro litoraleño dio un flujo de divisas que mantuvo el tipo de cambio real relativamente bajo (por un alto nivel de oferta), que si bien era competitivo para el sector agrario (pampeano) no lo era para la industria. Es decir, que mantuvo estancado el sector manufacturero por presencia de una Economía de Renta (ver Acápite correspondiente en el Capítulo de Presentación Histórica). También hoy, por idénticas razones de una Economía de Renta, no se desarrolla el sector industrial en los países petroleros. Asimismo podríamos, en un enfoque espacial, decir que el crecimiento de la Zona Pampeana genera estancamiento en las Economías Regionales del Interior por la presencia de un TCR que es bajo para la producción en tierras marginales, para la industria y para los cultivos industriales. Este argumento tiene un eco de la vieja idea de la “oligarquía” bonaerense como “responsable” del estancamiento, pero no por causas políticas puras, como dice el relato tradicional, sino por causa de competitividad sistémica (y particularmente cambiaria). 2 En la jerga de los economistas se denomina un mercado “baumoliano”. Lo que sencillamente quiere decir un mercado laboral con exceso de demanda. El extraño nombre proviene de W. Baumol, un autor que trabajó este caso. En economía, cuando hablamos de un mercado “baumoliano” queremos decir que la situación de oferta laboral no responde al modelo de Lewis sino al de Baumol (con exceso de demanda, ver nota 3).

características económicas se comportan como “baumolianos” por causas “institucionales” (legales o sindicales, por ejemplo) (para ampliar Cfr. Llach, en Villanueva, 1988).

La pregunta que nos hacemos, con miras a la economía espacial, es por qué no se dio la convergencia en el nivel económico de las distintas regiones.

Digamos sencillamente que el precio se conforma por componentes: salario (W), insumos (MP), beneficio (B), transporte (CT) y costos fiscales (CF). Si suponemos razonablemente que: (a) el grueso de la demanda se localiza en el centro porteño (o se embarca allí para su destino final); (b) los empresarios pretenden el mismo beneficio cualquiera sea su localización. Entonces tendremos que:

P = W + MP + B + CT + CF;

de donde llegamos a que  B = P - (W + MP + CT + CF)

UNA CAUSA DE CONCENTRACIÓN GEOGRÁFICA

Es obvio que si la producción localizada en Jujuy tiene su mercado en el Litoral (Buenos Aires) o en un mercado externo, con salida por el puerto de Buenos Aires, y desde Jujuy a Buenos Aires debe afrontar un costo de transporte, para man-

tener idéntico beneficio que una planta localizada directamente en Buenos

Aires, deberá existir una compensación en otro rubro, en general salario (o costo fiscal). Si esta compensación no se da, se opera la concentración en el núcleo de demanda (para el caso, el nudo litoraleño).

Aquí, aparece la presencia de un mercado de trabajo, que operaba con salarios que eran posible de sostener por el área que operaba como Centro Económico (el FIL) pero no por la región periférica: el área del Interior (es decir, las Economías Regionales del Interior, ERI).

Veamos la racionalización de este operar. Para ello modifiquemos el conocido esquema de A. Lewis, aunque tomando parte de su esquema sectorial. Señalemos dos sectores: a) un sector dinámico (capital intensivo, de alta productividad); b) un sector atrasado (intensivo en mano de obra, de baja productividad).

 El sector dinámico definido posee tres áreas:

i) un subsector internacionalmente competitivo y de mayor productividad: el agro (Moyano Llerena, 1989, pág. 50); ii) un subsector no competitivo internacionalmente (industria manufacturera); iii) un subsector de “servicios exportables extra-región” (operaciones bancarias, seguros, etc.).

 A su vez, el sector atrasado incluye, fundamentalmente, el sector de bienes domésticos propiamente (servicios y sector público); y un subsector agrario de subsistencia, que por su irrelevancia podemos excluir.

Este sector, que es tecnológicamente atrasado y forma parte parcialmente de un sector informal urbano “encubierto” (Sánchez, 1976, pág. 205/210) no expulsa mano de obra (como sí lo hace el sector atrasado en el esquema tradicional de Lewis), sino que por el contrario absorbe la expulsada desde los otros sectores. Abarcaría, entonces, preponderantemente el empleo estatal (verdadera ineficiencia subsidiada, tendiente a reducir las tensiones sociales de corto plazo) y otros sectores de servicios.

En el FIL se radica el sector dinámico NO competitivo (industria sustitutiva) y el sector de servicios exportables extra-región (aunque domésticos nacionales(3). Mientras en las ERI se radica el sector de bienes domésticos propiamente dichos (gasto público) y el sector dinámico competitivo (agro). De más está decir, que la anterior resulta una simplificación operativa. Por supuesto que en el FIL, concretamente en el área de la ex Capital Federal (CABA), se radican empleos públicos, pero por sus características federales (constituir la administración central) sus servicios son “exportados” a todo el país, siendo solventados por los impuestos que el Estado Nacional recauda a lo ancho del territorio(4) .

El juego de costos de oportunidad “reales” (considerando por tales los internacionales) favorecería a las ERI, pero la constante y errática intervención sobre los precios relativos por cierre proteccionista de la economía y política cambiaria (evitando que los precios relativos mundiales operen) ha implicado un perjuicio para las actividades radicadas en las ERI(5) .

Esta rentabilidad sectorial/espacial menor, unida a otros factores como: (a) mayor riesgo; (b) escasa retención de ahorro regional (por la presencia de factores no residentes en la región), castiga la capitalización de las ERI.

La menor capitalización implica, concomitantemente un menor ritmo de renovación tecnológica (y, ceteris paribus, un menor crecimiento). No obstante, la mayor tasa de

desocupación imperante en las ERI debería conducir a menores salarios que com-

pensarían aquella menor productividad por hombre ocupado.

Pero, en las ERI, según sabemos, no predominaba un mercado laboral diferenciado o segmentado (es decir, no integrado al mercado laboral existente en la Zona del Gran Bs. As.) y con exceso de oferta laboral(6) , que debería haber producido un salario diferencial en las ERI; y, por consecuencia, una acumulación diferencial, para concluir en un crecimiento también diferencial que aproximara los niveles de producto por habitante. Por el contrario, se dio una integración institucional entre mercados laborales.

La migración desde la periferia (ERI) al centro (FIL) descomprimió parcialmente los mercados laborales del interior, e impidió operar plenamente el mecanismo lewisiano (esto es, al reducirse el exceso de oferta laboral, el salario local no cayó lo suficiente para hacer competitivas las regiones).

Mientras tanto, en el FIL, pese a las migraciones, persistían deficiencias de oferta laboral(7) (es decir, un mercado con exceso de demanda laboral) (Llach, en Villanueva 1988, pág. 4). Lo que implicó un favorecimiento de la sindicalización y suba de salarios.

A su vez, al penalizarse al sector agrario (con la estrategia de sustitución de importaciones por presencia de TCR bajo y cierre de la economía), el desempleo creció en las ERI (incluyendo, nuevamente señalamos, la misma pampa húmeda). Ante la presión social, el Estado aplica la política fiscal (cuya demanda principal se dirige al sector doméstico) y,

3 Al ser domésticos nacionales, significa que no se verán favorecidos por un TCR alto 4 En estas proposiciones que hemos presentado esquemáticamente, el comercio que las regiones realizan fuera de sus límites jurisdiccionales y de la frontera argentina juega un papel fundamental (Cfr. “Las Economías Regionales y Comercio Exterior”, en Figueras y Arrufat, “El Desafío del Territorio”, 2009). 5 Alfred Marshall utilizó el término “industria” pero no en el sentido de actividad manufacturera sino de cualquier tipo de actividad. Por tanto, podemos hablar de la industria “marshalliana” del trigo, de la soja, de los automóviles, de la construcción o del turismo. 6 Lo que en la jerga de los economistas se denomina un mercado “lewisiano”. Que sencillamente quiere decir un mercado con exceso de oferta laboral. El extraño nombre proviene de A. Lewis, un autor Premio Nobel, quien planteó un modelo de crecimiento a partir de una situación tal que lleva a salarios regionales bajos, que hacen más competitiva la zona. Y, a largo plazo, la conducen a una “convergencia” al nivel de vida de la Zona Centro (para nuestro caso, el FIL). Es la situación que ha vivido China (exceso de oferta laboral y, por ende, bajos salarios) y que le ha permitido un gran despegue en las últimas cuatro décadas.

como estrategia dentro de la misma, expande el empleo público en las ERI (cfr. Alberto Porto, XVIII JFP, pág. 3 y 6). Ahora bien, el razonamiento nos ha llevado a que el salario

por unidad producida sea en las ERI menor que en el FIL, pero sin alcanzar el salario

de las ERI un valor competitivo respecto al FIL, y con una fuerte expansión del empleo estatal. Por otro lado, tenemos que la tasa de crecimiento en las ERI es menor que la tasa de crecimiento en el FIL.

Además, el empleo público respecto del total de la oferta laboral (esto es, de la PEA) crece en las ERI más que en el FIL (Porto, XVIII JFP, pág. 6), generando un “lastre” para dichas economías y una gran dependencia de los fondos del Estado Nacional (se va fortaleciendo el fenómeno de ilusión fiscal, ver artículo en Cap. IX).

Pero he aquí que históricamente, por “mimesis salarial” (o imitación), las remuneraciones de mano de obra abandonan la pauta de productividad y se fijan por causales sociológicas (Villanueva, 1988, pág. 172). La presión sindical finaliza integrando los mercados (en especial al expandirse el empleo público, y tomar los asalariados del interior como norma al empleado público nacional). El salario resulta establecido “institucionalmente” (y no económicamente).

Por tanto, todo el país conformó y conforma un mercado laboral “baumoliano” (se elimina la segmentación sectorial y espacial del modelo de Lewis). Esta realidad del mercado laboral impide una acumulación (o proceso ahorro/inversión) relativa mayor en el Interior, que compense el riesgo y otros costos diferenciales de las ERI (por ejemplo, costo de transporte o energía). Es decir que, el crecimiento del FIL es mayor que el crecimiento de las ERI.

ESTRATEGIA DE INDUSTRIALIZACIÓN Y ECONOMÍAS REGIONALES

La industrialización se impulsó en base a una estrategia de sustituir por bienes nacionales aquellos que eran importados. El llamado Proceso de Industrialización por Sustitución de Importaciones (PISI, o también PSI). Sus resultados iniciales, mientras se pudo reemplazar los bienes de menor complejidad, fueron rápidos. Precisamente en el momento en que esa primera etapa de la estrategia comenzó a agotarse, por ingresar en una segunda etapa de mayor complejidad, se escucharon con mayor fuerza los reclamos de las Economías Regionales por su estancamiento. Pero no hubo respuesta de solución en esta última dirección sino en la de potenciar los efectos del PSI sobre el PBN a través de una estrategia eficientista, consistente en elevar el nivel del la productividad media de la industria nacional por vía del aprovechamiento de las economías de escala, propias del sector manufacturero. Esta línea de acción favoreció el proceso de concentración industrial, sobre la base de las empresas ya radicadas en el área más desarrollada, el Gran Buenos Aires. Esta política fue en contra de un desarrollo regional armónico.

Pero esto no es todo. Surge la llamada causalidad acumulativa de Myrdal, que se sustenta en la llamada ley empírica de Verdoorn (planteada por ese economista en 1949), que nos dice que la productividad (o mejor, su incremento) está vinculada de modo directo a la tasa de crecimiento del producto (esto es, más crece el producto, más crece la productividad; que a su vez potencia el producto, y así sucesivamente, definiéndose un círculo virtuoso). De modo que como el FIL tiene mayor crecimiento que las ERI, también tendrá mayores aumentos de productividad (que las Economías Regionales), y como la mayor productividad concluye en un menor “salario de eficiencia” (es decir, menor costo salarial por unidad producida), conduce cada vez más a un mayor crecimiento en el FIL que en las ERI…, y la brecha entre FIL y ERI se va ampliando en vez de reduciendo. El proceso acumulativo queda instalado.

IV. Resumen y conclusión

La vigencia durante décadas de precios internos con marcado deterioro para los bienes transables (si los comparamos con los costos de oportunidad en los mercados mundiales), producto de políticas cambiarías y políticas comerciales contrarias a la producción de bienes exportables, castigó las Economías del Interior (ERI) en sus sectores especializados por sus ventajas comparativas. A esto se agregó el deterioro de la infraestructura (en especial de transporte: carreteras, móviles y ferrocarril) lo que incrementó los costos del interior, y redujo la rentabilidad del capital sobre inversiones alejadas del Centro (FIL). El desempleo existente propulsó las migraciones hacia el Centro. Para salvar las crisis provinciales se aplicaron recetas fiscales de Gasto Público. Esto empujó la demanda de domésticos, y frente a una oferta de baja elasticidad, originó incremento de precios. El efecto macro fue la caída del Tipo de Cambio Real regional (que surge del nivel de TC nominal dividido el nivel de precios regional)(8), con efecto negativo en su PBG.

A su vez la presencia de mercados laborales integrados nacionalmente (esto es, no diferenciados regionalmente) generó salarios institucionales (fijados con independencia de las productividades) extendidos a lo ancho del país (al menos del país “inserto en la economía de intercambio”).

El conjunto de factores enumerados son determinantes de las conductas de los potenciales inversores, quienes ante la evolución descripta, se hicieron cada vez más reticentes a aplicar capital en áreas espacialmente periféricas (salvo bajo regímenes promocionales). El efecto fue y es un capital físico (e incluso humano) con débil crecimiento (o aun, francamente decreciente). Lo cual impone una restricción de oferta en el nivel regional, en cantidad de capital y en su cualidad tecnológica.

Todos estos elementos explican en gran proporción el ESTANCAMIENTO RELATIVO de las Economías Regionales (ERI) respecto el Frente Industrial del Litoral (FIL). Hasta hoy, las medidas promocionales (por ejemplo, diferimientos impositivos) no han conseguido alterar las preferencias centralistas de los inversores.

Thirlwall sostiene que el crecimiento de las regiones está vinculado a sus Balances Comerciales. Puede sortearse a corto plazo por ingreso de capitales. Plantea pues una Restricción Económica Regional (Cfr. Thirlwall, The Nature of Economic Growth,2002)

8 Este nivel de precios de la región está influido en gran medida por el nivel de precios domésticos de la región. Y éste muy determinado por el nivel de Gasto Público, ya que el Estado demanda centralmente bienes domésticos (y no bienes comercializables)

Anexo

EFECTOS DE SALARIOS IDÉNTICOS, PESE A DIFERENCIAS DE PRODUCTIVIDAD REGIONAL

Con un sencillo planteo microeconómico pueden observarse los efectos espaciales que genera la presencia de salarios idénticos en regiones con diferencias de productividad.

Por simplificación, supongamos la existencia de una industria dispersa, bajo economía cerrada, con localizaciones en el Centro y en las Regiones. Postularemos una diferencia salarial originaria, de modo que el salario en el Centro sea mayor al salario de las Regiones (Wc > Wr), respondiendo a diferenciales de productividad; a la vez que otros componentes permiten igualar costos. Sostendremos, además, homogeneidad en las empresas dentro de cada área, de manera tal que en la gráfica la empresa “C” representa a las unidades productoras del Centro y la empresa “R” a las unidades productoras de las Regiones.

A partir de un mercado, para la industria, suficientemente integrado, se define un precio igual a Po, que conduce a equilibrios en las empresas qc y qr

En este marco comienza a jugar la presencia de situaciones institucionales (v.gr. sindicatos, salarios mínimos) que llevan a salarios más elevados en las Regiones, aproximándolos (o igualándolos) a los vigentes en el Centro (sin que ello responda a criterios de productividad).

Esto hará desplazar las curvas de costos en la empresa “R” (definiéndose CMg1 y CMe1). La oferta de la industria, que inicialmente era So, es una agregación de las curvas de costos marginales de todas las empresas. Ante el hecho de que las curvas de oferta de cada empresa en las Regiones sufre una disminución, la curva de oferta de la INDUSTRIA se desplazará hacia la izquierda (S1). Como consecuencia el precio de equilibrio subirá a P1. Este nuevo precio del bien inducirá los siguientes efectos: a) Las empresas del Centro (que no modificaron su salario) aumentarán su producción (q’c) e incrementarán sus beneficios (dada la mayor diferencia entre precio y costo medio). b) Las empresas Regionales (que incrementaron sus salarios, igualándolos a los del Centro) reducirán su producción de equilibrio (q’r).

Por ende, las empresas de mayor productividad, radicadas en el Centro, aumentan su participación y las empresas regionales (de menor productividad) la ven disminuir. SE AGUDIZA LA CONCENTRACIÓN. Esto permite explicar por qué la presencia de mercados integrados nacionalmente suele favorecer al Centro (o zonas urbanas) a expensas de las empresas radicadas en las Regiones (o en las áreas rurales).

Este análisis, basado en cambios salariales, puede extenderse, con idénticas sugerencias, a cambios emanados de la eliminación (o disminución) de medidas promo-

cionales existentes en las Regiones.

Estudios empíricos de impactos espaciales emergentes de situaciones similares a los hechos aquí estilizados, se han efectuado en los Estados Unidos. Así pueden consultarse: Kaufman & Forau, “The Minimum Wage and Poverty” en “Readings in Labor Market Analysis” N. York 1971; y H. Douty, “Minimum Wage Regulation in the Seamless Hosiery Industry”, Southern Economic Journal, oct. 1941.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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EL GRAN PROBLEMA DEL DEFICIT FISCAL

1. Resultado FINAL: incluye el pago de intereses de la deuda 2. Resultado PRIMARIO: excluye el pago de intereses de la deuda

Tomado de: https://www.invecq.com/contenidos/deficit-record-pandemia-algo-mas/

Tomado de: https://fullcampo.blogspot.com/2015/01/?m=0

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