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Demdike Stare - Dialogo de brujas

Por Antton Iturbe y Carlos G. De Marcos

--“El sonido fue atribuido por los pueblos primitivos a los dioses, considerado como sagrado y reservado a los sacerdotes, quienes lo usaron para enriquecer el misterio de sus ritos. Así nació la concepción del sonido como cosa en sí misma, distinta e independiente de la vida, y el resultado fue la música, mundo fantástico superpuesto al real, mundo inviolable y sagrado”

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Luigi Russolo “L’Arte dei rumori. Manifiesto futurista”

1# DEMDIKE STARE Y AUTECHRE: UNIVERSOS PARALELOS

Antton Iturbe: Irremediablemente uno me lleva al otro y ya no puedo disociarlos. Se convierten en anverso y reverso de una misma realidad, de un mismo momento grabado en mi mente y en dos modos diferentes de mirarlo y percibirlo. En el primero de ellos, Autechre acaban de dar uno de los conciertos de mi vida. Con todas las luces de la sala apagadas, salvo dos pequeñas linternas, como luciérnagas sobre sus cabezas, Rob Brown y Sean Booth construyen un muro de electrónica abigarrada, absolutamente indescifrable, indescriptiblemente bella. En el segundo, también hay dos músicos, Sean Canty y Miles Whittaker, apenas visibles mientras mezclan cuidadosamente los ingredientes de un brebaje cuyos efluvios inundan la sala en forma de sonido. Una música también oscura, amenazante e irresistible al mismo tiempo que, sin embargo, aquí se ve acompañada por una enorme pantalla sobre la que se proyecta el baile de bellos cuerpos de colores y texturas brillantes en un film de Michael England, que expande el momento a nuevos e insospechados territorios.

Carlos G. De Marcos: Me encantan los juegos de correspondencias. Obviamente, Autechre son una influencia en Demdike Stare pero estos no se dedican únicamente a reproducir el universo de aquellos sino que establecen uno propio. La de Autechre es una belleza cuántica que remite a un proyecto posthumano, mientras que Demdike Stare es un relámpago en bola y un proyecto profundamente humano, carnal; como dices, de bellos cuerpos de colores. Si Autechre son ciencia ficción (pero una ciencia ficción imaginada por un ente alienígena) que nos remite a cuásares, anti materia y dominar la anti materia, mundos de xenomorfos o seres hechos enteramente de electricidad o cualquier otro tipo de energía, Demdike Stare tiene más que ver con Quatermass y su universo de alienígenas ocultos en la Tierra, con el giallo y el pulp, el Antiguo Enemigo disfrazado de banda de electrónica experimental y los ídolos paganos. Las imágenes de Michael England y las escenas sampleadas que utilizan para muchos de sus videoclips ilustran muy bien esa carnalidad pero también el misterio

de la carnalidad, el ritual ocultista del cuerpo y el misterio del tiempo mismo, Demdike Stare juegan con las imágenes vintage y la música radicalmente presente para mostrarnos un tiempo sin tiempo donde pasado, presente y futuro se solapan. AI: Comparto plenamente tu visión y al mismo tiempo me genera todo tipo de dudas. De hecho, hay elementos que casi los veo intercambiables entre ambas propuestas, en esa exploración de lo liminal que ambas bandas practican, siempre en la cuerda floja, cayendo a veces en un lado (el de la carnalidad más palpitante) y otras en el opuesto (en la abstracción más ensoñadora). Es cierto que hay elementos estéticos más cercanos a una banda que a la otra, como las referencias al pulp, al giallo y a lo “oculto” en Demdike y a una cierta cibernética post-humana en ese tono de A.I. que siempre rodea a Autechre. Pero al mismo tiempo ¿cuánto hay de “real” en el goce carnal de nuestros cuerpos y cuánto es pura percepción sujeta a ensoñaciones previas y recreaciones futuras? ¿Cuánto está condicionado y creado por nuestra imaginación? ¿Es ahí dónde se genera y se recibe el placer o es de verdad “palpable”? ¿Y las máquinas cibernéticas, post-humanas e inteligentes sienten esa carnalidad? ¿Es posible transmitir sensación carnal por puras ondas sonoras generadas digitalmente? ¿Cómo es posible? ¿No es esa la confirmación de que es en nuestra imaginación donde está la fuente y el objeto de esa carnalidad? Ambas me producen las mismas preguntas, la misma excitación, la misma fascinación.

CGdM: Todas las respuestas que podría ofrecer a tus dudas nos llevarían a más preguntas. Casi parece que estuvieras refiriéndote a una mística de la carne y el goce por el trance musical. Entonces, sí, creo que ese goce es “realmente” real porque, además, se sustenta, precisamente, en un reconocimiento de esa imaginación traída al plano que entendemos como “real”. La música soñada traída desde el mundo de los sueños. Algo que el compositor italiano Giuseppe Tartini casi pudo hacer después de un sueño en el que el diablo pactaba con él por su alma a cambio de una composición como nunca jamás había escuchado. Al despertar, Tartini tomó su violín y apenas pudo reproducir unas notas de aquella sonata soñada. De todos modos se convirtió en su composición más famosa, “El Trino del Diablo”. La música activa circuitos neuronales de recompensa y placer en nuestros cerebros pero, claro, ¿qué tipo de música nos procura el placer y qué tipo de placer buscamos? Lo que me parece verdaderamente fascinante es el empeño humano por acompañarse de música siempre. De qué modo está hecha, compuesta o reproducida, creo que está dejando de ser un tema de importancia. Quizás hace años, cuando el cerebro humano detectaba, por ejemplo, que la música estaba compuesta en base a samples,

muestras de sonido que se repetían, dejaba de prestar atención. Hoy día creo que eso ya no ocurre, de hecho hemos aprendido a comprender la belleza de la máquina en los procesos creativos y artísticos y con ello sus laberintos, sus recorridos y sus preguntas, sus errores o glitchs; en definitiva, su propia “realidad” creativa. AI: Alguien dijo, al final del concierto de Autechre, que hubo un momento en el que sintió que todas las canciones de la historia del mundo estaban sonando a la vez. Difícilmente se puede describir de forma más acertada el efecto de agujero negro, de gravedad infinita que todo lo atrae, lo fagocita y lo concentra, que produce la música del dúo. Autechre parecen crear desde un rigor matemático y exhaustivo, capaz de sintetizar en un todo unitario e inimitable cualquier fuente de sonido externa.

Demdike Stare, por su parte, parecen invocar a todas estas mismas canciones a través de sus rituales arcanos y misteriosos, para que se levanten de sus tumbas y caminen juntas con nosotros hacia la luz, una luz blanca y cegadora. Pero, a lo mejor, es al revés, Autechre son la luz y Demdike Stare el agujero negro. El anverso y el reverso giran constantemente y nunca estamos seguros de su posición exacta)¿Te sugiere algo todo esto? ¿Sientes una conexión similar tan intensa con Autechre o con cualquier otra cosa?

CGdM: Esa definición sobre la música de Autechre me encanta, como si la creación de Booth y Brown se desarrollara o convirtiera en un vórtice donde la historia entera de la música se precipita y comienza a girar infinitamente. Recuerdo cuando escuché por primera vez un disco como “Gantz Graf” y tuve la sospecha de estar escuchando una miríada, una cantidad imposible de limitar de frecuencias sónicas que procedían directamente del electro, una de las influencias claras de Autechre. Sin embargo ellos no se dedicaban a reproducir sino a llevar el electro al confín de sus posibilidades, a su límite. Fue una sensación inquietante y enriquecedora. No obstante, si Autechre “hacen sonar todas las canciones de la historia del mundo”, en las canciones de Demdike Stare suenan sus espectros, sí, los rastros fantasmales de millones de ellas, del deep house a la library music, el folk oscuro o la música minimal y la electroacústica. Todo es liminal en la música de Canty y Whittaker, portales donde todo acaba y todo empieza.

AI: Totalmente de acuerdo y al mismo tiempo, podría intercambiar los nombres de ambas bandas y seguir estándolo. Es ese carácter liminal que mencionas lo que le da sentido. Principio y final, ajeno al discurrir lineal de nuestro tiempo, podríamos entrar y salir, cambiar una visión por otra, el anverso por el reverso eternamente sin llegar a una conclusión. Descubriendo nuevas/viejas realidades en cada giro. Quizá se pueda decir lo mismo de muchas otras músicas y artistas, a lo mejor de cualquiera de ellos, pero con ninguno me resulta tan poderoso y absorbente como me sucede con Demdike Stare/Autechre-Autechre/Demdike Stare.

CGdM: Sí, es muy posible que pueda darse este tipo de correspondencias entre otros artistas o músicas, y también podemos preguntarnos cuánto hay de depredación de un artista del arte de otro (y no me refiero al binomio Autechre/Demdike Stare), de aprovechamiento de los avances creativos del visionario. Dentro de las músicas “avanzadas” creo que esta depredación se da en menor medida (o eso quiero creer) porque quizás estemos ante creadores que se acercan más al arte o lo maravilloso. En una vieja entrevista, me preguntaron cuáles eran mis influencias. Mi respuesta fue esta: “Los artistas que de verdad me inspiran son aquellos que con su ejemplo, su ética, te muestran caminos diferentes y te invitan a que tú sigas el tuyo propio.”

2# PORTALES/LIMINALIDAD

A.I: Como no podía ser de otra manera, mi punto de entrada en Demdike Stare fue indirecto. Llegó en 2009, a través de “Self Assessment” de Pendle Coven, el dúo formado por el propio Miles Whittaker y Gary Howell. Un disco al que guardo un cariño muy especial por abrirme las puertas a una realidad paralela, y desde el que pueden trazarse todas las líneas que dan forma a este retrato. ¿Cuál fue el tuyo?

CGdM: Mi portal de entrada en la ficción sónica de Demdike Stare fue el videoclip de “Hashshashin Chant”. Lo cierto es que no recuerdo cómo o el motivo que me llevó hasta ese instante, supongo que se trataría de una de mis frecuentes búsquedas random por Internet cuando escribo conceptos que me interesan en el buscador de Google y veo hasta dónde me puede llevar. En todo caso fue un descubrimiento memorable. No conocía nada de ellos y entonces me puse ante ese ser que encanta la escena, un ser indefinido mitad ídolo mitad demonio surgido de algún culto extraño oriental, como la percusión que anima sus movimientos epilépticos, de baile vudú, y las voces sampleadas que terminan por ser un mantra hipnótico; de repente el ser da paso a imágenes que nos remiten a mundos encantados: ocultismo, poderes sobrenaturales o facultades psíquicas y más hipnosis. Ciertamente, me hechizó la conjunción

de música e imágenes. Leí por ahí que la canción era como si los protagonistas de “La Naranja Mecánica” participaran de una rave tribal psicodélica que terminaba por fuerza en pesadilla. Me parece una gran descripción. Estaba claro que iba a investigar ese grupo y “Voices of Dust”, el álbum de 2010 donde aparecía “Hashshashin Chant”, el segundo del grupo, no me decepcionó en absoluto sino al contrario, allí había un concepto absolutamente genial de post todo, de pre todo; como decía antes, de lugar liminal donde todo es posible y las pistas o rastros (esos fantasmas que comentaba antes) del deep house, el dubstep y el dub, el industrial o el dark ambient se combinaban de un modo absolutamente personal, a pesar de estar hecho todo o casi todo con muestras de sonido, lo que nos viene a decir que si la imaginación es mucha la obra no tiene por qué conocer límites. AI: Con “Voices Of Dust” yo también caí rendido. Lo compré junto a “Liberation Through Hearing” y “Forest Of Evil” en una edición de tres CDs a modo de tríptico, y desde entonces se convirtió en una especie de Santo Grial o de indescifrable y fascinante mapa del tesoro. Retorno constantemente a esta colección. Siempre halló inspiración. Es inagotable.

CGdM: Conozco perfectamente esa sensación. Es curioso cómo ciertos objetos se “cargan” con una especie de magia en cuanto a las posibilidades sensoriales que nos proporcionan: discos, CDs o cassettes, películas en diferentes formatos, libros… Son tecnología, pero también talismanes. Si el filósofo iraní Reza Negarestani hablaba de los “demonios inorgánicos” en su obra “Ciclonopedia” como objetos, “artefactos xenolíticos” con la capacidad de traer maldiciones al ser humano y procurar su ruina, como, por ejemplo la Caja de Lermarchand de “Hellraiser” o la estatuilla neandertal en “El Guerrero N.º 13”, por contra, existen otros que vienen a ser todo lo contrario y de los que nos gusta rodearnos, como tu tríptico de Demdike Stare; posesiones materiales que encierran mundos metafísicos de posibilidades con los que expandir las nuestras; son, como digo, análogos a un talismán; portales, sin duda alguna.

3# BRUJAS, FANTASMAS Y CINTAS DE PIEDRA

AI: El nombre de Demdike Stare proviene de las brujas de Pendle, acusadas de 10 asesinatos y ejecutadas por ello en 1612, en uno de los juicios de brujas más famosos de la historia de Inglaterra, varias de ellas hijas y nietas de Elizabeth Southerns, también conocida como Demdike. La asociación a la imaginería de las brujas en particular y en general a todo un pasado ancestral de mitos y leyendas británicos es una constante en la carrera de Sean y Miles, tanto en su faceta de productores como en la de editores de sus sellos. En 2009, estas referencias podrían llevarnos tanto al infame witch-house (subgénero efímero y en el fondo, bastante insustancial que estaba en su punto álgido) o a las exploraciones “hauntológicas” de un sello como Ghost Box, que por aquel entonces publicaba joyas como “From An Ancient Star” de Belbury Poly, u “Other Channels” de The Advisory Circle, que estas sí, me tenían absolutamente enamorado. Ghost Box me tuvo atrapado durante una temporada y sé que a ti también te gusta mucho, así como Folklore Tapes y otros sellos “de este tipo”.

CGdM: Mark Fisher recuerda algo muy interesante, que a mi modo de ver da un significado otro a la música y el universo de Ghost Box, cuando dice que una de sus mayores influencias fue la BBC Radio Workshop (sobre todo de los jefazos del sello, Julian House y Jim Jupp, los cerebros tras The Focus Group y Belbury Poly y

Eric Zann), quienes partiendo de un interés por la experimentación llenaron la vida cotidiana de los británicos de finales de los sesenta y la década de los setenta de jingles y músicas extrañas en spots publicitarios y series de tv y películas. La televisión se convertía de este modo en un enorme portal que, como en “Pórtico”, la novela de Frederik Pohl, “se abría a todas las maravillas del universo... y a todos sus horrores”. Lo familiar siniestro, lo siniestramente familiar. Mientras el mundo del pop proponía su simulacro desde escenarios a modo de altar donde sus dioses lanzaban su mensaje, la pantalla de tv se convertía en un círculo mágico desde el cual echar un vistazo al otro lado. Esto es lo que parece querer mostrar Ghost Box, la posibilidad de un mundo de ciencia ficción donde Kraftwerk se encuentran con Arthur Machen, H.P. Lovecraft y el folk extraño, “Children of the Stones”, “Sapphire and Steel”, “Choky” o “Espacio 1999”. Un mundo que nunca ha existido pero cuya posibilidad es deber de los artistas mostrar.

Es fácil incluir a Ghost Box dentro del revival (aunque no estoy convencido de que realmente lo sean), cosa que no podríamos hacer con Folklore Tapes, un sello a cuyos responsables tuve la oportunidad de entrevistar para Manía. Ellos no consideran a sus colaboradores como artistas sino como “investigadores”, creadores que se acercan a un mito o leyenda del folclore británico y lo recuperan en forma de obra musical. Consideran el folk como algo no necesariamente anclado en el pasado sino como fuerza viva que puede desarrollarse con tecnologías nuevas e incluso han participado de un sucedáneo de hiperstición como puede ser el fakelore o falso mito, entretejiendo eventos actuales, personas reales, lugares y objetos con narraciones inventadas y mitos urbanos. Cosa que particularmente me fascina por su potencial creativo. Otra curiosidad sobre ellos es que David Chatton Barker o Ian Humberstone, uno de los dos, trabajó durante un tiempo en el sello discográfico Finders Keepers de Andy Votel, probablemente junto a Sean Canty, de Demdike Stare. Todo está conectado. Además, no deja de resultar muy interesante el hecho de esa conexión Folklore Tapes/Demdike Stare en Finders Keepers, un sello dedicado básicamente a recuperar oscuras joyas del pasado, pero cuya exposición a esos estímulos del pasado no ha hecho de Folklore Tapes o Demdike Stare unos meros recreadores de esas formas o necesidades creativas pretéritas que trataban de explicar “otros tiempos, otros lugares”. A mí esta es una circunstancia que me interesa mucho.

AI: Exacto. Lejos de evocar una arcadia, un mundo de pura nostalgia idealizada, que no es más que una herramienta para sentirse seguro en un mundo que nos es hostil e incomprensible, Demdike, el universo Ghost Box, continúan el camino iniciado por los magos de la BBC Radio Workshop, abriendo las puertas de nuestra imaginación, de los mundos imaginados que nunca existieron, y a los que no es posible retornar en busca de ninguna seguridad. Más bien, al contrario, son los mundos que adivinábamos más allá del velo de la realidad cotidiana, una realidad alternativa y paralela que algún día quizá seríamos capaces de alcanzar, y en ello seguimos. Es atractivo y espeluznante al mismo tiempo. Amenazante y seductor; perverso y sanador. Pero no, nunca nostálgico de nada en absoluto. Otro universo al que también se abre la música de Demdike es la del colectivo Gruppo d’Improvisazione Nuova Consonanza, cuna de grandes talentos como Ennio Morricone… En cassettes como la serie “stitch to stitch” recortan, pegan, remodelan y reconstruyen sonidos de ese fabuloso proyecto italiano de los años 60 y 70. Una especie de comuna, academia y espacio de experimentación y asociación libre en la que los miembros entran y salen constantemente y dejó un legado enorme de grabaciones realmente fascinantes. Pero de todas formas, no me gustaría caer en el juego de “cazar” referencias y ser más listo que nadie y reducir la magia de Demdi-

ke a una mera competición por identificarlas. Convertir una obra en más valiosa por lo desconocido de sus referencias es una trampa que sólo lleva a la frustración y al agotamiento a medida que esas referencias se van convirtiendo en lugares comunes. De nuevo, estamos limitando los poderes de la música para generar mundos por sí misma, y de partir de ahí para crear nuestros propios mundos e interpretaciones.

CGdM: Sí, me fascina descubrir creadores musicales sobre los cuales no conozco absolutamente nada, simplemente dejando que tu intuición te lleve por las corrientes de sincronicidad de Internet. Así llegué a Forest Swords, el terrorista/bromista ruso Zurkas Tepla, Zeroh, Vindicatrix, Klein, Dis Fig o, por supuesto, Demdike Stare, protagonistas de esta conversación. Es como transitar un territorio virgen, ignoto o desconocido en el que todo está por hacer. Es lo contrario de transitar o habitar la nostalgia donde tanta gente parece sentirse muy cómoda en sus preferencias musicales. Lo cierto es que tampoco rechazo el juego de correspondencias que se establece cuando se busca qué discos o qué artistas influyen en otros artistas a los que admiro; es una manera de continuar explorando el territorio. Aún recuerdo con sumo gusto descubrir las recopilaciones de Broadcast en su viejo blog con sus artistas favoritos, como el Gruppo d’Improvisazione Nuova Consonanza u otro colectivo muy loco e interesante como fueron aquellos United States of America. Pero sí, me preocupa no obstante el desmedido culto a la nostalgia y la sustitución del presente por una forma grosera de idealización del pasado. La suspensión del hecho cultural activo que trata de explicar el presente y avanzar el futuro. Supongo que ya no pensamos en el futuro porque ya no hay un plan para él, ni política ni socialmente más que a través de una continua actualización de formas dadas como si la vida pudiera ser tratada como una tecnología un tanto obsoleta que ha de ser ayudada a mejorar a

AI: Así es. Se nos ha negado la capacidad de soñar e imaginar cualquier alternativa. Me parece absolutamente necesario recobrar la capacidad de soñar e imaginar un mundo futuro, de compartirlo y empezar una verdadera reconstrucción que nos lleve o nos acerque a él. La música tiene un enorme poder para excitar nuestra imaginación, la del creador y la del oyente, y la estamos mutilando con todas estas recreaciones a las que haces alusión, absolutamente vacías e inertes, incapaces de provocar la más mínima reacción que vaya más allá de la satisfacción inmediata y efímera. Pura funcionalidad, como un servicio de melodías y ritmos a la carta.

CGdM: La capacidad de soñar e imaginar ha de ser conquistada, frente a los intentos de ser negada. Darle la capacidad de negar a un poder o al Control (con eme mayúscula, como lo escribiría William Burroughs) es concederles demasiado y únicamente poder actuar de modo reactivo. Mark Fisher decía también que los gustos son políticos. Hablan, dicen mucho de nuestros intereses y del modo en que nos desarrollamos o afrontamos la vida y sus vicisitudes. La música popular ha ido adoptando posturas cada vez más conservadoras o incluso reaccionarias. Fue un DJ radiofónico de rock´n´roll quien en 1979 comenzó una campaña contra la música disco. “Disco Sucks”, rezaba su lema. Una campaña absolutamente reaccionaria, seguida en su mayoría por hombres blancos que adoraban una música que veinte años antes había sido considerada inmoral por otros reaccionarios a los cuales ahora imitaban. El punk fue asumido por la industria del entretenimiento en un tiempo récord y hoy día es una parodia. Las raves fueron perseguidas por el gobierno británico, tanto conservador, primero, como laborista, después, porque no se podía consentir su potencialidad de unión y confabulación. La repetición de formas pretéritas suspende el presente de la cultura y su capacidad de ofrecer perspectivas y posibilidades. Lo terrible es que tanta gente se conforme con alimentarse una y otra vez con el alimento para buitres, deglutido y casi sin nutrientes.

Sé que eres igualmente fan de la película de Paul Wright “Arcadia”, que quizás podríamos calificar de “hauntológica” y que parece también preocuparse por el excesivo culto a la nostalgia inmovilizadora en la cultura de nuestro presente. A priori es un documental construido a través de metraje encontrado en archivos visuales que parece querer ser una especie de “canto” u homenaje de la vieja Inglaterra rural en oposición a la vida moderna (al modo de la obsesión del nacionalismo vasco por “recuperar” una Edad de Oro situada en el medio rural que posiblemente nunca existió y que sirve para toda clase de motivos, desde calendarios de la BBK a exposiciones de pintura) pero que poco a poco se va revelando como un ritual donde, según las propias palabras de Wright “los fantasmas del pasado se despiertan de la tierra y se revelan nuevas versiones del país. (…) Un lugar familiar al que regresamos, que cambia sutilmente y adquiere un nuevo significado cada vez”. Esto me parece mucho más interesante que idealizar el pasado, que no deja de ser una forma de ignorar el presente y posponer el futuro; el pasado debe servir para hacernos cuenta de esas nuevas versiones del presente. Es algo que también podemos ver en el trabajo del artista Mark Leckey, cuyas películas “Fiorucci Make Hard” o “Dream English Kid” y montajes como “O´Magic Power of Bleakness (donde replica a tamaño real un puente de la autopista en la M53 en Wirral, Merseyside, donde creció el artista. Centrándose en un grupo de adolescentes, la obra está inspirada en el folclore y las historias de cambiantes e “incursiones de hadas” y en las propias experiencias preadolescentes del artista) se preguntan por el modo en que la memoria marca las pautas de conducta de nuestro presentes, mostrando ese pasado como un tiempo/lugar encantado. El

trabajo de la artista australiana Sarah-Jane Norman sobre la memoria es igualmente interesantísimo. ¡Y qué decir de Susan Hiller!

AI: No puedo estar más de acuerdo. Y esto me lleva también a citar a una gran influencia para mi en este modo de pensar, en ese constante diálogo pasado/presente/futuro en el que los tres se ven alterados, y es la de Sun Ra y todo su entorno filosófico/poético/musical y de un modo más amplio, todo el concepto de Afrofuturismo. Pero quizá sea mejor dejarlo para otra ocasión.

CGdM: Sí, Sun Ra, el alienígena total. Alguien que decía de sí mismo que la Tierra no era su lugar y “Space Is The Place”, algo que me parece muy atractivo. La condición de “alienígena”, de “extraño” o “extranjero” en la acepción inglesa original, aplicada al arte o los artistas daría para muchas horas de debate. Pero, volviendo a Ghost Box, me temo que noto un cierto agotamiento en la fórmula. O quizás soy yo quien esté un tanto agotado de la misma. No obstante, la invitación a Paul Weller, caduco “modfather”, a participar en un ep con un sonido creado ex profeso, me sugiere un movimiento en busca de abrir el nicho de mercado. Y, ojo, que el ep me gusta, de hecho me parece mucho más interesante que cualquier cosa que haya hecho Paul Weller en los últimos veinte años, pero ver su nombre ahí… Me chirría, no puedo evitarlo. Con el tiempo, encuentro las investigaciones de James Leyland Kirby como The Caretaker, u otras encarnaciones tan inquietantes como V/Vm, sobre la memoria mucho más interesantes y profundamente turbadoras. ¿Cuándo acaba algo? ¿Cuándo desaparece? Y ¿Qué es desaparecer? Andrew Weatherall afirmaba que recibía la música de los muros y el éter. ¿Es posible que los espectros o los recuerdos de la música y otros eventos se “graben” en los muros o floten en el éter como en una “cinta de piedra” y desde allí puedan asaltarnos? ¿Es esta una forma de continuación que el artista recibe como si de un médium se tratara? Desde luego, de ser posible esta circunstancia, explicaría a la perfección de dónde surge la inspiración

AI: La posibilidad de que los sonidos queden grabados en las paredes y en otros materiales que nos rodean y podamos después rescatarlos o puedan asaltarnos cuando menos lo esperamos, es algo que he pensado muchas veces y comparto tu inquietud por ello. El caso es que recientemente leí el libro “La Ciencia a la luz del Misterio” del tristemente desaparecido Victor Nubla y apunta exactamente en esa dirección, desarrollando una serie de teorías y digresiones al respecto realmente fascinantes. En ese peculiar estilo suyo, entre la erudición científica y la más delirante patafísica.

CGdM: Es que esa teoría de las cintas de piedra o del sonido que emana de la piedra tiene mucho que ver con la teoría de la resonancia mórfica de Rupert Sheldrake por la que existe una especie de memoria atávica que nos conecta a todos los seres humanos y que nos llevaría a ser capaces de recordar hechos de nuestra primera estadía, cuando surge la consciencia humana. Según Sheldrake, la memoria no se aloja en el cerebro sino en una especie de éter y nuestro cerebro vendría a ser como un receptor de televisión el cual, si está bien sintonizado, es capaz de acceder a zonas a priori ocultas o más difíciles de acceder. Me gusta pensar que Víctor Nubla estaba al tanto de estas teorías, aunque no puedo afirmarlo y él, por desgracia, ya no podrá confirmarlo o desmentirlo. Ese libro suyo es una pequeña gema que recomendaría a todo el mundo que se interesa por la música y por esta como fenómeno y en general a todo el mundo que sienta curiosidad por la apariencia y los prodigios de nuestra vida y su percepción. Alguien que considera un disco como una tecnología análoga a una máquina del tiempo o que nos recuerda que “Nos deleitamos con el brillo de las estrellas lejanas, aunque su fulgor es antiguo. No hay tiempo real” merece ser leído.

4# AUTO EVALUCIÓN

A.I: Sin embargo “Self Assessment” de Pendle Coven, mi puerta de entrada en Demdike, con su elegante armazón de techno-dub está más cercano a Basic Channel, que al retrofututismo de sintes modulares de Belbury Poly o al abigarramiento pseudo-industrial del witch house. Sin ser ni mucho menos, su mejor disco, ni el más representativo, definitivamente apunta a una dirección propia, mucho menos identificable y limitada. Un corpus que a partir de aquí se desarrollará y ampliará principalmente bajo el alias de Demdike Stare y se verá publicado en el sello Modern Love, el otro lazo que nos une a ese “Self Assesment” seminal en mi vida.

Desde aquel descubrimiento, pocas han sido las referencias de Modern Love que he pasado por alto” (Andy Stott, Deepchord, Low Jack, Vatican Shadow…). Registro fiel de su evolución sonora desde un techno seco, austero y profundo a una paleta de ritmos y texturas cada vez más abstracta, oblicua, rica e incluso, colorista. Los ecos, las resonancias y los efectos de lo que ahí suena son cada vez más amplios y misteriosos, y es ahí donde reside el hechizo de Demdike. ¿Cómo percibes Modern Love y la evolución de Demdike? ¿Sigues el sello?

CgdM: Me produce un rechazo terrible aquellas propuestas creativas que se repiten con una obstinación tenaz, termino por perder el interés; es como dar vueltas

en el horizonte de sucesos de un agujero negro, donde el desdichado astronauta sabe que terminará por caer para perderse por siempre, irremediablemente.

Afortunadamente Demdike Stare no son el caso, ellos son más bien los tripulantes de una cápsula que viaja a través del tiempo y el espacio sin parecer detenerse. Es obvia la evolución desde “Symbiosis” a los dos últimos discos del dúo en colaboración con Jon Collin, donde parecen haber conjurado el espíritu de Durutti Column, o en temas como “Savage Distort”, que emparento con el tema de Andy Stott “Hard to Tell”, una canción que me tiene completamente obsesionado. Bueno, ambas canciones me tienen hipnotizado. Obviamente se desenvuelven cómodamente en ese líquido amniótico o ectoplasma oscuro que ofrecen en sus creaciones pero no se han acomodado en ningún caso. Parecen haber encontrado una fórmula mágica de combinar todas sus obsesiones: techno, deep house, bandas sonoras, folk extraño, jazz, library music en un continuum ocultista que llaman canciones pero que probablemente tenga que ver más con una forma de hechizo lanzado al oyente. AI: Sí, el concepto de fórmula mágica y hechizo les viene como anillo al dedo. Esto me sugiere volver a la asociación inicial con Autechre, y en sus dos maneras (no se si opuestas pero claramente diferenciadas y personales) de obtener esa amalgama de todas sus influencias y derivas en un corpus único e intransferible. Suyo y solo suyo. Del mismo modo que la colaboración apunta al folk de ultratumba, “passion”, su último largo en Modern Love, remite a la carnalidad voluptuosa del club y su reciente cassette “drum machines” al breakbeat, y al collage hip-hop de sus inicios, y todos siguen siendo deliciosamente Demdike Stare.

CgdM: Sí, parece que Canty y Whittaker no consienten en absoluto acomodarse ni que su público lo haga en cuanto a esperar “más de lo mismo”. Es algo que personalmente agradezco. Permíteme que termine de contestar tu pregunta de un poco más arriba. No sigo el sello, Modern Love. De hecho, no sigo ningún sello o etiquetas musicales y tampoco presto demasiada atención donde graban los artistas. Lo cierto es que casi no sigo a ningún grupo o artista de modo exhaustivo. Me interesa la línea creativa que siguen sellos como Hyperdub (me interesan muchísimo las ideas de Steve Goodman sobre el sonido en libros como “Sonic Warfare”, por ejemplo) o Halcyon Veil pero estoy muy lejos de ser un fanático. Quizás haga mal pero he desarrollado la creencia de que estamos rodeados de “fandom”. Es decir, observo muy a menudo gente que a priori tiene un criterio exquisito cómo termina por mostrarse rehén de todo aquello que se “supone” o se “espera” que debe escuchar. No sé si hace sentido para ti lo que digo. Pasa también en la escritura o en el cine, gente que lee “lo que hay que leer” y ve “lo que hay que ver”, series o películas. Y esto se da tanto en el mainstream como en el underground. ¿En qué se diferencian si consumen los productos “destinados a ellos”? ¿En el volumen de su nicho de mercado? Sé que es un modo radical de verlo pero no puedo (o no quiero) evitarlo. AI: Entiendo y comparto lo que dices, pero quizá tengo una manera diferente de enfocarlo. En mi caso sí soy seguidor de artistas y muy especialmente de determinados sellos musicales. Me interesa y me inspira mucho la figura del “curator” o comisario de sellos, editoriales, exposiciones, eventos, sesiones de DJ… Es algo que puedes observar en mi entrevista a Rabih Beaini en este mismo número; a mi entender, una presencia esencial y realmente admirable dentro de la escena musical mundial a quien realmente merece la pena seguir. Del mismo modo y por citar algunos ejemplos que me vienen ahora mismo a la cabeza, Oren Ambarchi y su sello Black Truffle, Jennifer Lucy Allan con ArcLight Editions o el gran Steve Goodman con Hyperdub, son también artistas cuya labor editorial es una extensión de su visión y su discurso que completa su obra.

CgdM: Sí, claro, es un punto de vista que respeto. Odiaría que se entienda que pretendo tener la razón absoluta sobre cómo alguien debe producirse en su relación con la música o el hecho creativo. Tan solo trato de mostrar mi posición y ofrecerla a los demás.

He tenido la inmensa suerte de leer tu entrevista con Beaini y puedo decir que es una figura a tener en cuenta, alguien muy especial. Como podría serlo el propio Mark Leckey, a quien citara hace rato, no ya en su faceta de artista visual sino de curador en exposiciones como “The Universal Addressability of Dumb Things” donde se ocupa de mostrar una exposición que explora el mundo mágico de las nuevas tecnologías, además de rastrear sus conexiones con las creencias de nuestro pasado lejano en obras de arte históricas y contemporáneas de artistas como William Blake, Louise Bourgeois, Martin Creed, Richard Hamilton, Nicola Hicks, Jim Shaw o Tøyen videos, máquinas, artefactos arqueológicos y objetos icónicos, como la figura inflable gigante de dibujos animados de Félix el gato, la primera imagen transmitida por televisión, el “acéfalo” de André Masson, el pene balanceante de la película “La Naranja Mecánica” esculpido por Herman Makkink o una mandrágora gigante cantante del siglo XIII que habitan un “paisaje encantado” donde los objetos parecen estar comunicándose entre sí y con nosotros. Obviamente, sin figuras como las que nombras y otras muchas, la creatividad y el arte

inquieto hubiera sido fagocitado hace tiempo por la industria, mutado en mero producto mercantil.

A.I: En mi texto apunto a una dirección sugerida por una cita del periodista Joseph Stannard que me encanta “De manera diferente a la de los artistas de Ghost Box como The Focus Group, que empleaban el sampler como un medio para despertar recuerdos y emociones en el oyente, Demdike lo usan para desatar el potencial oculto detectado en discos oscuros y olvidados”. Hago mías sus palabras. Demdike no se basan en la mera reproducción erudita y nostálgica. Los percibo como médium de transmisión de sus descubrimientos musicales y de hacernos llegar todo su poder, a pesar de que nos sean totalmente irreconocibles. Su música genera un cierto miedo a lo desconocido, una sensación de peligro inminente que atrae irremisiblemente. “Maravillado y asustado al mismo tiempo (awed and cowed)” como decía también Stannard. Estamos embrujados, sé que es un término un poco tópico, pero verdaderamente lo siento así. ¿Te sucede lo mismo?

CGdM: Conocía la cita de Stannard y comparto contigo ese entusiasmo. En mi propio y modestísimo proyecto musical, Derriere, comenzado hace ya cerca de veinte años, si no más, he reflexionado sobre trabajar con muestras de sonido ya dadas ya que creo única y exclusivamente con samples, sobre la exploración de las posibilidades de muestras de sonido existentes previamente y creadas por otros, transformadas según la necesidad de la nueva pista, creando una comunicación incesante entre lo supuestamente terminado, lo finito, y lo que no lo está, lo que se expande, en un juego de espejos y posibilidades, de azar.

En la música, la manipulación de fuentes de sonido a través de diferentes medios para conseguir otros sonidos es una práctica vieja. John Cage, Angus McLiese, Stockhausen, Brian Eno, Pierre Schaeffer, Xenakis, Edgar Varèse, Delia Derbyshire, George Russell, el primer House o la música Disco lo hicieron y artistas como Christian Marclay, Otomo Yosihide, People Like Us, Negativland, DJ Shadow y muchos otros continuaron explorando las posibilidades de una técnica impura, que juega con el concepto

mismo de finalización, de acabamiento, de pertenencia de la obra. Por supuesto el hip hop con sus sampleos, breaks o scratches, la alteración de las fuentes de sonido, la recolocación de muestras en otras tesituras musicales en principio ajenas, tonos y timbres que chocan o se rozan, sampladelia, remix, apropicionismo... Jungle, breakbeat, drum´n´bass, 2step, dub, dubstep... Técnicas creativas asociadas a la música. También asociadas a la creación visual. Experimentación y búsqueda de territorios extraños y nuevos donde desarrollar la imaginación. Las muestras de sonido que antaño acumulaba como un medio de organización de la pista ahora son retorcidas en el ritual hasta hacerlas irreconocibles y ensamblarlas en paisajes esotéricos, collage de audio, choques de sonido que funcionan más en consonancia con el modo en que funciona la mente, la forma en que la vida funciona, yuxtaposiciones extremas de recuerdos y sonidos ajenos que se cuelan en el espectro sonoro como hackers o stalkers. Una realidad de ensueño canalizada para existir fuera del canon. Técnicas creativas como el collage, la manipulación de imágenes o sonidos, el sampleo, la manipulación de palabras en técnicas como el cut up o el folding up, establecen inevitablemente una conversación con líneas temporales diferentes que convergen en mutaciones y anomalías, mutando en el espacio tiempo, piezas musicales que tratan de diluir el sentido de territorio, que pretenden restablecer esa transmisión de diálogos ocultos con lo que escuchamos y con la posibilidad de una mutación perenne a través de lo dado, lo supuestamente acabado y las posibilidades infinitas de lo inacabado, lo audible y lo inaudible, el error y la posibilidad del error y que por lo tanto presta atención a la brecha entre lo real y lo imaginado, lo presente y lo intuido, lo tangible y lo soñado, algo que está “fuera de plano”, más allá del reconocimiento que impone y exige nuestra cultura. Una voluntad de “recuperación”, de reclamar algo que ya se ha perdido. Bucear en lo oculto, en el inconsciente colectivo, en lo desacogedor. Demdike Stare opera por medio de intervalos, brechas y quiebras en lugar de continuidades, memorias, genealogías o herencias. Se aleja de las raíces y se opone al sentido común (Miguel Morey se oponía al “sentido común” al considerar que este estaba construido en base a imposiciones morales e intelectuales y termina por constreñir). Se apoya en el poder de lo ficcional. Espacios desde donde asomarse al territorio sagrado o prohibido y desarrollar una acción por la cual lo que de verdad se nos revela al tratar de comprender el mundo es el “hermetismo” del mundo. Planos cortados que son similares a un cuadro, una imagen que, realista o fantástica, trasciende lo superficial o banal e incluso lo utilitario para convertirse en un artefacto del arte y por lo tanto un territorio desde donde observar lo que hay más allá. Cuando escucho a Demdike Stare estoy seguro de escucharlos a ellos, pero también tengo el convencimiento de estar escuchando a todos nosotros.

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