1 minute read

Florería Atlántico.

Next Article
sueños.

sueños.

María Adela Díaz Párraga.

Que no es una floristería corriente, porque además de plantas y flores, podrán encontrar libros curiosos, exquisiteces de la gastronomía porteña, y los vinos de su bar. Y es que, una vez que entra usted en la tienda de flores, esta penetrando en un mundo misterioso, en un bar estilo Ley Seca, oculto en sus sótanos. Un bar que abre de seis a siete de la tarde, y cierra entre las dos y las cuatro de la madrugada. Aunque la florería tenga la puerta cerrada, solo tienen que llamar, y uno de sus dependientes abrirá y los conducirá hasta lo que parece la puerta de un frigorífico, y detrás, una escalera los lleva hasta el subsuelo.

Advertisement

La Florería es un bar la mar de curioso, una diría que insólito, aposentado en el barrio del Retiro de Buenos Aires. Fue el sueño de Tato Giovannoni, gran barista y emprendedor, que lo abrió en 2013, donde estuvo la célebre discoteca Mau Mau, que animó las noches porteñas durante mas de treinta años. En aquellos días, eran raros los bares de este estilo, y aun hoy, muchas gentes no saben que existe debajo de las flores. Según 50 Best Bars, verdaderamente fiable, que cada año presenta la lista de los mejores, la Florería ocupa el tercer lugar entre los mejores del mundo, y el mejor de Latinoamérica.

Inspirado en los bares clandestinos de los inmigrantes del siglo XIX, tiene un aire retro, cálido y acogedor. Paredes blancas, con ilustraciones marinas que podrían ser las de cualquier cafetín portuario. Una enorme barra de dieciocho metros, que en las noches de lleno se queda pequeña. Por ella, pasa todo el que es alguien en Buenos Aires, y cualquier entendido que llegue a la capital.

Allí podrán ustedes saborear cocteles de lo más variado, de autor, como Pachamama, destilado de papas, quinoa roja, pimienta negra, algarroba y miel. O el invento de Giovannoni, Negroni Ballestrini, que creó en honor a su abuelo. Gin, campari, avena, eucalipto, piñones y agua de mar. También tienen una carta de vinos deliciosos, que pueden comprar en la propia floristería, cervezas y el vino de la casa, el Atlántico. Y, para mojar todo eso, bocados que hacen guiños a las cocinas de los inmigrantes, italianas pizzas, les aconsejo probar Patagonzola, de mozzarella, hojas y flores. Escabeche de pulpo, calamares a la plancha, sardinas y boquerones, carnes como el Ojo de Bife, con puerros y cebolla asados.

En fin, que ir a Buenos Aires, y no ver la Florería Atlántico, es casi un pecado.

T R A Z O 3 . 35

This article is from: