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3.3 Comercio e industria

que hoy casi han desaparecido como la jícama, el camote y la uvilla, entre otros.

La actividad pecuaria (ganado vacuno, ovejuno, porcino y los cuyes) se daba en pequeña escala y solo para abastecer el mercado interno.

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En la actualidad, Conocoto y el Valle están cubiertos por infinidad de urbanizaciones y la actividad agrícola y pecuaria se ha reducido al mínimo. Por eso, los insumos alimenticios ya no se producen aquí sino que se traen de distintas partes del país y del exterior a los mercados y supermercados.

La actividad comercial se ejercía en las tiendas (víveres y limpieza) que existían en cada sector, calle, esquina y en los bazares (papelería y regalos), entre los que destacó el Bazar Jorgito, primero en el parque central y luego en la calle Nueva (La Sucre), donde se encontraba de todo, desde materiales de costura, hasta ferretería, víveres, papelería, caretas de disfraz, coronas de difuntos, cometas hechas con sigses, etc., etc.

Había poca costumbre de salir a comer fuera, ya que la mayoría de comidas se las preparaba en casa. Por eso solo existían dos salones de comida y bebida, El “Rubí” y El “Florida”, con sus respectivas rocolas que competían con los éxitos musicales de moda y donde acudían principalmente los visitantes y los turistas en verano. Luego surgieron más lugares como: La Perla

del Valle (La Chuga) y La Esterlina. En realidad los pobladores usualmente salían a comprar el chancho hornado y el “treintaiuno”, hecho con los estómagos y las demás vísceras del ganado vacuno, para comerlo en sus casas. Cada familia tenía sus cuyes, sus gallinas y a veces el chanchito.

Las lecherías se abastecían de la producción de leche de Conocoto y el Valle. Había pocas panaderías. En gran escala, Cornelio Sosa, con sus hornos en el barrio de la Paz y la distribución de pan de agua, pan de leche y pan de huevo en la mayoría de tiendas de la población; a menor escala, Juana León, en el “corredor” de su casa vendía las roscas de sal y de dulce. La heladería más concurrida era la de Luis Barba en la esquina del parque, donde vendían los ricos empastados (leche con cubierta de chocolate), los injertos (mora y leche) y los congelados (plátano bañado en mora).

Al no establecerse empresas privadas o públicas en Conocoto, la población económicamente activa buscó empleo en Quito, y se fue generando esa dependencia económica, que ha hecho que Conocoto no tenga un desarrollo económico propio.

Desde luego hubo excepciones: dos fábricas de maicena, Iris y Andina, que se establecieron en Conocoto para aprovechar la gran producción y calidad del maíz de chillo; la Empresa Eléctrica con la planta de Guangopolo (que en realidad está en Conocoto) y el hospital Psiquiátrico Julio Endara, de donde vino el apodo de “los locos” (el hospital se estableció aquí por el excelente clima templado y seco. Los pacientes venían de fuera).

Había también talleres familiares donde se elaboraban confites: Gabino Sosa. Clara Ampudia, quien elaboraba los caramelos llamados “Claritas” que se vendían en las tiendas de Conocoto y en diversas provincias del país. Cevallos, caramelos de miel de abeja. Las “Claritas” sumadas a otros confites aún se venden y con bastante éxito.

Elvia Cantos informa que la fabricación de frigoríficos fue desarrollada en Conocoto por Carlos Ribadeneira y Pedro Garnica y llegaron a establecerse hasta 18 talleres de este tipo.

En la voz de Ángel Paucar “Conocoto de hace 70 años era de cepos, baúles y cajones. Ahora es una gran potencia, cuenta con bancos, cooperativas, comercio, servicios”

En los últimos años hay un potente desarrollo de la actividad comercial en Conocoto debido principalmente a su numerosa población. Por eso en la actualidad, los emprendimientos más generalizados son los restaurantes, puestos de comida rápida, panaderías y lácteos; fruterías y verdulerías; peluquerías y salas de belleza, evidenciando estas últimas que el verse bien se percibe como una necesidad vital.

En resumen, se puede concluir que al desaparecer los oficios y las relaciones económicas que caracterizaban la economía rural de Conocoto, desapareció o se invisibilizó la cultura derivada de la misma: las costumbres, las creencias, los valores, los personajes, las relaciones familiares y de vecindad.

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