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LANGSTON HUGHES

Langston Hughes: La voz del “poeta laureado de la raza negra” en la Guerra Civil Español

MARCO ANTONIO ANTOLÍN LAGUNILLA

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[poesía-historia-estudios culturales]

Uno de los testigos estadounidenses más destacados de la Guerra Civil Española, el dramaturgo, ensayista y traductor afroamericano Langston Hughes (1902-1967), distinguido también por ser “El poeta laureado de la raza negra”,1 publicó el 23 de enero de 1938 el poema “Love Letter from Spain” (Carta de amor desde España). Hughes, que estuvo en España durante seis meses trabajando como corresponsal de guerra para informar sobre las actividades de los afroamericanos en las Brigadas Internacionales, dramatiza, la realidad de la trinchera de un soldado que se dirige en primera persona a la mujer de la que está enamorado. Aterrorizado por “el silbido de las balas”, en “un día lluvioso y frío de 1937” y en medio de “la lluvia y el barro”, el combatiente anhela la cercanía de su amada que se encuentra a miles de kilómetros en el estado sureño de Alabama:

No hago más que pensar en ti, /cariño, allá lejos en Alabama. ¿Tú también piensas en mí, mientras estoy aquí?

Cuando se dispone a entrar en combate, justifica el sacrificio que para él suponía posponer su reencuentro amoroso ante la obligación de cumplir su próxima misión, “tomar una ciudad fascista”, con el objetivo de vencer a aquellos que asocia con los que imponían y apoyaban la segregación racial en su propio país. Por eso, insiste en que “los fascistas son como la gente de Jim Crow”, verso de una fuerte carga simbólica y emocional que sintetiza la interpretación que la comunidad afroamericana hizo de la Guerra Civil Española como una extensión del conflicto racial en el que el enemigo estaba encarnado en el bando sublevado de Francisco Franco, apoyado por la Alemania nazi y la Italia fascista.

Hughes da voz en el poema al sentimiento de un afroamericano que formó parte de una de las unidades que integraron las Brigadas Internacionales, el batallón Abraham Lincoln, “un ejército” en palabras del historiador Peter Carroll, “completamente no segregado en el que los negros regentaron posiciones de liderazgo y comandaron tropas de blancos por primera vez en la historia americana”.3 Los afroamericanos que formaban parte de los Lincolns, como ellos mismos se autodenominaban, veían su papel en la guerra como una cruzada contra la segregación, tal y como Hughes refleja comparando a los fascistas con la gente de Jim Crow, que hace referencia a la institución encargada de implementar las leyes segregacionistas. Se hace eco de esta manera, de muchos testimonios de voluntarios, como el que fuera el primer americano negro en comandar tropas en la batalla, Oliver Law, poco antes de que muriera en la batalla de Brunete el 9 de julio de 1937, quién señaló al ser preguntado por un periodista por qué fue a España: “Vinimos para borrar del mapa a los fascistas. Algunos debemos morir llevando a cabo tal empresa. Pero, lo conseguiremos aquí en España, quizás parando el fascismo en los Estados Unidos, también, sin una gran batalla allá”. Otro voluntario Vaughan Love, de Harlem, Nueva York, recordaba que “había leído el libro de Hitler, conocía las leyes de Nuremberg y sabía que si a los judíos no se les iba a permitir vivir, entonces, ciertamente sabía que los negros no escaparían y que nosotros seríamos los primeros de la lista”.4

“Carta de amor desde España” es uno de sus poemas más emblemáticos de Hughes sobre la Guerra Civil eEspañola, junto a otros dos de título similar, “Letter from Spain” (Carta desde España) y “Postcard from Spain” (Postal desde España), en los que a través de un mismo sujeto poético, Johnny, da voz a los afroamericanos que quisieron liberarse de una vida cargada de humillaciones mediante la lucha contra un enemigo al que consideraban similar al que tenían en su país. Forman parte, a su vez, de los escritos sobre España que Hughes escribió sobre la guerra española, entre los que se encuentra una docena de poemas, veintidós artículos, varias emisiones de radio y reflexiones en su segundo libro de memorias, I Wonder as I Wander (Me pregunto mientras camino), publicado en 1956.

Finalmente, el dilema del protagonista de la carta de amor enviada desde España, que se debate entre posponer la intensidad de sus sentimientos afectivos y su sentido de obligación para combatir al enemigo interno que limitaba sus derechos y libertades civiles, culmina con la esperanza de que su amada, como le dice en los dos últimos versos, le siga esperando: “cuando termine esta guerra en España, cariño, / volveré contigo”.

El poeta del Renacimiento de Harlem

Antes de su experiencia en España como columnista de periódicos y cronista de radio, y con solo treinta y cuatro años, Hughes se había forjado un hueco en el panorama literario como un poeta cuya inspiración surgía del corazón de la cultura afroamericana y cuyos versos resonaban con los ritmos del jazz y del blues. Aunque quizás nunca hubiera imaginado, por aquel entonces que algún día, concretamente un 26 de junio de 1960, recibiría uno de los reconocimientos más importantes de su carrera literaria, el medallón Spingarn, que concede la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP) con el propósito de rendir honor a los afroamericanos que han contribuido con sus logros en diversos campos de la cultura. Precisamente, en el discurso de agradecimiento que promulgó refiriéndose a la forma en que los artistas de su comunidad definían la cultura de los Estados Unidos, revela sus propias fuentes de inspiración:

Hay tanta riqueza en el humor de los negros, tanta belleza en sus sueños, tanta dignidad en su lucha, y tanta universalidad en nuestros problemas, en nosotros –en cada ser humano de color– que no entiendo la tendencia de algunos artistas negros hoy en día a huir de sí mismos, de nosotros mismos, y que tienen miedo de cantar nuestras propias canciones, pintar nuestros cuadros, escribir sobre nosotros – cuando es nuestra música la que le ha dado a América su música más grande, nuestro humor el que ha enriquecido su manera de entretenerse en los medios durante los últimos cien años, nuestro ritmo el que ha guiado el baile de sus pasos.5

La infancia de Hughes en Lawrence, Kansas, estuvo marcada por las necesidades económicas, viéndose obligado a trabajar después de salir de la escuela desde los doce años, y también por la soledad, ante la prolongada ausencia de sus padres. El descubrimiento de los libros en los que veía que “si la gente sufría, lo hacía en una lengua bella, no en monosílabos, como nosotros lo hacíamos en Kansas”, le inspiraría para ser aquel “negro que quería ganarse la vida viviendo de sus poemas e historias”. Al morir su abuela, que fue la persona que asumió su crianza, siendo él todavía adolescente, inicia un periplo por varias ciudades, especialmente Chicago y Cleveland, mientras completaba su educación secundaria. Antes de que se graduara en 1929 en la Universidad Lincoln en Pennsylvania, la institución de enseñanza superior más prestigiosa para estudiantes afroamericanos en los Estados Unidos en aquel momento, ya había vivido unos años en Nueva York, desempeñando todo tipo de trabajos, incluido el de ayudante de cocina de un viejo y oxidado buque de mercancías. “Tenía tanta ilusión de poder viajar que hasta me olvidé del destino del barco”, reconoció antes de embarcarse en su primer viaje transatlántico.6

Había también, publicado dos libros de poemas durante sus años de estudiante universitario, The Weary Blues (El blues abatido) en 1926, con el que rompió moldes estéticos al incorporar la forma en que hablaban los negros y la influencia de las letras del blues y el jazz; y Fine Clothes to the Jew (Ropa fina para el judío) en 1927, en el que describía la vida de afroamericanos de clase baja, incluyendo a borrachos y prostitutas. A pesar de ser criticado negativamente por caracterizar a miembros de su raza con estereotipos y caricaturas, alcanzó reputación como uno de los poetas más creativos y originales del Renacimiento de Harlem, movimiento artístico-literario formado por un destacado grupo de intelectuales afroamericanos que desde el barrio neoyorquino de Harlem durante la década de 1920 y principios de 1930 abanderó la reivindicación de los derechos y la cultura de los ciudadanos de raza negra.

Durante la década de 1930, como respuesta al desastre económico de la Gran Depresión y la disparidad que él percibía entre la cruda realidad y el racismo institucionalizado, el tono de sus poemas se fue radicalizando. “Let America Be America Again” (Deja que América vuelva a ser América otra vez), en el que refleja la cruda realidad de aquellos para los que el sueño americano no es más que una cruel ilusión; o “Goodbye Christ” (Adiós Cristo), donde manifiesta un evidente rechazo a aquellos que utilizan la religión como un manto para ocultar su verdadera naturaleza engañosa y opresiva, le traerían incluso serios problemas por parte de ciertos grupos políticos y religiosos.7 Sin embargo, después de viajar por el sur y el oeste de los Estados Unidos leyendo sus poemas, “casi exclusivamente en iglesias y escuelas de negros”,8 no dejaría de conectar con una audiencia que se veía representada en sus versos, la de los afroamericanos luchando por salir adelante a pesar de la pobreza y por eliminar la segregación en algunos de los estados más represivos de la Unión.

De una enorme carga crítica son también “Lynching Song” (Canción del linchamiento), que comienza con la descripción de una práctica extendida que aterrorizó a la población negra entre 1874 y 1947, los linchamientos.9 “¡Sube la cuerda!”, afirma la voz del poema, “Vamos, bien alto / Deja vivos a los blancos / pero que muera el muchacho negro”.10 Se publicó en 1937 junto a otros dos más “Silhoutte” (Silueta) y “Flight” (Vuelo), en una sección denominada “Tres canciones sobre el linchamiento” en la revista Opportunity, y son una muestra de la trayectoria histórica que muchos de los voluntarios afroamericanos, marcados por la falta de justicia social y económica, había recorrido antes de llegar a suelo español.

Pero, ¿qué motivó a un poeta como Hughes, que hizo de la experiencia de los afroamericanos el tema principal de su obra y cuya estética incorpora los modos de expresión de su comunidad, a que arriesgara su vida en una ciudad como Madrid, entonces sitiada bajo los ataques por tierra y aire en medio de una guerra civil? Hughes no luchó en el frente, pero hizo del conflicto español su cruzada particular, al igual que los voluntarios que se alistaron en el batallón Abraham Lincoln y el batallón Washington. ¿Por qué entonces un poeta, que dirigió su poesía durante prácticamente toda su carrera a los lectores de color en su país, enfocándose en asuntos como la segregación racial, los linchamientos, o la discriminación en el mercado laboral o de vivienda, se involucró en una guerra cuyos conflictos le quedaban aparentemente tan lejanos?

De los conflictos raciales de Harlem al Madrid sitiado

Hughes escribió en su segundo libro de memorias Me pregunto mientras camino que uno de los objetivos de su viaje a España fue “grabar lo que veía”, pero también, “comentar y destilar desde sus emociones una interpretación personal”11, una interpretación que viene de sus experiencias con los conflictos raciales. En la América que Hughes conoció, los afroamericanos todavía estaban segregados no solo en los medios de transporte, escuelas, hospitales y orfanatos, sino también en los cementerios, parques, hoteles, restaurantes, iglesias, bancos, oficinas de correos, e incluso hasta en las fuentes públicas. Para una persona de color, ir a la cárcel por un delito mínimo era un mal menor comparado con la posibilidad de sufrir un linchamiento, que con frecuencia se llevaba a cabo en lugares públicos y a plena luz del día.12 En este contexto, la Guerra Civil Española supuso una oportunidad de luchar contra quienes, a pesar de que la esclavitud había sido abolida hacía varias décadas, les seguían subyugando mediante las “leyes de Jim Crow”, que otorgaban reconocimiento jurídico a la segregación racial aún vigente sobre grupos étnicos no blancos.

Numerosos testimonios de excombatientes del batallón Lincoln reflejan cómo la comunidad afroamericana fue de las primeras en reconocer la amenaza global que suponía la alianza entre Hitler, Mussolini y Franco, a quienes veían como “la encarnación del sistema esclavista” en su país. “Se me ofreció la oportunidad de luchar (contra el fascismo) allí con balas y allí fui a luchar con balas”, afirmó el veterano de guerra Crawford Morgan. Otro soldado Walter Garland, vio en España una ocasión para contraatacar: “En cierta medida, nosotros los negros que hemos estado en España tuvimos más suerte que los que se quedaron en América. Aquí hemos podido defendernos de aquellos que durante años nos han estado “machacando en casa”.13 Eluard L. McDaniels, un nativo de Mississippi, afirmaba haber “visto linchamientos y hambre, por eso sé quién es el enemigo”,14 mientras que James Yates, en su novela autobiográfica De Misisipi a Madrid: memorias de un afroamericano de la Brigada Lincoln, señala: “Nosotros los negros teníamos nuestro propio fascismo contra el que luchar. El Ku Klux Klan y los que se dedicaban a linchar aquí en casa eran una amenaza omnipresente”.15

Uno de los hechos que más contribuyó a internacionalizar las luchas de los afroamericanos fue la defensa de Etiopía ante la invasión de Mussolini en 1935, como muestran las campañas y las numerosas asociaciones para recaudar fondos, especialmente en Chicago, Los Angeles y Harlem en Nueva York. Tuvieron lugar protestas masivas, a veces no exentas de violentas reacciones sobre establecimientos de negocios italianos y avalanchas de peticiones que exigían a la Liga de Naciones y al Vaticano una posición clara de apoyo a Etiopía, un país que tenía un significado social para muchos negros que eran cristianos practicantes. Como uno de los primeros países del mundo en adoptar la fe cristiana, la preocupación de que Etiopía cayera en las manos de Mussolini despertaba un sentimiento fraternal cargado de esperanza para la “unidad global entre los negros contra el militarismo fascista”.16

El propio Hughes contribuyó con poemas en los que a través de una voz poética en primera persona, se solidarizaba con el conflicto etíope, que también interpretó como la primera escaramuza de una guerra racial en todo el mundo. En “Call of Ethiopia” (La llamada de Etiopía), la voz poética anima a los etíopes a que “levanten su cara negra como la oscuridad” y “luchen por su libertad”.17 En “Broadcast in Etiopia” (Emisión de Etiopía) avisa de las intenciones de Mussolini: “El Duce hace mantequilla en una mantequera vacía”18, mientras que en “The Ballad of Etiophia” (La balada de Etiopía), se dirige a “las personas de color” para que le dijeran “a Mussolini / ¡No! ¡No pasarán!”.19 Poco después, como los otros brigadistas afroamericanos, consideró que España y Etiopía eran parte de la misma batalla y se adhirió a la cruzada de viajar a España para contribuir a frenar el fascismo y el racismo.

Cuando en 1937 recibe una invitación del periódico Baltimore Afro-American para ir a España e informar sobre el papel de los afroamericanos en el frente, no le costó aceptar el desafío. Sabía español al haber pasado unos meses en México en 1934, y siempre había sido uno de sus sueños conocer el país, después de que en sus años de marinero hubiera pasado una breve estancia en Valencia y Alicante. Obviamente, viajar a un escenario de guerra era una opción arriesgada, pero quería dar voz a los negros que abandonaron su tierra por voluntad propia para ir a una zona de guerra en un país extranjero, cuando no eran, según sus propias palabras, “mercenarios como los moros”, ni “soldados profesionales como los alemanes, o reclutas como los italianos”.20

Una breve estancia en París, donde había sido invitado como delegado en el Segundo Congreso Internacional de Escritores que se estaba celebrando aquel verano de 1936 y donde conocería a Stephen Spender, W. H. Auden, Bertolt Brecht, Pablo Neruda, José Bergamín, Tristan Tzara y André Malroux entre otros, le permitió intercambiar impresiones con otros escritores comprometidos con la causa leal a la República. Como representante de la voz de la comunidad afroamericana pronunció un apasionado discurso en el que relacionaba el racismo y la pobreza que él había conocido de primera mano en una democracia que les había excluido:

Vengo de una tierra cuya democracia desde sus comienzos ha estado teñida de prejuicios de raza, nacida de la esclavitud, y cuya riqueza ha sido entregada a través de canales estrechos de codicia en las manos de unos pocos. Llego a este Segundo

Congreso Internacional de Escritores representando a mí país, América, y a las gentes de América –porque soy negro y pobre. Y la combinación de color y pobreza me da el derecho entonces a hablar en nombre del grupo más oprimido de América, el grupo que tan poco ha conocido de la democracia americana, los quince millones de negros que habitan dentro de nuestras fronteras.21

Junto a su amigo el poeta cubano Nicolás Guillén, a quien había conocido unos años antes en La Habana, y sin tener tiempo para poder permanecer hasta el final del congreso, Hughes leía en los periódicos parisinos que se estaban llevando a cabo bombardeos aéreos indiscriminados en la capital catalana.22 Una destrucción, de la que él empezará a ser testigo mientras esté en España, y cuya impresión en poemas como “Today” (Hoy), compara con un “terremoto” por el que “el Honor y el Hambre / caminan estrechamente / juntos”.23

Hasta entonces, las guerras quedaban circunscritas a campos de batalla dentro de una área reducida a pocos kilómetros y las víctimas eran exclusivamente hombres en edad militar, pero a partir de la guerra española, los ataques de la aviación sobre las poblaciones de la retaguardia se convirtieron en práctica habitual y “las víctimas podían estar a centenares de kilómetros de los lugares del enfrentamiento bélico y ser sencillamente población civil indefensa”.24 Hughes fue testigo poco después de tales atrocidades, reflejándolo en tres poemas que llevan por título “Barcelona ataque aéreo” (Barcelona, ataque aéreo), “Moonlight in Valencia: Civil War” (Luz de luna en Valencia: Guerra Civil) y “Madrid, 1937”. Con una sinestesia, “negro humo sonoro”, en la que une dos imágenes procedentes de dominios sensoriales diferentes, el visual “negro humo” y el auditivo “sonoro” para expresar el horror de los efectos de las bombas, abre el poema que escribió inspirado en un bombardeo sobre la ciudad condal, “Barcelona ataque aéreo”:

Negro humo sonoro que se riza en el cielo de la media/noche. Más profunda que un silbido, más aguda que un aullido, peor que un alarido enredado en el gemido de una pesadilla. La sirena del ataque aéreo resuena.25

Desde Barcelona se dirige a Valencia, donde el gobierno de la República había trasladado oficialmente su capitalidad entre noviembre de 1936 y octubre de 1937 ante el acercamiento de las tropas de Franco a Madrid. Allí también se había desplazado la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, organización civil que se creó para coordinar actividades culturales del bando frentepopulista y que sirvió de apoyo a los escritores internacionales, como el propio Hughes, que se desplazaron a España. Su no muy larga pero sí intensa experiencia en Valencia, le dejó más impresiones sobre los bombardeos, cuya destrucción sintetiza en la imagen de la luz de la luna en “Luz de luna en Valencia: Guerra Civil”. Revierte así, la tradicional connotación positiva que tiene esta imagen para transformarla en un elemento cuya luz aparece “manchada” por los aviones que vienen a descargar sus bombas:

Luz de luna sobre Valencia:

La luna significaba aviones. los aviones significaban muerte, pero no una muerte heroica como la que se presenta en un poster; un oficial con un bonito uniforme una enfermera con un limpio vestido blancosino la muerte con metralla en el /cerebro, quemaduras de pólvora en el /rostro, sangre que brota de las entrañas.26

A pesar del impacto emocional que crea el contraste de las imágenes violentas para describir la vulnerabilidad de la población civil frente a las bombas, la ciudad de Valencia permanecía, según él mismo escribiría en un capítulo de su segundo libro de memorias titulado “Vino dulce en Valencia”, libre del hambre y terror que afligía a otras partes de España. “Las cafeterías estaban abarrotadas desde la mañana, hasta bien entrada la noche, pues Valencia no se preocupaba de apagar sus luces como Barcelona, aunque la ciudad era acribillada desde el mar y bombardeada desde el aire con frecuencia”, sorprendido también, quizá motivado por un cierto optimismo, “de que a los valencianos no parecía importarles demasiado. Tenían buen vino y buena comida (pescado fresco, melones, y las naranjas más frescas y dulces que uno se pueda imaginar)”.27

Aunque Hughes sitúa, en estos dos últimos poemas, a las ciudades de Valencia y Barcelona como escenario concreto de los ataques, en realidad, podría estar describiendo cualquier ciudad convertida en “realidad y símbolo del dolor humano”, como señala en un verso de “Madrid, 1937”, inspirado en la conmoción producida por el impacto sobre los relojes de los edificios públicos de Madrid destrozados por los proyectiles. Al igual que la “luz de luna” en Valencia y “la sirena” en Barcelona, la imagen profundamente visual de “la oscuridad de los relojes rotos” y la fuerza de los “cañones” en “Madrid, 1937”, actúan como catalizadores de la destrucción sobre la que Hughes simboliza la barbarie y la destrucción de todo lo construido a lo largo de la historia: Tanto esfuerzo para salir de las /tinieblas y llegar a una medida del tiempo, y ahora: estos cañones.28

La retórica de la guerra penetró sus poemas, como le ocurriría a otros tantos poetas que se solidarizaron con el sufrimiento humano frente a las atrocidades del conflicto, pero su compromiso con causas raciales adquirió una nueva dimensión cuando identifica el problema doméstico de la lucha por los derechos civiles con la guerra en España. El impacto en la estética literaria de un poeta cuya sensibilidad se enmarca en una perspectiva enraizaba en los conflictos raciales es bastante idiosincrático, ya que transfiere la experiencia del afroamericano como víctima del racismo estructural al temor por el aumento de los regímenes fascistas que amenazaban los derechos legales y civiles de los ciudadanos.

La transferencia cultural de una cruzada racial

Como corresponsal de guerra en España, entre julio y diciembre de 1937, Hughes entrevistó a soldados, visitó hospitales donde había heridos de ambos bandos y viajó por varias zonas del conflicto. Con una retórica que refleja una sensibilidad arraigada en la trayectoria de discriminación racial en los Estados Unidos que vieron en la guerra de España una extensión del conflicto ítalo-etíope y una afronta a los negros en todas partes, Hughes, se reafirmó en su interpretación del conflicto como una lucha racial, tal y como ya dejó claro en su discurso en París en el Segundo Congreso Internacional de Escritores, cuando enlaza la Guerra Civil Española con la discriminación institucionalizada:

Nosotros somos gente que durante mucho tiempo ha conocido en la práctica el significado de la palabra

Fascismo… Sí, nosotros los Negros de América no necesitamos que nos digan lo que es el Fascismo en activo. Lo sabemos. Sus teorías de supremacía nórdica y represión económica han sido una realidad para todos nosotros. Y ahora lo vemos a escala internacional: Hitler en Alemania con la abolición de los sindicatos, su tiranía contra los judíos, y la esterilización de los niños negros en Colonia; Mussolini en Italia con su prohibición de los negros en los escenarios teatrales, y su expedición de las matanzas en

Etiopía; el partido militar en Japón con sus pequeños mapas de cómo conquistarán el mundo entero y su salvaje trato hacia los coreanos y chinos; Batista y Vincent, pequeños tiranos hechos en América, de Cuba y Haití; y ahora España y Franco con su absurdo grito de “Viva España” en las manos de los italianos, moros y alemanes invitados a ayudarle a alcanzar la “unidad española”. Absurdo, pero verdad.29

Hughes, como voz de su comunidad establece un claro paralelismo entre los afroamericanos luchando por la libertad en los Estados Unidos y los españoles luchando por la libertad en España. Ni las pretensiones expansionistas del nazismo alemán ni el fascismo italiano con su invasión de Etiopía ocultaban sus intenciones de segregación étnica y purificación racial, por lo que la comunidad afroamericana al igual que la judía intuían que la influencia de esas políticas podría extenderse a los Estados Unidos. “Quería ir a Etiopía y luchar contra Mussolini”, afirma el personaje de un relato del brigadista Oscar Hunter, que no pudiendo ir a ese conflicto fue a España al considerarlo parte de la misma lucha. Convencidos de que su causa era una cuestión de supervivencia, “los negros voluntarios”, afirma el historiador Robin D. G. Kelley, “unieron la lucha en la Península Ibérica con el racismo y la pobreza en los Estados Unidos; para ellos España se había convertido en el campo de batalla para vengar el ataque a Etiopía y parte de una lucha más larga por la justicia y la igualdad que inevitablemente tendría lugar en suelo americano”30 .

Los racistas de América no eran diferentes de los fascistas de Franco, en la interpretación de la comunidad afroamericana, ya que ambos utilizaban una estructura social injusta que explotaba a los individuos y apoyaba posiciones de dominación racial. En publicaciones como Writers Take Sides o Volunteer for Liberty, Hughes se reafirmó en su idea de que el fascismo “difundía prejuicios de color, odio de raza y opresión de la clase trabajadora”31 y en su temor de que “si seguía avanzando por España, por Europa y luego por todo el mundo no habría lugar para los jóvenes negros inteligentes, puesto que predicaba el credo de la supremacía nórdica y un mundo solo para blancos”.32

Uno de los asuntos que le preocupaban a Hughes era averiguar si “se habían generado prejuicios raciales en un país como España”, que según él creía, “no los había conocido hasta entonces” por eso, se queda estupefacto ante “la ironía que había en el hecho de que los moros coloniales (víctimas ellos mismos de la opresión en el norte de África)” estuvieran luchando en el bando que les oprimía, según él entendía.33 Cuando descubre que hay personas de color luchando en el bando franquista Hughes interpreta que lo hacen por ser “un pueblo colonial oprimido y utilizado por el fascismo”, cuyo ejercito estaba formado por “conscriptos coloniales, hombres de las aldeas engatusados para formar parte del ejercito con ofertas de lo que a ellos les parecía una muy buena paga”.34 En sus memorias también ejemplifica su sorpresa con anécdotas tales como cuando narra el encuentro en Valencia con un joven guineano-ecuatorial que había venido a estudiar a España antes de la guerra pero que cambia de bando cuando descubre que los sublevados estaban “utilizando a los moros y a mi propio pueblo para aplastar a la República”35 .

Hughes expresa su sorpresa por el hecho de que hubiera africanos musulmanes al servicio de Franco en el poema “Carta desde España”, en el que un soldado afroamericano le escribe a un familiar suyo: “Hoy hemos capturado a un moro herido. / Era tan oscuro como yo. / Le dije, pero, ¿qué haces aquí / luchando contra la libertad?”. En la conversación que se establece entre ambos no es mucha la información que intercambian, pero sí descubre que el soldado ha sido “arrancado de su tierra” y obligado a alistarse en el ejército sublevado intuyendo “que no iba a volver” a su país: Me respondió en una lengua que no logré entender. Pero, alguien me comentó que /había dicho que fue arrancado de su tierra. Y le hicieron alistarse en el /ejército fascista y venir a España y dijo que tenía la impresión de que ya no iba a volver a casa.36

Cuando, en el poema, el soldado musulmán, en medio de su agonía, cuenta que “no conocía / a la gente contra la que tenía que luchar”, el soldado americano al que identifica con el nombre de Johnny dirige “la mirada hacia África”, como gesto simbólico que refleja el optimismo de que triunfara el bando que él apoyaba y lo que eso representaría para los afroamericanos, en cuanto a la desaparición de la segregación racial:

Porque si una España libre gana /esta guerra, también las colonias serán libres, y entonces algo maravilloso les /ocurrirá a esos moros de pies tan oscura /como la mía.

Otro de los componentes destacados del poema, que también refleja la percepción de Hughes sobre el conflicto, es la denuncia de la mirada “hipócrita” de las democracias occidentales que, anteponiendo sus intereses comerciales e imperialistas, hicieron la vista gorda ante los deseos expansionistas de las potencias del Eje, dejando abandonado al bando republicano. Hughes consideraba que “uno de los grandes enemigos del pueblo español era el mismo Banco de Inglaterra”,37 ya que favorecía los movimientos llevados a cabo por el imperio británico para imponer su deseo sobre sus colonias mientras que Inglaterra utilizaba la política de neutralidad para cubrir sus intereses. La esperanza para que el combatiente musulmán y sus compatriotas fueran libres pasaba por la victoria de la España republicana, la única capaz, según le dice el brigadista americano, de poner frente a los atropellos no solo de “Italia”, en su intención de crear un nuevo imperio italiano en el continente africano, sino también de “la vieja Inglaterra”, debido a que “tienen esclavos en África, / y no quieren que sean libres”. Su esperanza se hace tangible cuando Johnny trata de estrechar la mano al soldado musulmán, en un gesto de solidaridad que no pudo ser correspondido al encontrarse moribundo: “pero mira, ¡al diablo con ellos, moro cautivo! / ¡Démonos la mano!”.

Este mismo soldado, Johnny es también el protagonista del poema “Una postal desde España”, a través del cual Hughes explora lo que entiende como un reflejo de la ausencia de discriminación racial sobre los voluntarios afroamericanos en España. En su intención de averiguar “si los negros norteamericanos eran bien recibidos en las ciudades españolas cuando estaban de permiso”38, Hughes percibió una situación esperanzadora respecto a las relaciones interraciales, llevando a cabo una vez más una transferencia cultural del conflicto. En la segunda estrofa, Johnny afirma que a pesar de estar tan lejos, no se siente “solo / en esta tierra de España” en la no padece los prejuicios de color que conoció en su país: La gente aquí no me trata como los blancos allá. Cuando estaba en casa, me trataban como os tratan a vosotros.39

Todavía con la esperanza de que la guerra sirviera de puente entre las divisiones raciales y de clase, Johnny confiaba en que la discriminación racial desapareciera en su país: “No creo que las cosas / vuelvan a ser como antes”, convencido de que la gente que él conoció “lucharía por mi ahora / igual que yo estoy luchando ahora por España”, un sentimiento compartido por muchos afroamericanos que lucharon en España.

Cuando un coronel estadounidense le preguntó a quien se convirtió en el primer negro en comandar tropas de blancos en un ejército americano y que había adquirido notoriedad como el héroe del Frente del Jarama, Oliver Law, si no le daba vergüenza lucir el uniforme con galones que llevaba en ese momento, Law le contestó: “Yo era artillero en el ejército norteamericano porque era negro. Aquí, en España, los galones se obtienen por lo que merecemos, no por nuestro color”.40 A Salaria Kee, la única mujer negra que formó parte del batallón Lincoln, le costó comprender cómo “las divisiones de raza, credo y nacionalidad perdían significado”, cuando compartía el mismo destino que otros voluntarios que estaban allí experimentando una gran decepción a su vuelta: “Durante el tiempo que estuve en España nadie miró mi color de piel. Cuando regresé EE.UU, pensé que las cosas habrían cambiado. No fue así”.41 Otro voluntario, Tom Page, afirmó también a este respecto que España “fue el primer lugar donde me sentí un hombre libre. Si a alguien no le gustabas, te lo decían a la cara. No tenía nada que ver con el color de tu piel”.42

En diciembre de 1938, Hughes dejó Madrid en dirección a Valencia, pero ante el cariz que estaba tomando la situación bélica decidió volver a los Estados Unidos desde el aeropuerto que consideraba más seguro, lo cual le obligaba a ir a París, siguiendo la misma ruta por la que entró en España. Cuando de camino a la capital francesa llega a un pueblo francés al otro lado de los Pirineos, por primera vez en seis meses, lejos del estruendo de los obuses y de las bombas, pudo disfrutar de una comida en la cantina de una estación mientras contemplaba en un luminoso día de invierno el valle que le separaba de España y reflexionaba sobre la paradoja de que a menos de un kilómetro de distancia todo pudiera ser tan distinto: “¡Qué diferencia marca una frontera! A un lado de una línea invisible, comida; al otro, nada. A un lado, paz; al otro, guerra. A un lado, tranquilidad bajo el sol; al otro, el peligroso piular que no procedía de las aves, los estruendos de los obuses, el ulular de las sirenas y el estallido de las bombas sobre las populosas ciudades”. La incertidumbre de lo que sería del pueblo español que marchaba por “la sangrienta cuerda floja de su lucha civil”43, le hacía presagiar un desenlace no deseado.

La decepción de los afroamericanos que sobrevivieron y regresaron a su país al ver que el conflicto racial no había cambiado condenó a muchos al ostracismo. El propio Hughes, como intelectual que se había posicionado a favor de un bando siendo su país neutral en el conflicto, tuvo que lidiar con la ley al regresar, pero los ataques también le llegaron desde el punto de vista literario. El lenguaje utilizado en sus tres poemas con formato de carta está cargado de vulgarismos, lo cual le acarreó un buen número de críticas, ya fuera porque algunos de los voluntarios negros no se veían representados con la manera de hablar de la voz poética o por hacer uso de un dialecto sensiblero. El propio Hughes, cuenta en sus memorias, cómo una noche en el pueblo de Híjar, Teruel recitó sus poemas a un grupo de soldados y “algunos de los internacionales sentados sobre el frío suelo de piedra del molino pusieron objeciones a la falta de corrección gramatical y al inglés ligeramente deformado que yo había empleado en estas Cartas”, dando una mala imagen de los que sí tenían educación y “contribuyendo equivocadamente a perpetuar un estereotipo”. Se justificó señalando que lo que verdaderamente trataba de mostrar “era que incluso los estadounidenses menos privilegiados, los negros del Sur, estaban representados en las Brigadas Internacionales, luchando en el bando de los obreros y los campesinos españoles para ayudar a mantener un gobierno que les diera una oportunidad de acudir a la escuela y aprender la gramática”.44

Al llegar a Nueva York, en enero de 1938, siguió apoyando, siempre que tuvo la oportunidad, la contribución de los afroamericanos en la guerra en España. Creó su propio grupo llamado The Suitcase Theater45 , inspirado en los teatros itinerantes de España, y publicó años después más poemas sobre la guerra. Concretamente en 1952, “Tomorrow’s Seed” (La semilla del mañana), en el que rinde homenaje al heroísmo del brigadista “caído en tierra española”, cuya muerte no fue en vano, ya que, como sintetiza en los últimos dos versos, sembró “semilla humana / de la que nacerá la libertad”46; y “Hero-International Brigade” (Héroe de la Brigada Internacional), en el que un soldado muerto se dirige a otro combatiente con el que se siente hermanado por el mismo sueño de haber contribuido a una “transformación en vida”47 para un mejor futuro.

Algunos de aquellos soldados murieron, otros regresaron, pero “la historia los ha registrado”, afirma Hughes en el capítulo de sus memorias titulado “Negros en España”, consolándose en el hecho de que si algo bueno surgió de la barbarie para los afroamericanos es que “antes de esos años, los principales embajadores de los negros en Europa eran los músicos de jazz, los concertistas, las bailarinas y otros artistas. Pero, estos negros de España eran combatientes, combatientes voluntarios, y ahí es donde la historia pasó página”.48

Notas

1 Hill. Langston Hughes: Poet of the Harlem Renaissance, 8.

2 Hughes, “Love Letter from Spain” (Carta de amor desde España), Langston Hughes: Escritos sobre España (1937-1956), 326-328. La traducción de los versos del poema original que aquí se presenta, así como todas las demás en este ensayo, han sido realizadas por el autor de este ensayo.

3 Carroll, The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 18.

4 Cit. en Carroll, The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 136, 18.

5 Cit. en Christine Hill, “Langston Hughes: Poet of the Harlem Renaissance”, 9. xiv.

6 Hughes, The Big Sea, 16, 34, 90.

7 Hughes, Collected Poems, 4.

8 Hughes, I Wonder as I Wander, xiii-

9 Pfeifer, Rough Justice: Lynching in American Society (1874-1947), 2.

10 Hughes, “Lynching Song”, Collected Poems, 214.

11 Hughes, I Wonder as I Wander, 400.

12 Fremon, The Jim Crow Laws and Racism in United States History, 19-20.

13 Kelley, Race Rebels, 138.

14 Carroll. The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 18-19.

15 Yates. De Misisipi a Madrid, 85.

16 Carroll y Fernández, eds. Facing Fascim, 26.

17 Hughes, “Call of Ethiopia”, Collected Poems, 184.

18 Hughes, “Broadcast in Ethiopia”, Collected Poems, 192.

19 Hughes, “The Ballad of Ethiopia”, Ebony Kinship, 102.

20 Hughes, I Wonder as I Wander, 383.

21 Hughes, “Too Much of Race”, 272.

22 Hughes, I Wonder as I Wander, 320.

23 Hughes, “Today”, Collected Poems, 201.

24 Solé i Sabaté y Villarroya. España en llamas, 9-10.

25 Hughes, “Barcelona ataque aéreo”. Collected Poems, 207-209.

26 Hughes, “Luz de luna en Valencia: Guerra Civil”. Collected Poems, 306.

27 Hughes, I Wonder as I Wander, 327.

28 Hughes, “Madrid, 1938”, Collected Poems, 614-618.

29 Hughes, “Too Much of Race”. 1937. The Crisis 44 (9): 272.

30 Kelley, Race Rebels, 124.

31 Cit. en Piette y Rawlison, Edinburgh Companion to Twentieth-Century British and American War Literature, 77.

32Hughes, Escritos sobre Espana (1937-1956), 36.

33 Hughes, I Wonder as I Wander, 327, 353.

34 Hughes, Escritos sobre España(19371956), 37.

35 Hughes, I Wonder as I Wander, 350, 329.

36 Hughes, “Carta desde España”, Collected Poems, 201-202.

37 Hughes. Escritos sobre España(19371956), 37, 71.

38 Hughes, I Wonder as I Wander, 327.

39 Hughes, The Collected Poems, 202203.

40 Cit. en Carroll, The Odyssey of the Abraham Lincoln Brigade, 135.

41 Kee, “A Negro Nurse in Republican Spain”. http://www.alba-valb.org

42 Page, “Civil War in Spain”, http:// www.alba-valb.org

43 Hughes, I Wonder as I Wander, 399400.

44 Hughes, I Wonder as I Wander, 378.

45 Hill, Langston Hughes: Poet of the Harlem Renaissance, 79.

46 Hughes, “Tomorrow’s Seed”, Collected Poems, 431.

47 Hughes,“Hero-International Brigade”, Collected Poems, 431-432.

48 Hughes, I Wonder as I Wander, 384.

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