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GARCÍA MÁRQUEZ

García Márquez: Responsabilidad intelectual del escritor y el artista en el mejoramiento social. ¿Qué puedo hacer con tanta fama?

LIGIA ESTELA MACHADO PARDO

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Es conveniente recordar que el trabajo fructífero de la obra literaria, científica, artística y política se recompensa con el reconocimiento universal, lo que posibilita el acceso a círculos artísticos, políticos, sociales y económicos, el cual se dificulta si no se articula adecuadamente con el estatus que produce el mundo de la fama.

Para muchos el salto del anonimato a la fama y el poder les permite destacarse por la distancia que logran alcanzar entre el ser humano común y su nueva vida de entrevistas y espectáculos. El hecho de alcanzar algún grado de celebridad puede conducir a cierta pérdida del sentido de la realidad.

Algunos asumen actitudes de un supuesto humanismo que confunden con el humanitarismo o la simple filantropía cuando pretenden compensar en algo a la sociedad por medio de la colaboración con una institución de beneficencia, una escuela, un hospital, etc., que lleve su nombre inscrito como una prueba de su generosidad. Con ayuda de los recursos que logran entregar a organizaciones benefactoras para tan grandiosa causa, inmortalizan el nombre de la criatura que lo engendró, como muestra de su sensibilidad y compromiso con algunos de los pobres del terruño en donde se nació.

Por suerte, no son estas las circunstancias y motivos que encuentra García Márquez para abrirle no solo a su país, sino al conjunto de América Latina, un relevante lugar en el ámbito universal de las letras.

Ciertos motivos en el orden personal, amenazas y persecuciones lo distanciaron de su espacio natal, pero cada vez que tuvo la oportunidad corrió el riesgo de regresar a él con una idea, un proyecto o una tarea nueva. Plinio Apuleyo Mendoza confirmaría: [...] esas circunstancias duras le dieron un espesor humano, una ternura viril, un sentido de la solidaridad muy profundo. No hay duda: sus mejores libros y sus mejores amigos nacen de esta privilegiada relación suya con la verdad de la vida.2

El arte y la literatura, en especial la poesía y la narrativa, constituyen expresiones nacidas de las fibras más profundas de la imaginación y el sentir del creador. No necesariamente contienen de manera manifiesta un contenido político o social, pero muchas veces se inspiran en estos elementos para reclamar por los desposeídos, para pedir que se alimenten los niños desnutridos, para exigir que las mujeres sean respetadas, para valorar y mejorar las condiciones de campesinos y obreros que con su trabajo incansable edifican el país, para llegar más al corazón y estimular la bondad, solidaridad y compromiso de quienes ostentan el poder,

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pero desafortunadamente no hacen nada trascendencia epistémica del periodismo– por mejorar las condiciones de quienes en prevalece en su discurso de aceptación del ellos han creído y a quienes han confiado Nobel de Literatura, La soledad de América los destinos de sus vidas. Latina, aquel diciembre de 1982, cuando fue

Las palabras de José Martí “Ser culto condecorado con este merecido galardón. es el único modo de ser libre, y ser bueno Me atrevo a pensar que es esta realidad el único modo de ser dichoso”3 no deben descomunal, y no solo su expresión literaria, pasar inadvertidas para quienes tienen la la que este año ha merecido la atención de posibilidad de dar a conocer la verdad de la Academia Sueca de las Letras. Una reaalgún acontecimiento. Un periodista bien lidad que no es la del papel, sino que vive informado, éticamente formado y con con nosotros y determina cada instante de cierto grado de sensibilidad hacia lo huma- nuestras incontables muertes cotidianas, no, puede hacer que su labor y que sustenta un manantial trascienda la esfera de la simple de creación insaciable, pleno información: “la virtud del de desdicha y de belleza, del hombre será también el hábito cual este colombiano errante por el cual el hombre se hace y nostálgico no es más que bueno y por el cual ejecuta una cifra más señalada por bien su función propia”.4 la suerte. Poetas y mendigos,

García Márquez com- músicos y profetas, guerreros y prendió que sus novelas, al malandrines, todas las criaturas inquietar por su contenido de aquella realidad desaforada político y social, le daban la po- hemos tenido que pedirle muy sibilidad de voltear la realidad poco a la imaginación, porque y mostrarla al lector desde otras el desafío mayor para nosotros perspectivas enriquecedoras. Gabriel García Márquez ha sido la insuficiencia de los No debe pasarse por alto que Marx confe- recursos convencionales para hacer creíble saba haber aprendido más de la historia de nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de Francia en las novelas de Balzac que en los nuestra soledad.6 libros de los historiadores. Pedirle muy poco a la imaginación es

En síntesis −plantea García Már- válido para quien ha cultivado con verdadera quez−, los escritores de América pasión su gusto por la literatura, la filosofía,

Latina y el Caribe, tenemos que re- el arte y la ciencia. Con un profundo conoconocer, con la mano en el corazón, cimiento ha sabido interpretar y escuchar que la realidad es mejor escritor que atentamente el saber popular, acompañado nosotros. Nuestro destino, y tal vez con ese don especial de recrear la realidad nuestra gloria, es tratar de imitarla con la creatividad, y solo así la obra podrá con humildad, y lo mejor que nos impactar. Esto hará decir a Vargas Llosa: sea posible.5 “una prosa nítida, una técnica de hechicería

Este criterio de que la realidad socio- infalible, una imaginación luciferina son las política y cultural latinoamericana puede armas que han hecho posible esta hazaña expresarse mejor por sí misma que a través narrativa”.7 de su literatura –de ahí la significativa

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Su pasión y amor por el Caribe, territorio del cual es hijo privilegiado, le permite transitar y exaltar valores que reivindican la pluralidad étnica y cultural que también forma parte de la identidad latinoamericana, y el acercamiento a las composiciones musicales que se expresan como poesía en forma de vallenato y que le incorporan un matiz auténtico, cautivador y dinámico a su obra.

Su amigo Plinio Apuleyo decía al respecto:

Esencialmente es un hombre del

Caribe colombiano, con la dignidad, el humor, la irreverencia, el rechazo inconsciente y visceral que todo caribe tiene por los artificios, formas, solemnidad, apariencias, retóricas y protocolos de nuestros altiplanos andinos.

Del Caribe tiene también ese extraño pudor que le impide poner palabras solemnes a los sentimientos: la muerte, el amor, el infortunio se escogen parcamente, pero la alegría se expresa sin escrúpulos, con cumbia y aguardiente.8

Esto quedó demostrado cuando en la ceremonia de entrega del premio Nobel se presentó vestido con el típico traje caribeño llamado “liqui liqui”, y rompiendo el usual protocolo amenizó el acto con un grupo musical de cumbias y gaitas colombianas. Llevaba el Caribe en sus hombros, esa costa que le hacía decir: “No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo oímos se nos arruga el sentimiento”.9

“¿Y ahora qué hago con tanta fama?” Se preguntó cuando su nombre y su obra circulaban por todo el mundo. Recordaría a Macomber, el cuento de Hemingway, y confesaría: Yo soy Macomber. Mejor dicho, todos somos Macomber. Todos tenemos que cazar un león. Algunos hemos llegado a hacerlo. Pero temblando”.10 Para un ser humano de extracción humilde, como él, que se hizo a pulso de gran esfuerzo, no le sería cómodo el impacto de la fama. Pero supo sobreponerse y ser consecuente para concederle un lugar digno de sus propias convicciones, al servicio de la humanidad. Sus compromisos eran solo como hombre universal de las letras, se esperaban con ansias sus nuevas publicaciones, se reeditaban sus obras, por el prestigio de su firma se brindaban espacios en revistas y periódicos para sus artículos. Sin embargo, quiso asumir con sólida vocación un compromiso de servicio más útil y de mayor impacto ante situaciones políticas que su intervención posibilitó solucionar. En determinado momento de mi vida hago un balance. Y lo único que me sale sobrando es la fama. Yo quería ser escritor, un buen escritor, que me leyeran, ser reconocido como un buen escritor, pero jamás conté con tanta fama, que es lo más incómodo del mundo porque solo te sirve para que te jodan y te hagan entrevistas (y me disculpas) y entonces me pregunto: ¿Qué hago con esta fama? ¡Coño! –me dije– me la gasto en política, es decir: la pongo al servicio de la revolución latinoamericana, mira: yo no tengo ni vocación ni formación política. Soy de los que quisieran que ya la revolución hubiera triunfado en todo el mundo para solamente tener que pensar en la literatura, el arte y esas güevadas. Pero mientras vivamos en el mundo en que vivimos es un crimen no tener una participación política activa.11 Si algo no olvidó fue su extracción social. Tal criterio no lo abandonaría nunca, pues formaba parte esencial de su condición humana.

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Resulta común que algunos intelectuales de procedencia humilde al alcanzar determinado estatus intentan olvidar sus orígenes. Del mismo modo no abundan aquellos que, por el contrario, procediendo de sectores acomodados se identifican con intereses de las clases menos favorecidas, lo que da lugar a lo que Amílcar Cabral ha denominado “suicidio de clase”. Por tal motivo, la actitud del escritor colombiano al respecto debe ser exaltada, porque no se dejó aplastar por la fama ni olvidó nunca su extracción social y cultural; de ahí su inusual presentación al recibir el premio Nobel acompañado de músicos intérpretes del popular ritmo vallenato.

La condición humana exalta valores, pero al mismo tiempo surgen dilemas éticos y morales que atentan contra esta condición; lucrar con los bienes públicos, expropiar, delinquir y aprovecharse del manejo de recursos que brinda la vida política convierten el ser en tener, y ese tener justifica toda acción que sirva para el beneficio propio. Carlos Villalba afirma al respecto:

La Política, con mayúscula, es un ejercicio de la inteligencia y otra dimensión de la cultura. Con minúscula, es un negocio lucrativo que tiene como aparato productivo a la administración pública y las corporaciones de elección popular.12

Razón por la cual, en García Márquez se apreció una actitud de servicio desde esferas diferentes a las intrigas que se manejan en los círculos políticos. Siempre lo dijo: su recurso sería la palabra.

Los coqueteos con que se le manifestó la fama es posible que empezaran a cultivarse desde ese momento de 1947, cuando Eduardo Zalamea ‒el inolvidable “Ulises”, considerado con justas razones por García Márquez el hombre más informado del mundo, un explorador incansable de los océanos más secretos y esquivos de la sabiduría–,13 en el suplemento de El Espectador le publicó su primer cuento: La tercera resignación, acompañado de un juicio optimista y halagador. En su valoración reconocía que en García Márquez se auguraba un futuro prometedor.

Su impresión ante lo que le sucedía lo llevó a decir: “ahora sí me jodí. No me queda más remedio que volverme un buen escritor, para no hacer quedar mal a Eduardo Zalamea”.14 Esta reflexión le permitió consolidar la idea de que existían otros modos posibles de escribir que aún no habían sido explorados. Hoy sabemos que los exploró muy bien, y no solo hizo quedar bien a su gran formador, crítico y amigo, sino que saldó la deuda de creatividad literaria que tenía Latinoamérica.

No es un secreto que a partir de ese momento los más asiduos y creativos escritores de nuestra América Latina nutrieron las editoriales del mundo con su palabra. Al respecto, Alejo Carpentier plantearía:

Es curioso observar que la novela no aparece realmente en América Latina, sino en el momento en que, ya una lengua creada, la sensibilidad de un continente se manifiesta por reacción contra todo lo que había sido amado durante el siglo xix por la mayoría de los poetas. Sin alejarse de las culturas de Europa –y aunque algunos intelectuales sufran aún la influencia del “último barco” francés– los novelistas miraron orgullosamente hacia ellos mismos, la atmósfera de sus países,

“su América”.15

Este era el inicio del boom de la literatura latinoamericana.

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Es indudable que sus trabajos no solo producen deleite en quienes se apasionan por su poder de imaginación y capacidad de hacer feliz. Como dice él mismo en el homenaje en España por la edición de un millón de ejemplares de Cien años de soledad:

Solo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente.16

Sobrarían las palabras y argumentos para reconocer que es uno de los grandes novelistas que forman parte de la cultura universal. Interesante resulta explorar su consecuente actitud ‒antes y después de ser conocido como una celebridad‒, esfuerzo y dedicación, que le solidifican una fuerte estructura política que no dudó en poner al servicio de quienes lo requerían. Esa idea que lo hacía afirmar: “Tengo ideas políticas firmes, pero mis ideas literarias cambian con mi digestión”,17 forma parte de su compromiso como intelectual orgánico.

La oportunidad que tuvo de presenciar procesos sociales y políticos de diversa índole que bullían en América Latina lo llevó a percatarse de que el intelectual y periodista se debe dejar seducir por estos fenómenos que permean esferas importantes de la vida humana. Por estos motivos no se mostraría neutral o indiferente ante tales circunstancias ni se dejaría manipular por el mito “inocente” de la información.18 La preocupación por comprender lo que sucedía en América no constituía una simple valoración para que los lectores se informaran. Había una actitud de profundizar en las causas que llevaban a los pueblos a promover nacientes revoluciones y a la lucha contra las dictaduras. Reivindicar las transformaciones sociales necesarias era asumir una actitud de respaldo a estos nuevos cambios que se estaban fermentando en la región. Pero sus simpatías por el mejoramiento de tales sectores sociales no se limitarían a la comunidad nacional colombiana, sino que muy pronto sus trabajos como corresponsal en Venezuela, México, Cuba, Europa y Estados Unidos lo conducirían a una concepción mucho más holística de su perspectiva ideológica, orientada a criticar el enajenante capitalismo y a tratar de encontrar en nuevas concepciones y ensayos de socialismo una sociedad más justa y apropiada a la condición humana que las existentes. Constituye un hecho inobjetable que gran parte de los mejores representantes de la intelectualidad de todos los tiempos, y en especial de la época moderna y contemporánea, han asumido posturas críticas en relación con el colonialismo, el capitalismo, el imperialismo, el fascismo, el neoliberalismo, etc., y no solo aquellos abiertamente identificados con el socialismo, el anarquismo o el comunismo, sino incluso cultivadores de la ideología liberal. En el ámbito latinoamericano son reconocidas las posturas de izquierda de prestigiosos escritores y artistas como Cesar Vallejo, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Mario Benedetti, Alicia Alonso, Silvio Rodríguez, Paulo Freire, Ernesto Cardenal, etc. En sentido general, la mayoría también se ha identificado con posturas pacifistas, como Chaplin, Picasso, Einstein, Russell, Sartre, etc. Los dos últimos declararon en el Tribunal Internacional contra los crímenes de la guerra en Vietnam.

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Este hecho ha dado lugar a que gobernantes dictatoriales vean a los intelectuales como potenciales enemigos de sus regímenes. Goering decía que cuando escuchaba la palabra “cultura” enseguida sacaba la pistola. Por supuesto que no han faltado esquiroles y veletas ideológicas que se adaptan fácilmente a la orientación de los nuevos vientos que favorecen sus posiciones personales. Pero por fortuna no es la mayoría la que asume el contradictorio principio de renunciar a todos los principios.

Es cierto que no han faltado ocasiones para que algunos decepcionados de las causas revolucionarias después del fracaso de numerosos movimientos y gobiernos de izquierda en Latinoamérica, así como tras la caída del muro de Berlín, encuentren razones suficientes para vacilar y perder el rumbo ideológico de sus anteriores convicciones. Por tal razón resulta muy meritoria la postura de aquellos que, contra viento y marea, en situaciones de adversidad han mantenido aquel criterio de Gramsci, inspirado en Romain Rolland, según el cual se debe anteponer el optimismo de la voluntad al pesimismo de la realidad.19 Tal es el caso, entre otros, de García Márquez, quien en las circunstancias más adversas no renegó de su orientación ideológica en favor del socialismo −que en su criterio distaba mucho de lo que experimentó personalmente en Rumanía y la Unión Soviética−, y su firmeza al respecto le hizo mantener hasta sus últimos días una plena identificación con el proyecto de la Revolución Cubana.

Cuando en 1958 es derrocado en Venezuela el dictador Pérez Jiménez, García Márquez dirigía en Caracas la revista Momento. En ella escribe el primer editorial conmovido por aquel bravo pueblo, como expresa el himno nacional de ese país, que hizo posible ese significativo momento en favor de la democracia.

Estas líneas son escritas al amanecer del 23 de enero. No se oye un solo disparo en Caracas. El pueblo recupera la calle. Venezuela, la libertad. La prueba más evidente de que algo grande ha ocurrido esta noche es que estas líneas pueden escribirse. Este es el primer editorial que escribe la revista Momento desde su fundación. Nuestro primer homenaje no va dirigido al pueblo, que celebra en la calle su victoria. Va dirigido a los que cayeron ayer y anteayer, en un inmenso sacrificio que ha estremecido a América. Esos muertos anónimos, caídos en la calle, en una lucha desigual y heroica, le han dado una fecha imborrable a Venezuela.20

Buenos días, Libertad y El pueblo en la calle están considerados por muchos lectores entre sus mejores escritos, no solo en Momento, sino en su carrera periodística.21 García Márquez, con ese entusiasmo con el que solía iniciar y mantener sus reportajes, le dio vía libre a su vocación de reportero, mantuvo su mano de escritor con la sangre caliente, y con ello logró un apasionante documento que parece tener la estructura de una novela policiaca, y describió detalladamente cómo los jóvenes apoyaron y acompañaron a los párrocos en la calle, espacio ideal para predicar la doctrina social de la Iglesia.

Era un ambiente tenso. El toque de queda y la censura no permitían ahondar en otros problemas de la realidad sociopolítica. Se habían establecido otras formas de comunicación y cierta complicidad simbólica que permitiera conocer el destino final de los curas, que habían sido detenidos. Las fuerzas militares consideraban que en el púlpito lo que estaban haciendo era sacudir la conciencia nacional. Sugerían que modificaran esa actitud para recuperar su

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EXÉGESIS Exégesis libertad, pues la acusación estaba justificada en que sus sermones eran la causa moral del levantamiento militar.

El ambiente estaba propiciando la caída de las dictaduras ‒Perú, Colombia‒ y se esperaba con ansiedad la de Batista en Cuba. Triunfa la Revolución Cubana y su disposición de estar allá se mezcla entre ese real maravilloso que lo acompaña en muchos momentos especiales de su vida. Se alistaba con su amigo periodista Plinio Apuleyo para trasladarse a Cuba.

Un avión cubano había sido mandado con ese propósito. Plinio Apuleyo Mendoza y yo, que éramos los partidarios más resueltos de la Revolución Cubana, fuimos los primeros escogidos. Apenas si tuvimos tiempo de pasar por casa a recoger un saco de viaje, y yo estaba tan acostumbrado a creer que Venezuela y Cuba eran un mismo país, que no me acordé de buscar el pasaporte. No hizo falta: el agente venezolano de inmigración, más cubanista que un cubano, me pidió cualquier documento de identificación que llevara encima, y el único papel que encontré en los bolsillos fue un recibo de lavandería. El agente me lo selló al dorso, muerto de risa, y me deseó un feliz viaje.22

Desde este momento sería un promotor incondicional de la Revolución Cubana y un consecuente defensor del socialismo. Las posturas que asumió en entrevistas otorgadas a los medios, junto con las ideas expuestas en sus libros Periodismo militante y Por la libre: Obra periodística 4, profundizan y ofrecen detalles de esta identificación.

Consideraba que su vocación política se alimentaba de las mismas fuentes que su vocación literaria, y de ahí se derivaba el interés por el hombre, por el mundo que lo rodea, por la sociedad y la vida misma. No vacilaría en la creación de la revista Alternativa en 1974, cuyo lema “atreverse a pensar es empezar a luchar” inspiró a muchas personalidades importantes de la sociedad colombiana para participar en este atractivo proyecto. El propio García Márquez consideró dicha revista el instrumento que le permitía una militancia política. Esta publicación circuló durante seis años (1974-1980). El nacimiento rondó en su cabeza desde el septiembre criminal, cuando fue asesinado Salvador Allende, a quien Gabo admiraba por la grandeza de su pensamiento humanista. Su repudio fue inmediato y mandó decir a la sanguinaria dictadura: “El pueblo de Chile no permitirá jamás que lo gobierne una pandilla de criminales como ustedes, que están a sueldo del imperialismo norteamericano”.23 Este es el preámbulo que lo estimula a tomar la decisión de abandonar la producción novelística y concentrar sus esfuerzos en la praxis política. Su huelga literaria lo llevó a declarar que no escribiría más novelas hasta que el dictador Pinochet abandonara el poder. Contra el dominio que ejercía la prensa oficialista, la cual diseñaba el libreto que debía mostrarse al país para mantener controladas las protestas sociales, nace –con el auspicio de Gabo– la revista Alternativa, cuyos objetivos se plantearon en cuatro direcciones: contrainformar, hacer un periodismo investigativo, informar sobre las luchas del pueblo y conseguir la unidad de la izquierda. Carlo Agudelo así lo explica: Al contrainformar, los creadores de la revista buscaron neutralizar el monopolio que la clase dirigente tenía, a través de sus medios de comunicación, de la representación sobre la realidad nacional en todos sus aspectos, desde su historia hasta su estado político, económico, social y cultural. Al hacer periodismo investigativo, analítico e interpretativo, la revista propuso procesar

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información que hasta entonces solo estaba disponible para expertos, con el fin de proveer a sus lectores, incluyendo militantes de izquierda, de suficiente información confiable para actuar según sus principios y metas. Al informar sobre las luchas del pueblo, la revista le dio una voz a cientos de miles de personas, los proletarios, los campesinos, los grupos minoritarios que luchaban por unas mejores condiciones de vida, en medio de una crisis económica crónica, contra un gobierno notablemente corrupto e incompetente. Al ayudar a conseguir la unidad de la izquierda, que incluía tanto las fuerzas legítimas como grupos armados ilegales, la revista aspiraba a propiciar un cambio revolucionario que resolviera de una vez por todas los problemas estructurales de pobreza e inequidad de las clases.24

Encontraba razones suficientes para ponerle corazón a su proyecto. Inaugura el nacimiento de Alternativa con el artículo “Chile, el golpe y los gringos”, 25 un minucioso análisis sobre la forma en que la CIA planificó el incendio de La Moneda y su consecuencia más lamentable: el asesinato de Allende. Un reportaje con el riguroso y profundo análisis sociológico que permite obtener una visión panorámica de lo que significaba el líder, su pueblo y la Unidad Popular.

Alternativa representó seis años de militancia política y una propuesta que le permitió a la izquierda del país tener su propio medio para informar. Pese a los infortunios que debió afrontar ‒explosión de una bomba en su sede y posteriormente en la casa del director‒ y las dificultades económicas, expresó a Santos Calderón que “nadie espere de mí, en el campo de la política, nada distinto, ni más importante, ni más heroico, que mi trabajo en esta revista”.26

Sin embargo, cumplió con otras tareas que también fueron importantes: la creación del Movimiento Firmes, la Organización Latinoamericana de Derechos Humanos (HABEAS) ‒parte de ella financiada con sus derechos de autor, y cuyo fin consistía en rescatar de las cárceles a luchadores y socialistas‒ y su participación, a partir de 1975, como vicepresidente en el Tribunal Bertrand Russell, creado en un inicio para juzgar las actividades de guerra de Estados Unidos en Vietnam, y luego para denunciar violaciones de derechos humanos y represión en América Latina.

En reunión efectuada en Bruselas en 1975, siendo vicepresidente de dicho Tribunal, García Márquez, después de escuchar intervenciones de denunciantes y testigos, el Tribunal expreso “su viva preocupación frente a las violaciones del derecho internacional y de los derechos de los pueblos en Colombia; subraya el papel de los intereses extranjeros en estas violaciones y declara su intención de proceder a una investigación completa por todos los medios apropiados y posibles, incluso el envío de una comisión ad hoc, a fin de pronunciarse definitivamente en su tercera sesión sobre la situación de ese país y la responsabilidad de su gobierno”.27

En una entrevista que se menciona en el libro Gabo y Fidel: El paisaje de una amistad, expone los motivos por los cuales aceptó ser parte del tribunal:

El Tribunal Russell me propuso que formara parte de él, y yo acepté.

En primer lugar por el siguiente motivo: yo no soy líder político, no tengo vocación de líder. Sé que no podría serlo, sería un mal líder, no lo voy a intentar; a mí no me gusta jugar a perder y estoy seguro que perdería. Por ello no pertenezco

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a ninguna organización, soy una especie de francotirador.

Y corro el riesgo de no saber muy bien qué hacer; se me va en hacer declaraciones, en hacer protestas, poner telegramas cada vez que hay presos, cada vez que en algún lugar de América Latina o en cualquier otro lugar del mundo hay algún atropello [...]. Lo más interesante que vi yo en el Tribunal Russell, y que sigo viendo, es su alcance como medio de publicidad de los problemas de América Latina.28

Tomó una muy buena decisión para la causa revolucionaria: mantener esa posición y reconocida labor como escritor y periodista, antes que dedicarse a la activa vida política; de ahí que siempre rechazara postulaciones y cargos públicos.

La defensa de los derechos humanos y la opción por la democracia empezarían a tomar mayor fuerza y servirían de temas centrales tanto para sus artículos en la revista como para las denuncias ante los organismos internacionales que se preocupan por estas temáticas.

Su crítica constante a la labor que se debe desempeñar en el campo político se evidencia en muchos de sus escritos, principalmente los periodísticos, donde presta debida atención a las necesidades de los colombianos y a la forma en que se podrían solucionar sus problemas. “Creo que estamos actuando, pensando, concibiendo y tratando de seguir haciendo un país que no es el real, sino el que está en el papel. La Constitución, las leyes… todo en Colombia es magnífico, todo en el papel. […] Hay una tradición democrática reprimida hace muchos, muchos años, que es la única esperanza que nos queda, que le queda a Colombia”.29

Esas palabras mantienen plena vigencia en la actualidad, porque constituyen cierta forma de crónica de la historia de un pueblo cuyas élites gobernantes han tratado siempre de que se cultive el olvido, en lugar de la memoria, y se presenten las historias oficiales como el fiel testimonio de acontecimientos en verdad adulterados.

Un componente fundamental en la tarea de construir la paz en América Latina es recuperar la memoria. Mientras la desmemoria de nuestra historia, de nuestras luchas y nuestra identidad nos invada, permitiremos que la impunidad permanezca enraizada en nuestros países, que los responsables de los crímenes, las traiciones, la corrupción no sean castigados y nos sigan gobernando.30

En su pensamiento, la democracia no está limitada por la cantidad de partidos políticos que existan en un país y la capacidad que estos tengan en la obtención de votos. Su importancia radica en su articulación con los derechos humanos, que no se reducen a derechos políticos de votar, elegir y ser elegido. Insatisfecho con las indudables conquistas jurídicas y políticas del liberalismo y el conservatismo durante la vida republicana, era consecuente con el criterio de que lo principal eran los derechos sociales, económicos y culturales. En tanto estos no tuvieran una mejor satisfacción, los pueblos mantendrían encendida la llama de la insubordinación, y la paz sería un idílico anhelo.

Consideraba el inmenso potencial de creatividad que hay en Colombia: teatro, pintura, literatura, escultura, pero lamentaba que el Estado no se interesara en invertir para la cultura ni para la creatividad.

De la misma manera que no se interesaba tampoco en invertir en educación y

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salud pública. A su juicio, “el capitalismo colombiano, los oligarcas colombianos no se sacrifican en nada y por eso cada cual tiene que defenderse como puede. Por eso dicen que la economía está bien y el país está mal. ¡Pero si es que es un Estado tacaño, completamente santanderista!”.31

Son varios los artículos donde trata estos temas que deben ser considerados de gran sensibilidad política, tomando en cuenta que aún no se ha podido lograr la construcción de la cultura de participación democrática de los pueblos y la reivindicación de los derechos fundamentales de los seres humanos. Su artículo periodístico “Motivos para ser perro”32 es un documento que con buena dosis de sarcasmo, jocosidad y realidad muestra las contradicciones de la sociedad, la demagogia del político en su afán por conseguir poder.

García Márquez no se dejó intimidar fácilmente por las dificultades que debía enfrentar cuando presentaba a la opinión pública hechos que comprometían la ética y la responsabilidad política y social que debían cumplir sus mandatarios. El noticiero QAP y la revista Cambio ‒de los que formó parte también y posteriormente fueron cerrados‒ constituyeron escenarios propicios en los que, de cara al país, se exponían verdades que no caían muy bien a sus gobernantes.

En su artículo “La palabra de las víctimas”, que le permitió ante el Tribunal Russell denunciar los abusos en relación con los derechos humanos en Colombia, manifiesta:

Estamos pues en presencia de un poder personal y absoluto, convencido de que no existe en el mundo ninguna otra novedad distinta de su palabra suprema.

Ante esta realidad tenebrosa, a los colombianos sin amparo no nos queda otro recurso que decidir con la conciencia de qué lado está la razón. De un lado están los relatos dramáticos de los torturados y sus familias, y aun de los niños arrestados como rehenes. Del otro lado está la negativa impertérrita del señor Turbay Ayala. Yo no vacilo un instante: les creo a las víctimas.

Por esta convicción se regirán todos mis actos a partir de ahora, en relación con el estado de los derechos humanos en Colombia.

Supongo, por supuesto, que todo esto le importa muy poco al impávido señor Turbay Ayala. Lo creo así porque hace poco él declaró a un periodista español: “A García

Márquez le tengo más admiración como intelectual que como defensor de los derechos humanos en

Colombia”. La admiración como intelectual, por venir de quien viene, no puede menos que conmoverme. Pero la otra admiración me interesa más, porque es mucho más útil para el país. De modo que el señor Turbay Ayala puede estar seguro de que consagraré todas mis fuerzas a conseguirla y merecerla.33

Eso indica que le interesaba más ser reconocido por su compromiso social que por su producción literaria.

Consciente de que los hombres no son eternos, de que las acciones pueden perdurar a través de la formación de las nuevas generaciones, de que es un deber fundamental educar, transmitir y compartir la experiencia acumulada durante tantos años dedicados a la vida narrativa y periodística, en 1994, junto a su hermano Jaime García Márquez y Jaime Abello Banfi, crea la Fundación

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EXÉGESIS Exégesis Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), cuyo fin era integrar personas jóvenes talentosas capaces de hacer otra forma de periodismo. La FNPI constituye una muy fructífera actividad que deja materializada en Cartagena, y su director, Jaime Abello, mantiene viva las ideas con las cuales García Márquez la fundó, como un símbolo de agradecimiento infinito y reconocimiento por la pasión con la que se entregó a esta tarea. Y recuerda, cuando la Fundación Mexicana, patrocinada por la empresa CEMEX, les otorgó el Premio Nuevo Periodismo: “No olvidaré el brillo de sus ojos cuando me dijo con una sonrisa de complicidad: Y pensar que todo esto estaba en nuestra imaginación”.34

En la obra periodística y literaria de García Márquez se revelan sus reflexiones filosóficas sobre el hombre y la mujer, los temas del poder, la soledad, la vejez, la muerte, la paz, la guerra, la conservación de la naturaleza, pero en especial su actitud política pone de manifiesto su consecuente articulación con la tradición humanista práctica que ha caracterizado lo mejor del pensamiento latinoamericano en sus diversas expresiones.

El recrudecimiento de la violencia que a finales de los años ochenta golpeaba al país con los episodios sangrientos e inverosímiles a los que llegó el narcotráfico no fueron ajenos a la redacción del texto periodístico e investigativo Noticia de un secuestro, donde García Márquez se refiere a los hechos históricos ocurridos en aquel momento. En un país con las características específicas de corrupción en las altas esferas hubiera sido difícil contarlo con nombres y apellidos propios, y con los logros y fracasos que solo una voz comprometida con el ser humano lo pudo haber hecho.

Respecto a este flagelo que aún azota no solo a Colombia, sino también a países tanto productores como consumidores de drogas, expresó: “Una droga más dañina que las mal llamadas heroicas se introdujo en la cultura nacional: el dinero fácil. Prosperó la idea de que la Ley es el mayor obstáculo para la felicidad, que de nada sirve aprender a leer y escribir, que se vive mejor y más seguro como delincuente que como gente de bien. En síntesis: el Estado de perversión social propio de toda guerra larvada”.35

El escritor colombiano tenía conciencia de que las sociedades manifiestan de distintas maneras los males sociales que emanan de sus desigualdades y condiciones miserables de vida. Se preocupó por entender mejor las diversas causas de la conducta humana ante distintas circunstancias de la vida, como una tarea que se había propuesto para comprender mejor la condición humana. Sus criterios al respecto se orientaban a cuestionarse quiénes somos realmente, y se expresa del modo siguiente:

Esta encrucijada de destinos ha forjado una patria densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la realidad.

Nuestra insignia es la desmesura.

En todo, en lo bueno y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruimos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos intuitivos, autodidactos espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea de dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico.

Un éxito resonante o una derrota

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deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo.36

Estas profundas reflexiones sobre el contradictorio carácter de la condición humana no lo desanimarían, sino que por el contrario, lo impulsarían a tratar de transformarlas contribuyendo, desde una literatura y un periodismo rigurosamente profesional, a enriquecer la cultura del pueblo para que pudiera asumir de mejor forma las riendas de su destino.

Algunos, injustificadamente, se han cuestionado su preocupación por Colombia. En verdad, esta lo acompañó siempre, pues en relación con el patriotismo sostenía: “Es algo que nos persigue hasta el lugar más apartado. En cualquier país del mundo donde yo escriba una novela, es una novela colombiana. Pero todo lo que contribuya al progreso de Colombia, contribuye al de toda la humanidad”.37 Su interés por hacer un periodismo útil al país lo motivó a seguir intentando contribuir sin desfallecer al anhelado sueño por la paz. Invocaba la posibilidad de una utopía concreta, diría Ernst Bloch, de un anhelado mundo sin armas y de paz.

Se puede considerar que concibió muy bien la función social que cumple la política, y dentro de sus análisis puso de manifiesto cómo el político tradicional se convierte en un elemento alejado de la sociedad cuyos fines exclusivamente son sus intereses netamente personales. La asunción de posturas no dogmáticas y actitudes independientes le permiten realizar análisis de mayor objetividad, y sin ningún tipo de rodeos reconocer las bondades y miserias de nuestra condición: el drama de nuestra verdadera historia.

Es admirable que su actitud de lealtad y amor al país no se alterara a pesar del trato injusto que se le dio por su consecuente praxis política. Con los aciertos y horrores que conoció, sus criterios, inconformidades y declaraciones fueron expresados en casa, es decir, en Colombia.

Diferenció muy bien la actitud de los pueblos y la de sus gobernantes, y se cuidó de no hacer declaraciones fuera de su país que pusieran en riesgo a su gente. Se interesó por estar bien informado sobre la situación real del país, e incluso desde otras latitudes en donde establecía su hogar, para sentirse a gusto de escribir otra novela despertaba con toda la información que recibía sobre la actualidad colombiana.

Fue consecuente y utilizó la oportunidad que le dio la fama para denunciar, aclarar y así facilitar que se hiciera realidad la liberación de presos políticos. Manifestó su interés de acercamiento entre gobierno y grupos insurgentes como disposición a no ahorrar esfuerzos que ayudaran a consolidar la aclamada paz.

Tal vez una reflexión más profunda nos permitiría establecer hasta qué punto este modo de ser nos viene de que seguimos siendo, en esencia, la misma sociedad excluyente, formalista y ensimismada de la colonia. Tal vez una más serena nos permitiría descubrir que nuestra violencia histórica es la dinámica sobrante de nuestra guerra eterna contra la adversidad. Tal vez estemos pervertidos por un sistema que nos incita a vivir como ricos mientras el cuarenta por ciento de la población vive en la miseria, y nos ha fomentado una noción instantánea y resbaladiza de la felicidad: queremos siempre un poco más de lo que ya tenemos, más y más de lo que parecía imposible, mucho más de lo que cabe dentro de la ley, y lo conseguimos como sea: aun contra la ley. Conscientes de que ningún gobierno será capaz de complacer esta ansiedad, hemos terminado por ser incrédulos, abstencionistas e

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EXÉGESIS Exégesis ingobernables, y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros piensa que solo depende de sí mismo. Razones de sobra para seguir preguntándonos quiénes somos, y cuál es la cara con que queremos ser reconocidos en el tercer milenio.38

Indudablemente tales reflexiones contribuyen de manera especial a profundizar en sus criterios respecto a la conflictiva condición humana y en particular la suya. Un análisis de esta naturaleza contribuye a conocer las causas de nuestro atraso, a preguntarnos por qué el desarrollo del país está determinado por las cifras de crecimiento económico y no por las de bienestar social. Cada vez es mayor el número de familias con necesidades básicas insatisfechas, donde la consigna “sálvese quien pueda” guía nuestro destino, mientras la clase política es indiferente ante la desdicha de gran parte de la sociedad.

En el Informe del PNUD sobre crecimiento económico y bienestar humano en América Latina se afirma que aún hace falta mayor atención a las urgencias de una vida digna:

Hay que mantener ese rumbo y acelerarlo porque si bien el avance es contundente, no es generalizado. La pobreza sigue golpeando a ciertas regiones y a ciertas poblaciones [...] Mientras las grandes ciudades y algunos departamentos redujeron la pobreza cerca al 30 % durante los últimos 15 años, departamentos como Chocó, La Guajira, Norte de Santander y Cauca siguen conservando niveles de pobreza muy similares a los que tenían en 2002.39

Una reflexión que ayuda notablemente a comprender sus criterios sobre esta inhumana situación de pobreza es la siguiente: He pasado por casi todo el mundo. Desde ser arrestado y escupido por la policía francesa, que me confundió con un rebelde argelino, hasta quedarme encerrado con el papa Juan Pablo II en su biblioteca privada, porque él mismo no lograba girar la llave en la cerradura. Desde haber comido las sobras de un cajón de basuras en París, hasta dormir en la cama romana donde murió el rey don Alfonso xiii. Pero nunca, ni en las verdes ni en las maduras, me he permitido la soberbia de olvidar que no soy nadie más que uno de los dieciséis hijos del telegrafista de Aracataca. De esa lealtad a mi origen se deriva todo lo demás: mi condición humana, mi suerte literaria y mi honradez política.40 Quienes injustamente han considerado que no hizo nada por Colombia, tal vez porque no donó los recursos para que se construyera una escuela en Aracataca que llevara su nombre, deberían recordar que quizás hizo mucho más que eso, pues supo criticar oportunamente el lamentable estado de la educación en su país, donde no solo hace falta una escuela más, sino toda una adecuada política educativa que contribuya a enriquecer convenientemente la condición humana de todos los colombianos, y con ese objetivo promueva el estudio de la obra literaria y periodística de quien hasta ahora ha sido el más universal de los colombianos.

Notas

1 El artículo es resultado de un proyecto de investigación desarrollado en la Fundación de Pensamiento Colombiano y Latinoamericano. 2 P. Apuleyo, Aquellos tiempos con Gabo, Plaza y Janés Editores, Barcelona, 2000, p. 60. 3 J. Martí, “Maestros ambulantes”, La América, New York, mayo de 1884,

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LIGIA ESTELA MACHADO PARDO García Márquez: Responsabilidad intelectual del escritory el artista en el mejoramiento social

p.22, Obras completas, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1976, t. VIII, p. 289. 4 Aristóteles, Ética Nicomaquea (Ética a Nicómaco), Editorial Porrúa, México, 1996, p. 26. 5 V. Rodríguez, (selección y prologo). Gabriel García Márquez La soledad de América Latina, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1990, p. 323. 6 G. García, La soledad de América Latina, Discurso de aceptación del Nobel de Literatura, Estocolmo, 1982. http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/ literature/laureates/1982/marquez-lecturesp.html 7 J. Cobo, Silva, Arciniegas, Mutis, García Márquez y otros, Presidencia de La República, Bogotá, 1997, pp. 404-405. 8 P. Apuleyo, cit., pp. 216-217. 9 G. Martin, “Gabriel García Márquez, periodista: Una visión panorámica”, en Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, cit., p. 36. 10 P. Apuleyo, cit., p. 217. 11 G. García, Periodismo militante, Son de Máquina Editores, Bogotá, 1978, p. 22. 12 C. Villalba, “Prólogo”, en L. Cortés, La política en Colombia, Editora Bolívar, Cartagena, 2011, p. 1. 13 Ver Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Gabo periodista, Editorial Maremágnum, Colombia, 2012. 14 J. Cobo, cit., p. 476. 15 A. Carpentier, Los pasos recobrados. Ensayos de teoría y crítica literaria, Ediciones Unión, La Habana, 2003, p. 170. 16Discurso pronunciado en Cartagena de Indias como homenaje por la edición de un millón de ejemplares de Cien años de soledad en España, diciembre de 2007.

17 L. Harss, “La cuerda floja”, en Colectivo de autores. Recopilación de textos sobre Gabriel García Márquez, Casa de las Américas, La Habana, 1984, p. 13. 18 G. García, Periodismo militante, cit., p. 9. 19 A. Gramsci, “Soy un pesimista debido a mi inteligencia, pero un optimista debido a mi voluntad”. Cartas desde la cárcel, 19 de diciembre de 1929. https://es.wikiquote. org/wiki/Antonio_Gramsci#cite_note-1 20 G. García, De Europa y América: Obra periodística 3 (1955-1960), Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S., Bogotá, 2015, p. 619. 21 Ver G. Martin, cit., p. 40. 22 G. García, Por la libre: Obra periodística 4 (1974-1995), Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S, Bogotá, 2015, p. 121. 23 A. Rentería, “El viacrucis de un lector”, en Rentería Mantilla, Alfonso. (recopilación y prologo). García Márquez habla de García Márquez en 33 grandes reportajes, Rentería Editores Ltda., Bogotá, 1979, p. 8. 24 C. Agudelo, “Atreverse a pensar es empezar a luchar” elementos folios 18-20, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia, Medellín, años XIII-XIV, junio de 2009, pp. 5758 http://aprendeenlinea.udea.edu. co/revistas/index.php/folios/article/ viewFile/7317/6755 25 Publicada originalmente en dos partes: “Chile, el golpe y los gringos”, en Alternativa, n. 1, Bogotá, marzo de 1974, y “Pilotos gringos bombardearon La Moneda”, en Alternativa, n. 2, Bogotá, septiembre de 1994. 26 E. Santos, “Los años de Alternativa Periodismo y revolución”, en Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo

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EXÉGESIS Exégesis Periodismo Iberoamericano. Gabo periodista, cit., pp. 230. 27 Tribunal Russell II, Sobre la situación de los países de América Latina, Bruselas, enero de 1975. http://www. literaberinto.com/cortazar/tribunalrussel. htm

28 E. Ángel, S. Panichelli, Gabo y Fidel el paisaje de una amistad, Editorial Planeta Colombia-Espasa, Bogotá, 2004, p. 63. 29 Samper, María Elvira, “Es un libro vengativo”: El general en su laberinto, Semana, abril 10 de 1989, http://www.semana. com/especiales/articulo/es-un-libro-vengativo/11551-3 30 Programa de Mujeres Constructoras de Paz, Bogotá, 2003, p. 43. 31 Idem. 32 G. García, Textos costeños: Obra periodística 1 (1948-1952), Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S., Bogotá, 2015, p. 154. 33 G. García, Notas de prensa: Obra periodística 5 (1961-1984), Literatura Random House, Bogotá, 2015, p. 28. 34 J. Abello, “Gabo educador”, en Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, Gabo periodista, cit., p. 472. 35 G. García, Noticia de un secuestro, cit., pp. 121-122. 36 G. García, Por la libre: Obra periodística 4 (1974-1995), cit., p. 317. 37 R. Guibert, “Algún día Estados Unidos hará su revolución socialista”, en Rentería Mantilla, Alfonso. cit., p. 43. 38G. García, “Conferencia”, Comisión de Ciencias, Educación y Desarrollo, Gobierno colombiano, Bogotá, 1994. 39 A. Peral, Colombia en el Informe de Desarrollo Humano: “Progreso multidimensional: bienestar más allá del ingreso”, PNUD, Bogotá 30 de junio, 2016, http://www.co.undp.org/ content/colombia/es/home/presscenter/ articles/2016/07/01/colombia-en-elinforme-de-desarrollo-humano-progresomultidimensional-bienestar-m-s-all-delingreso-. 40 G. García, Notas de prensa: Obra periodística 5 (1961-1984), cit., p. 122.

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