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García Márquez: Responsabilidad intelectual del escritor y el artista en el mejoramiento social. ¿Qué puedo hacer con tanta fama?1
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s conveniente recordar que el trabajo fructífero de la obra literaria, científica, artística y política se recompensa con el reconocimiento universal, lo que posibilita el acceso a círculos artísticos, políticos, sociales y económicos, el cual se dificulta si no se articula adecuadamente con el estatus que produce el mundo de la fama. Para muchos el salto del anonimato a la fama y el poder les permite destacarse por la distancia que logran alcanzar entre el ser humano común y su nueva vida de entrevistas y espectáculos. El hecho de alcanzar algún grado de celebridad puede conducir a cierta pérdida del sentido de la realidad. Algunos asumen actitudes de un supuesto humanismo que confunden con el humanitarismo o la simple filantropía cuando pretenden compensar en algo a la sociedad por medio de la colaboración con una institución de beneficencia, una escuela, un hospital, etc., que lleve su nombre inscrito como una prueba de su generosidad. Con ayuda de los recursos que logran entregar a organizaciones benefactoras para tan grandiosa causa, inmortalizan el nombre de la criatura que lo engendró, como muestra de su sensibilidad y compromiso con algunos de los pobres del terruño en donde se nació. Por suerte, no son estas las circunstancias y motivos que encuentra García
Márquez para abrirle no solo a su país, sino al conjunto de América Latina, un relevante lugar en el ámbito universal de las letras. Ciertos motivos en el orden personal, amenazas y persecuciones lo distanciaron de su espacio natal, pero cada vez que tuvo la oportunidad corrió el riesgo de regresar a él con una idea, un proyecto o una tarea nueva. Plinio Apuleyo Mendoza confirmaría: [...] esas circunstancias duras le dieron un espesor humano, una ternura viril, un sentido de la solidaridad muy profundo. No hay duda: sus mejores libros y sus mejores amigos nacen de esta privilegiada relación suya con la verdad de la vida.2 El arte y la literatura, en especial la poesía y la narrativa, constituyen expresiones nacidas de las fibras más profundas de la imaginación y el sentir del creador. No necesariamente contienen de manera manifiesta un contenido político o social, pero muchas veces se inspiran en estos elementos para reclamar por los desposeídos, para pedir que se alimenten los niños desnutridos, para exigir que las mujeres sean respetadas, para valorar y mejorar las condiciones de campesinos y obreros que con su trabajo incansable edifican el país, para llegar más al corazón y estimular la bondad, solidaridad y compromiso de quienes ostentan el poder,
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